El siguiente texto, titulado “El Complejo del Tisure. Legado artístico de Juan Félix Sánchez” fue merecedor del tercer premio del concurso Dale voz a tus monumentos, efectuado en la Universidad de Los Andes. Este concurso fue realizado en la Universidad de los Andes(ULA), patrocinado por Institutional Assets and Monuments of Venezuela (IAM Venezuela) y la Fundación Arts Connection y coordinado por Frank Gavidia.
Ananda y Solaris Rey Mata.
Pa’ qué viene el hombre al mundo sino es pa’ dejar huella en él.
Juan Félix Sánchez
Venezuela ha sido madre y cuna de innumerables hombres que a bien han sabido sobresalir en diferentes campos de la actividad humana; han representado y caracterizado de forma magnífica su gentilicio, tradiciones y cultura popular. Tal es el caso de Juan Félix Sánchez quien con su autenticidad, creatividad, amor y fe, plasmó una huella imborrable con sus manos creadoras tanto en Mérida, su tierra, como en el país. El presidente Rafael Caldera expresó acerca de este artista:
(«¦) Tuvo el don de darle formas nuevas a las fibras y a las piedras e igualmente a la madera. Sorprende la pericia que, dentro de su admirable rusticidad, revelan sus más sencillas creaciones. Pero más admirable aún es la potencialidad de su espíritu, inspirado en un muy puro sentido de religiosidad. Demostró haber sido siempre y a cabalidad un hombre de fe. No una fe meramente contemplativa, sino una fe creativa.[1]
EL HOMBRE
Nació y vivió a comienzos del siglo XX en un pueblito alejado del bullicio citadino de la capital merideña. Ello motivó en su espíritu un alto grado de contemplación, tanto de la naturaleza como de las gracias que otorga la fe en Dios. De esta forma desarrolló distintas pericias que le caracterizaron como escultor, tallista, tejedor, investigador, poeta, cuentista, titiritero, filósofo, inventor y crítico social. Este artista y cultor popular desarrolló a cabalidad diferentes obras que permanecen hoy día resguardadas en el páramo y montañas andinas, como la “Capilla de piedra” que se encuentra en San Rafael de Mucuchíes y que está al alcance de todas las personas que pasan por la Trasandina. Sin embargo, su joya arquitectónica es el “Complejo del Tisure”, declarado Monumento Nacional en 1982 y donde se encuentra el despliegue artístico de Juan Félix Sánchez.
Éste monumento cultural es el objeto y móvil de la presente investigación. Partimos de la necesidad de resguardarlo, preservarlo y rescatar el interés por su estudio, conocimiento y difusión, pues el Complejo del Tisure por su lejanía, resulta el legado menos visitado del artista.
Es impresionante e inquietante saber que muchas de las personas jóvenes y adultas de nuestro estado no conocen quién fue el cultor popular merideño Juan Félix Sánchez, y esto se extiende al país entero, a las instituciones educativas y por ende a nuestra cultura. Su creación artística se ve desplegada en el Páramo del Tisure, específicamente en el Complejo que lleva el nombre de dicho páramo, donde naturaleza, arte y hombre se conjugan para dar vida a uno de los monumentos históricos y culturales más importantes de nuestro estado; sin embargo, el “desarrollo” de la sociedad merideña ha contribuido al olvido de este legado, y lo encierra en lo profundo de las montañas. Es por ello que nuestra investigación va dirigida a su rescate, mediante el estudio arquitectónico del sitio y de las obras de arte en madera, piedra, cerámica y tejidos.
El Complejo del Tisure se encuentra en el Páramo que lleva el mismo nombre, compuesto por El Valle de “El Potrero”, el filo del Tisure y El Tisure como tal. El lugar está a 3200m.s.n.m. y su acceso es bastante difícil, limita la investigación de campo y motiva que su estudio se realice mediante textos, artículos y viajes que previamente otras personas han realizado.
Muchos teóricos, cronistas e historiadores han tratado, desde diferentes aspectos, la vida y obra de Juan Félix Sánchez, es el caso de Rowena Hill, Umberto Eco, Alberto Arvelo Ramos, Carlos Contramaestre, Ennio Jiménez Emán, Ángel Ciro Guerrero, Germán Briceño Ferrigni y Eduardo Planchart Licea. Cada uno expresó su visión respecto a este cultor popular, su tradición y espiritualidad.
Con respecto a este artista y su Complejo del Tisure en el libro “Yo, Juan Félix Sánchez” que resulta un compendio de crónicas y opiniones de los historiadores y teóricos antes mencionados, la escritora británico-venezolana Rowena Hill destacó:
El respeto de la naturaleza y la colaboración con la misma que el concepto de conservación implica, son valores fundamentales en el mundo y en la obra de Juan Félix. Él mismo parece un árbol, que ha crecido lento y robusto en el páramo para prestarle su sombra a los caminantes y para dar su fruto a la hora de la madurez. [2]
Umberto Eco en su artículo “De los Apeninos de los Andes, como una película de Sergio Leone”, expresa acerca del Complejo:
A primera vista me recuerda una de esas capillas entre Permiñán y la frontera catalana, pero las formas son más libres; de cerca, ciertas extravagancias me hacen pensar en Gaudí. La iglesia está torcida, con curvas sinuosas; la pequeña nave está decorada con muebles casi zoomorfos, hechos conjugando troncos y tronquitos ya moldeados por la naturaleza.[3]
El escritor Alberto Arvelo Ramos, también destacó la importancia de lo espiritual en el arte de Juan Félix Sánchez, pues este “artista mayor”, como se le llamaba, construyó su vida y su obra en torno a un profundo sentido religioso y sobretodo cristiano. Existe una relación fundamental del artista con su obra y el material que utilizó mayormente en el complejo: la piedra. Así como él mismo mencionó: Hay gentes que le gustan las iglesias parejitas, lustrosas, muy bonitas. Pero a yo me gustan las cosas feas. Pa’ Dios, así sea una iglesia de oro, es igual que una de piedra y quizás agradezca más una iglesia sencilla, pero hecha con buen sentido.4
Ennio Jiménez Emán en “Tradición y espiritualidad”, hace alusión a las relaciones intrínsecas entre lo artístico-religioso y las corrientes expresivas que se derivan de nuestras más hondas raíces indígenas. Juan Félix Sánchez conservó la sabia y justa dimensión del creador, cuya expresión trasciende a épocas, escuelas, tendencias y en fin a las efímeras limitaciones humanas, pues su creatividad fue más allá de cualquier canon establecido referente a lo bello, dándole expresividad a lo natural.[4]
A Juan Félix Sánchez se le ha denominado de muchísimas formas, pero es la de Cultor Popular la que mejor encierra sus características artísticas dentro de nuestro país; es necesario entender en primer lugar qué es la cultura popular, para comprender el porqué se le atribuye esta condición. Como explica el Dr. Germán Briceño Ferrigni, el arte popular en América Latina es hijo del mestizaje. En la sangre del hombre latinoamericano confluyen las culturas más distintas y a la vez similares, esto es lo que constituye su identidad y expresión artística; por ejemplo en las regiones donde prevaleció el elemento africano, como en buena parte del Brasil, lo ancestral ejerció un papel predominante. Donde la huella española tuvo mayor alcance, como en las grandes capitales virreinales, lo europeo ocupó sitio de preferencia y donde florecieron las grandes cultural precolombinas, estas mantuvieron su rol y conservaron aunque muy poco sus antiguas tradiciones. En este proceso, el factor religioso, fue fundamental. La Iglesia Católica ha admitido y aceptado el sincretismo que surgió entre las costumbres religiosas de América hispana y las traídas por la conquista.[5]
En Venezuela, la influencia española será protagonista, seguida por la negra en las regiones central y costera. El elemento indígena mantendrá su influencia, sólo en aquellos sitios de difícil acceso donde predominaron las culturas autóctonas, como en Los Andes y específicamente en Mérida, donde la herencia Timoti y Kuika se entrelazaron con la tradición judeocristiana y popular. En los páramos merideños debido a un sentido de bienestar común, a principios del siglo XX la construcción de casas de tapia y bahareque se transformaba en grandes fiestas en las cuales participaba toda la comunidad y donde se desarrolló poco a poco una marcada cultura popular de colaboración, patrones en la construcción de las viviendas e iglesias y donde Juan Félix Sánchez obtuvo su mayor aprendizaje.
Juan Félix Sánchez nació un 16 de mayo de 1900, en San Rafael de Mucuchíes. Su madre fue Vicenta de Sánchez, de quién aprendió los valores religiosos que marcaron su vida y su obra. Su padre fue Benigno Sánchez, recio hombre, constructor de tapiales y muebles. Juan Félix asistió a la escuela del pueblo desde los 7 hasta los 13 años. Después estuvo trabajando un tiempo para su padre como agricultor y harriero. A los 18 años se escapó de casa, para hacerse “baquiano pa’ lejos”, llegando así hasta Maracaibo, donde trabajó 4 meses en una panadería. Cuando regresó a su hogar traía una vitrola, la primera que se había visto en el pueblo. En los años siguientes combinó la agricultura con las funciones de secretario de la prefectura de San Rafael, aprendió a tejer y a divertir a sus vecinos con representaciones como maromero, payaso y titiritero.
En 1930 ayudó a instalar la luz eléctrica en el pueblo y se convirtió en Presidente de la Junta Comunal del mismo. Agregó a sus experiencias artísticas el tallado de un grupo escultórico en mármol y el tejido de sombreros finos. Participó bajo la dirección de su amigo el padre Sánchez Alcántara, en la reconstrucción de la iglesia de San Rafael siendo este su primer acercamiento con las edificaciones religiosas y su técnica arquitectónica. En 1940 fue nombrado Juez Municipal pero se percató que los asuntos de crímenes y leyes no eran su camino. Al año siguiente muere su madre lo que afectó profundamente su corazón y espíritu; un año después, el 8 de septiembre de 1952, convencido de que el pueblo no le brindaría lo que él buscaba, decide trasladarse a la tranquilidad del “Páramo La
Ventana” cuyos terrenos pertenecían a su familia y donde se encontraba “El Potrero” o la casa familiar en ese páramo. Lo acompañó la dulce y abnegada Epifanía Gil, quién representó en su vida el cimiento y pilar fundamental.
LA OBRA
En “El Tisure” se desplegó toda la creación de Juan Félix Sánchez como cultor popular y artista. Desde “El Potrero” la vista se abre y expande dando paso al “Complejo del Tisure”, integrado por una pequeña capilla dedicada a la Virgen de Coromoto en cuyo interior hay una pequeña estampilla con su imagen, fue el primer monumento en alzarse y resulta tan pequeña que tiende a compararse con las capillitas mortuorias que se ven en los lados de las carreteras en todo el país, está adornada con conchas marinas que el artista recolectó en el sitio del valle y que da una referencia al estado oceánico primitivo de los comienzos de la tierra.
Y otra de mayores dimensiones dedicada al Dr. José Gregorio Hernández, de planta cuadrangular, nave rasa y un cuerpo de campanario en su lado izquierdo. Detrás de las mismas se encuentra un conjunto de esculturas en madera, que representan el drama de la crucifixión de Jesús, denominado “El Calvario”. Ambas capillas están hechas de piedras en su totalidad, pues es el material predilecto que utilizaba Juan Félix y que simboliza la expresión de la naturaleza que se somete a su mano creadora y moldeadora de las formas. Como expresa el Dr. Eduardo Planchart Licea: así la piedra habla y muestra entre sus rigurosidades y diversidad, un lenguaje que nos lleva a una vivencia de interioridad, que se concretó en ese asombroso “Complejo del Tisure”. Transformándose, así, en uno de los patrimonios espirituales y artísticos de mayor importancia para la Venezuela de hoy.[6]
El otro material predominante en las obras de este artista es la madera. Con la que tuvo íntima relación desde su infancia pues su padre Benigno Sánchez, en sus ratos de ocio, hacía muebles entre los que se encontraban sillas y camas. Sus tallas en madera poco a poco se fueron volviendo famosas en el páramo, en Mérida y en el país, tanto así que ganó en 1989 el Premio Nacional de Artes Plásticas. Fueron innumerables las que elaboró, pero en vida sólo conservó 19, las demás fueron obsequiadas a sus visitantes y amigos, lo que produjo que su arte se conociera como único, auténtico y natural. Gran parte del impacto que producen algunas de sus tallas se debe a que parecen nacer de la tierra pues Juan Félix en varias ocasiones no las interfirió para dejar en ellas la huella de la naturaleza o lo que él llamaba “lo feo”.
El mayor ejemplo de su arte como tallista se encuentra en “El Calvario”, ubicado como ya mencionamos en la parte de atrás del “Complejo del Tisure”. En él se expresan dos escenas, la primera y principal muestra la Crucifixión de Cristo compuesta por seis tallas: Jesucristo, María, María Magdalena, San Juan, el ladrón bueno y el ladrón malo. Y la segunda escena compuesta por dos tallas que llevan la escalera con la que se ha levantado la cruz de Cristo y dos centuriones que vigilan y resguardan el momento. La importancia de esta escena en madera para Juan Félix y Epifanía se evidencia en el diario del artista, cuando relata el momento en que llevó a su sitio las piezas del Calvario:
El día jueves 1 de enero, y primero del año 1976, a las 10 de la mañana, cargamos con las cruces y todas las semejanzas que estaban en piezas, para ir a ponerlas en su puesto; primero clavamos el Cristo y enseguida amarramos a los ladrones en las cruces que hicimos, los hoyos, y los pusimos cada cual en su lugar, hasta las 4 de la tarde, y pasamos el día de año nuevo en una obra buena.[7]
Cada talla muestra en su rostro expresiones del dolor que las embarga; el Cristo con su cabeza caída de lado expresa el fin de su vida de lucha y mortificación. A sus pies, María Magdalena surge de las raíces de un tronco, con sus ojos hinchados por tanto llorar y un cuerpo tenso que contrasta con los gestos de María y San Juan. A los lados de Cristo se encuentran los ladrones, el bueno y el malo. El bueno en su rostro muestra el arrepentimiento en el justo momento y el malo agacha su cabeza pues no reconoce a Jesús como hijo de Dios, así como relata la biblia.
Estas creaciones artísticas, tanto en piedra como en madera, se mezclan y conjugan con el entorno natural. No lo trasgreden, afectan o modifican, sino que se complementan y relacionan con él de manera armoniosa, creando un aura de sacralidad que por más de treinta años el pueblo venezolano ha asumido como santuario popular. El Complejo del Tisure es un sitio de culto de la religiosidad, sin embargo, en los últimos años y sobre todo posterior a la muerte de Juan Félix Sánchez en 1997, ha sido olvidado por las nuevas generaciones y por las instituciones que le prometieron a su creador su resguardo como patrimonio y legado cultural. El deterioro que ha sufrido el Complejo del Tisure es manifestado y denunciado por montañistas y senderistas merideños que han llegado al sitio.
Desde 1990 Juan Félix Sánchez pidió al primer mandatario Carlos Andrés Pérez que “El Tisure” fuera declarado Patrimonio Cultural y pidió protección para sus obras, pues presintió el olvido de las mismas después de su muerte. Por el contrario este complejo religioso artístico ha sido olvidado y maltratado, siendo esto una enorme preocupación para los investigadores de su legado y para la Universidad de Los Andes que le prestó a su creador en vida el mayor apoyo.
Sin embargo los días 29, 30, 31/08 y 01/09 del 2015, conformamos un grupo de cuatro personas llenas de curiosidad y amor por la montaña y el arte, para visitar este hermoso lugar. Marco Antonio Pérez Páez, Lis Andrea Romero, Ananda y Solaris Rey Mata, somos las autoras de la presente investigación.

EL CAMINO
En el páramo emeritense, muy cerca de San Rafael de Mucuchíes, existe una pequeña población llamada La Mucuchache; allí comenzamos la caminata hacia el Valle de El Tisure, el sábado 29/08. Recorrimos aproximadamente 15km. Partimos específicamente del sector “El Puente”, atravesamos una zona rural que se adentra 4km en el Parque Nacional Sierra Nevada, con un camino de cemento y tierra rodeado por fincas, casas y una amable comunidad de baquianos.
Al final se encuentra el sendero del páramo “La Ventana” muy marcado y desgastado por el tiempo. En el ascenso entre los valles de “El Pantano y la cascada”, justo detrás del macizo del Mucuñuque, decidimos acampar, debido al mal clima, pues una fuerte tormenta nos alcanzó.
Al día siguiente, el domingo 30/08, bien temprano, emprendimos el recorrido hasta “La Ventana” a 4.200 msnm y un total de 8km de caminata. Es importante mencionar que en este collado el clima suele ser impredecible con fuertes vientos que provienen de Barinas, lo que provoca precipitaciones inesperadas, además de presentar un desnivel acumulado desde el inicio de la caminata de 1.000 metros.
Luego de que alcanzamos el punto más alto de “La Ventana”, descendimos hasta el “Valle del Tisure” atravesamos varias quebradas y puentes; tras aproximadamente 7 km de caminata llegamos hasta la casa del cultor popular Juan Félix Sánchez a 3.200 msnm, llamada “El Potrero”. Está ubicada exactamente en la vertiente que mira al estado Barinas; es una casa de piedra y techo de zinc construida entre un pequeño valle de pasto, arbustos y rodeada por una quebrada. La casa ofrece ciertas comodidades como un fogón, literas, mesas y por dentro la misma puede considerarse un museo. Hay tallas de madera, un hermoso telar, sombreros, ropa y artefactos únicos, todas obras de Juan F. Sánchez. Este día pernoctamos en la casa ya que en el camino recibimos el permiso de los señores Roberto y Cupertino, los cuidadores y que en vida compartieron con Juan Félix y Epifanía.
El lunes 31/08 iniciamos la caminata de 20min aproximadamente, para llegar al “Complejo del Tisure”, conformado por las tres iglesias de piedra. Es un lugar hermoso, místico y religioso que vale la pena visitar. Desde allí se puede divisar el estado Barinas, si está despejado el día.

EL AHORA
Luego de 1997, tras la muerte de Juan F. Sánchez, El Tisure y todas los elementos que lo componen, han sufrido un terrible abandono.
Para entender el estado actual de este importante patrimonio comenzaremos por el camino mismo, cuyas enormes lajas, colocadas en su tiempo por el artista, han sido quebradas por el paso constante de caballos, el agua y algunas están cubiertas por el monte.
A la distancia, cuando comenzamos a divisar la casa, nos dimos cuenta inmediatamente del deterioro de la techumbre y que los alrededores estaban saturados de monte, lo que impide descubrir un importante monolito, obra que antes daba la bienvenida a la casa. La reja de la entrada está destruida, ahora solo es un enredo de madera y alambres oxidados. En la tarde comenzó a llover y por los agujeros del techo de zinc entró el agua por todos lados.
Observamos que la primera habitación, a mano izquierda de la casa, es un puesto de Inparques abandonado, inclusive era el único cuarto que estaba cerrado con candado. Llama la atención y causa tristeza ver las pertenencias de Juan Félix y Epifanía arrumadas en una habitación, polvorientas, llenas de moho, húmedas, dañadas, simulando un basurero. Sin embargo, logramos distinguir dentro de todo el caos algunos rasgos de la vida de sus dueños, como las tallas en madera del artista y los baúles donde guardaba los instrumentos para sus actos de magia y títeres. Todavía, después de
18 años, se encuentran las vestimentas de ambos parameros colgadas y desarregladas en cables, llenas de polvo y humedad. El telar que el artista diseñó y utilizó para sus maravillosas creaciones también está dañado y en mal estado.
Gracias a la maestría y pericia arquitectónica de Juan Félix, las capillas del Complejo del Tisure no han sufrido mayores daños. Sin embargo observamos que las tallas de madera que conformaban “El Calvario” fueron movidas al interior de la Capilla Mayor. Si bien el motivo fue resguardarlas de la intemperie, de esta forma se transgredió la obra del artista.
LA IDEA
Con el fin de sumar un granito de arena y ayudar a que este importantísimo monumento no se pierda en los confines de la Sierra Nevada, presentamos ocho propuestas que pueden contribuir a su rescate:
- Solicitar al Instituto Nacional de Parques
(Inparques) que asigne 2 guarda parques por mes que cuiden y mantengan el lugar. Se puede aprovechar que cuentan con un puesto dentro de la casa de Juan F. Sánchez.
- Armar un grupo de voluntarios en Mérida, solicitar ayuda a los numerosos grupos de montaña que hacen vida en el estado, para subir y restaurar la techumbre de la casa y de la Capilla Mayor (Dr. José Gregorio
Hernández).
- Rescatar y restaurar todas las tallas de madera.
Clasificarlas y montar una exposición dentro de la misma casa.
- Limpiar las pertenencias de Juan Félix y Epifanía.
Clasificarlas y guardarlas.
- Arreglar la reja principal de la casa.
- Cortar el monte en los alrededores del inmueble.
- Si es posible remontar “El
Calvario” y resguardarlo bajo una techumbre.
- Señalizar las áreas y lugares importantes como la Plaza Ricaurte, las quebradas y puentes. Se puede pedir ayuda a los baquianos del lugar.
Es importante mencionar que todas estas actividades en pro del bienestar del Tisure y del Potrero deben realizarse bajo la autorización de la familia Sánchez y si es posible con la ayuda de los señores Roberto y Cupertino, a los que seguramente encontrarán en San Rafael de Mucuchíes.
LO QUE QUEDA
La vida y obra de Juan Félix Sánchez son el resultado de una marcada posición moral y religiosa.
Su retiro a “El Tisure” constituyó su forma de liberarse y contemplar el mundo humano desde la verdad, una verdad que vio reflejada en la vida de Cristo y a la que el artista supo homenajear. El páramo para él y para Epifanía significó un retiro del mal. Transformaron el espacio a su alrededor en devoción y respeto por la naturaleza y su mística, y lo convirtieron en un sitio de encuentro para la fe popular.
Aun a este memorable sitio llegan algunos lugareños que con gran esfuerzo y sacrificio van a pagar sus promesas y que también se encargan de limpiarlo, mantenerlo y resguardarlo. Pero es necesario un proyecto más amplio de restauración, sobre todo a las techumbres de las capillas y a las tallas en madera, pues la importancia artística de este legado ha traspasado nuestras fronteras, siendo un caso único en Venezuela y Latinoamérica, comparable tal vez a la obra de Armando Reverón. Si no se actúa con urgencia no quedará nada de su huella para generaciones futuras. Así como expresa Eduardo Planchart: la pérdida de nuestra identidad cultural será y es nuestra culpa, porque es nuestra responsabilidad.[8]
Para Juan Félix Sánchez la verdad fue indispensable en su vida y el motor de sus actos, es por ello que de igual forma que su obra, se debe rescatar el gentilicio merideño donde se reflejen los valores de la bondad, el respeto y el agradecimiento.
LAS FUENTES
- Hill, Rowena. Vida y obra de Juan Félix Sánchez. Yo, Juan Félix Sánchez, MéridaVenezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998.
- Eco, De Los Apeninos a Los Andes, como en una película de Sergio Leone. Yo, Juan Félix Sánchez, Mérida-Venezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998.
- Arvelo, Alberto. Lo espiritual en el arte de Juan Félix Sánchez. Yo, Juan Félix Sánchez, Mérida-Venezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998.
- Jiménez, Ennio. Tradición y Espiritualidad. Yo, Juan Félix Sánchez, Mérida- Venezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998.
- Briceño, Germán. Juan Félix Sánchez, taumaturgo del Páramo. Yo, Juan Félix Sánchez, Mérida-Venezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998.
- Planchart, Eduardo. Juan Félix Sánchez, El Gigante del Tisure. Caracas, Venezuela. Armitano Editores, 1992.
- Arias, Fidias. El Proyecto de Investigación. Caracas, Venezuela. Editorial Episteme, 1999.
Citas
[1] Caldera, Rafael. Pórtico. Yo, Juan Félix Sánchez. Mérida-Venezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998. P.2
[2] Hill, Rowena. Vida y obra de Juan Félix Sánchez. Yo, Juan Félix Sánchez, MéridaVenezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998. p. 56
[3] Eco, Umberto. De Los Apeninos a Los Andes, como en una película de Sergio Leone. Yo, Juan Félix Sánchez, Mérida-
[4] Cfr.: Jiménez, Ennio. Tradición y Espiritualidad. Yo, Juan Félix Sánchez, MéridaVenezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998 pp. 70 -71
[5] Cfr.: Briceño, Germán. Juan Félix Sánchez, taumaturgo del Páramo. Yo, Juan Félix Sánchez, Mérida-Venezuela, Casa Editorial de Mérida, 1998. p.5
[6] Planchart, Eduardo. Juan Félix Sánchez, El Gigante del Tisure. Caracas, Venezuela. Armitano Editores, 1992. p. 107
[7] Sánchez, Juan F. Op. Cit. p. 113
[8] Planchart, Eduardo. Op. Cit. p. 134
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