Villa Santa Inés

Foto: Eduardo Tovar Zamora.
Foto: Eduardo Tovar Zamora.

Nombre:  Villa Santa Inés.

Autor: Arq. Juan Bautista Sales, y otros.

Año: siglo XIX.

Tipo de patrimonio cultural: Tangible/Inmueble.

Administrador custodio o responsable:  Instituto de Patrimonio Cultural (IPC).

Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas

Historia

Joaquín Crespo
Joaquín Crespo

La construcción de la Villa Santa Inés comenzó en 1884, justo cuando el General Joaquín Crespo asumió su primer período presidencial (1884-1886). Crespo había adquirido este terreno que habían sido antiguas haciendas coloniales, incorporando a la zona urbana de Caracas espacios que paulatinamente iban tomando un mayor desarrollo hacia el oeste de la ciudad. 

En ese momento, el General Antonio Guzmán Blanco, promotor de importantes cambios en la política y en el desarrollo de la Venezuela decimonónica, dejaba en el gobierno a un leal y comprometido aliado a su régimen. Ocupó durante esos primeros años la villa, que era en ese momento una espaciosa y sencilla residencia particular, justo al frente de la estación de ferrocarril La Guaira – Caracas en el sector de Caño Amarillo. El nombre de la villa fue un homenaje a la batalla de Santa Inés, librada por el General Ezequiel Zamora en Barinas a finales de 1859 y que representó una de las acciones determinantes de la Guerra Federal.

Vista este de la villa, donde se aprecian los dos niveles de la planta y el techo concéntrico hacia el patio central ovalado. Ca. 1900.
Vista este de la villa, donde se aprecian los dos niveles de la planta y el techo concéntrico hacia el patio central ovalado. Ca. 1900.

Los trabajos de construcción en la residencia continuarían años más tarde, bajo el segundo mandado del General Crespo (1892-1897), que incluiría las mayores y más importantes intervenciones en la villa y que la dotarían con las características más relevantes en su arquitectura, espacios y obras. Para realizar la mayoría de estas labores, contrató Crespo al maestro de obra y arquitecto catalán Juan Bautista Sales, a quien conoció en Barcelona y trajo para éste y otros trabajos edilicios, conjuntamente a un grupo de artesanos, tallistas, albañiles, yesistas, decoradores y maestros de obras, también de la región de Cataluña.

Los trabajos de mejoramiento y embellecimiento de la Villa Santa Inés adecuaron la residencia a las exigencias estilísticas de un despacho presidencial de la república, y como tal pasó a funcionar posteriormente, hasta el final del mandato de Crespo. No fueron vanas las intenciones del presidente en la construcción de residencias presidenciales durante su gestión, pues ya antes había intentado realizar en “Quinta Crespo”, lo que sólo luego pudo proyectar en su más ostentoso proyecto arquitectónico: “Miraflores”. Este último no pudo verlo concluido en vida, por lo que será la Villa Santa Inés la obra vivida y disfrutada, durante su segundo régimen.

A la intempestiva muerte de Joaquín Crespo, ocurrida abril de 1898, ultimado por un francotirador en La Mata Carmelera intentando sofocar personalmente una rebelión, el destino de la Villa Santa Inés sufrió no pocos reveses. Pasó a ser nuevamente residencia particular de la familia Crespo, hasta que en 1907, la viuda del general, doña Jacinta, decidió venderla a la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, la cual instala allí su oficina principal.

Posteriormente los bienes de la compañía conjuntamente con el edificio de la villa fueron traspasados a la nación en 1944 para ser destinados a albergar las oficinas de Cartografía Nacional, y para 1955 las Fuerzas Armadas Nacionales instalan en los espacios de la villa las oficinas de Cartografía Militar. En los años 60 la edificación empezó a ser intervenida de manera desordenada y sin criterio, con poca calidad constructiva, alterando de manera significativa su integridad y originales valores arquitectónicos.

En años posteriores, en atención a la significación y valores del inmueble, la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nacional, declara en 1970 a la Villa Santa Inés Monumento Histórico Nacional, conjuntamente al Arco Inconcluso que había sido diseñado para servir de acceso peatonal al despacho del Presidente.

En 1985 las Fuerzas Armadas Nacionales entregan en donación al Consejo Nacional de la Cultura el edificio de la Villa, quien decide convertirla en la sede del Centro Nacional de Conservación y Patrimonio (CECOP), y que luego pasó a ser, en 1993, sede del Instituto del Patrimonio Nacional.

Luego de la conformación del Instituto del Patrimonio Cultural en la Villa, se preparó y ejecutó entre los años 1996 y 1999 un Proyecto de Rescate y Conservación de la Villa Santa Inés. Los trabajos de restauración y conservación del inmueble estuvieron a cargo de los arquitectos Juan Pedro Posani y Roberto E. Stiuv. Estas acciones fueron concebidas como un prototipo de investigación y praxis sobre el abordaje relativo a la restauración y a la conservación de los bienes culturales de importancia patrimonial en nuestro país, y quizá el primero de muchos otros modelos aplicados a este tipo de edificaciones que se remontan al período constructivo de finales del siglo XIX en Venezuela.

Se realizó una investigación histórica documental que proporcionó información sobre las transformaciones relativas al inmueble, a la vez que se efectuaba una investigación constructiva que proporcionó el reconocimiento e interpretación del proceso constructivo del inmueble, así como su estado de conservación e integridad edilicia. Se indagó de manera directa sobre la estructura de la Villa, orientada a estudiar sus fundaciones, pisos, muros y columnas, cerramientos, elementos de hierro, instalaciones de infraestructura y servicios y techos. Paralelamente una investigación arqueológica, permitió revelar las ocupaciones originarias en esta zona de la ciudad desde el siglo XVIII.

Todas están indagaciones proporcionaron elementos que fueron tomadas en cuenta en las acciones de conservación realizadas en el inmueble. La recuperación de los espacios originales de la Villa, la rehabilitación de las fachadas, su policromía y elemento pétreos  y la pavimentación de mosaicos hidráulicos de acuerdo a modelos originales. De igual manera la adecuación del edificio a los usos recientes, las nuevas inserciones en sus áreas, el rescate de la pintura mural, la intervención en patios exteriores conjuntamente con proyecto de paisajismo y relaciones espaciales acordes al histórico inmueble, conformaron un complejo proyecto de restauración que pudo recuperar y reinterpretar su carácter arquitectónico, como bien patrimonial de la nación.

El proyecto tuvo presente el rescate de los valores de toda la edificación antes que cualquier proyección e intervención programática, privó entonces la concepción original de la Villa, a partir de la imagen y modificaciones de la Villa realizadas a finales del siglo XIX, lo cual permitió que las nuevas intervenciones reflejasen y acompañasen en su planteamiento y ejecución los valores arquitectónicos, técnicos y artísticos del monumento.

Descripción

Arquitectónicamente la Villa constituye una vivienda aislada con patio central y jardines exteriores, inspiradas en las villas europeas, de reminiscencias principalmente paladianas. Tuvo dos etapas constructivas, la primera durante 1884-1885 cuando se ejecutó una edificación de predominantes líneas neoclásicas y que trazó su conformación básica en una planta de dos niveles con una exedra y jardines en su fachada principal, patio central, corredores laterales hacia el exterior;  la segunda etapa corresponde a los años 1895-1897, con la dirección técnica y proyección del maestro de obra catalán Juan Bautista Sales, el cual introdujo importantes modificaciones e incorporaciones a sus espacios internos y la decoración de sus paredes y techos, al tiempo que adoptaba una apariencia de marcadas tendencias neo-barrocas.

En su construcción se utilizaron diversas técnicas constructivas, los muros internos y algunas fachadas se realizaron en tapia, con rafas de mampostería mixta en sus nodos como elemento de reforzamiento estructural, mientras que los muros perimetrales de la exedra y  de la fachada principal hacia el oeste son de ladrillo cocido, en cambio en el sótano los muros son de piedra y las columnas son de madera revestidas con ladrillo cocido.

A lo largo de su edificación, en las últimas dos décadas del siglo XIX, se acometieron así mismo numerosas ampliaciones, con la creación de nuevas áreas y espacios, donde se añadieron diversos elementos decorativos. Se desarrolló una amplia caballeriza en la parte posterior, una garita o cocina con puente de hierro hacia el lateral este, una capilla hacia el noroeste, y se construyó e instaló una escalera hacia el sótano.

Concebida inicialmente en una planta de gran sencillez, de composición elemental y simetría axial, luego fue gradualmente ampliando su concepción hasta alcanzar una imagen de gran lujo y suntuosidad. La intervención del arquitecto catalán Juan Bautista Sales supuso una serie de trabajos que caracterizó la Villa dentro de la estética común del eclecticismo decimonónico europeo, a través de diversos elementos decorativos, nuevas crujías que alteraron la organización de los espacios y el orden arquitectónico.

Así mismo, durante estas labores, se iniciaron los trabajos de un arco triunfal o arco conmemorativo de la Independencia hacia el lateral suroeste, con relieves en piedra y una suntuosa ornamentación en elementos vegetales, del que solamente alcanzaría a desarrollarse los dos amplios pilares, inspirado en el Arco Monumental de la Exposición Universal de Barcelona. Este arco había sido planificado conjuntamente a un bulevar Santa Inés, que estaría complementado por el arco triunfal y la capilla de la villa y que hubiese servido de acceso peatonal al despacho del Presidente Joaquín Crespo.

En la villa se sintetizan los valores conceptuales, estéticos, arquitectónicos y espaciales de las construcciones típicamente academicistas del período, dando importancia a la integración o incorporación de las artes en la arquitectura. En tal sentido, los muros de la edificación fueron intervenidos con pinturas murales de inspiración pompeyana, con marcada intención neo-barroca, creando efecto de ilusión, profundidad y arquitectura, resaltando con su cromatismo tanto los espacios como las obras de arte allí dispuestas.

En los espacios protocolares se pueden apreciar aún grandes franjas ornamentales policromadas y bandas que imitan madera laqueada en color marfil claro, bordeadas de formas vegetales. Todos estos elementos, en zócalos y cenefas, fueron ejecutados en un estilo de pintura mural ilusionista que se integra con los plafones, con grandes arcos de madera policromada y con los relieves de los marcos de puertas y ventanas. Para complementar esa estética, y durante ese mismo período, se contrató la realización de varios plafones al artista venezolano Antonio Herrera Toro, para estos espacios adyacentes a la entrada principal, con las piezas “Dama con retrato”, “La noche”, “El día”, entre otros.

Se añadieron en ese momentos constructivo a la Villa numerosos elementos pétreos en forma de balaustrada, materos, capiteles, mascarones, cintas, lacerías se encargan de imprimirle a los exteriores una imagen colmada de movimiento a la formas del conjunto edilicio. Así mismo se incorporan las hermosas rejas de hierro forjado que acompañan las fachadas perimetrales, intercalando elementos ornamentales florares de bronce, que fueron realizas por la compañía alemana Ed. Puls de Berlín conjuntamente con el puente de hierro traída también de Alemania por la Compañía Gran Ferrocarril de Venezuela, rematando la fachada exterior con dos grandes y sofisticadas luminarias en forma de antorcha y de musas portadores de luz, propias del estilo art-nouveaude finales de siglo.  Un gran monograma con las iniciales de Joaquín Crespo labradas en suntuosa grafía (J.C) completa a ambos lados la reja principal, dejando a la posteridad un valioso legado arquitectónico y artístico del siglo XIX venezolano.

Obras de arte en la Villa Santa Inés

Dentro de las construcciones realizadas en las últimas décadas del siglo XIX en Caracas, la Villa Santa Inés es una pieza representativa de la arquitectura decimonónica en Venezuela, pero también se incluyeron notables obras de artistas venezolanos de ese período.  Así como Martín Tovar y Tovar, Arturo Michelena y Cristóbal Rojas, participaron en la decoración de diversos inmuebles en Caracas y en el interior de la república durante este período, se le encargan a Antonio Herrera Toro, la realización de varias obras para engalanar los espacios de la villa presidencial. Para ello, realizó entre 1884 y 1886, cinco paneles (plafones, óleos adheridos a madera) decorativos para la Villa Santa Inés.

Los títulos de las obras son: “Dama con retrato” (con retrato de Joaquín Crespo), “Dama con jarrón (o Aurora)”, “Ángeles con espigas de trigo”, “Antorcha (o La noche)”, “Ángeles”, que desarrollan una propuesta decorativa acorde a las modificaciones recientes de la villa, bajo la impronta de las alegorías del modernismo europeo. Una selección de estas obras de Herrera Toro, fueron exhibidos en la reciente retrospectiva de las obras de este artista venezolano del siglo XIX en la Galería de Arte Nacional, “Antonio Herrera Toro y los albores de la modernidad” entre diciembre de 2014 y mayo de 2015.

Valores patrimoniales

La Villa Santa Inés, constituye uno de los edificios representativos de la arquitectura venezolana de finales del siglo XIX. Formó parte de ese momento en que Caracas daba paso a los hitos arquitectónicos y urbanísticos que comenzarían a cambiar de manera radical el carácter de la ciudad, convirtiéndola de ser aún un exiguo centro colonial rodeado de haciendas a un incipiente eje urbano que se desplegaría sin medida. Ha conservado -no sin amargos tropiezos y desatinos constructivos durante su devenir y gracias a una profunda y respetuosa restauración- su perfil original como emblema del impulso creador que alentó tanto a mecenas como artífices.

Es Monumento Nacional por representar un ejemplo estético y constructivo de ese período en el país, por evidenciar valores históricos y artísticos del siglo XIX que resistieron y perduraron ante las vacilaciones y temperancias de nuestra historia política y social. En sus espacios y bienes están presentes aún los vestigios del impacto de las tendencias academicistas y electicistas de finales de siglo en nuestro país, donde arte y arquitectura se fusionan en la consecución de una imagen plena de sentidos y secretas armonías, una suma de elementos que conforman un carácter que hemos heredado como testimonio de una época de la vida nacional para recreación de las nuevas generaciones. 

Situación actual

El inmueble se encuentra en buen estado de conservación, posee una museografía en uno de los espacios anexos al patio central, donde se ofrece información sobre la villa y el proceso de su restauración, con detalle in situ de algunos de los elementos decorativos recuperados. En el Centro de Documentación se encuentra diversas investigaciones que dan cuenta de los procesos de restauración y conservación de la Villa Santa Inés y datos generales sobre el Patrimonio Cultural de la Nación.

Tres de los plafones de Herrera Toro, que pertenecen a la Colección Instituto de Patrimonio Cultural, fueron restaurados en el año 2014 por el Centro Nacional  de Conservación y Restauración Patrimonial (CENCREP), específicamente “Dama con jarrón (o Aurora)”,  “Antorcha (o La noche)” y  “Dama con retrato”; las otras piezas del artista se encuentran en proceso para su restauración.

Ubicación

Caño Amarillo, Av. Principal, Municipio Libertador, Distrito Capital.
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Fuentes consultadas

AA.VV. Diccionario de Historia de Venezuela. (4T).  Fundación Polar, Caracas, 1997.

AA.VV. Diccionario biográfico de las Artes Visuales en Venezuela. (2T). Fundación Galería de Arte Nacional / Fundación Cisneros, Caracas, 2005.

Antonio Herrera Toro y los albores de la modernidad. Fundación Museos Nacionales / Galería de Arte Nacional, Caracas, 2015.

Gasparini, Graziano/Posani, Juan Pedro. Caracas a través de su arquitectura.  Armitano Editores, Caracas, 1998.

Antonio Herrera Toro, 1857-1914- Final de siglo. Galería de Arte Nacional, Caracas, 1995.

Monumentos Históricos Nacionales 1. Cuadernos del Patrimonio Cultural. Serie Inventarios. Instituto de Patrimonio Cultural, Caracas,  1998.

Villa Santa Inés. (desplegable), Instituto de Patrimonio Cultural. , Caracas, 2000.

Stiuv, Roberto.“Villa Santa Inés Proyecto de rescate y conservación”, (dossier) en Memoriales. Año 1, Nº 1. Instituto de Patrimonio Cultural, Caracas,  1998.

 

Investigación realizada por Eduardo Tovar Zamora.

 

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