El monte y el olvido matan el cementerio histórico de Ciudad Bolívar

El camposanto de Ciudad Bolívar es un espacio vivo que guarda más de 180 años de historia entre monumentos, sepulcros y panteones. Hoy muere bajo el abandono, la delincuencia, y el desconocimiento de su valor histórico.

Américo Fernández, cronista oficial de Ciudad Bolívar. 16/8/2017.

Recientemente presuntos drogadictos escalaron los muros del Cementerio Histórico de Ciudad Bolívar, y a mandarriazos, destruyeron decenas de tumbas costosas. En este monumento público regional no hay vigilancia nocturna, no hay un orden administrativo establecido, no hay archivo, no hay guías, carece de una nomenclatura, de sendas, de veredas, de censo y de una información cabal del valor histórico y turístico, así como de un servicio permanente de limpieza, ornamento y jardinería.

La maleza cubre las tumbas del Cementerio Histórico de Ciudad Bolívar. Patrimonio cultural de Venezuela en peligro.
La maleza cubre las tumbas del Cementerio Histórico de Ciudad Bolívar, muchas profanadas. Foto Américo Fernández, 15 de agosto de 2017.
Tumbas destrozadas por los buscadores de prendas de oro en el Cementerio Histórico de Ciudad Bolívar. Patrimonio histórico de Venezuela en peligro.
Tumbas destrozadas por los buscadores de prendas de oro y objetos de valor en el Cementerio Histórico de Ciudad Bolívar. Foto Américo Fernández, agosto 14 de 2017.

El cementerio histórico de Ciudad Bolívar acumula más de 180 años, pero pudiéramos decir que tiene la misma edad de la ciudad porque antes de que se oficializara con muros, rejas y capilla, en el mismo sitio la errática capital de la provincia comenzó a enterrar a sus muertos.

Hay monumentos valiosos del siglo pasado que deberían ser preservados como el de los Dalton, en forma piramidal, levantado en 1883; el de María de Von Buren en 1863; el de Alejandro Mantilla Olivares (1888); el de Luisa Josefa de Alcalá de Aristeguieta (1856); el de Geni Pérez (1863); Isabel Ballenilla (1850); el de José Lezama; el de Clemencia Romberg (1882). Hay otros no identificados porque hasta las lápidas han desaparecido. Recordamos que la lápida de la que fue tumba de Tomás de Heres fue grabada por el reverso y utilizada en otra tumba. Luego fue rescatada y hoy está en depósito en el Museo de Ciudad Bolívar.

Mausoleo piramidal de la Familia Dalton, siglo XIX. Cementerio de ciudad Bolívar. Patrimonio histórico de Venezuela en peligro.
Mausoleo piramidal del siglo XIX, de la familia Dalton, en el cementerio de Ciudad Bolívar. Foto Américo Fernández, 14 de agosto de 2017.

El neoclasicismo, algunas veces añorando el rococó, y el arte moderno están representados allí en muchos monumentos, sepulcros y panteones familiares, solo que muy maltratados por el abandono, el monte y las raíces de árboles y arbustos que germinaron y crecieron espontáneamente. El tronco de un frondoso matapalo prácticamente quedó incrustado en la tumba alta de Rudolf Ferdinan Groos, fallecido en 1868, y así se puede decir de otras tumbas oprimidas por los tentáculos de una acacia o un guayacán.

El monte como un doliente más abraza a los muertos en sus tumbas del Cementerio Histórico de Ciudad Bolívar.. Patrimonio cultural amenazado, Venezuela.
El monte, como un doliente más, abraza a los muertos en sus tumbas del Cementerio Histórico de Ciudad Bolívar. Foto Américo Fernández, agosto 2017.

Los camposantos son cuerpos vivos dentro de la dinámica social, mucho más cuando como en el caso del Cementerio principal de Ciudad Bolívar reúne tantos valores históricos como artísticos, pero si no se cuidan y se someten a una ordenanza estricta de protección, conservación y vigilancia terminarán hundiéndose en su propia muerte.

La larga vida del cementerio

Desde los años setenta se acabaron los espacios en su interior para nuevas tumbas aunque muchas son reutilizadas luego de que el tiempo biológico queda reducido a polvo, Post mortem nihil est,  y aun cuando no haya un espacio más, el cementerio seguirá vivo en el amor de quienes por cualquier vía descienden o dependen de los muertos; seguirá vivo en el responso y las flores del 2 de noviembre o del aniversario individual de quienes allí reposan; seguirá vivo como reliquia arquitectónica pues en toda su estructura es detectable el material y la técnica de construcción predominantes en el curso de dos siglos, desde la piedra bruta y el barro pasando por el ladrillo hasta el bloque, la mampostería y el mármol. En fin, seguirá vivo en sus bien labradas piezas tumularias, en su estatuaria de cruces, cristos, vírgenes, ángeles, serafines y los más variados símbolos de la ultimidad, en sus mármoles blancos de Carrara, en sus mármoles negros de Bélgica y en sus mármoles amarillo de Siena y hasta en el jaspe y el cuarzo de nuestras canteras.

El cementerio principal de la ciudad, en consideración a su antigüedad y valor artístico de numerosos panteones familiares, debería declararse Monumento Público para lo cual la ordenanza o ley respectiva establecerían diagnóstico, trabajos de remodelación, restauración y rescate de las piezas tumularias afectadas, asimismo para que las intervenciones individuales se ajusten a ciertas normas de protección y conservación. Esto hay que hacerlo antes de que, como en el cuento fantástico de Garmendia, los muertos levanten sus lápidas y nos reprochen con severas admoniciones.

Tumba del fundador de El Callao, Antonio Liccioni, en el cementerio histórico de Ciudad Bolívar. Patrimonio cultural de Venezuela en peligro.
La deteriorada tumba del fundador de El Callao, Antonio Liccioni, en el cementerio histórico de Ciudad Bolívar. Foto Américo Fernández, 15 de agosto de 2017.

Memorias del camposanto

Según el cronista más denso y coherente que tuvo Ciudad Bolívar, el carupanero Bartolomé Tavera Acosta, el Cementerio de Angostura empezó a construirse en 1824. La provincia de Guyana dependía del poder central de Santa Fe de Bogotá y era gobernada por el consumado bolivariano José Manuel Olivares, quien hasta 1828 debió enfrentar levantamientos reflejos de los movimientos separatistas de la Gran Colombia.

Si Tavera Acosta, historiador bien documentado, afirma en sus Anales de Guayana que el Cementerio de Angostura comenzó a construirse en 1824, ¿Dónde entonces los angostureños enterraban a sus muertos? En tiempos de la Colonia, la población angostureña era relativamente escasa, no llegaba a los 8000 habitantes y el índice de mortalidad era muy bajo salvo cuando ocasionalmente se presentaban epidemias.

Al hablar sobre el fusilamiento del héroe de Chirica, Tavera Acosta escribe: “El cadáver de Piar fue sepultado en un sitio denominado El Cardonal, que en ese tiempo servía de cementerio a los menesterosos. En ese mismo lugar se enterraron al año siguiente (1818) a los variolosos, y más tarde, en 1855-56 a las víctimas del cólera morbos”.

Los celadores del cementerio se han ido trasmitiendo de boca a boca el sitio donde enterraron a las víctimas del cólera y lo ubican en un área que abarca el Cementerio de Angostura.

Bajo los escombro de estos nichos se supone se hallan los restos del libertador de Guayana, Manuel Piar, en el cementerio histórico de Ciudad Bolívar. Patrimonio cultural en peligro, Venezuela.
Bajo los escombros de estos nichos se supone que se hallan los restos del libertador de Guayana, Manuel Piar, en el cementerio histórico de Ciudad Bolívar. Foto Américo Fernández, 15 de agosto de 2017.

Remodelaciones y credos

El Cementerio ha sido ampliado y remodelado cuatro veces. Entre 1848 y 1962 por varias administraciones; en 1923 bajo la gestión de Pérez Soto; en 1952 bajo el Gobierno de Barceló Vidal y en 1959 el presidente municipal Luis Felipe Pérez Flores ordenó la construcción de unos nichos para ampliar la capacidad en forma vertical toda vez que ya no había más terreno para continuar ensanchándolo.

Las continuas ampliaciones terminaron por abarcar en una sola unidad el sitio de El Cardonal donde enterraban a los menesterosos y muertos por el cólera. Este sitio, según el celador Pedro Rebolledo y los sepultureros Agustín Fajardo, Santo Tomás Pérez y Rafael Sotillo quedó bajo la estructura de concreto armado para los nichos de la parte noreste. Precisamente esta edificación jamás se utilizó porque sus bases cedieron debido a las fosas centenarias que allí había y que virtualmente no se percibían.

Tavera Acosta afirma que el cementerio comenzó a construirse en 1824, pero existen allí tumbas como la del prócer de la Independencia Manuel Palacio Fajardo que data en 1819. Entonces es deducible que es ese el mismo lugar donde se inhumaban los cadáveres en tiempos anteriores que abarcarían los de la Colonia.

Tumba del prócer de la Independencia Manuel Fajardo, que data de 1819 en el Cementerio de Ciudad Bolívar. Patrimonio histórico de Venezuela en peligro.
Tumba del prócer de la Independencia Manuel Palacio Fajardo, que data de 1819 en el Cementerio histórico de Ciudad Bolívar. Foto Américo Fernández, 14 de agosto de 2017.

Las cuatro ampliaciones sucesivas a partir de 1824 nos hacen pensar en lo pequeño que fue el cementerio durante los primeros decenios de la ciudad. Tal vez el mismo tamaño del Cementerio Protestante anexado en 1848, es decir, 100 por 50 varas equivalente a unos 330 metros cuadrados. Actualmente todo el cementerio abarca con su forma poligonal unos 80 000 metros cuadrados con un promedio de 20 000 tumbas aproximadamente. Y aún se cree que el cementerio primigenio era todavía más reducido, toda vez que para evitar la asimetría con el anexo de los protestantes el gobernador Pedro Muguera decidió ampliarlo.

Mientras el cementerio angostureño no se municipalizó dentro de un perímetro amurallado y una capilla erigida a la Santísima Trinidad, no hubo problemas en cuanto a si el cadáver de un anglicano, un calvinista o luterano podía enterrarse cerca del católico.

El prejuicio religioso de la época llevó a muchos católicos a temer por un purgatorio más prolongado a causa de la contaminación por trato, amistad o cercanía con algún seguidor de religión distinta. De manera que siendo este pueblo católico, apostólico y romano por herencia, sentimientos y norma constitucional, difícil resultaba tolerar en la Iglesia o el cementerio a quien no lo fuera.

Delimitada oficialmente el área del cementerio católico, jamás pudo servirse de él quien no profesara la misma religión. La Iglesia no lo permitía. De modo que los cadáveres de los protestantes eran enterrados fuera de esos muros amalgamados con piedra y barro. Por tan inhumana discriminación, el 8 de septiembre de 1840 los señores Augusto Federico Hamilton, Carlos H. Mathison, Juan Bautista Dalla Costa, Hermann Monch; Adolfo Wuppermann, Alejandro Barman, Teodoro Monch, Guillermo Hood, Enrique Banch, Herman Watjen y Ernesto Krogh se reunieron en la casa del primero de los nombrados, para tratar tan serio asunto.

La idea era construir un nuevo camposanto a base de contribuciones para inhumar los restos de los no católicos, en su mayoría británicos, irlandeses y alemanes, lo cual se materializó ocho años después (1848) con una colecta total de 1235 pesos y un terreno de 100 por 50 varas donado por el Concejo Municipal de Heres, contiguo al Cementerio Católico.

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