
Nombre: plaza Rangel, plaza El Llano
Año: circa 1750
Tipo de patrimonio cultural: tangible/ imueble.
Administrador custodio o responsable: alcaldía del municipio Libertador y Corporación Merideña de Turismo (Cormetur).
Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas
Historia
La plaza El Llano, conocida hoy como plaza Rangel, de la ciudad de Mérida, es uno de los espacios públicos de más vieja data nacidos al calor del tercer y último asentamiento definitivo de la ciudad de Santiago de los Caballeros de Mérida efectuado en las postrimerías de 1559. Ubicada en uno de los extremos longitudinales del sudoeste de la urbe, su origen se vincula con la construcción, en la primera mitad del siglo XVIII, de la capilla de Santa Cruz en la barriada El Llano, sector de mayor población mestiza habitado durante la Colonia, constituido en parroquia eclesiástica a partir de 1805.
Al localizarse al frente del recinto religioso, se le conocerá como plaza menor o plaza de parroquias, ambientes urbanos considerados por el arquitecto Christian Páez Rivadeneira, de vital importancia “tanto para la conformación de un crecimiento armónico de la traza de la ciudad, como para la definición de los centros menores que van a dar cohesión a la organización social de la población urbana”, constituyendo además, “una red de espacios públicos que interconectan las distintas zonas de la ciudad, ofreciendo a cada barrio o parroquia, la posibilidad de recrear pequeños centros, periféricos al corazón de la ciudad, y a su Plaza Mayor”.

Morfológicamente la plaza era de forma irregular, y determinaba el final de la actual avenida 3 Independencia, hasta que, producto de la reconstrucción de la iglesia en 1823, la cual había sido derribada por el sismo de 1812, se ubicó la nueva edificación en la manzana respectiva y no sobre la avenida como estaba anteriormente, dejando libre esta. Así se puede apreciar en un plano topográfico de 1856 elaborado por Gregorio Fidel Méndez según orden de la Diputación Provincial. Pero no es sino hasta finales del siglo XIX que la plaza adquiere su forma cuadrangular, cuando la avenida alcanza definitivamente una línea recta a consecuencia de la desaparición de los vestigios de tapia del primigenio templo.
Por sus características, la plaza El Llano estará dedicada a actividades de índole exclusivamente religiosas. Un testimonio del viajero alemán Christian Antón Goering, en su visita a la ciudad en 1869 nos precisa en sus apuntes que las plazas parroquiales se convertían en un “oloroso jardín ornamental”, donde desde tempranas horas de la mañana tenía lugar “inusitada agitación, especialmente el día de la procesión de Corpus Christi”, en cuyas cuatro esquinas se levantaban a menudo hermosos altares y arcos triunfales elaborados con bejucos entretejidos de diversas formas. Igualmente, desde el perímetro de la plaza salían cada Jueves Santo, las procesiones de la Semana Mayor.
A partir julio de 1888, con motivo de la celebración del centenario del natalicio del prócer de la Independencia coronel José Antonio Rangel (1789 – 1821), la plaza El Llano se consagró a su memoria, convirtiéndose en escenario idóneo para las celebraciones cívicas y procesiones patrias que se realizaran desde entonces, en especial las dedicadas a los llamados héroes nacionales. Sin embargo, hubo que esperar hasta principios del siglo XX para que la plaza experimentara algunas transformaciones.
Según puede constatarse en una publicación hecha en el periódico El Colaborador Andino del 19 de septiembre de 1901, los jardines de las plazas Bolívar y Rangel estaban “tomando el carácter de verdaderas alamedas gracias al esfuerzo de sus directores”. Un año después El Billete, en su edición del 23 de agosto de 1902, corrobora lo antes señalado al apuntar que el jardín de la plaza El Llano iba “viento en popa”.
A pesar del “espíritu patriótico” que embargaba a los merideños, el abandono de la plaza Rangel se puso de manifiesto en los años siguientes. Candelario Pérez, redactor de El Látigo manifestaba, el 22 de noviembre de 1906, su preocupación por las condiciones en las que se encontraba la “plazuela del Llano” la cual, a su decir, parecía un “corral de ovejas”. Todo indica que a pesar de las “buenas intenciones”, al final la falta de mantenimiento de los espacios públicos se evidenciaba a cada momento.

La denuncia de Pérez tuvo felizmente una respuesta satisfactoria en los meses siguientes, ya que gracias a la colaboración de los vecinos y del ejecutivo regional, la plaza es remodelada siguiendo el esquema del modelo tradicional. Según El Colaborador Andino, en su publicación del 19 de abril de 1907, la plaza había recibido “grandes mejoras” entre las que se destacaban la construcción de cuatro avenidas que permitían el paso interior por los jardines, se le estaban incorporando “sofaes” (bancos) de mampostería y se construía en su centro una pila de agua como parte de las grandes obras de “progreso” que se efectuaban en la ciudad. Ya para el 26 de julio del citado año, de acuerdo a una nota del periódico La Prensa, la plaza Rangel se había transformado en un “espléndido jardín”. Una tarjeta postal de la época nos ilustra los trabajos antes señalados, en la que se aprecia la pila en pleno funcionamiento rodeada de un frondoso jardín.
La plaza se mantendrá sin mayores cambios hasta el año de 1930, época en la que en el marco de la conmemoración del centenario de la muerte del Padre de la Patria, el presidente de la entidad, general José Rafael Dávila, mediante decreto del 24 de julio, ordenó la composición de la plaza Rangel y la erección de un busto de bronce sobre un pedestal de granito en homenaje al “distinguido coronel”.


El busto de bronce fue elaborado por el reconocido Estudio Artístico y Marmolería J. Rovers Sucs., -establecido en Caracas, que contaba con talleres en Bologna (Italia)-, siendo inaugurado el 19 de diciembre de 1930, luego de una vistoso y concurrido desfile iniciado a las ocho de la mañana desde la plaza Bolívar, que incorporó la develación de una lápida conmemorativa donde había nacido y vivido el “paladín merideño” José Antonio Rangel, lugar que a su vez había sido morada del Libertador Simón Bolívar durante su visita a la ciudad en 1820.
En la ocasión de la desvelación del busto por parte del escritor merideño doctor Emilio Menotti Spósito se procedió también a la inauguración de las avenidas de la plaza, pavimentadas según disposición del gobierno regional. En el discurso de orden, pronunciado por Menotti Spósito se exaltó la figura del héroe homenajeado, considerándosele como el “adalid merideño y estrella en la primera magnitud en el cielo sagrado de la Libertad».
Transcurrida una década, el recinto público será objeto del abandono y la desidia. El 21 de junio de 1941, se advertía en el diario La Idea el “pobre” estado en que se encontraba la plaza, la cual desde que la habían hecho, -se precisaba en la nota- nadie más se había vuelto a acordar de ella, sus avenidas se encontraban “rotas y maltratadas” y las plantas del jardín daban una “sensación de tristeza bien penosa” que ciertamente no eran “ornato de la población ni recreo de los ojos”.
Meses después, el 7 de diciembre de 1941, el referido periódico anunciaba con placer la “acción benefactora” que había recibido la plaza Rangel por parte de la municipalidad, la cual se mostraba ante los merideños en “perfecto estado de decencia y de limpieza: las avenidas convenientemente arregladas, la grama nueva y toda ella primorosamente presentada”. Para completar tal “rejuvenecimiento”, se decía en el rotativo, que el primer y tercer jueves de cada mes se tocarían retretas en dicho espacio.

Posteriormente, el 9 de agosto de 1954, el gobernador del estado, Vicente Tálamo, al considerar que la plaza Rangel era uno de los lugares más frecuentados por la colectividad merideña, pero que su aspecto no armonizaba con las obras de “embellecimiento” y de “progreso” que se estaban realizando en la ciudad andina, ordenó mediante decreto la total refracción de la plaza, construyéndose sus avenidas con pisos de granito, instalación eléctrica subterránea, postes ornamentales de granito y la sustitución del pedestal de concreto donde reposaba el busto del coronel Rangel por uno de mármol.
Ante el inicio de los respectivos trabajos, en la edición del 29 de agosto del diario El Vigilante se destacaba que en más de una oportunidad se habían hecho en dicho periódico “llamados de atención” sobre el estado de la plaza “que no era precisamente el más recomendable y por lo mismo no se compadecía en la magnificiencia del hermoso Templo” ante el cual estaba. Efectivamente las obras se ejecutaron a cabalidad, e implicó una inversión de 45 781,15 bolívares, que fueron concluidos para el mes de mayo de 1955, convirtiéndose en un testimonio de las transformaciones urbanísticas perpetuadas durante la dictadura perijeminista, cuyas características aún se podían apreciar a principios del siglo XXI.

Más recientemente, en el 2006, aun cuando el monumento al coronel Rangel requería ser sometido a un proceso de limpieza y el pedestal presentaba fragmentaciones en uno de sus vértices, la plaza es nuevamente reconstruida, destruyéndose sus avenidas y postes de granito que se encontraban en perfectas condiciones, por caminerías de concreto y ladrillos y postes ornamentales de hierro. Del mismo modo, el pedestal de mármol de forma piramidal truncada que se caracterizaba por el equilibro y armonía en su forma se sustituyó por otro de menor calidad artística y sobriedad. Tales acciones demuestran sin duda la carencia dentro de las instituciones del ejecutivo regional y municipal de una verdadera política de conservación de los monumentos y espacios públicos de la ciudad.

Tiempo después, el monumento al héroe merideño será víctima del vandalismo, en cuyo pedestal se podían apreciar diversos tags y grafitis, hasta que a mediados del año 2016 fue sometido a un nuevo proceso de limpieza. Para ese mismo año, las 16 farolas de hierro que se habían instalado desde hacía una década fueron desincorporados, quedando en su lugar cuatro nuevas farolas con luminarias Leds.
Descripción
Plaza de forma cuadrangular que ocupa un cuarto de la manzana en un área de 1183,617 metros cuadrados aproximadamente, compuesta por un sistema de siete caminerías internas construidas en concreto y adornadas con ladrillos rectangulares y hexagonales dispuestos de manera discontinua en el centro y algunos bordes. En las cuatro esquinas se hallan farolas de hierro de dos brazos, acompañados de lámparas Leds cada uno, empleadas en la iluminación del lugar en horas nocturnas.
En el centro actúa como elemento jerarquizante el monumento al coronel y doctor José Antonio Rangel, caracterizado por un busto de bronce de un metro de alto, quien luce casaca militar, de charreteras con canelones de pala; cuello y pechera ornamentada con hojas de laurel. En el hombro izquierdo exhibe una capa que de manera armónica hace un sutil movimiento ondulado hasta cubrir toda la parte inferior del busto.
La escultura se levanta sobre un pedestal de mármol de dos metros y medio de altura, de forma rectangular vertical, adornado en la parte superior por dos listeles los cuales se encuentran ampliamente separados entre sí. En la cara frontal se halla grabado en bajorrelieve la inscripción: “AL / CORONEL ANTONIO RANGEL / EL GOBIERNO DEL ESTADO MÉRIDA”. El pedestal reposa sobre una basa cuadrada adornada por dos molduras de sección rectangular, una más pequeña que la otra, para finalmente erigirse sobre una superficie cuadrangular, conformando en su conjunto una especie de escalera ascendente.
La plaza se encuentra dotada de 23 bancos hierro y madera y 12 papeleras distribuidas entre las caminerías internas y la parte central. Asimismo, se hallan tres astas de hierro que se levantan sobre un pedestal de concreto, las cuales se encuentran ubicadas en el costado oeste del monumento. Igualmente, posee un jardín con pequeñas plantas ornamentales entre las que destacan arbustos como el papiro (Cyperus papirus L.), aracáceas como la palma fénix (Phoenix canariensis) y cuatro árboles grandes como el bucare ceibo (Eritrina poeppigiana) y el araguaney (Tabebuia chrysantha Jacq.), que ofrecen sombra al visitante en el trascurso del día.
Valores patrimoniales
La plaza Rangel de Mérida es un espacio abierto, dinámico, cambiante, de estadía y representatividad que ha armonizado la trama urbana de la ciudad merideña desde el periodo colonial, sirviendo a su vez de punto de referencia entre la ciudadanía al propiciar el encuentro, el diálogo, la recreación, el contacto con la naturaleza y las expresiones socioculturales y políticas. De manera que a su función original por la cual fue concebida, es decir, la religiosa -que aún se mantiene-, se le suman otras de índole cívica, al rendir homenaje a uno de los héroes regionales vinculados con la gesta emancipadora, constituyéndose en escenario para las celebraciones de las fechas patrias. Ha adquirido también una función política, al servir de espacio donde los ciudadanos en diversas oportunidades han demandado a los organismos del Estado y del gobierno, sus reivindicaciones o necesidades; y una función social, al ser un espacio ampliamente apropiado por jóvenes adolescentes, quienes lo frecuentan en horas de la tarde.
En cuanto al monumento, a pesar de las erradas intervenciones, la plaza conserva una de las seis obras escultóricas de carácter cívico levantadas en la ciudad merideña como parte de la conmemoración del centenario de la muerte del Libertador Simón Bolívar, a través de la cual se le rinde tributo al prócer andino coronel José Antonio Rangel (1788 – 1821), quien bajo las órdenes del general José Antonio Páez, tuvo distinguida participación en las acciones militares desarrolladas en el territorio venezolano en pro de la Independencia, como Mata de la Miel (16 de febrero de 1816), El Yagual (11 de octubre de 1816), Mucuritas (28 de enero de 1817) y Carabobo (24 de junio de 1821).
La plaza Rangel forma parte del Patrimonio Histórico Cultural del municipio Libertador incorporado en el decreto municipal número 5S5 fechado en Mérida el 7 de julio del 2004. Posteriormente, en el 2007, la plaza fue incluida en la categoría “Lo construido”, y el monumento del héroe, en la categoría “La creación individual”, del Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano correspondiente al Municipio Libertador del Estado Mérida.
Situación actual
La plaza se encuentra en buenas condiciones. Los bancos requieren la sustitución de la madera, ya que por falta de mantenimiento y aunado a los factores físico-ambientales y antropogénicos, la mayoría presenta decoloración, ondulaciones y fragmentaciones. Por su parte, el monumento al coronel José Antonio Rangel se encuentra en regular estado de conservación, ya que en la escultura se evidencia excremento de palomas, mientras que el pedestal exhibe grafitis y posee desprendimiento de las molduras inferiores y fragmentación acentuada en los bordes de la base.
Ubicación
Plaza Rangel, entre avenida 3 Independencia y calle 28 Arias, frente a la Iglesia San Miguel de El Llano. Sector El Llano, parroquia El Llano, municipio Libertador, estado Mérida, Venezuela.
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Fuentes consultadas
Bien por la Modernización de la Plaza Rangel, en El Vigilante, p.1, Mérida, 29 de agosto de 1954.
Decreto relativo a la composición de la Plaza Rangel y la erección de un busto al coronel Vicente Campo Elías (24 de julio de 1930), en Gaceta Oficial del Estado Mérida, p. 8.821, Mérida, 15 de agosto de 1930.
Decreto sobre la reconstrucción de la Plaza Rangel de la ciudad de Mérida (19 de agosto de 1954), en Gaceta Oficial del Estado Mérida, p. 2, Mérida, 24 de septiembre de 1954.
Embellecimiento de la plaza Rangel, en La Idea, p. 4. Mérida, 7 de diciembre de 1941.
Hurtado Camargo, Samuel Leonardo. La estatuaria pública conmemorativa de la ciudad de Mérida (1842-2006): análisis histórico. Universidad de Los Andes, Escuela de Historia (Memoria de Grado), junio 2007, 500 pp.
Goering, Christian Antón. Venezuela, el más bello país tropical, Traducción de María Luisa de Blay, Universidad de Los Andes, Mérida, 1962, pp. 115-122. Edición original Leipzig, 1893.
Instituto del Patrimonio Cultural. Municipio Libertador, estado Mérida, Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano. Región Los Andes: ME-12, 2007.
Memoria que el secretario General de Gobierno del Estado Mérida, presenta a la Asamblea Legislativa en sus sesiones ordinarias de 1955, Imprenta del Estado, Mérida, 1955; 300 pp.
Páez Rivadeneira, Christian. La Plaza Mayor de Mérida: historia de un tema urbano, El Libro Menor, Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1992; 223 pp.
Puentes, Igor. Profesores de arquitectura sorprendidos por destrucción de plazas, en Frontera, p. 7c/Información, Mérida, 20 de febrero de 2006.
Investigación: Samuel Leonardo Hurtado Camargo.
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