
José Ignacio Vielma Vielma deja entrever en su trayectoria artística y personal un espíritu colmado de ternura y sensibilidad para crear belleza desde lo cotidiano y lo remoto. Este pintor, grabador, escultor y fotógrafo, que naciera en la ciudad de Mérida el 1 de febrero de 1950 del matrimonio de Luvin Vielma y Julia Vielma, ha sabido convertir su obra en recinto de sus vivencias y de su particular mirada a la cultura tradicional de los llanos en primigenia armonía con la naturaleza. Un discurso coherente y formidable hecho a golpe de cincel, pigmentos, captura fotográfica y labor de escuela.
Desde muy pequeño se traslada a Barinas, donde sus padres fijan residencia. El niño siempre mostró interés por las artes plásticas, por lo que se inscribe, con apenas 12 años de edad, en la Escuela de Pintura Cristóbal Rojas de esa ciudad llanera, en la cual cursó estudios de 1962 a 1965. Tiempo después un joven Vielma viaja a Valencia para cursar estudios en la Escuela Arturo Michelena, bajo la tutela de los maestros Luis Guevara Moreno, Luis Chacón y Braulio Salazar. Allí concluye sus estudios a finales de 1969, cuando cumplía 19 años de edad.
Para el año 1975, residenciado ya en Caracas, estudia grabado, serigrafía y litografía en el Centro Gráfico INCIBA. Vielma Vielma llega a la fotografía como autodidacta, y la estudia académicamente en el Instituto de Diseño Hans Neumann. En esos años laboró para el cine, la televisión, y realizó trabajos de arquitectura.

En 1980 regresa Barinas, donde se topa con un desierto de espacios educativos para la formación del artista plástico, por lo que anima a un gran equipo humano para fundar el Taller Municipal de Arte Rafael Calvo en 1984, institución educativa que se encarga desde entonces de la formación de jóvenes y adultos de la ciudad en las artes visuales.
Ya radicado en esta capital llanera, eleva a obra de arte la fotografía con sus gráficas sobre los usos y costumbres del llano, la secreta angustia del caballo, el uso de los estribos, la faena y el descanso del llanero. Sobre la intimista visión que el artista desvela de su escenario vital, escribe el también fotógrafo, pintor y documentalista Douglas Monroy: “»¦ más allá de los estereotipos y de la capacidad imaginativa que despierta en nosotros el llano, las fotografías de José Ignacio Vielma nos entregan una mirada reveladora y distinta del mito, de las sombras y espectros que sobreviven en la noche, del centauro nómada y de la soledad que abate estos parajes. Sus imágenes nos ofrecen una visión que abraza y tiene por centro fundamental al hombre, su tradición y su hábitat; todas ellas envueltas en un tiempo indefinido y cargado de memorias”. Corral paraliado, Guayuqueando la res, Muchacha campesina de La Luz... son algunos de estos parajes con los el artista nos invita a acercarnos a un mundo en el que el mito cede el paso a la ruda belleza.
Y así como cuenta al hombre y paisaje con su mirada sensible y cercana, Vielma se embarca en una búsqueda de lo recóndito y lo primigenio, y va a la caza de esos petroglifos que se esconden entre la sabana y los ríos… «Antes las piedras hablaban. Decían de las cosas que el hombre pensaba y soñaba. Las piedras respiraban con dibujos que el humano de aquellos tiempos tallaba en la superficie para que fuesen leídas bajo los astros, bajo el sol y la lluvia, en medio de una tormenta». Vielma siempre entrevió esta certeza planteada alguna vez por el poeta, narrador y periodista guariqueño Alberto Hernandez . Y fue hasta esas piedras animadas con un lenguaje antiguo para, con paciencia de arqueólogo y determinación de demiurgo, otorgarles un nuevo aliento de vida y color: “Trabajo frotando directamente de la piedra a la tela. Es un proceso que se utiliza en arqueología (frottage) para obtener documentos a la misma escala, con la misma textura. Llevo la tela, la coloco sobre la roca, la froto con papel carbón hasta obtener un calco directo de la piedra. En ese momento el lienzo está en blanco, a partir de allí yo comienzo a darle tintes, a colorearlo con pastel a mano, hasta que llega al cuadro”. Una cosmovisión que traduce en su serie Formas primigenias, que arranca de las piedras grabadas del río Bum Bum, de las Lajitas, cercanas a la quebrada de Minamon, en las márgenes del río Curbati, en Barinas. Y ahí estan sus Curbati I, o Bum Bum III, ambas de 2003.
Vielma, observador impenitente, se inspira en documentar esta realidad que lo reencuentra con sus raíces, su pasado tramado con el presente, el origen atávico que lleva a su taller para llenarlo de color, actualidad y trascendencia.
Su trayectoria artística se ha contemplado en exposiciones individuales realizadas en Caracas (Instituto de Orientación en Arte, 1970; Ateneo de Caracas, 2004; y Teatro Teresa Carreño, 2003), el estado Aragua (Museo de Arte, 1989), la Academia de la Historia, Arauca-Colombia 1992, Carabobo (Ateneo de Valencia, 1993), Cuba (Casa Simón Bolívar de la ciudad de La Habana, 2000), Mérida (Museo Arqueológico, 2003; y Coordinación de Cultura del estado), Barquisimeto (Galería de Arte de Barquisimeto, 2006), Táchira (Fototeca del Táchira, 2006), Canadá (Concord University, Montreal). Mientras, que la ciudad que asumió desde la temprana infancia ha admirado su obra en muestras de la Biblioteca Pública Andrés Eloy Blanco, 1993; el Museo Alberto Arvelo Torrealba, 1994; y Galería Universitaria de Arte Unellez, 2004.
En 1968 participó en exposiciones colectivas como la I Bienal Experimental de Arte en el Ateneo de Valencia, y el XXVI Salón Arturo Michelena, de Valencia. Tres años después, en 1971, expuso colectivamente en Graphic Center Art, New Jersey, EE. UU. Luego integró la colectiva de Grabado Contemporáneo de Venezuela, Santo Domingo, República Dominicana.

Participa además en el XI Salón de Arte de Aragua, Maracay 1984; la II Bienal de Dibujo y Grabado, MAO Caracas 1984; las III y VI bienales de Miniaturas Gráficas, TAGA, Caracas 1984-1986; el VII Salón de Arte Occidente, Mérida 1987; el XV Salón de Arte de Aragua, Maracay 1989; la I Bienal Internacional de Arte, Mérida 1992; la Galería la Otra Banda, Mérida 1992 ; la muestra Fotografía Contemporánea de Venezuela, La Habana- Cuba 1995; en la Casa Simón Bolívar, La Habana-Cuba 2000; el Instituto de Cultura de Cojedes, San Carlos 2003; la Galería Casa Bosse, Mérida 2004; el VII Salón de Pintura, Vitrina Turística, Guanare 2004; el Certamen Mayor de las Artes MAC, Caracas, ediciones 2005 y 2006; en la exposición Llanos, horizontes de hierba Casa de la Cultura de Temblador, Monagas 2009; en la muestra El llano en imágenes, Fototeca del Táchira estado Táchira, y en el Museo de las Culturas Llaneras, Barinas 2011.
Entre sus esculturas más destacadas se encuentran los bustos de José Antonio Páez, 1983; Rómulo Gallegos Freire, 1983; Pedro Camejo, 1985; Rafael Ángel Insausti, 1990; Raúl Blonval López, 1990; Jesús María Bianco, 1998; Humberto Febres Rodríguez, 1998; José Félix Ribas, 2004; Monseñor Rafael Ángel González Ramírez, 2006; y la de Gonzalo Piña Lidueña. También esculpió las estatuas pedestres de Alberto Arvelo Torrealba, en 1995, y de Manuel Palacios Fajardo, en 1997; esta última está desaparecida.

Ha cosechado reconocimientos como el I Premio Centenario de Arturo Michelena, Barinas 1963; Medalla de Oro en la Exposición fin de curso, Escuela Arturo Michelena, Valencia 1968; el Premio Estímulo en Pintura, Salón T. Arce de Barquisimeto en 1984; el III Premio de Escultura VII Salón de Occidente, Mérida 1987; y el I Premio de Pintura, VII Vitrina Turística de Occidente en Guanare, en 2004. En 1996 fue condecorado con la Orden Alberto Arvelo Torrealba, Barinas, y recibió la Orden Ciudad de Barinas en 2004.
Durante 25 años cultivó en su taller las artes gráficas, la escultura, el dibujo, y la pintura. Producto de su labor como director del Taller Municipal de Arte Rafal Calvo, se conserva en la institución la única colección de artes gráficas del estado Barinas.
Su oficio y sensibilidad lo han animado a transferir los saberes a diversas generaciones durante más de tres décadas, siguiendo los pasos de sus viejos maestros. A fin de cuentas, detrás de su largo viaje por las profundas costumbres de su presente llanero y dibujos atávicos siempre ha estado la íntima búsqueda de comunión con el otro: “La razón del arte, dice, es el goce estético, tanto del que lo produce como del que lo ve, en ese sentido el arte es una fuente de placer”.
Vielma Vielma, desde niño, fue tras ella. Muy pronto la halló para compartirla, generoso, con todo aquel que tuviera ojos para verla. Y para disfrutarla.

Fuentes consultadas
Araque Rivero, Marinela. Atentado contra la escultura del poeta Alberto Arvelo Torrealba; obra del artista José Ignacio Vielma, ubicada en Alto Barinas. En La Noticia, especial de La palabra en el tiempo. Barinas. p.20, 7 de septiembre 2011.
Catálogo de Patrimonio Cultural Venezolano 2004-2006. Ministerio de la Cultura. Instituto de Patrimonio Cultural
Creadores Visuales de Venezuela. José Ignacio Vielma. https://goo.gl/1AxIh7. Consultado el 2 de abril 2017
Hernández, Alberto. Antes las piedras hablaban. En Crónicas de Olvido. https://goo.gl/I6Rzxk. Consultado el 13 de abril de 2017.
José Ignacio Vielma: formas primigenias Llano adentro. En Analítica.com. https://goo.gl/nVg6G6. Consultado el 6 de abril 2017.
Monroy, Douglas. Llanos, horizontes de hierba. Fotografías de José Ignacio Vielma. En Douglasmonroy.com, enero de 2010. https://goo.gl/na14vp. Consultado el 12 de abril de 2017.
Páez, Leonardo. Un pintor merideño se dedica a la fotografía. La Frontera. p.2, Mérida 14 de noviembre de 1980.
Investigación: Marinela Araque Rivero.
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