Parque del Este corre peligro de perder su valor patrimonial y paisajístico

Una reja forrada con un plástico negro tapa la entrada original al parque. Foto Carlos Crespo.
Una reja forrada con un plástico negro tapa la entrada original al parque. Foto Carlos Crespo

Carlos Crespo

Quienes entran hoy al Parque del Este –rebautizado como Parque Generalísimo Francisco de Miranda en 2006- ya no pueden vivir plenamente las experiencias y sensaciones que quería evocar su diseñador y creador, el reconocido arquitecto paisajista brasileño Roberto Burle Marx y su equipo de arquitectos entre los que destacan John Stoddart y Fernando Tábora.

La entrada original del Parque -declarado como Bien de Interés Cultural de la Nación en 1998- está clausurada, varias de sus caminerías (cuyo diseño característico del autor les confiere valor patrimonial) están mutiladas o modificadas, los patios sufrieron alteraciones que atentan contra el diseño original de los espacios, mientras que en su parte sur la construcción de un puente gigante -cuya obra se encuentra paralizada-también modificó el concepto original del autor. Todas estas agresiones han sido realizadas por instituciones estatales que, según la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural, tienen la “obligación prioritaria”  de preservar los patrimonios nacionales. “Va a llegar un momento en que no podamos sostener los valores del parque, incluso los valores culturales universales”, denuncia la arquitecta, María Eugenia Bacci.

Bacci, autora del Plan de Desarrollo, Administración y Manejo del Parque del Este (2003) teme que modificaciones, como la de la entrada, afecten de manera irreversible el valor patrimonial del área. “Si no ves el parque desde un punto de vista integral vas arrancando pedazos por un lado y otro y eso afecta la integridad del parque”.

Con esta última aseveración coincide Elías González, presidente de la Sociedad Venezolana de Arquitectos Paisajistas, institución que, junto a otros expertos, ha levantado una voz de alerta sobre el estado del parque ante organismos internacionales como el Centro de Patrimonio Mundial (WHC, por sus siglas en inglés) de la UNESCO. González acota que las intervenciones que han afectado el diseño original de Burle Marx son de larga data y pone como ejemplo la colocación de la réplica de la embarcación de Cristóbal Colón, la Nao Santa María, dentro de las instalaciones en 1971. Sin embargo, señala que este tipo de ataques se intensificó en años recientes. “Son hechas de manera inconsulta, con gran ignorancia, irrespetuosas y en detrimento del patrimonio cultural que significa el parque”.

Este arquitecto, sin embargo, se muestra más optimista sobre la posibilidad de corregir los daños. “No son irreversibles, aunque la magnitud de reversión puede ser muy cuesta arriba. Rehacer la entrada principal puede disminuir el valor del parque, pero hay que ser positivo. Lo que estamos registrando son más los palazos y los trancazos que tomando soluciones”.

Todos los expertos destacan el valor de este espacio de 82 hectáreas, 77 de las cuales están totalmente desarrolladas. Diseñado y construido entre 1958 y 1964 es la obra más destacada de Burle Marx -junto al Parque do Flamingo en Río de Janeiro-, considerado como el paisajista más representativo de la modernidad en América Latina. Este patrimonio aparece como referencia de la arquitectura paisajística en libros y publicaciones internacionales de prestigio. En el libro “La Arquitectura de los jardines occidentales” editado por M. Mosser y G. Teyssot, es el único trabajo seleccionado en América Central y del Sur.

El parque entra en la categoría de jardines históricos o paisajes culturales. El diseño fue concebido como un todo en el que la vegetación evoca ambientes y sistemas ecológicos específicos identificados con la geografía y flora venezolana y americana. Esta se articula con las caminerías serpenteantes que configuran islas sombreadas, dentro de las cuales hay vegetación de bosques tropicales húmedos del país. A esto se suman otras experiencias como los lagos, las exhibiciones de animales y los patios ornamentales.

El manejo y administración de este patrimonio corresponden al Instituto Nacional de Parques (Inparques), un organismo adscrito al ministerio de Ecosocialismo y Aguas de Venezuela.

A partir de la llegada del Gobierno actual y luego del cambio de nombre por motivos políticos en 2006 –El nombre anterior evocaba al expresidente Rómulo Betancourt, en cuya administración se construyó el parque- se registra un aumento de las agresiones y la despreocupación por respetar los valores patrimoniales de los espacios. Es importante señalar que el artículo 32 de la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural señala que “los trabajos de reconstrucción, reparación y conservación y las construcciones nuevas” que se realicen en patrimonios nacionales deben contar con la autorización del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC), organismo adscrito al ministerio de la Cultura.

“La mucha improvisación y el sentido político en la sobre utilización del parque, ignorando y lesionando sus valores patrimoniales, o usando el parque para hacer obras difíciles de justificar, complican y enturbian el futuro de una joya patrimonial irrepetible, valorada internacionalmente como uno de los parques más valiosos del siglo pasado en el mundo”, indicó la arquitecta paisajista Diana Henríquez, miembro del Comité Científico del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) y de la International Federation of Landscape Architects.

Raquel Scharffenorth fundó el Comité de Amigos del Parque del Este en 2008. Esta urbanista señala que uno de los principales problemas es que los usuarios comunes no perciben el daño que producen estas intervenciones y no reclaman o hace presión para que no se realicen. “Hay poca conciencia en general sobre lo que significa un bien patrimonial”.

Agrega que las autoridades tampoco han mostrado mayor preocupación por preservar el valor patrimonial de esta obra paisajística y ya no existe mayor comunicación con ellas. “En un principio tuvimos reuniones con las autoridades deInaprques, pero lo que ven es de qué manera te utilizan y no estamos dispuestos a ser utilizados. En este momento es una cosa muy politizada, la mayoría del personal preparado o técnico se jubiló o se fue o está en posiciones sin autoridad y le colocaron encima a gente que no está preparada”.

Esta versión fue ratificada por la secretaria de organización del Sindicato Unitario Nacional de Empleados Públicos de Inparques, Marlene Sifontes, quien tiene 21 años laborando en la institución. Sifontes explicó que el personal no dispone de los equipos ni de los materiales que requiere. “Los que están manejando el parque no tienen conciencia ambiental y no respetan esto”.

A lo ya mencionado añade otras denuncias, como el colapso del sistema de riego, la inseguridad dentro del parque (los usuarios son frecuentemente asaltados), el deterioro de las estructuras y edificios de los trabajadores por inundaciones y la escasez de comida para alimentar a los animales. “El parque se está cayendo a pedazos”, se lamenta.

Para este trabajo, el pasado 12 de septiembre se entregó una comunicación en las sedes del Instituto Nacional de Parques (Inparques) y el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) para conocer su versión sobre estas denuncias sin obtener respuesta. Ambos documentos tienen el sello de la institución en donde consta la fecha en que fueron recibidas.

La entrada perdió su valor

Desde que se entra al Parque se puede percibir la alteración a su diseño. El pórtico original construido por Burle Marx, cuya intención era generar una sensación de transición entre la ciudad y este espacio verde, ya no está en su lugar. Fue sustituido por uno provisional, a varios metros del original, que impide la vista panorámica que ofrecía el diseño original del arquitecto brasileño.

La zona en la que se realizan los trabajos está rodeada, dentro y fuera del parque, por paredes de concreto y una reja forrada con una lona negra (que impide ver el estado de la zona de los trabajos) y que está coronada con un amenazante alambre de púas.  Detrás de la pared se puede ver parte de la entrada original , mientras que a través de algunos huecos de la lona se observa como crece la maleza a su alrededor.

Esta reja divide la plaza cercana a la entrada, en donde se encuentra la Concha Acústica. Antes de llegar a la plaza, una gran pared de concreto impide a los usuarios tener una vista de la parte este del parque. Dentro del amplio lugar que rodea la reja y la pared la empresa brasileña Odebrecht realiza una serie de trabajos, para la construcción de la estación “Hugo Chávez” del Metro de Caracas, que dañan la obra de uno de sus compatriotas más insignes. Estos trabajos afectaron las caminerías originales de la zona, así como la vegetación que había en ella. “Lo de la entrada se hizo de tal forma que es imposible hacerla reversible”, consideró la arquitecta Bacci.

Como se aprecia en las fotos, la entrada actual está invadida por vendedores ambulantes que dejan basura en los alrededores. Además, se instalaron paradas de autobuses que van hacia Guarenas y Guatire y hacen más caótico el ingreso al recinto.

A pocos metros más al este del parque, en la franja norte que limita con la avenida Francisco de Miranda, Odebrecht levantó en el 2009 una concretera en un espacio que, en parte, corresponde al Parque. Su daño al diseño es evidente desde adentro y desde afuera. Quien se pare en la Cortina de Agua, en la parte del jardín de patios del parque, ya no tiene una vista limpia hacia fuera, porque los cilindros metálicos de la empresa se atraviesan, algo que también arruina la experiencia original. Igual vista tendrá quien cruce por la avenida Francisco de Miranda y mire hacia dentro: ya no verá el área verde que espera sino las torres de la Odebrecht.

A pesar de que en 2013 venció el lapso que otorgó la alcaldía del municipio Sucre para que la concretera se mudara, ésta sigue en el lugar, a escasos metros de la zona de los trabajos de la misma empresa por la línea 5 del Metro de Caracas. Scharffenorth relata que las comunidades aledañas de Sebucan y Santa Eduvigis han luchado para que la concretera sea desmontada por su impacto ambiental.

El Puente a la nada

 A inicios de 2012 el Ministerio Para la Transformación de Caracas inició la construcción del llamado “Puente Independencia” en la parte sur del parque, que limita con la autopista Francisco Fajardo. La idea de la obra, de unos 150 metros de largo, era pasar sobre esta gran arteria vial y conectar la obra de Burle Marx con el “Parque Bolívar”, proyectado desde 2001 –su construcción fue aprobada en 2011- para levantarse en los espacios que hoy ocupa la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, perteneciente al Gobierno Nacional. Se prometió el desarrollo de 105 hectáreas de áreas verdes –conectadas con las 77 del parque del este a través del puente- pero el progreso de la obra sigue siendo escaso.

“Puente Independencia” que debe atravesar la autopista Francisco Fajardo para llegar hasta el Parque Bolívar. Foto Carlos Crespo.
“Puente Independencia” que debe atravesar la autopista Francisco Fajardo para llegar hasta el Parque Bolívar. Foto Carlos Crespo.

Luego de una inversión inicial de 100 millones de bolívares, para la primera parte del proyecto, hoy las obras del puente están paralizadas. Solo queda el gran armatoste inicial con las bases del puente a ambos lados de la autopista.

“Los americanos tienen una expresión para todo lo que hacen en arquitectura y no tiene sentido: ‘Stairway to nowhere’; el puente para la nada, en este caso, porque unes físicamente dos espacios con una estructura pero nadie, ni el que lo construyó, tiene idea de lo que va pasar del otro lado en (la Base Aérea de) La Carlota. Es absurdo que no se sepa como va a ser el otro parque porque quizás el paso no es por ahí”, apunta González.

De nuevo aquí privó el irrespeto por el valor patrimonial del parque. Las dos rampas que se levantaron, en forma ascendente hacia el puente, así como las escaleras que se construyeron con el mismo propósito, mutilaron las caminerías de Burle Marx de la parte sur, modificaron totalmente el diseño original de esa zona y provocaron problemas de desagüe, pues obstruyen la canalización del agua. “Todo tiene una doble connotación: hay un abuso de poder, es decir, ‘yo hago lo que me da la gana’ y dos, un motivo de corrupción porque se hace un sin sentido, un desvío de fondos. Es un ejemplo más de los desaciertos que nos han lleva a lo que tenemos”, añadió González.

Las caminerías afectadas están cerca de desaparecer gracias a la maleza, mientras que la basura abunda por el lugar. Además, debajo de la estructura del puente el cemento está fracturado y luce inestable. “No hace falta ser arquitecto para ver que ese puente fue sobredimensionado. Conectar las dos partes es interesante pero no con unas escaleritas de ese tipo y eso hay que hacerlo con un plan integral. Son proyectos que no han sido pensados para respetar el parque”, expresó Bacci.

La restauración de los Patios

Los patios ornamentales están en la parte noreste del parque. Se trata de un jardín de patios en los que se combinan murales de distintos colores, con cuerpos de agua artificiales, vegetación y mosaicos para generar experiencias y sensaciones en los espectadores, a medida que atraviesan cada uno de los espacios. El presidente de la Sociedad de Arquitectos Paisajistas, Elías González, explicó que Burle Marx dejó intencionalmente las paredes externas de estos patios neutras, como vaciado de cemento, para contrastar con la exhuberancia interna.

“Lo principal es la permanencia en el lugar que evoca experiencias por la sensación cromática como en el patio de azulejos. En el segundo están las plantas de aromas con su olor con lo que se busca evocar un recuerdo”.

Sin embargo, en 2014 la asociación gubernamental Pdvsa La Estancia realizó unos trabajos de “rehabilitación” y “restauración” de estos espacios en los que decidió realizar un colorido mural del artista Juvenal Rivero en las paredes exteriores, violando el concepto original de contraste de Burle Marx.

“Es como si en un cuadro de Arturo Michelena llegara un artista, que puede ser reconocido, y decidiera pintar en una equina del cuadro. La reacción sería de alarma y de denuncia, de búsqueda de culpables. No importa si es reconocido, él pinta sobre una superficie de otra obra. Eso se hizo por ignorancia y por no entender lo que se maneja. No hay sentido de valoración”, agregó González.

El experto también consideró que los trabajos y la adecuación tecnológica hechas fueron realizadas con descuido. Por ejemplo, en el caso de la recuperación de las cascadas artificiales de agua se dejaron algunas de las instalaciones hechas por fuera. “Eso es ranchificar una obra maestra”, señaló.

A pesar de esto en las placas inaugurales de la obra se asegura que esta se hizo con el “máximo respeto” al diseño primigenio y con la supervisión del miembro del equipo creador del parque John Stoddart, esto último no se pudo confirmar.

En el Plan de Desarrollo, Administración y Manejo del Parque del Este (2003), elaborado por la arquitecta Bacci, hay una parte que versa sobre las referencias y guías internacionales para el cuidado de los paisajes culturales. De acuerdo con el estudio existen cuatro formas de intervención o tratamiento del paisaje cultural: la conservación, la rehabilitación, la restauración y la reconstrucción.

En los cánones internacionales de “rehabilitación” y “restauración”, que fueron los dos tipos de intervenciones hechas por Pdvsa La Estancia, se hace énfasis en que se debe hacer el mayor esfuerzo por preservar el concepto original. “Una cuidadosa planificación en el tratamiento de los paisajes culturales permite evitar daños irreversibles que son frecuentes cuando no se toman las precauciones necesarias” se lee en el texto.

La arquitecta Bacci consideró como “inaceptable” el mural y  lo atribuyó al gran desconocimiento del valor patrimonial del parque. Añadió que las autoridades trataron de justificar la intervención utilizando un libro del arquitecto paisajista Fernando Tábora, quien fue parte del equipo original de Burle Marx, en el que se menciona la intención de hacer un mural por la zona de las cascadas. Sin embargo, ese proyecto fue modificado posteriormente. “Eso es un manejo interesado de la información. Limpiar el muro de concreto en obra limpia en el que pusieron lo de Juvenal Ravel cuesta y eso va quedar siempre manchado”, enfatizó.

Se desconoce si estas restauraciones contaron con la aprobación del IPC, pues esta institución no respondió a la solicitud de información hecha para esta investigación, pero extraoficialmente se habla de que se detuvo la realización de otros murales precisamente porque no se contaba con ese visto bueno.

La vegetación desaparece

Uno de los principales valores del Parque del Este, y uno de los más difíciles de conservar, es el de la disposición de su vegetación. Esta se compone, principalmente, de plantas mayores comos los árboles y palmas, además de arbustos y las “coberturas” que incluye a los engramados. La vegetación ocupa la mayor parte del parque, lo que dificulta su supervisión si no hay un plan cuidadoso para su mantenimiento.

Desde su concepción el diseño de la vegetación tuvo dos criterios principales: el primero es ser un muestrario de especies botánicas autóctonas y foráneas, con un sentido didáctico. Para lograr esto se realizaron numerosas expediciones dentro y fuera del país para reunir la vegetación.

El segundo planteamiento fue el de organizar las plantas con un sentido estético con la finalidad de lograr “efectos” en los usuarios. Por ejemplo, tanto los árboles como los arbustos se sembraron en grupos lo que permite crear efectos de manchas de colores y texturas que pueden contrastar entre sí. Esto también se articula con otros elementos del parque: en el caso de las caminerías ubicadas al oeste, estas determinan la disposición de la vegetación, que se sembró con la intención de ser observada desde las caminerías. Por esto es tan importante entender al parque como un todo a la hora de hacer trabajos de restauración o recuperación.

Quien camine por las 77 hectáreas desarrolladas del parque no tardará en darse cuenta de que gran parte de este valor patrimonial se ha perdido. En varias zonas se topará con troncos solitarios de chaguaramos que perdieron sus coronas, podrá comprobar que los arbustos tienden a la desaparición y que la grama, en muchos casos, fue sustituida por la tierra o, por el contrario, crece en forma de maleza sin control. Mucho de los efectos que se pretendían generar se han perdido. “Es evidente que el parque es una obra viva y los árboles y la vegetación se van muriendo”, señaló Scharffenorth, quien visita el parque con frecuencia.

Las causas de esto son de larga data, casi desde sus inicios, y se remiten siempre a la falta de planificación. En el Plan de Manejo de 2003 se señalan varios motivos que siguen estando vigentes: “La pérdida de la diversidad se debe a las limitaciones en el mantenimiento, riego y al hecho de que no se previó la producción en los viveros en forma suficiente para asegurar la sustitución de las especies que cumplen el ciclo vital”, se lee en el documento.

Entre los problemas mas “críticos” en el estudio se señalan: el desarrollo espontáneo de árboles y plantas menores que invade los grupos originales, la disminución del número original de especies, en especial arbustos y coberturas y la pérdida de engramados y coberturas por excesivo pisoteo o sombra, generando amplias áreas de suelo descubierto, compactado y sin vegetación.

A la larga enumeración también se añade serios problemas de manejo y mantenimiento del parque, expresados en podas mal hechas o mal curadas, presencia de especies parásitas, carencia de fertilización, deficiencias nutricionales de algunas especies, merma de la biodiversidad y pérdida del esquema espacial original por la invasión de especies de reproducción espontánea o inducida por los visitantes.  “Los grupos de vegetación vinculados han perdido su calidad como exhibición de colecciones en la mayoría de los casos”, se indica.

Marlene Sifontes, del sindicato de Inparques, explicó que actualmente el sistema de riego del parque no funciona y que de los nueve pozos de agua tan solo uno está operando. Este es vaciado por camiones que trabajan con compañías privadas bajo el acuerdo de que una parte la trasladen para el uso del parque. “El vivero tiene dos años esperando un tubo para poner a funcionar el sistema de riego y mientras tanto se siguen muriendo los árboles”, añadió.

Existe un plan práctico elaborado en 2012 por los arquitectos John Stoddart y Diana Henríquez para hacer intervenciones reparatorias o restaurativas de la vegetación que fue entregado a Inparques.

“Lamentablemente (el plan) reposa en algún rincón del Instituto de Parques, para nuestra angustia, ya que la reposición de las especies que están en su fase senil, o peor aún han muerto, requiere de nuevos ejemplares, hijos de los especímenes del parque, producto de un cuidadoso proceso de reproducción que solo se ha hecho con algunas pocas especies. La necesaria acción es urgente ya que desde el momento en que se recolecta la semilla hasta que tenemos un ejemplar en el tamaño adecuado, transcurren varios años”, precisó Henríquez.

Raquel Scharffenorth señaló que, en general, el personal del parque no tiene la preparación para el mantenimiento de un paisaje cultural. “Hablan de programas de reforestacion. Eso no tiene cabida en un parque con un concepto paisajístico. No es que siembras árboles y gramíneas, se habla es de conservación o restauración. Llegaron, sembraron y se fueron y no se ocuparon más, entonces quedan unas matas feas, las que sobreviven. Es algo absurdo que se invierta dinero en algo que no tiene posibilidad”.

Otro de los aspectos que complica la conservación del parque es su sobre utilización. El Área Metropolitana de Caracas dispone de menos de un metro cuadrado por habitante de espacios abiertos recreacionales, muy por debajo de los estándares internacionales. El parque del Este es el de mayor área de la ciudad y su espacio representa el 23% de los espacios recreacionales de la urbe. Los trabajadores calculan que más de 100 mil personas lo visitan semanalmente.

Además de acelerar el desgaste de las instalaciones y el deterioro de la grama y la vegetación, esto ha determinado que al parque se le den usos para los que no fue concebido en un inicio. Por ejemplo, se añadieron una serie de canchas de fútbol, baloncesto y otros deportes que modifican el concepto original que tendía más a la contemplación. Además, los usuarios están desinformados sobre el valor patrimonial del parque y la vigilancia sobre ellos, para evitar conductas que dañen el patrimonio, es deficiente. “Se hace difícil ir en contra de esa corriente porque es verdad que la ciudad necesita esas áreas”, indicó Bacci.

Las esculturas

Adyacente a los patios ornamentales se encuentran seis esculturas que no son parte del diseño original del parque. Se trata de obras pertenecientes a la Galería de Arte Nacional (GAN). Los arquitectos paisajistas consultados concordaron en señalar que, aunque no son parte del concepto original del espacio, no constituyen una modificación o daño irreversible al parque.

La preocupación reside, en cambio, en su conservación, pues se trata de obras pertenecientes a la nación. En las esculturas, hechas de material metálico, se pueden observar rayones, raspones y sucio. En algunas como en la obra “Lugar del abrazo eterno” de Colette Delozanne se puede ver todo tipo de basura (cubiertos y botellas plásticas) tiradas a su alrededor. Otras, como “Yin Yan IV” de Carlos Mendoza, tienen inscripciones sobre su pintura en la que se lee frases como “te quiero”, mientras que “Transeúntes en el parque” de Beatriz Blanco, hecha con hierro, muestra signos de oxidación.

Los niños se suelen montar sobre la escultura de Colette Delozanne. Foto Carlos Crespo.
Los niños se suelen montar sobre la escultura de Colette Delozanne. Foto Carlos Crespo.

Las obras están al aire libre, sin ningún tipo de vigilancia o cartel que indique que se deben preservar. Es frecuente ver a niños golpeando con palos las esculturas o montándose en ellas, como si fueran parte de un parque temático infantil. A veces los pequeños son incentivados por sus padres.

El artista plástico y curador Luis Romero indicó que todas las obras que se encuentran a la intemperie, como en este caso, deben tener una evaluación periódica. El también director de la galería Abra acota que desconoce el estado actual de las esculturas, pero sí señala que este tipo de obras requieren cuidados especiales.

“La gente se encarama en las esculturas y si no están bien ensambladas o son huecas o tienen partes frágiles se puede romper la pieza. Al estar expuestas al sol y el agua y ser policromadas tienen un desgaste por los rayos solares ultravioletas lo que requiere una evaluación, me imagino que deben tomar nota del color original de la pieza”.

Agrega que los letreros dirigidos al público, para que se preserve la escultura, deben estar presentes. “A lo mejor estaba ahí y se cayó, se trata de obras que requieren de mucho mantenimiento porque tienen mucho desgaste. Depende de las autoridades del parque ponerle un control. No fueron creadas como parque temático, hay otra manera de disfrutarlas visualmente. Sería bueno que hubiera guías o personal del parque que le hablaran de esto a la gente”.

A continuación presentamos una breve descripción de las seis obras y su estado actual:

1) Nombre: Ángel Rojo (1981)

Autor: Víctor Valera

Material: Acero calibrado y pintado

Dimensiones: 300 x 250 x 110 cms

Colección FMN, Galería de Arte Nacional

Observaciones: Algunos raspones y rayones sobre la pintura, también se nota la presencia de sucio y telarañas.

2) Nombre: Lugar del abrazo eterno. Conjunto de seres esenciales (1981)

Autor: Colette Delozanne

Material: Vaciado en bronce

Dimensiones variables

Colección FMN. Galería de Arte Nacional

Observaciones: Rayaduras sobre la superficie y basura, como cubiertos y botellas plásticos, a su alrededor.

3) Nombre: Variación en círculo (Sin fecha) (Fotos 33, 34, 35)

Autor: Pedro Barreto

Material: Acero inoxidable policromado

Dimensiones: 230 x 150 x 40 cms

Colección FMN. Galería de Arte Nacional

Observaciones: Algunas rayones menores, sucio y barro. Los niños se montan con frecuencia en su interior

4) Nombre: Transeúnte en el parque (Sin fecha)

Autor: Beatriz Blanco

Material: Hierro

Dimensiones: 198 x 65 x 51 cm

Colección  FMN. Galería de Arte Nacional

Observaciones: Algo de óxido, sucio, maleza creciendo alrededor de la base, algunos rayones y ramas de los árboles sobre la obra.

5) Nombre: Yin Yan IV (Sin fecha)

Autor: Carlos Mendoza

Material: Bronce

Dimensiones variables

Colección FMN. Galería de Arte Nacional

Observaciones: rayones e inscripciones de palabras y figuras como corazones sobre la superficie, algo de sucio y tierra.

6)  Nombre: Satélite (Sin Fecha)

Autor: Luis Chacón

Materiales diversos

250 x 77 x 190 cm

Colección FMN. Galería de Arte Nacional

Observaciones: En buen estado en general, algunos rayones y telarañas.

Recomendaciones

 Arquitectos, expertos y trabajadores coinciden en que el parque no tiene una planificación para mantener y conservar su patrimonio cuyo valor es desconocido, en muchos casos, por las mismas autoridades. No se trata de falta de propuestas. Durante esta investigación se tuvo conocimiento de, por lo menos, tres planes entregados a las autoridades con este fin, sin que ninguno haya sido puesto en práctica a cabalidad. Estos son:

1) El Proyecto de Reacondicionamiento, Recuperación y Mantenimiento de las áreas verdes del Parque Rómulo Betancourt, realizado en 1998 (año en el que el parque es decretado Bien de Interés Cultural) por un equipo coordinado por la arquitecta Daniela Sardi y que contó con la asesoría de la arquitecta paisajista Diana Henríquez de Fernández y de Evelyn Pallota en el aspecto botánico.

2) El Plan de Desarrollo, Administración y Manejo del Parque del Este Rómulo Betancourt del año 2003 coordinado por la arquitecta paisajista María Eugenia Bacci y que contó con la coautoría de la arquitecta Diana Henríquez.

3) Un Plan práctico para hacer intervenciones reparatorias o restaurativas de la vegetación, elaborado en 2012 por los arquitectos John Stoddart (parte del equipo creador del parque) y Diana Henríquez.

En todos estos casos los autores denuncian que sus investigaciones no fueron tomadas en cuenta y fueron “engavetadas” por la dirección de Inparques. “El Plan de Manejo de 2003 contó con financiamiento del Banco Mundial. Se entregó en diciembre a Inparques. En enero cambió la directiva y ahí quedó, en las nubes” explicó Bacci.

Sin embargo, esto ofrece una buena oportunidad a las autoridades pues el interés de expertos por la obra ha aportado una documentación importante que, en todo caso, debe ser actualizada, pero que es útil para rescatar los valores patrimoniales. Es así que desde 1998 se dispone de planos digitalizados del parque que incluyen su zona arbustiva. “El disponer de planos de plantío (más aun si estos están en formato digital), aunque no tengan una precisión topográfica, es un primer paso para la conservación y quizás el mejor aporte para preservar el valor del proyecto original”, se lee en el Plan de Manejo del año 2003.

También sería una buena iniciativa recuperar el comité asesor a la presidencia de Inparques, que fue creado en 2002, y que tenía como propósito “apoyar a las instituciones con responsabilidad en la protección y el manejo del parque, en la definición de los lineamientos de actuación en el sitio de patrimonio cultural”, se lee en el Plan de Manejo de 2003. Esta instancia no fue tomada en cuenta por las autoridades. Entre sus integrantes estaban La Sociedad de Arquitectos Paisajistas y parte del equipo que trabajó con Burle Marx en el proyecto. También debería incluir a expertos en otras áreas como historia del paisaje, arqueología del paisaje y botánica.

El Plan de Manejo de Bacci también recomienda involucrar a organizaciones ambientalistas y pro patrimonio, de carácter no gubernamental, en la planificación de la conservación del parque.

“De manera especial se debe procurar la participación de organizaciones no gubernamentales dedicadas al patrimonio tales como el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios – Icomos, el cual tiene una representación en el país, el Iccrom, el ICOM o Consejo Internacional de Museos, también con representación en el país («¦). En el ámbito internacional, y considerando la importancia del parque en este ámbito, se recomienda mantener contactos con UNESCO, en especial con el Centro de Patrimonio Mundial y los especialistas en paisajes culturales de dicho Centro y Docomono, organización orientada hacia la documentación y conservación del patrimonio moderno en el mundo”.

La legislación no sólo obliga al Estado y los ciudadanos a la defensa, rescate y conservación del Patrimonio Cultural. El artículo 44 de la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural establece penas de entre 2 y 4 años de prisión para quien “destruya, deteriore o dañe cualesquiera” de estos bienes. El Estado está obligado a revertir esta situación y recuperar el patrimonio de este parque, considerado uno de los paisajes culturales más importantes construidos en el siglo XX.

Fuentes consultadas:

Avendaño, Emily. «El puente Independencia entró en el Parque del Este» en El Nacional, 11 de mayo de 2015, http://www.el-nacional.com/sociedad/puente-Independencia-entro-Parque_0_624537800.html,  consultado el 19 de octubre de 2016.

Avendaño, Emily. «Odebrecht y el Metro: destrucción del Parque del Este», en El Estímulo, 9 de mayo de 2016, http://elestimulo.com/climax/odebrecht-y-el-metro-participes-de-la-destruccion-del-parque-del-este/, consultado el 19 de octubre de 2016.

Bacci, María Eugenia y Henríquez, Diana. Plan de Desarrollo, Administración y Manejo del Parque del Este (2003).

Bacci, Maia Eugenia. «Información sobre el Parque del Este. Plan de desarrollo, administración y manejo del Parque del este. Proyecto realizado para el Instituto Nacional de Parques. Diciembre 2003», en Turismo y Patrimonio, 5 de noviembre de 2007,http://mebacci.blogspot.com/2007/11/informacin-sobre-el-parque-del-este.html , consultado el 19 de octubre de 2016.

Cruz Salazar, Beatriz. «Deterioro desmerece el Parque del Este», en El Universal, 20 de enero de 2011, http://www.eluniversal.com/2011/01/20/ccs_art_deterioro-desmerece_2163492.shtml , consultado el 19 de octubre de 2016.

Fermín, María Victoria. «Venció plazo para estadía de concretera en Santa Eduvigis», en El Nacional, 7 de agosto de 2013, http://www.el-nacional.com/caracas/concretera-odebrecht-santaeduvigis_0_240576195.html, consultado el 19 de octubre de 2016.

González Zambrano, Briamel. «Demarcan obras de Leander en el Parque del Este·, en El Universal, 14 de junio de 2008, http://www.eluniversal.com/2008/06/14/ccs_art_demarcan-obras-de-le_903890.shtml, consultado el 19 de octubre de 2016.

León de la Barra, Pablo. «Roberto Burle Marx’s Parque del Este in Caracas», en Centre for the Aesthetic Revolution, 18 de noviembre de 2012,  http://centrefortheaestheticrevolution.blogspot.com/2012/11/roberto-burle-marxs-parque-del-este-in.html?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter , consultado el 19 de octubre de 2016.

 

Luigino, Bracci. «Conozca cómo será el Parque Bolívar que se construirá en la Base Aérea de La Carlota», en Alba Ciudad, 22 de julio de 2011, http://albaciudad.org/2011/07/conozca-como-sera-el-parque-bolivar-que-se-construira-en-la-base-aerea-de-la-carlota/, consultado el 19 de octubre de 2016.

Méndes, Maria Gabriela, «Remueven obra de Marisol Escobar», en El Universal, 14 de noviembre de 2006, http://www.eluniversal.com/2006/11/14/til_art_67903.shtml , consultado el 19 de octubre de 2016.

«Parque del Este – Caracas, Venezuela», en Facebook https://www.facebook.com/parquedeleste, consultado el 19 de octubre de 2016.

«Parque Generalísimo Francisco de Miranda», en Wikipediahttps://es.wikipedia.org/wiki/Parque_General%C3%ADsimo_Francisco_de_Miranda, consultado el 19 de octubre de 2016.

 

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