Henry Alizo es uno de esos artistas más polifacéticos y prolíficos de la ciudad de Barinas, en los llanos occidentales de Venezuela. Se ha convertido en promotor de la pintura y escultura entre las nuevas generaciones de su ciudad natal.

Marinela Araque Rivero. 6/5/2017.
Henry Alizo es uno de esos artistas barineses del siglo XX más polifacéticos y una influencia positiva para las nuevas generaciones que se van levantando en su ciudad natal.
Además de sus piezas artísticas, este escultor y pintor con vocación social ha moldeado la identidad barinesa a punta de cincel y del valores de la solidaridad. Al crear con su propio esfuerzo y peculio el Museo de Artes Visuales Henry Alizo para llevar lecciones de cultura niños y jóvenes en estado vulnerable, lo convierte en un maestro de humanidad y de artes plásticas.

Nace en la ciudad de Barinas el 21 de abril de 1955 del matrimonio conformado por Arturo Alizo y Francisca María de Alizo. Su infancia transcurrió en Altamira de Cáceres, población barinesa situada en el piedemonte andino, entre los llanos y la cordillera.
Allí estaba el hogar de sus abuelos, muy cerca del río cristalino donde el niño empezó a ver formas y figuras que en su imaginación emergían de las enormes piedras que serpenteaban la humilde vivienda.
Al cumplir la edad escolar se trasladó a Barinas a la casa de sus padres para estudiar la primaria y comienza a trabajar como ayudante de su progenitor, quien era carpintero, herrero, albañil, lutier y bandolista.
El niño fue adquiriendo los saberes de estos oficios. En su trajinar por potreros y lagunas cercanas al barrio San José donde vivía junto a sus padres, comienza su contacto con la arcilla, esa materia prima que le serviría de herramienta para empezar a recrear elementos de la naturaleza y de su entorno.
Con el tiempo hallaría la conjunción perfecta entre el volumen y la forma para crear obras que traducen la vocación social que ha caracterizado su personalidad y su producción artística.
A los 15 años realiza su primera escultura de gran formato, que llamó La Negra Rolaira. En el año 1972 ingresa a la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, de la ciudad de Barinas, donde estudió cuatro años.
En esa institución formaliza su primera exposición colectiva de pintura y escultura, y recibe una placa de reconocimiento por la obra titulada Plegaria al infinito, realizada con la técnica de arcilla, tenía 17 años.
En el año 1977 organiza una exposición individual, esta vez en los pasillos de la Universidad de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora. La formación recibida en la Escuela Cristóbal Rojas le permitió hacer una pasantía, entre 1978 y 1979, en el Centro Experimental de Arte de la Universidad de Los Andes (ULA).
Paralelamente, realiza estudios sobre la pintura venezolana y se prepara en la gerencia de organizaciones culturales en la ciudad de Barinas.
Aupado por familiares y amigos que vieron en el joven un don especial para esculpir, decidió exponer sus creaciones en la Casa de la Cultura Napoleón Sebastián Arteaga.
El país comienza a conocer su obra. En 1979 exhibe una individual en los salones del Concejo Municipal del Distrito Federal en Caracas, y en 1980 expone en el Primer Salón de Artes Plásticas de Occidente Venezuela, realizado en la sede de Corpoven en la ciudad de Mérida.
Pero no todo fue fácil para Henry Alizo. Tuvo que hacer muchos trámites para colocar sus esculturas y pinturas en las diferentes galerías del país. Muchas veces su obra no fue comprendida por las autoridades y el público, aunque años después fuera celebrada por todos.
Escultura incomprendida
Alizo se convirtió en el primer artista barinés en crear una escultura en metal de 20 metros de altura y con un peso aproximado de 1000 kilos, en homenaje al Libertador Simón Bolívar.
La obra fue realizada en 1983 y se titulaba Los tres momentos más importantes del Libertador, donde se contempla a Simón Bolívar como estadista, guerrero y humanista.

Esta escultura fue inaugurada en la redoma industrial con motivo del bicentenario del natalicio de Bolívar. Pero fue bajada misteriosamente del pedestal sin explicación ni consentimiento de su creador, quien tuvo que salir en su defensa exhortando al Concejo Municipal, cuyas autoridades habían autorizado la instalación de la imagen para, pocos meses después, ordenar que la bajaran del pedestal.
A los días del aquel hecho, se supo que la orden provenía de Juan de Dios Pérez, Secretario General de Gobierno. Se presume que los motivos fueron, en palabras del autor, “que la escultura se asemejaba al robot Mazinger Z”, protagonista de una serie animada de moda en aquel tiempo.

La reacción del artista no se hizo esperar y denunció ante la prensa regional “el irrespeto” a la creación artística y “el abuso de las autoridades”, pues el hecho de haber derribado la escultura del Libertador, constituía “un acto de vandalismo perpetrado por el mismo Estado” y “un menosprecio a la creación individual”.
Pero ese agravio hacia una de sus creaciones, no lo amilanó. Pues a Alizo lo acompañaba un sueño, un deseo de ver que su obra se expusiera en un espacio propio.
Un museo-taller para enseñar arte
Corrió con la suerte de que había comprado una casa de INAVI (inmuebles sociales del Estado en ese entonces) en la urbanización Negro Primero en el año 1981. Aprovechó entonces la circunstancia y comenzó a cristalizar el proyecto del taller.
Como si de un arquitecto se tratara, trazó el bosquejo del proyecto. Él mismo fabricó las bases de la casa, remodelando aquella vivienda de tan solo dos habitaciones, un baño y una cocina para convertirla en una edificación de varias plantas con un entramado de piedras, técnica que aprendió de su padre.
No usaba cabillas; abría las zanjas, que llenaba de piedras, y luego las encofraba. Así pudo construir una infraestructura de varios niveles, trabajo que le llevó trece años mientras desarrollaba en paralelo su labor artística.
En 1994 el proyecto se había consolidado en su primera parte como Taller de Artes Visuales Alizo. Motivado al éxito alcanzado, en 1998 lo registra como Fundación Museo de Artes Visuales Henry Alizo y en sus espacios empieza a formar nuevos talentos, trabajo que compartía con las clases que dictaba como profesor de pintura en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas, de donde fue jubilado.
Por fin, Alizo encuentra su lugar en este recinto. Este logro vigorizó su producción artística, en ese tiempo diversa y numerosa. Aunque para el público barinés sea más conocida su faceta de escultor, no podemos olvidarnos del papel que juega la pintura y la formación del talento nuevo en su dilatada carrera.
El arte militante de Henry Alizo
Sus óleos contienen un universo cromático con mensajes protestatarios. En sus esculturas Alizo patenta la huella indígena venezolana y el amor por el volumen, que han definido su estilo.
Haber vivido en su niñez en Altamira de Cáceres, la ciudad primigenia del estado Barinas, rodeada de exuberantes ríos tapizados con piedras majestuosas e imponentes, quizá influyó en su inclinación por el trazo y las formas voluminosas.
Sus obras acusan el auge y la decadencia de una sociedad politizada. Con sus esculturas Encuentro del soberano (1973), Concreción humana (1973), Integración amorosa entre los venezolanos (2003); y sus pinturas Encuentro amistoso (1992), y Todos somos venezolanos (2002), Alizo expresa la continua lucha del hombre para sobrevivir. Para ello reconoce que una de las formas es la hermandad entre los pueblos: “La solidaridad, la unión, la fraternidad, el reconocimiento del otro, la cooperación y el amor al prójimo, son fuerzas vitales para el ser humano”.
Cronista desde el lienzo

Como si de un cronista se tratara, el artista es un activo observador de los acontecimientos políticos de la sociedad venezolana y los reinventa incesantemente en sus obras: Los políticos corruptos (1982), El rescate en sociedad (1991), Resistencia social (1999), Escena de un caído de la plaza Altamira (2002), son algunas de las piezas con las que fija posición, su manera de rebelarse contra “una élite política inmoral, la injusticia, la muerte, la destrucción, la opresión”.
Sin embargo, su obra no es lóbrega, de ella brota su sueño que ha acariciado desde joven: “Que algún día el hombre deje a un lado la crueldad para entregarse a la caridad y a la razón”.
En la pieza Rostros de la sociedad (1992), de nuevo está presente la esencia humana con fisonomía de mujer, quizás para conmemorar la fuerza de la vida, el instinto de preservación y la esperanza de la humanidad.
Por último, Plegaria de libertad y canto a la libertad (1978), y Columna de la libertad (1987), son obras con un contenido existencialista estrechamente vinculadas con la determinación del hombre por un mundo plural y abierto. A través de estas esculturas Alizo propicia en su comunidad los valores de la cooperación, la equidad y la bondad.
Por su coherente trabajo artístico y social ha recibido reconocimientos como la orden Ciudad de Barinas en su primera clase (1977), Condecoración Alberto Arvelo Torreaba en su única clase, medalla de honor del Ejército Venezolano Batallón Santiago Mariño, Botón al Mérito de la Dirección de Cultura del estado Barinas, entre otros.
Es fundador de la Asociación de Artistas Plásticos capítulo Barinas (AVAP) y actualmente es director del Museo de Artes Visuales Henry Alizo.
Las obras de Henry Alizo están hechas de piedra, de metal, de madera, de arcilla, de pigmentos»¦ materiales con los que ha fortalecido su militancia en la posible redención humana a través del arte.
Casa, museo, docencia y obra toda que se sustenta en una convicción: “El ser humano desde que nace es un creador”.
Fuentes consultadas
Alizo Henry. Entrevista realizada en Barinas el 28 de abril de 2017.
Creadores visuales de Venezuela. Henry Alizo, artista plástico. 17 de junio de 2009. Consultado el 5 de mayo de 2017.
El Escultor Henry Alizo en el Primer Salón de Artes. Diario Pronto Nº 369. p.5. Año 1980
En la casa de Henry Alizo. En noticierodigital.com, 3 de julio de 2013. Consultado en mayo de 2017.
Henry Alizo expone con éxito en Mérida. En el periódico De Frente, p. 6. Año 1985
Ministerio de Estado para la Cultura. Figura y forma que emergen del tiempo y el espacio. III Décadas de Escultura y pintura. Henry Alizo. Exposición retrospectiva. 1974-2004. (Folleto) Barinas, 2004.
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