Monumento a Tulio Febres Cordero, Mérida

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El trabajo titulado “Le damos voz a los personajes, Monumento a Don Tulio Febres Cordero”, escrito por Adela Castellanos, estudiante de pregrado de Arquitectura ULA, recibió el primer premio del concurso “Dale voz a tus monumentos”. Este concurso fue realizado en la Universidad de los Andes (ULA),  patrocinado por Institutional Assets and Monuments of Venezuela (IAM Venezuela) y la Fundación Arts Connection y coordinado por Frank Gavidia.

Castellanos disecciona la trama urbana de la ciudad: la convivencia de la Mérida tradicional y la Mérida moderna. Una ciudad en evolución constante. ¿Realmente estamos habitando nuestra ciudad? ¿Conocemos nuestros orígenes? ¿Valoramos el legado? Éstas son algunas de las reflexiones de la autora del trabajo, quien añade que la ciudad habitada es poco comprendida, y sus monumentos, ignorados.

En su investigación, Castellanos encuentra en la avenida Don Tulio Febres Cordero una bisagra urbana de épocas, en las que se encuentran la Mérida tradicional, la moderna y la contemporánea.

La autora revisó meticulosamente documentos, entrevistó especialistas, y presentó en un discurso fluido, con texto y fotografías originales, la historia del monumento y de la plaza que lo aloja, y su lamentable situación actual.

A continuación, el trabajo completo:


 

 “Le damos voz a los personajes, Monumento a Don Tulio Febres Cordero”

Busto al patriarca de las letras merideñas:
Del mármol dormido a los libros que todavía respiran

Adela Castellanos

El siguiente texto, titulado «Dale voz a tus personajes: monumento a Don Tulio Febres Cordero» fue merecedor del primer premio del concurso Dale voz a tus monumentos, efectuado en la Universidad de Los Andes. 

Lo que los monumentos tienen que decir

Diariamente recorremos las calles de nuestra ciudad, la que habitamos, la que vivimos: Mérida. Decía Mariano Picón Salas que “Mérida es una universidad con una ciudad por dentro” y pareciera que solo algunos universitarios le hacen honor a eso, cuando estudian y reconocemos el valor patrimonial que en ella tenemos. Se ha evidenciado que con el pasar de los años dejamos a un lado el asombro que nos produce la belleza de tan noble ciudad y solo manifestamos indiferencia. La reflexión es que si no preservamos el patrimonio natural qué pasará con el patrimonio histórico.

En nuestro entorno,  a nuestro alrededor,  hay todo un legado que merece ser estudiado, pero como somos esclavos de la rutina lo dejamos de disfrutar, lo dejamos pasar.  Aunado a esto, las carencias en el espacio público, los pocos lugares para los peatones, la ausencia de políticas públicas dirigidas al rescate de la ciudad, entre otros factores, contribuyen al desinterés de los ciudadanos en observar y apreciar los monumentos que lo rodean, desde el casco central de la ciudad hasta la periferia de la misma y sus fronteras. Estas consecuencias vienen dadas por el desgano de los gobernantes en preservar la historia de una de las ciudades más tradicionales de Venezuela, y de esa manera, progresivamente, se pierde nuestro patrimonio cultural. Esto, es muy lamentable pues la historia es tan valiosa como el desarrollo del futuro, pues hay que saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.

Todos debemos realizar un ejercicio de conexión con el contexto. Recorrer nuestras ciudades con sumo detalle, al menos una vez en la vida. Porque es alarmante hacerlo y evidenciar el deterioro en el que se encuentra la historia construida de nuestra ciudad. Para empezar, ya no valoramos el placer que solía ofrecernos el clima merideño. Como ciudadanos no hemos colaborado en mantenerlo y de alguna manera, eso también forma parte del patrimonio de la capital emeritense. Las tradiciones, las paraduras, el pico nevado, las ferias del sol, la universidad»¦ sin duda son elementos indispensables y que al mencionarlos nuestra mente evoca la altiva ciudad y su cálida población que siempre recibe a quien la visita.

Para este reportaje se observó   la avenida Don Tulio Febres Cordero, desde el viaducto Campo Elías hasta la Plaza Bolívar, ubicada en el centro histórico de Mérida. Desde el punto de vista urbano, se tenía que empezar por la bisagra entre la Mérida histórica y la moderna.

Entiendo la historia de crecimiento de la ciudad, la avenida Don Tulio está configurada bajo el sello de lo moderno. El arquitecto Manuel Mujica Millán no desaprovechó la oportunidad de dibujar en la trama urbana varios ejemplos de lo que la modernidad implicaba, y en dicha avenida con las residencias Femeninas de la ULA, tampoco. Cipriano Domínguez con el Liceo Libertador también marcó su firma y la de un movimiento que tuvo su auge en el mejor momento de la historia de nuestro país. Una universidad que se extendía a lo largo de la vía, desde su edificio administrativo hasta la actual sede de la Facultad de Medicina, con sus espacios para la habitabilidad del estudiante, modernidad latinoamericana en pleno, pero que con el tiempo han quedado en desuso tanto en el recinto universitario como a nivel urbano.

Entonces surgen las preguntas: ¿Realmente estamos habitando nuestra ciudad? ¿Conocemos nuestros orígenes? ¿Valoramos el legado? Caminando por la Avenida Don Tulio Febres Cordero, donde actualmente se evidencia un cambio entre la Mérida tradicional, la moderna y la contemporánea que se abre a los nuevos desarrollos, nos damos cuenta de que no solo no vivimos plenamente la ciudad, tampoco conocemos nuestros los monumentos, los omitimos dentro del imaginario urbano.

Resulta que a cada esquina del centro tradicional de Mérida, tenemos un pedacito de historia, , un busto, y hasta algún un edificio que nos muestra parte de los símbolos que representan a Mérida por forjar el patrimonio como debe ser, con honores merecidos. Son muchas las evidencias de la rica historia que caracteriza Los Andes, sobre todo en el ámbito cultural. Tenemos desde arquitectura revival, esculturas con diversidad de estilos y en toda la ciudad, placas que cuentan desde la fundación de Mérida hasta el aporte de personajes urbanos que sin necesidad de ser profesionales, dejaron su huella.

Entonces, dentro de esos espacios llenos de historia tenemos a gran cantidad de figuras emblemáticas en forma de busto o esculturas, desde personajes históricos como Simón Bolívar, Cristóbal Colón.  Arquitectos como Manuel Mujica o Luis Bossetti. Rectores como “Perucho” y Fray Juan Ramos de Lora y hasta los Obispos que ha tenido la ciudad. Además tenemos varios homenajes a Don Tulio Febres Cordero, que según varios testimonios vivos, fue una figura clave para la prosperidad cultural de la ciudad. Su legado es tan grande que se le otorgó su nombre a varios espacios, sin embargo no se le dio el honor que se merecía pues parece ser el único propiamente merideño de los antes mencionados y el que menor valoración de ubicación y mantenimiento tiene. Algunas reposan en recintos cerrados y de alguna manera necesitan de menor mantenimiento, pues agentes climáticos externos no deterioran las piezas, sin embargo, las que se encuentran a la intemperie en las calles de la ciudad, si necesitan mayor cuidado para su preservación.

Actualmente, en la bisagra urbana donde dos épocas de Mérida se encuentran, reposa el monumento al humanista de mayor importancia para la región andina. Quien marcó la historia cultural de la ciudad, es “homenajeado” en varios recintos: El centro cultural, una de las bibliotecas de la universidad, una de las principales avenidas también lleva su nombre, y el único monumento escultural hoy en día reposa en un pedestal que no rinde tributo a “El patriarca de las letras merideñas” y está situado en un vacío urbano, carente de protagonismo a pesar de ser el encuentro entre 2 vías principales de nuestra ciudad. ¡Qué destino el que le tocó a Don Tulio!

Cuando un pueblo desconoce sus orígenes y no valora a los personajes que hicieron historia, probablemente no tengan sentido de pertenencia por su ciudad. Quizá sea consecuencia de que Mérida sea una ciudad estudiantil, por donde gran parte de su población es rotativa, y sin embargo, el solo hecho de estudiar en tan importante universidad, llena de historia y legados inigualables, debería despertar un mínimo de curiosidad y saber el patrimonio heredado que han dejado antiguos rectores, catedráticos y académicos de la región andina de nuestro país.

tuliofebrescorderoAl revisar en la historia del monumento al patriarca de las letras merideñas, encontramos con que en el remate urbano de la Avenida “Don Tulio”, 0riginalmente en la plazoleta donde se unía dicha avenida con el concurrido Mercado Periférico, se erigía en el año 1953 un busto a tan importante personaje, que dejó una huella imborrable en la ciudad emeritense.

“Uno de los personajes más significativos de la ciudad de Mérida, es sin duda, Don Tulio Febres Cordero, conocido como “el patriarca de las letras merideñas”. Fue un destacado escritor y cronista, cuyas obras se han convertido en el principal referente al momento de estudiar la ciudad emeritense” (Hurtado, Samuel. La estatuaria pública conmemorativa de la ciudad de Mérida. 2007; 152p)

Según el diario El Vigilante, Luis Spinetti Dini dijo, cuando pronunció el discurso al momento de mostrar el monumento: “Esta obra, señores, que la gratitud merideña, por obra de sus gobernantes, levanta a Tulio Febres Cordero, no debe ser simplemente el monumento que mostremos a los apresurados visitantes («¦) Debe ser ante todo, un monumento a la bondad, a la humildad, a la vigilante, laboriosa y paciente investigación. Debe ser el monumento que a cada instante nos recuerde que solo el estudio perseverante, la honradez de nuestros actos, la voluntad inquebrantable, harán de nosotros hombres dignos y de Venezuela una patria grande, digna y libre”. En pocas palabras, el busto erigido a un hombre que marcó en la historia a esta ciudad venezolana simboliza más de lo que actualmente se le respeta.

Ya en 1981, la maleza de la redoma le robaba protagonismo a la imagen de Don Tulio. Un monumento abandonado, al que el tejido urbano parece no darle el protagonismo merecido, sino por el contrario, le da la espalda y lo exilia de la vivencialidad de la ciudad evitando el contacto entre el ciudadano y la obra de arte.

Tal parece ser que el olvido al busto del ilustre escritor, motivó a un periodista a escribir “Lo injusto es así»¦” donde expresó: «El monumento a Don Tulio Febres Cordero, uno de los personajes más queridos en esta región andina, ubicado en las inmediaciones de la redoma que lleva su nombre, se encuentra actualmente abandonado. («¦) Alrededor de su estatua, el monte alcanza alturas impresionantes, rodeado de basura, lozas totalmente destrozadas, sin iluminación, sin flechado, sin ningún tipo de demarcación que indique o destaque la importancia del monumento».

En el año 1983 el monumento es reubicado  en un punto de gran importancia, aunque no enaltece en lo absoluto el busto del ilustre de las letras emeritenses. Se traslada al remate urbano entre la Av. Don Tulio Febres Cordero y el Viaducto Campo Elías.

En la investigación realizada, se encontró una dura crítica de Nicolás Yakimov, dentro de su estudio “Parques y plazas de Mérida” realizado entre 1984 y 1985 donde se refería a las carencias de la plazoleta donde se había re ubicado el monumento y el diseño que no favorecía ni resaltaba la imagen de Don Tulio. «»¦ la plazoleta Don Tulio es un triste ejemplo de un espacio abierto urbano que no aporta nada a la ciudad que lo alberga, que la afea en vez de adornarla, de una plaza condenada al desuso por la ciudadanía como una inevitable consecuencia de la falta de responsabilidad y de los conocimientos profesionales por parte de los encargados de crear estos espacios vitales para la existencia ambiental».

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“La vida de Tulio Febres Cordero también estuvo vinculada con la Universidad de Los Andes, de la cual fue catedrático de Historia y Geografía Universal, Historia del Derecho y Hacienda Pública. Además fue Cronista de esta institución y organizador de su Archivo. Gracias a su amor por la historia y a su preocupación por los documentos nuestra Universidad cuenta hoy con un importante patrimonio documental que da fe de su pasado y que constituye su memoria histórica.

En 1912 asume el cargo de Vicerrector interino de la Universidad y en 1936 se convierte en el primer Rector Honorario de esta Casa de Estudios, distinción que como reconocimiento a sus méritos le otorga el Presidente de la República, Eleazar López Contreras. Otras distinciones que lo honraron fueron  el haber sido elegido miembro de la Academia Nacional de la Historia  y de la Academia Venezolana de la Lengua. También de la de  Historia de Colombia y de la Latina de Ciencias y Artes y Bellas Letras de París. Recibió además medallas y condecoraciones.”

Entendiendo esto, no bastaba con revisar bibliografía y notas de prensa. Para entender la relación de un monumento con su entorno es indispensable consultar a personas expertas en el tema, por lo que se acudió a 3 profesores de la universidad, quienes han enfocado sus estudios al centro de Mérida, desde un punto de vista histórico, urbano, patrimonial y artístico. Por esta razón se revisan apuntes de clases y se escoge al arquitecto Bernardo Moncada, Ex decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño, profesor jubilado de composición arquitectónica e historia moderna de la arquitectura, con amplios conocimientos e investigaciones sobre arquitectura latinoamericana y gran conocedor de la historia merideña.  Maria Isabel Castillo, historiadora del arte, creadora de un blog que recopila artículos de opinión sobre el estado patrimonial en Venezuela y la valoración del arte a nivel nacional; y al  arquitecto José Luis Chacón, profesor titular de composición arquitectónica, con experiencia en el campo laboral y además artista, con varias intervenciones en el centro de la ciudad y autor de “De memoria2” donde justo realiza un performance para homenajear la imagen de Tulio Febres Cordero.

Según comentaba Bernardo Moncada,  en una clase a la que fue invitado en el  Taller de Diseño Arquitectónico de la Escuela de Arquitectura en la ULA, durante el semestre A-2015, para finales de los años ’90, de esa plazoleta solo quedaba un minúsculo espacio donde reposa el busto, el que actualmente observamos con un recorrido torpe, donde solo hay objetos urbanos que estorban el tránsito peatonal y que solo contribuyen a camuflar la existencia del monumento.

El profesor añadió que tenemos una ciudad privilegiada. Hay muchísimas contribuciones que le dan cierta puntuación al tejido urbano, además son testimonios de vidas que enriquecieron a la ciudad. Entre las estatuas que existen podemos encontrar un trabajo pobre en el caso de los bustos de los arquitectos Mujica Millán y Luis Bossetti, pues su elaboración carece de acabados estéticos dignos de la memoria de tales personajes, por otro lado, dentro del mismo Rectorado de la Universidad de Los Andes, podemos ver la obra del gran Manuel de la Fuente, donde hace una versión de “Perucho” en bronce, una imagen casi a escala y a la mano de todos los usuarios que transitan por el recinto universitario. Mientras que por otro lado y expuesto en el entramado urbano de la ciudad, encontramos el trabajo del escultor Santiago Poletto quien desarrolla muy dignamente el monumento a Don Tulio, con buenos acabados y una estética impecable.

Por otro lado,  María Isabel Castillo, profesora de la Escuela de Letras de la ULA, en una entrevista para este reportaje, expuso: “No tenemos cultura de archivo, y nosotros como académicos merideños compartimos la culpa con los gobernantes de permitir que se deterioren nuestros monumentos. ¿Has visto la escultura de Don Tulio? Está manchada, su pedestal fue violado por quienes hacen murales sin tomar en cuenta el contexto. Justo pintan a un personaje político, con los colores psicodélicos de yellow submarine, al fondo del homenaje de Don Tulio. ¿No es eso violar su espacio? ¿Quién es el símbolo merideño: Don Tulio o Chávez? Y de esta manera perdemos espacios, porque el busto compite con los murales, con un poste, con un teléfono público y el sin fin de buhoneros que lo rodean. Han sido degradados muchos monumentos por transgresiones de esta naturaleza y no es con metodología que los recuperaremos, sino creando equipos transdisciplinarios, entre historiadores, artistas, arquitectos, politólogos y restauradores que podemos rescatar algunos ejemplos de monumentos que todavía mantienen parte de su esencia. El rescate comienza por promover sentido de pertenencia no solo con los ciudadanos nacidos aquí, cada ulandino debe cuidar la ciudad que lo adopta en su vida académica”.

La especialista añadió que la relación de Don Tulio con la universidad se pierde al quedar por fuera del rectorado, mientras que adentro se mantienen Juan Fray Ramos de Lora y Pedro Rincón Gutiérrez se resguardan en el ambiente de academia. Sería hasta recomendable trasladar la escultura a algún recinto universitario donde su honor se mantenga, se aprecie, se realce y recobre el protagonismo con el que fue concebido para el momento de su elaboración e inauguración en su lugar original.

Jos´pe Luis Chacón, por su parte, expresó: “Era un personaje de gran importancia, escritor, intelectual, académico e investigador; por lo que sin duda merecería la realización de una escultura en su honor y de presencia pública. El busto a Tulio Febres Cordero, es de gran valor, porque además de tener un significado histórico y del lugar, que indica precisamente el homenaje que implica nombrar una avenida de la ciudad  en honor a un personaje tan relevante como Don Tulio. Luego como elemento artístico es un busto hecho en mármol de Carrara, con buenos acabados y bien realizado, una herencia que tenemos para Mérida. En el caso de Don Tulio, no solo es el busto sino el monumento completo  también el pedestal tiene una carga simbólica”.

En la redoma del mercado periférico, su primera ubicación, estuvo por 40 años hasta la demolición de la redoma, la cual no le hacía merito al ilustre escritor. En la ubicación actual el pedestal donde reposa el busto es muy pobre y no le da el mismo protagonismo a la escultura, además de que la plazoleta quedó reducida a un recoveco urbano, donde no se le valora ni se le rinde homenaje a Don Tulio.

El profesor Chacón, autor intelectual de la intervención “De memoria 2” dijo cuánto lamenta que el monumento pase desapercibido por el ruido visual que lo rodea, dejando que desaparezca. La intervención es para remarcar y resaltar ese hecho en la ciudad. El evento duró pocos dias, pero se presenció el regreso a la vida de Tulio Febres Cordero, con el performance donde sus grandes obras quedaron plasmadas de forma itinerante en el contexto inmediato del busto, además se realizó un recorrido con pintura, por toda la avenida que lleva su nombre,  y se remató justo donde se ubicaba originalmente.

tuliofebrescordero3Previo a este evento artístico, el busto era sin duda imperceptible para el transeúnte merideño, en medio de buhoneros, la parada de bus, el teléfono público, y todos estos elementos entorpeciendo sus existencias entre sí pues ni siquiera hay un recorrido establecido, más bien se trata de pasar por donde queda espacio.

El monumento sin duda, merece mejores condiciones. La plazoleta está pintada con colores que violan la gama cromática natural del casco central de la ciudad, que aparte fueron utilizados para deteriorar y transgredir el pedestal donde reposa la imagen de Don Tulio. Esa falta de respeto solo evidencia una escasa valoración al patrimonio cultural.   La imagen de Don Tulio se encuentra en condiciones medianamente aceptables, aunque el pedestal está cromáticamente alterado.

Es nuestro deber como ciudadanos contribuir a la valoración del patrimonio. Hay que enseñar a apreciarlo para que no se deteriore  y sea restaurado solo cuando sea necesario. Ahora más que nunca debemos valorar a los personajes que construyeron nuestra ciudad cultural, política, económica y socialmente porque solo así sabremos cómo impulsar su desarrollo para el futuro.

 

1 Comment

  1. Hola, soy la Lic. Cun Laude Belkis Rojas, en compañía del Lic. Josè Valenzuela . Ambos fuimos el dueto artístico, copartícipes del hermoso proyecto. Para ese momento estudiantes de pregrado de la escuela de Artes escèncias ULA. Nos hubiese gustado nos reseñaran en el articulo ya que somos hacedores de la vida cultural merideña.

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