César Rengifo

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César Rengifo es un artista venezolano nacido en Caracas, el 14 de mayo de 1915. Es autor de una considerable obra que abarca las artes plásticas y el teatro, además de la promoción cultural, el ejercicio reporteril, escritos sobre su pensamiento en materia de creación y otros de corte poético.

Pero Rengifo es, sobre todo, un militante político, y se inscribe de manera categórica en el realismo social como estilo de  representación que supera los ismos de manifestaciones estéticas, para convertir a éste, en el ideario que dominará su vida y pensamientos.

Nació en el seno de una familia humilde. Le tocó vivir primero la pérdida temprana de sus padres. Ángel María Rengifo Goita falleció a tan sólo dos meses de su nacimiento, y su madre,  Felicia Cadenas, corrió con igual destino ocho meses después de su parto. Luego afrontó la separación de sus cuatro hermanos con quienes mantenía una relación de profundo afecto.

Los esposos Ascensión y Mariano Robaina decidieron acogerlo y criarlo, pero también ellos murieron al poco tiempo de haber concretado la adopción.

La orfandad, una infancia difícil, la desaparición de dos de sus hermanos, afectados por la tuberculosis, y él mismo, con secuelas de esa misma enfermedad, que lo acompañó de por vida,  entre otras privaciones, definieron su vida y su personalidad.

El pintor,  maestro de obras y experto en decorados con estuco, José del Carmen Toledo, le enseñó el oficio de la albañilería y la decoración. Gracias a su iniciativa, César comenzó a frecuentar la Academia de Bellas Artes, al mismo tiempo que cursó estudios en la escuela primaria.

En esos primeros pasos en el mundo artístico lo acompañó Héctor Poleo, quien a futuro se convirtió no sólo en su  amigo entrañable, sino en un artista -si bien con una obra de espíritu más surrealista-  con equivalentes ideas estéticas.

Entre 1930 y 1935, César Rengifo realizó estudios formales en la Academia de Bellas Artes de Caracas. Ya habían transcurrido nueve años desde sus contactos iniciales con la institución, donde tuvo por maestros a: Marcos Castillo, Rafael Monasterios, Cruz Álvarez García y Antonio Esteban Frías, artistas que lo instruyeron en las especialidades de dibujo, pintura y escultura.

En 1936 viajó a Chile, becado por el Ministerio de Educación, para hacer una especialización en técnicas murales como el manejo de mosaicos vidriados y composición. También allí inició estudios en pedagogía de las artes plásticas. Se inscribió en la Escuela de Bellas Artes y en la Escuela de Artes Aplicadas, pero al año siguiente, defraudado por la experiencia chilena, se fue a Ciudad de México para estudiar en la Academia de San Carlos y en la Escuela La Esmeralda.

En México conoció al muralista David Alfaro Siqueiros, a Diego Rivera y a otros artistas de la tradición muralista que empezaba a florecer en la época, al mismo tiempo, que comenzó su interés por la política. Rengifo se inscribió en el Partido Comunista de ese país e intentó alinearse como voluntario a favor de los republicanos en las filas de la guerra civil en España, pero su petición fue negada.

De regreso al país (1937) se incorporó activamente al Partido Comunista de Venezuela e inició un periplo de colaboraciones escritas, primero para la revista de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), y posteriormente, para Últimas Noticias, como miembro fundador del diario de la Cadena Capriles, donde fungió como uno de sus principales redactores. También trabajó como periodista del diario El Heraldo (1942) y se encargó de su página cultural.

De esta manera se perfiló una carrera insospechada  como escritor. Ya en México había publicado su primer poemario “Ala y alba”, clara referencia de una vocación naciente que, en adelante creció en contrapunto con la formación de pintor y  su prolífica faceta de dramaturgo.

Produjo un abundante repertorio de piezas teatrales, artículos y colaboraciones para diarios como El Nacional o la revista Élite. Al menos cuarenta historias escritas y montadas, con varios poemarios inéditos, y algunos ensayos, fueron editados por la Universidad de los Andes (1989) en ocho tomos que recogieron su obra completa.

En el año 48, luego de un período de convalecencia, retornó a la pintura, y con esta, a una etapa de reflexiones sobre el arte. Junto con Miguel Arroyo, Mateo Manaure, Miguel Otero Silva, Pedro León Castro y Luis Guevara Moreno, César Rengifo participó en un ciclo de debates sobre el “Realismo en el arte”. La conocida polémica pública fue ampliamente reseñada por la prensa nacional, con motivo del creciente interés que despuntaba en algunos artistas entusiasmados por la abstracción y la deconstrucción de las formas.  “Aún en aquellas manifestaciones artísticas que se pretenden determinar absolutamente puras, existe una causa social que las determina”, señaló Rengifo. “La mente humana,  y la del artista no puede ser una excepción, reflejó siempre la circunstancia histórica en la cual se ha desarrollado, y, necesariamente lo que esa mente produzca irá influenciado por esa circunstancia”, destacó el crítico e historiador de arte, José María Salvador, a partir de la selección de algunos fragmentos publicados por César Rengifo, y citados en catálogo de exposición dedicado a su obra  en la Sala SIDOR 1994.

Bajo estos preceptos, se  desarrolló su obra pictórica “con moraleja”: cuadros  con ambientes áridos, personajes anónimos representados de espalda y con los pies descalzos, en precarias casas con techos de zinc. La injusticia es el argumento de un conjunto de obras donde se van sumando elementos figurativos que dan cuenta del éxodo de campesinos a la ciudad, del poblamiento en pequeñas barriadas, y de la aparición del petróleo como causa principal del empobrecimiento de los sectores populares; barriles tendidos y perros desnutridos se diseñan con una paleta cromática austera, pero de imágenes bien definidas. Rengifo considera, (según acopia José María Salvador) que “el arte abstracto es anti-humanista, es vacío, esteticista y vacuo, además de evasivo”, por lo que el artista adosa a la condición artística, un carácter realista que sabrá mantener su  vínculo con la humanidad.

Semejantes nociones lo llevan a definir lo que serán sus “principios” teóricos acerca del Realismo y del arte  en general y su “estricta función social”; primeramente, mediante la representación de situaciones reconocibles y cercanas a la experiencia se hace posible transmitir la realidad con verosimilitud. En segundo lugar, con el uso de sus posibilidades narrativas con el “Realismo” se puede alimentar el mensaje con símbolos y elementos fidedignos. Además, defiende con firmeza la idea de que lo reconocible es “comprendido, incluso, por personas con escaso nivel de instrucción”.

Se trata de un arte con fuerte orientación pedagógica que aspiraba el perfeccionamiento de la condición humana como una forma de remediar las diferencias e injusticias sociales.

Dice José María Salvador: “el pintor caraqueño abriga una confianza sin límites, cree firmemente en las posibilidades redentoras del arte, al punto de que manifiesta una fe conversa y un optimismo que francamente rayan en la ingenuidad”.  Por su parte, los planteamientos artísticos de Rengifo se mantienen irrestrictos en cuanto a que el arte no puede dar la espalda a la realidad haciéndose abstracto: “No se pueden pasar por alto los problemas, las vivencias, los conflictos, anhelos y esperanzas de una humanidad que es de carne y hueso”.

Al calor de lo que fuera la dictadura militar del general Marcos Pérez Jiménez, (1952-1958) sorteó su destino de pintor, dramaturgo y enconado defensor del Realismo Social en Venezuela, con una dilatada agenda de exposiciones y representaciones teatrales tanto en el país como en el exterior.

Rengifo recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas (1954) y obtuvo un destacadísimo lugar para el desarrollo de uno de sus dos murales más notables: “El Mito de Amalivaca” (1954-1955) obra con la que no sólo participó con una representación que puso de relieve la memoria ancestral indígena, sino que se integró a la experiencia de concebir un ícono urbano en el marco de los tan urgidos ideales nacionalistas de la época.

Entre los aspectos más significativos de su obra pueden identificarse: la exaltación de los valores populares representados  en toda una iconografía que destaca la vida de los más desposeídos y el surgimiento de la clase obrera y sus problemas, las representaciones de tradición indígena (que encontramos tanto en su obra plástica como en algunas piezas de su repertorio dramatúrgico)  y  los símbolos de tradición heroica, tan extensamente planteados en el país.

Hasta su fallecimiento el 2 de noviembre de 1980, en Caracas, César Rengifo fue un artista y militante activo, con prestigiosos reconocimientos y destacadas funciones en el ámbito de la administración pública (entre otras, periodista colegiado y director de extensión y cultura en la Universidad de los Andes en Mérida) los cuales le valieron encabezar con su nombre algunos espacios culturales como el Teatro César Rengifo y también las Escuelas Artes Plásticas y de Teatro en Mérida.

 

Bibliografía consultada

  1. Salvador, José María. “César Rengifo.  El drama humano”. En catálogo de exposición, Sala SIDOR 1994.
  2. «Rengifo, César», en Wikihistoria del Arte Venezolanohttp://vereda.ula.ve/wiki_artevenezolano/index.php/Rengifo,_César, consultado en enero de 2016
  3. «César Rengifo: creación, amor y patria», en VTV.gov, http://www.vtv.gob.ve/articulos/2014/05/cesar-rengifo-amor-y-patria, consultado en enero de 2016
  4. Diccionario de Historia de Venezuela, Fundación Polar, 1997.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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