Monumento al Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre

Monumento a Sucre. Foto Samuel Hurtado, mayo de 2017.

Nombre: Monumento al Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.

Año: 1895.

Autor: Carmelo Tabacco.

Tipo de patrimonio cultural: tangible / inmueble. Monumento en espacio público.

Administrador custodio o responsable: alcaldía del municipio Libertador y Corporación Merideña de Turismo (Cormetur).

Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas

Historia

Uno de los primeros monumentos erigidos en Mérida en una plaza menor lo constituye el busto del Gran Mariscal de Ayacucho, levantado en la plaza de Milla, centro de la parroquia homónima creada en 1805. La escultura respondía al proceso de glorificación que desde hace varios años se venían haciendo en el país a diversos héroes de la Independencia venezolana.

El 3 de febrero de 1895, centenario del natalicio del general Antonio José de Sucre, fue la ocasión propicia para rendirle con la mayor pompa y solemnidad los homenajes al héroe de Ayacucho. Un año antes, el presidente de la República, Joaquín Crespo, había ordenado mediante un decreto del 15 de agosto, la conmemoración en todo el país de tan magna fecha.

De conformidad con esta disposición, y en consideración del “inmenso amor a la Patria”, “las íntegras virtudes y la vida inmaculada” con la que el Mariscal de Ayacucho enalteció el “carácter nacional, dio brillo al honor de los ejércitos venezolanos, lustre al nombre que servía y engrandeció los triunfos de nuestra historia”, el presidente del estado Los Andes, Atilano Vizcarrondo, emitió, el 24 de octubre de 1894, un decreto estableciendo la celebración del centenario del natalicio de Sucre en toda la entidad andina. A la vez, ordenaba levantar un busto de bronce a la memoria del héroe, el cambio de nombre de la plaza Milla por plaza Sucre y la conformación de una junta destinada a organizar todo lo concerniente con la fiesta cívica.

Al respecto, un mes después se instaló la Junta General Directiva del Centenario de Sucre, quedando conformada por: Caracciolo Parra, presidente; Domingo Hernández Bello, primer vicepresidente; Foción Febres Cordero, segundo vicepresidente; Antonio Arguimiro Rojas, doctor Pedro de Jesús Godoy, general Pedro Trejo Tapia, general Lisímaco Gabaldón, general José Trinidad Arria, doctor Lope María Tejera, general Carlos F. Ruiz, doctor Manuel González Moreno, Federico Salas, Antonio J. Salinas, Natividad Fernández, Concepción Guerrero, Carlos Lares, Genenarino Uzcátegui, vocales; bachiller Tulio Febres Cordero, secretario de actas; doctor Rafael María Torres, secretario de correspondencia; doctores Rafael María Flores y Rafael Uzcátegui, sub-secretarios y; Camilo A. Carnevali, tesorero .

El centenario de Sucre se festejó en Mérida con un extenso y variado programa oficial que contemplaba la realización de diversos actos durante ocho días, desde el dos hasta el nueve de febrero de 1895. Entre ellos, fueron de vital importancia el conjunto de actividades efectuadas los días 3, 4, 5 y 6 de febrero, como lo fue -en su orden respectivo- la desvelación del busto de Sucre en la plaza de Milla, el busto de Simón Bolívar en el Palacio de Gobierno, la inauguración del edificio de mercado público y erección del busto de Cristóbal Colón en la plazoleta El Carmen.

José Ignacio Lares en El centenario de Sucre en Los Andes, obra enjundiosa editada en 1895, nos ofrece una substancial descripción acerca de cómo se preparó la ciudad para la efeméride patria, atestiguando que en cada esquina de las calles Independencia y Bolívar (actuales avenidas 3 y 4) se habían levantado “hermosos y elegantes” arcos triunfales con inscripciones alusivas a Bolívar y a Sucre, a los héroes merideños y a algunos hechos importantes de la guerra de la Independencia.

Las plazas Bolívar y Sucre, apuntaba el autor, ostentaban cuatro grandes arcos triunfales engalanados con banderas de las repúblicas libertadas por Simón Bolívar. Los edificios públicos portaban la enseña nacional y las casas particulares, además del pabellón tricolor, estaban “bellamente decoradas con festones de flores y laurel, dispuesto según el gusto de sus dueños, o con guirnaldas y retratos de Sucre y de otros héroes de la Independencia, colocados entre palmas y flores en los pórticos, ventanas y balcones. También estaban algunas fachadas adornadas con gasas y cortinas, o exornadas con telas tricolores en toda su extensión en su parte superior, o con diversos adornos variados todos en formas, clases y colores”.

Dentro de estos aires festivos, el 3 de febrero se da la inauguración del busto de bronce en honor a Sucre, obra escultórica atribuida al artista venezolano Rafael de la Cova (circa 1858 – 1896). Precedieron al acto inaugural, en horas de la mañana, salvas de fusilería, dianas, paseos de música por las calles principales de la ciudad, un Te Deum en la catedral y un gran paseo cívicomilitar (2 p. m.), debidamente organizado según el programa oficial, que partió desde la plaza Bolívar, siguiendo por la calle del mismo nombre hasta la plaza Sucre.

Busto de bronce del Mariscal de Ayacucho levantado en 1897. Foto F. Benet, 1929. Digitalización Samuel Hurtado Camargo

La desvelación del busto, envuelto para entonces con los colores de la bandera nacional, estuvo a cargo del presidente del estado Los Andes, quien a nombre del pueblo andino dio por inaugurado el monumento. José Ignacio Lares, encargado por disposición del ejecutivo regional de relatar los actos, precisa que la obra era un monumento de seis metros de altura, compuesto por cuatro anchas gradas de “cimento romano” sobre el que se alzaba un pedestal de orden toscano de “enlucido basamento”, que ostentaba en cada uno de sus lados una lápida de mármol, con inscripciones esculpidas en letras doradas en las que se leía: en la cara frontal: “EL PUEBLO ANDINO / AL GENERAL ANTONIO JOSÉ DE SUCRE, /

EN EL DÍA DE SU CENTENARIO-1895”. En la posterior: “NACIÓ EL 3 DE FEBRERO DE 1795 / DEJÓ DE EXISTIR EN BERRUECOS EL 4 DE JUNIO DE 1830”. En el lateral derecho: “YAGUACHI-RIOBAMBA / PICHINCHA-PASTO-AYACUCHO”. En el lateral izquierdo: “ERIGIDO ESTE MONUMENTO BAJO LA / ADMINISTRACIÓN DEL DOCTOR ATILANO VIZCARRONDO”.

Una cornisa de severas líneas, decía Lares, remataba el pedestal sobre el que se alzaba el busto del héroe. Sobre la transcendencia de la obra, el escritor Tulio Febres Cordero, encargado de pronunciar el discurso de orden, señaló en medio de palabras exaltadoras al “titán” de Ayacucho, que a diferencia de los monumentos erigidos al personaje en otros parajes del territorio venezolano, el de Mérida tenía el “mérito” de haber sido levantado en las cercanías de La columna Bolívar, representando “el admirable consorcio de los Genios de la gratitud americana”. Mérida, la histórica Mérida – decía don Tulio-, “cuyo nombre está escrito en letras de oro los anales patrios, guardará agradecida en el augusto retiro de sus montañas este bello monumento consagrado a Sucre, cuya gloria es fragante como el lirio de nuestros valles, cándida y pura como el cristal de nuestras nieves, y brillante, en fin, como las llamas de este sol de los trópicos que fulgura sobre nuestras cabezas”.

Aunque los trabajos de remodelación de la ahora plaza Sucre y del monumento dedicado al héroe habían quedado “muy buenos”, según es reseñado en la prensa local, el busto del Mariscal, acotaba la publicación El Comercial, en su edición del 10 de agosto de 1895, no estaba “cónsono” con la plaza, por ser ésta “muy grande y el busto una miniatura”.

Dos años después, mediante un comunicado del 2 de julio de 1897, enviado al Concejo Municipal del Distrito Libertador (Mérida) por el doctor Atilano Vizcarrondo, les informaba que ponía a disposición de estos, un busto de mármol del Gran Mariscal de Ayacucho, encargado por él a Europa –probablemente a Italia- con el objeto de reemplazar el de bronce que se encontraba en la plaza Sucre. Al día siguiente, el cuerpo edilicio reunido en sesión, considerando que el nuevo busto obsequiado a Mérida por Vizcarrondo era más “adecuado al pedestal”, emite un acuerdo disponiendo sustituir con el de mármol el busto de bronce levantado en la referida plaza, estableciéndose como día propicio, el 5 de julio, por ser “la fecha más notable de las efemérides patrias”. De esta forma, una nueva escultura coronaba el pedestal de la plaza Sucre.

Si bien la celebración del centenario de Sucre tuvo una gran receptividad en la población merideña, quienes colaboraron gratuitamente en la ornamentación de sus casas con elementos alusivos a la fiesta cívica, y en la colocación de los arcos del triunfo por donde transitó la procesión cívicomilitar. Al igual que se realizó una importante labor de embellecimiento de la plaza Milla, que hasta 1895 era uno de los entornos de la ciudad que “peor” aspecto presentaba, según era reseñado en el periódico El Comercial, el 25 de noviembre de 1894, la desidia se hizo presente nuevamente.

Eduardo Picón Lares en sus Revelaciones de antaño (1953) nos relata que las vacas, burros y caballos “hallaron cómodo para echarse en el enladrillado que circundaba el monumento erigido al Mariscal Sucre, allí dormían, de donde la inmundicia que dejaban se hacía sentir a distancia con una intensidad penetrante y repulsiva”. Tanto fue así, que a principios del siglo XX el busto del Mariscal Sucre apareció, según testimonio del mismo Picón Lares, “con un sombrero de cogollo hundido hasta las orejas, bien calada una ruana de encerado sucio, a la espalda una capotera de fique, sostenida de los hombros de un ancho pretal, y al pecho una banda de papel de estraza [sic] que así decía: ‘Si el Gobierno y los ciudadanos no le ponen coto a las bestias y vacas que moran en esta plaza, yo me voy de aquí y no vuelvo más nunca…¡Reclamo consideraciones que merezco!’”.

Semejante “espectáculo” dejaba mucho que decir del comportamiento cívico de los merideños. Un aspecto a destacar de este acontecimiento es la utilización del monumento como símbolo de protesta por una situación que afectaba notablemente a quienes habitaban en el perímetro de la plaza. De manera que el busto de Sucre no solo servía para honrar la memoria del héroe de Ayacucho, sino que también podía contribuir a una mejor forma de vida de los habitantes de Milla, al impedir -indirectamente- que los propietarios de las vacas y burros los dejaran pastar libremente en los espacios de la plaza, puesto que, como señaló Picón Lares en su crónica, la reacción de los merideños ante tal hecho fue de “horror y vergüenza”, quienes en conjunto con el gobierno unieron esfuerzos para evitar que fuera a suceder un hecho similar.

Posteriormente, el 9 de diciembre de 1949, durante la celebración de los 125 aniversarios de la batalla de Ayacucho, es cambiado el busto de mármol de 1897 por una estatua pedestre elaborada por el escultor Carmelo Tabacco (1913 – 1983) encargada a la marmolería J. Roversi & Sucs., la cual fue donada a la ciudad emeritense por la junta militar de Gobierno. Para la erección de este monumento se procedió a la total destrucción del pedestal de mármol que se conservaba desde 1895 por uno de características más sencillas. Con ello, se daba respuesta a las sugerencias que en años anteriores se habían hecho a través del periódico El Vigilante, acerca de la necesidad de colocar un monumento que estuviera más “acorde” con la plaza y con la figura del Gran Mariscal de Ayacucho.

En diciembre de 1949 es cambiado el busto de mármol de 1897 por una estatua pedestre, del escultor Carmelo Tabacco. Foto Archivo Histórico de la Universidad de Los Andes.

Entrado el siglo XXI, más precisamente, a mediados del 2005, el monumento a Sucre evidenciaba señales de un acentuado deterioro producto de la falta de mantenimiento y vandalismo expresado en la fragmentación y pérdida de la capa de granito que componía la base del pedestal. Asimismo, la superficie de la escultura exhibía pequeños orificios, manchas ennegrecidas, tags y grafitis en las que diversas personas habían dejado estampados sus nombres. Por otra parte, la capa que lucía la efigie de Sucre presentaba en la parte superior el logo del superhéroe del cómic norteamericano: Superman, dibujado con pintura de color negro.

Fuente de agua incorporada al monumento en 2006, bonita pero contraproducente. Foto Mintur, 2014.

Ante esta situación, el gobierno regional, a través de la Corporación Merideña de Turismo (Cormetur), ejecutó a principios del año 2006 la restauración del monumento como parte integrante de los trabajos de rehabilitación de la plaza. No obstante, un nuevo elemento se le incorporó a la obra escultórica, como lo fue la pileta y fuente de agua ubicada alrededor del pedestal, lo cual, más allá del aspecto estético proporcionado por el juego de la luces y el agua, repercutió negativamente sobre la conservación del monumento, ya que estaba expuesto a una humedad permanente producto de un “error de cálculo” de la altura de los chorros de agua. Luego, aproximadamente en 2015, la fuente es desincorporada y en su lugar se agrega un pequeño jardín con plantas ornamentales, mientras que el granito negro de la base piramidal escalonada es sustituido por otro de color más claro.

Monumento a Sucre recién restaurado por la gobernación de Mérida a través de Cormetur. Foto Samuel Hurtado C., noviembre de 2006.

Descripción

El monumento al general Antonio José de Sucre ocupa el área central de la plaza Sucre, en un espacio de forma circular que le permite actuar como elemento jerarquizante dentro del emplazamiento.

La escultura es una estatua pedestre de 2,30 metros de altura, diseñada en mármol de carrara en la que el Gran Mariscal de Ayacucho luce casaca cerrada al frente, de cuello alto abierto adornado con hojas de laurel y bocamangas del mismo ornamento. Peto adornado con flecos semicirculares y cuatro botones circulares a cada lado; del cuello pende una medalla, mientras que en lado izquierdo del pecho exhibe dos condecoraciones. Pantalón sujetado por cinturón militar, botas altas; pierna derecha orientada hacia adelante en forma semidoblada. Desde los hombros una capa cubre la espalda; la cual es recogida por la mano derecha que se encuentra más abajo del cinturón. La mano izquierda retrae la capa, dejando ver la espada envainada al cinto. La estatua termina en una pequeña base en forma cuadrangular horizontal, en cuyo costado izquierdo se halla inciso en letras románicas: “ROVERSI / BOLOGNA CARACAS”.

Un pedestal de mármol negro, de forma rectangular vertical (1,20 x 0,50 metros) sostiene la obra escultórica. En la faz del frente se aprecia la siguiente inscripción: “GRAN MARISCAL / ANTONIO JOSE DE SUCRE / 1790 – 1830”. Y en la posterior: “HOMENAJE / DE LA / JUNTA MILITAR DE GOBIERNO / EN EL 125° ANIVERSARIO / DE / LA BATALLA DE AYACUCHO / 9 DE DICIEMBRE DE 1949”.

Más abajo, una base de granito de forma piramidal escalonada compuesta de cinco peldaños es custodiada por cuatro esferas ubicadas en cada uno de los costados. Alrededor, un jardín de plantas ornamentales engalana el monumento.

Valores patrimoniales

Con el monumento a Antonio José de Sucre (1795 – 1830), se inicia en la ciudad de Mérida el proceso de consagración de las plazas menores o parroquiales a los llamados héroes de la Independencia, tendencia que, por cierto, fue una práctica común en todo el territorio nacional. Sirvan como ejemplo el monumento a José Gregorio Monagas (1881) en la plazoleta de La Candelaria en Caracas o el monumento a José María Baralt (1880) en la plazoleta de la Iglesia de San Francisco, en Maracaibo.

La estatua pedestre del Gran Mariscal de Ayacucho tiene la particularidad de ser no solo la primera y única obra escultórica en su tipo levantada en un espacio público de la urbe andina, sino que también constituye hasta ahora el primer y único monumento con el que el pueblo merideño le tributa homenaje al héroe cumanés, prócer de la Independencia suramericana, miembro de los “Libertadores de Oriente”, vencedor en las batallas de Yaguachi (17 de agosto de 1821), Pichincha (24 de mayo de 1822), Junín (6 de agosto de 1824) y Ayacucho (9 de diciembre de 1824).

La obra pertenece al reconocido escultor ítalo-venezolano Carmelo Tabacco (1913 – 1983), quien entre 1928 y 1932 realizó estudios en el Liceo Artístico de Catania y la Academia Bellas Artes en Roma; residenciado en Venezuela a partir de 1953. Autor de esculturas relacionadas con personajes de la Independencia suramericana, entre las que se destacan las copias de la estatua Sebastián Francisco de Miranda de Lorenzo González (1930), ubicada en Valmy, cuyos ejemplares se levantan en la avenida Paulista de Sao Paulo (1975) y en el monumento a La Bandera en la Vela de Coro (1976); la estatua pedestre del Libertador Simón Bolívar (1979) ubicada en El Cairo (Egipto), o su busto en bronce del parque San Juan en el distrito Chaclacayo en Lima (1983).

El monumento pedestre de Sucre se encuentra registrado dentro de los bienes declarados el 7 de julio de 2004 como Patrimonio Histórico del Municipio Libertador; y Bien de interés cultural de la nación, categoría Creación individual incluido en el Catálogo del patrimonio cultural venezolano (2007).

Situación actual

En regular estado de conservación se encuentra el monumento al Mariscal de Ayacucho. La estatua de mármol presenta ennegrecimiento causado por factores físico-ambientales y falta de mantenimiento. El pedestal exhibe fracturas, manchas progresivas y desvanecimiento de las inscripciones. Asimismo, se aprecia una acentuada decoloración de las cuatro esferas, las cuales a su vez evidencian grietas en su alrededor. Por su parte, el granito de la base piramidal fue sustituido por uno de color claro, variándose la armonía bicromática (blanco/negro) que ostentaba desde 1949 y que había sido respetada en la restauración efectuada en el año 2006.

Ubicación

Plaza Sucre o Milla, entre las avenidas 2 Lora y 3 Independencia y las calles 13 Colón y 14 Ricaurte. Sector Milla, parroquia Milla, municipio Libertador, estado Mérida, Venezuela.
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Fuentes consultadas

Archivo del Concejo Municipal del Distrito Libertador. Libro de Actas del Concejo Municipal del Distrito Libertador, 1896-1897, folios 74-75.

Hurtado Camargo, Samuel Leonardo. La estatuaria pública conmemorativa de la ciudad de Mérida (1842-2006): análisis histórico. Universidad de Los Andes, Escuela de Historia (Memoria de Grado), junio 2007; 500 pp.

Instituto del Patrimonio Cultural. Municipio Libertador, estado Mérida, Catálogo del patrimonio cultural venezolano. Región Los Andes: ME-12, 2007.

Lares, José Ignacio. El centenario de Sucre en Los Andes, Imprenta Americana, Maracaibo, 1895; 831 pp.

Lovera Reyes, Elina. 200 años de la llegada del Precursor Francisco de Miranda a la Vela de Coro (1806-2006): ¿Construcción o destrucción de un presente?, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, N° 354, Academia Nacional de la Historia, Caracas, 2006; pp. 9-25

Picón Lares, Eduardo. Revelaciones de antaño. Universidad de Los Andes, Mérida, 2da. Edición 2008, tomo II; pp. 259-265. Primera edición, México 1953.

Plaza Sucre, en El Comercial, p. 2. Mérida, 10 de agosto de 1895.

Salcedo-Bastado, José Luis. Sucre, Antonio José de, en Diccionario de Historia de Venezuela. Fundación Polar, Caracas, 1997, tomo III; pp.1.192-1.197.

Investigación: Samuel Leonardo Hurtado Camargo.

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