Y va a caer»¦ la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez

El descuido institucional y el tiempo han convertido la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez, de Mérida, en una amenaza a la integridad pública. Ha resistido lo suficiente, pero hoy está a punto de desplomarse. 

Frank Gavidia y Francy Velásquez 26/5/2017.

En 1814 el canónigo Francisco Antonio Uzcátegui cedió su casona a los patriotas merideños para que fabricaran armas y escondieran sus pertrechos. La procera edificación, ubicada en la esquina de la actual calle 23 con avenida 3 Independencia, había resistido ya al calamitoso terremoto de 1812 y luego a una segunda planta que se construyó sobre ella en 1924. Pero hoy está a punto de perder la batalla contra el tiempo, la desmemoria y el descuido del Estado. Su inminente desplome la convierte en un peligro para los temerarios usuarios y visitantes, incluidos niños y adolescentes, que la animan hoy como Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez.

Desde afuera a la antigua Casa Rosada, luego llamada Casa de los Dávila, se le ve aguantar con gallardía el abandono, pero apenas se cruza el umbral de su puerta, deja al descubierto su interior vulnerable y una pavorosa fragilidad.

La ingeniera y geógrafa Sonia Mora, quien nos acompañó en un recorrido que hiciéramos a nombre de IAM Venezuela, recomienda la “clausura preventiva” de la histórica casa, puesto que la misma “no cumple los requisitos mínimos estructurales: las fundaciones de madera con el pasar del tiempo han sufrido un profundo desgaste sin el mantenimiento requerido ni los ajustes pertinentes, lo que ha llevado claramente a que el espacio físico esté en riesgo inminente de ceder en el momento menos pensado”. A esto se añade la peligrosa situación de unas instalaciones eléctricas mal diseñadas, que le suman un letal riesgo a la estructura.

En la inspección se observó, además, que los techos de muchos de los salones están próximos a desplomarse, lo cual puede generar daños materiales y hasta ocasionar un accidente a los usuarios de la Casa de la Cultura, en su mayoría niños y adolescentes. Las filtraciones por las lluvias y tuberías desgastadas carcomen con paciente eficacia las paredes de las diferentes áreas, y las salas carecen de iluminación y ventilación adecuada al sano desarrollo de las actividades culturales.

Mora añade a la deplorable situación del inmueble “el fuerte hedor como consecuencia de la falta de agua”, por lo que se han clausurado los baños que estaban en funcionamiento. Los espacios sin uso, advierte la profesional, “atrae la presencia de insectos y aumenta el deterioro general”.

Julio Marín, profesor de música y miembro de la junta directiva de la Casa de la Cultura, afirma que el daño de los materiales de construcción, por no aplicar medidas preventivas, “fue debilitando la división entre planta baja y el primer piso en donde actualmente se imparten clases de baile, guitarra, teatro y lencería”. Las filtraciones no solo vencen de humedad las ya agrietadas paredes y frisos, también van debilitado los techos y las bases de la estructura: “Lo prioritario, alega Marín, son las canales, no solamente la del lateral izquierdo, sino la del lateral derecho. También urge reparar el techo. Media pared de esa esquina se ha venido abajo, desde el cielo raso”. Tras el inventario del horror, el profesor deja colar un sueño: “Ojalá que el piso se pudiera cambiar todo»¦ por la data que tiene, hay puntos donde las tablas son endebles.”

Para los profesores de las diferentes áreas, como para los estudiantes, es un reto diario transitar por estos espacios en el que ponen en riesgo su integridad ante la falta de condiciones aptas para llevar a curso estas clases. Así como para desarrollar las actividades culturales propias de la institución, en las cuales hay que andar a paso de zancos para sortear los muchos huecos de la madera en pisos desnivelados.

Quienes no asumieron el desafío de habitar un inmueble a punto de caer fueron los responsables de la Fundación Librerías del Sur, cuya sede se ubicaba hasta hace poco en la planta baja de esa casa de cultura. Los responsables advirtieron del peligro a sus usuarios en un sensato comunicado pegado en la puerta del local: “Por medio de este aviso se informa a los usuarios y visitantes de la Fundación Librerías del Sur que, debido a riesgo estructural e insalubridad, estaremos en el Centro Cultural Tulio Febres Cordero, en sótano. Al lado de Red de Arte”.

Mientras, la nada sigue su curso. Tanto en la casona del canónigo que fuera un impenitente benefactor de la ciudad y primer presidente de la Provincia de Mérida, en 1811; como en las oficinas gubernativas que tendrían que salvaguardar con celo un recinto estratégico de la gesta bolivariana. Así sea por guardar las formas.

La historia choca con la sordera oficial

El inminente desplome de la Casa Rosada representa una pérdida patrimonial de la ciudad y un riesgo para la comunidad merideña. Las bases de este inmueble tienen más de 200 años, pero no son sus siglos los que lo vencen. El desconocimiento, la desmemoria ciudadana, y la falta de políticas oficiales de prevención y conservación de los bienes patrimoniales son las primeras causas del acelerado desgaste de esta edificación que, junto con otras construcciones civiles del casco histórico de Mérida, sucumben ante la omisión de organismos del Estado obligados por la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural, promulgada en 1993, a un mantenimiento digno de su rancio abolengo.

Esto lo entendieron los legisladores de hace 36 años, cuando dispusieron que el inmueble que se levantó sobre la casona cedida por el canónigo Francisco Antonio Uzcátegui a la causa emancipadora fuera declarado edificación de valor arquitectónico y urbanístico, jerarquía que se concretó en la Gaceta Municipal Nro. 5, del 4 de junio de 1980. Así como el Instituto del Patrimonio Cultural, cuando lo registró como bien de interés cultural en la categoría Lo construido, en su Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004 – 2007, municipio Libertador del estado Mérida.

Placa de bronce en la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez. Foto Frank Gavidia.

No solamente al recinto honraban con el gesto, sino también a su primer dueño, aquel presbítero de talante progresista y elevada estatura política que promovió la construcción de la primera fuente de agua pública de Mérida, que fundó la primera escuela pública el 10 de septiembre de 1782 (pagando al maestro con su peculio), que en 1788 funda y subsidia en Ejido una escuela de artes y oficios, que fomentó el comercio, que colaboró con la reconstrucción de las obras destruidas por el terremoto de 1812, que integró la Junta Patriótica de su provincia constituida el 16 de septiembre de 1810, y quien, nada más y nada menos, perteneció al Colegio Electoral que sancionó la primera Carta Constitucional de Mérida el 31 de julio de 1811. Elegido al día siguiente como primer presidente constitucional de la Provincia de Mérida, juró entonces la libertad definitiva para Venezuela. La placa de bronce que se conserva en la húmeda fachada de la actual Casa de Cultura Juan Félix Sánchez alude su trascendencia: “Aquí estuvo la casa del Canónigo Uzcátegui Prócer Merideño”.

Pero nada que la ruina y la referencia histórica resuenan en los sordos despachos del Gobierno, pese a que la casa de la cultura es contigua a la sede de la gobernación y del Palacio de Justicia. Luis Alfonso Viloria, estudiante de Derecho de la Universidad de Los Andes, y usuario de la Librería Del Sur, recuerda que “Mérida es una ciudad cuya principal carta de presentación es su historia y cultura, lamentablemente hoy vemos cómo esa memoria histórica se cae a pedazos frente la mirada impávida de quienes gobiernan”.

Según Viloria, la vulnerable casa desaparece además bajo el caos de vendedores informales e indigentes que ocupan su entrada: “No es posible conocer la historia en medio de tales condiciones; es palpable el duro deterioro que sufre. Visitar la casa de la cultura es hacer deporte extremo, pues estás a expensas de que en el momento menos pensado se venga abajo. Es un riesgo para la integridad y un golpe a la memoria histórica y la cultura de Mérida”.

Rehabilitación y despojo

Los huecos en la madera de la planta alta de la casa de la cultura de Mérida. Foto Frank Gavidia.

No siempre este inmueble fue desdeñado. Se han acometido algunos proyectos de “rehabilitación”, aunque inconclusos y «atroces». Una participante del curso de lencería, que pide resguardar su nombre, nos informa de un proyecto que hubo para restaurar la casa, con la gente adentro. «Esto nunca se dio», dice antes de inocular la sospecha: «No sé para dónde se fueron estos recursos; que la arreglen es indispensable, pues de no hacerlo se ven afectadas las actividades que los alumnos desempeñan”. La estudiante tampoco sabe para dónde se van las agujas y “las otras cosas” que “se nos caen por ese huequito que está ahí”, y señala el agujero del piso de madera que la sostiene a duras penas en la segunda planta del edificio.

El profesor Julio Marín refiere al respecto que hace aproximadamente 10 años una empresa realizó algunos trabajos de recuperación de la casa, pero luego de esta intervención las filtraciones arreciaron: “La empresa encargada de las reparaciones arregló unas cosas y destruyó otras, como las gárgolas de bronce, que sustituyeron por tubos. Con ello hicieron dos cosas malas: la instalación en sí de unos tubos inadecuados para la estética de este edificio; y el cómo los colocaron, irrespetando los triglifos. Además montaron unas canales sin pegarlas y se fueron dejándolas así; ahí comenzó el deterioro de esta lateral.”

Refiere Marín que la junta directiva de esta casa de cultura ha presentado desde hace varios años diferentes proyectos “muy bien elaborados que no han sido tomados en cuenta por los organismos competentes”. Sin embargo manifestó que actualmente existe una iniciativa conjunta con la Gobernación para rehabilitar el histórico inmueble: “En septiembre de 2016 se aprobó este documento en un punto de cuenta, pero luego se postergó. Ahora hay que actualizar el presupuesto y finalmente validarlo. Este proyecto consiste en la reparación de 14 necesidades de la casa, pero por ahora solo se cubrirá la reparación del techo y las canales.”

Fueron ignoradas las solicitudes de ahondar en esta información que una y otra vez planteáramos al director de esta institución cultural y demás responsables del aludido proyecto de recuperación. Aunque el documento es de evidente interés público, está vedado a los usuarios y profesores de la institución. Y a la prensa.

Que la nada no gane la batalla

El enfoque sociocultural en el que se entrama la ciudad y sus edificaciones históricas ha ido cambiando según el uso que se las ha dado a estas. Conocida como Casa Rosada desde 1895, y luego como la Casa de los Dávila, a partir de 1989 se convierte en la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez. Como ente cultural no se ha conservado la edificación, sepultando con ello el nombre del entrañable artista merideño y la aquilatada memoria de Francisco Antonio Uzcátegui.

A partir de 1989 el antiguo inmueble se convierte en Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez. Foto Frank Gavidia.

Con el inmueble a punto de caer no solo ruedan abajo la ternura y el arte de Sánchez o el legado del heroico sacerdote, sino también los vínculos de la ciudadanía con su pasado, su noción de cultura, su presente, y su mismo futuro. Una pieza faltante en el rompecabezas de la memoria colectiva desarticula toda la estructura establecida, desencadenando la ruptura con la historia. No se puede entender el entramado social y cultural como una red de conexiones cuando no hay puntos de encuentro entre un recuerdo y otro.

La Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez y demás construcciones civiles de su estirpe guardan entre sus paredes esos recuerdos de insignes personajes que nos antecedieron y otorgan gentilicio; son un punto de encuentro con lo que fuimos, y también con lo que somos hoy. Quizá por ello se esté desplomando ante las narices de un Gobierno al que parece habérsele extraviado el país.

Luis Alfonso Viloria comenta que el derrumbe de la edificación sería una vergüenza: “Esto significaría que le hemos dado la espalda a nuestras raíces y nos hemos olvidado de nuestro devenir”, por lo que exhortó a no dejar morir dicho espacio: “Los merideños tenemos la responsabilidad moral, ética e incluso legal de preservar nuestra memoria histórica, por lo cual es pertinente emplazar a las autoridades a que sumen esfuerzos y vuelquen su mirada para darse cuenta de lo que ocurre”.

La desidia no solo arremete contra el patrimonio inmueble representado por el conjunto arquitectónico, sino que también desmorona el patrimonio intangible marcado por Francisco Antonio Uzcátegui, un personaje que forjó la civilidad merideña y que es válido referente en el cual reconocernos para escribir nuestra propia historia.

Sí, sería una tragedia el definitivo desplome de esta edificación; que finalmente la nada gane la batalla. La casa ha resistido lo suficiente. Que no caiga ahora, que no caiga el futuro.

Fuentes consultadas

Arquitectura y Memoria. En Memoriaabierta.org.ar, 31 de agosto de 2009. Consultado el 23 de mayo de 2017.

Burguera, Alfonso. Inicio y evolución de Mérida como ciudad. Mérida. Trabajo de apoyo a la investigación sobre la ciudad, 1993.

Calderón, Eligia& Robinson, D. Mérida encuentro con su patrimonio arquitectónico. Mérida. Talleres gráficos de la ULA, 2012.

Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano, 2004 – 2007. Municipio Libertador, estado Mérida. Instituto del Patrimonio Cultural.

Estudiante del curso de lencería. Entrevista realizada el 17 de mayo de 2017, en la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez.

Fernández, Néstor. Semblanza de los arzobispos, obispos y de algunos eminentes presbíteros del clero secular de la historia de la Arquidiócesis de Mérida / Venezuela. Editorial Casa Blanca, 2001

Mora, Sonia. Ingeniera Civil, egresada de la Universidad de los Andes. Entrevista realizada el 25 de abril de 2017 en la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez.

Viloria, Luis Alfonso. Vecino, estudiante de la Universidad de los Andes, usuario frecuente de la Librería del Sur. Entrevista realizada el 12 de mayo de 2017 en el Centro Cultural Tulio Febres Cordero.

Marín, Julio. Miembro de la junta directiva de la casa Cultural Juan Félix Sánchez. Entrevista realizada el 19 de mayo de 2017, en la Casa de la Cultura Juan Félix Sánchez.

Uzcátegui y Dávila, Francisco Antonio. Diccionario de Historia de Venezuela. Fundación Empresas Polar, primera reimpresión de la segunda edición 2010. Tomo 4, pp. 174 – 175.

Zerpa, Carlos. Historia de Mérida. Mérida. Carlos Chalbaud Zerpa, 3ª edición, corregida y actualizada. 2010.

 

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