
Expertos en patrimonio e historia analizaron el significado de la apertura del parlamento en el foro “Patrimonio Cultural y la Asamblea Nacional”, realizado en la Universidad Metropolitana, organizado por IAM Venezuela y el departamento de Humanidades de la Unimet, con el patrocinio de la Fundación Arts Connection.
Lisseth Boon
La apertura de la Asamblea Nacional (AN) desde enero de 2016 no sólo ha sido un histórico acto de pluralidad política, sino también de reconocimiento a su riqueza cultural. Luego de que el Palacio Federal Legislativo, sede nacional del parlamento, permaneciera secuestrado durante más de una década, ahora abre sus puertas para mostrar las obras patrimoniales que alberga, únicas no sólo en Venezuela sino en América Latina.
Este fue el ánimo que precisamente guió el foro “Patrimonio Cultural y la Asamblea Nacional”, que tuvo lugar el martes 1º de marzo de 2016 en la Universidad Metropolitana (Unimet) de Caracas. Organizado por el Institutional Assets and Monuments of Venezuela (IAM Venezuela) y el Departamento de Humanidades de la Unimet, reunió a expertos en el área de historia y patrimonio para evaluar el significado de las obras de la AN en la restauración de la identificación cultural del país.
El recorrido por el parlamento venezolano durante dos siglos de historia republicana correspondió al historiador Edgardo Mondolfi, profesor de la Unimet y secretario de la Academia Nacional de la Historia.

Mucho antes del Congreso de 1873, que sesionó por primera vez en la sede del Capitolio en Caracas que se conoce en la actualidad, existieron muchos parlamentos en Venezuela, aclara Mondolfi. “La experiencia deliberativa era una absoluta novedad en el siglo XIX. Lo más cercano al ejercicio del debate eran los cabildos, pequeños pero importantes, limitados a los blancos criollos en los poblamientos urbanos de la provincia de Venezuela”.
“El Congreso de 1873 tiene una particularidad: se reúne por primera vez en el vigente Palacio Federal Legislativo, construido por el mandatario de entonces, Antonio Guzmán Blanco, quien al leer su mensaje anual ante las dos cámaras, instauró una tradición que se mantiene hasta el siglo XXI: que el presidente de la República presente periódicamente su rendición de cuentas en el hemiciclo”, recuerda el historiador.

Desde 1811 hasta la actualidad, el congreso venezolano ha sido por momentos el Mar Muerto y en otros el asiento de enormes efervescencias y expectativas, describe Mondolfi. “De cuerpo pasivo que accede a los dictados del Ejecutivo también ha pasado a ser el espacio que mide la temperatura de la sociedad venezolana, donde la ciudadanía logra expresarse con mayor o menor plenitud, como es la AN de la actualidad”.
Conocer el patrimonio

“El conocimiento y estudio del patrimonio es un deber ineludible para todos”, considera en su ponencia María Magdalena Ziegler, historiadora de arte y profesora de la Unimet . “Aunque el Palacio Federal Legislativo fue concebido por militares, es la sede de la institución civil por excelencia: el parlamento”.
No se trata de destruir lo que artística y culturalmente es tremendamente valioso, y construir sobre una identidad civil sobre sus ruinas, explica Ziegler. “Más bien hay que exorcizar de una vez por todas la presencia militar en la República. Comprenderla en su historia e interpretarla a la luz de los valores ciudadanos y civiles y republicanos modernos”.

Para la historiadora, “los bienes patrimoniales tienen sentido si los conocemos, si se comunican con nosotros; si cuentan con un espacio en nuestra identidad y más aún en nuestros afectos. Lo mismo vale para el país y sus instituciones. Si no sabemos cuales son sus funciones, no podemos exigir eficiencia y acciones oportunas para el bienestar de todos. Es el momento de ejercer la ciudadanía más allá del sufragio. Así lo demandan nuestro patrimonio cultural y el país”.
Reconstrucción de la identidad nacional

Uno de los hitos que marcó la llegada de la nueva Asamblea Nacional venezolana fue la desincorporación de las imágenes del expresidente Hugo Chávez y un Simón Bolívar mestizo que, hasta enero de 2016, se exhibían en el hemiciclo y otras secciones del Palacio Federal Legislativo.
Más importante que discutir si fue correcta o no la decisión del presidente del parlamento entrante Henry Ramos Allup de sacar esas gigantografías del Capitolio Federal, es preciso indagar sobre las razones de por qué estaban allí. Así abrió su intervención María Eugenia Perfetti, profesora de la Unimet.
Perfetti concluyó que la incorporación en la AN de las imágenes de Chávez y la reinterpretada no tuvo otra intención que la de construir una nueva identidad nacional, propiciada desde el Ejecutivo que ha reescrito la historia en función de un nuevo proyecto político: el bolivariano.

Para la investigadora, la ya no tan nueva república bolivariana ha diseñado una estrategia en torno a su máximo líder, cuyo culto ha servido para amarrar a sus seguidores en todo a una nueva identidad nacional en la cual ser venezolano es igual a ser chavista o bolivariano. “Ello explica el afán del aparato comunicacional de Nicolás Maduro que tiene la necesidad de concentrarse en la figura del difunto presidente para garantizar la continuidad de un gobierno electoralmente débil, sin el carisma ni magnetismo de su antecesor”.
Las imágenes de Bolívar y Chávez que resaltaban en el hemiciclo formaban parte de la lógica de la propaganda política, según Perfetti. “Su desincorporación comprendió un desmontaje simbólico. Se bajó el telón de la propaganda en la que el país ha estado sumida desde 1999”.
Imágenes que permanecen
Perfetti hace incapié en que todos los venezolanos deben ser partícipes de la construcción de la identidad nacional, lo que implica superar la polarización para poder reencontrarse como país y revisar la gesta civil de Venezuela sin restarle méritos a la gesta emancipadora. “Hay que sentir orgullo de ser venezolanos y reconciliarnos con la historia”.
Mientras que Moldolfi está convencido de que los intentos por reescribirla historia del país y reconstruir la identidad nacional son infructuosos. “Hoy en día, nadie celebra la Revolución rehabilitadora que proclamó Gómez el 19 de diciembre ni la Revolución de abril de Antonio Guzmán (27 de abril). La historia de la República está hecha de imágenes y fechas permanentes que conmemoran acontecimientos fundacionales. Las efemérides caprichosas, arbitrarias, impuestas por el culto a la personalidad, simplemente han desaparecido”.
Ziegler considera por su parte que el patrimonio cultural es memoria. “Si no tenemos nada que nos ate a algo, se olvidará rápidamente. Necesitamos elementos que nos vinculen al país porque los apreciamos o tienen un significado para nosotros sin imposiciones artificiales. En nuestra formación como ciudadanos, se consolidará así un patrimonio indestructible”.
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