El centenario monumento al Rector Magnífico Eloy Paredes luce hoy una de sus peores fachas por la desidia institucional y el desmedido vandalismo que desde hace varios años enfrenta la turística ciudad de Mérida.
Samuel Leonardo Hurtado Camargo. 18/10/2017.
En 1954 la escritora Margarite Yourcenar en su obra El Tiempo: gran escultor decía que el día en que una estatua estaba terminada, su vida en cierto sentido empezaba, ya que si bien en la primera etapa era “salvada” por los cuidados del escultor que la había llevado del bloque hasta la forma humana, en la segunda etapa, ocurrida en el transcurso del tiempo, “a través de alternativas de adoración, de admiración, de amor, de desprecio o de indiferencia, por grados sucesivos de erosión y desgaste”, era devuelta “poco a poco al estado de mineral informe al que la había sustraído su escultor”.
La sentencia de Yourcenar no tiene pérdida. Se aplica muy bien a lo que viene sucediendo con el monumento levantado en 1920 en la ciudad de Mérida, capital del estado homónimo de los Andes venezolanos, a la memoria del doctor Eloy Paredes (1814 – 1880). El mismo estuvo durante más de dos décadas en los jardines de la sede del rectorado de la Universidad de Los Andes, y posteriormente llevado a una plazoleta ubicada entre el viaducto Sucre y la avenida Urdaneta del sector Pie de Llano, donde el vandalismo y el abandono institucional desde hace más de tres lustros, lo están “conduciendo” al “estado de mineral informe” del que un día fue sustraído por las laboriosas manos de un artista italiano.

En el mármol hecho alma: un poco de historia
El busto que representa la figura del Rector Magnífico es testigo de una singular historia vinculada con la vida familiar. En una carta fechada en Mérida el 13 de enero de 1920, enviada por el doctor Diego Carbonell, rector de la Universidad de Los Andes, al doctor Roberto Picón Lares, nieto de Paredes, se puede discernir el origen de este monumento. Según la misiva, doña Josefa Paredes Lares conservaba en su casa con “veneración y orgullo” un busto de mármol de su padre, el doctor Eloy Paredes. Ella, en conversación con Carbonell, le había expresado sus deseos de que dicha escultura perteneciera al pueblo de donde Paredes había labrado “títulos de honor y de gloria”. Razón por la cual el entonces rector de la institución universitaria le manifestó su anhelo de colocar el busto “en los jardines de la Universidad, junto al Centauro de nuestra cruzada (general José Antonio Páez) y al lado del Canónigo Uzcátegui, gloria egregia de estas tierras”, los cuales habían sido erigidos allí en 1915.
Ante tal propuesta, doña Josefa “asintió al instante, y llena de júbilo, aplaudió por patriótica la idea de “ofrendar a la Casa Universitaria que está desolada y triste, sin risa ni garrulería estudiantil, el busto de aquel que fue para el Instituto un hijo amoroso y un director eminente”. Carbonell concluía la esquela preguntándole a Picón Lares lo siguiente: “¿Quería usted inquirir si place a sus deudos ver al doctor Eloy Paredes en donde debe erigirse su figura de ciudadano benemérito: en la Ilustre Universidad de Los Andes que sentiríase (sic) ufana de recibir tan valioso presente?”.

Al día siguiente, en una extensa misiva, el doctor Roberto Picón Lares le responde al doctor Carbonell manifestándole el placer que sentía al poner a disposición de la universidad el mármol de su abuelo, que si “humilde para venerarlo”, lo daba a su disposición en nombre de las señoras Josefa Paredes Lares, Magdalena Paredes de Hernández Bello y Ana Paredes de Dávila. Al respecto, decía: “es fiesta lo que hay en mi espíritu, porque pienso que los huesos de ese abuelo mío regocijados se hallarán al sentir que la piedra que los patentiza a ojos de las generaciones, dirá, que fue grande su amor por esta tierra que él quiso tanto y alto su cariño que ese viejo Instituto, en donde para su honor fue rector y maestro de generaciones que en su época vivieron».
Como podemos constatar, el busto en mármol del doctor Eloy Paredes fue donado por la familia Paredes y Picón Lares a petición del rector de la Universidad de Los Andes. Por lo que el monumento al Rector Magnífico Eloy Paredes fue inaugurado en los primeros días del mes de mayo de 1920. Sin embargo, motivado a inconvenientes de última hora, aquella “fiesta cultísima” se realizó sin la mayor solemnidad con la que se tenía programado festejarla. En la ocasión fue orador de orden el reconocido historiador y ensayista venezolano Mario Briceño Iragorry, en cuyas palabras destacó la trayectoria política del homenajeado. Al referirse al citado monumento, Briceño Iragorry señaló: “Su nombre lo ha sobrevivido y hoy está de nuevo entre nosotros, no en la humana carne, suerte imposible de Lázaros míticos, sino en el mármol hecho alma, en el mármol que es para los grandes hombres el único consuelo de inmortalidad, ante la infinita amargura de la vida, estéril y ardua. En los claustros de esta ilustre y desgraciada Universidad andina regó la miel de su ciencia, su boca fue como oráculo de sabiduría para innúmeros alumnos y hoy vuelve a ella, activamente como antes, a enseñar estas nuevas generaciones que se levantan”.

Sin destino fijo
Desde la “taciturnidad del mármol” y “desde la inmovilidad de la piedra”, el Rector Magnífico permanecerá solo veinte años en los amplios corredores de la Universidad de Los Andes, cuando a partir de la década del cuarenta del siglo XX, la sede rectoral de la institución es sometida a un proceso de remodelación que culminará en 1956, en la cual no se consideró la estadía del monumento. Paradójicamente transcurría un siglo, cuando por motivos de una acusación –que tenía más fundamentación de índole política que laboral– el doctor Eloy Paredes no volvería a formar parte del cuerpo profesoral de la universidad.
Ya para finales de los años cuarenta se desconocía el paradero del mármol, tal como se evidencia en una nota publicada en diciembre de 1948 en la revista merideña Estampas Serranas, en cuyas líneas, al referirse a los bustos del general Páez y de Paredes, su autor precisaba: “ignoramos a dónde fueron a parar los magníficos bustos en mármol que estaban erigidos en la Universidad y son del general Páez y el del Dr. Eloy Paredes».
Posteriormente, según una publicación del diario El Vigilante de fecha 4 de octubre de 1955, se afirmaba que el busto de Paredes sería colocado en uno de los espacios de la recién inaugurada sede de la Facultad de Medicina, probablemente por sus aportes a los estudios de Medicina en Mérida, al incorporar durante su gestión rectoral (1852 – 1855) las cátedras de Cirugía, Partos, Semiología General y Medicina Práctica. Dicha propuesta tampoco se concretó, no volviéndose a tener ninguna noticia sobre el monumento hasta que, el primero de junio de 1980, se informaba en el diario Frontera que en el marco del centenario de la muerte del Rector Magnífico, la Universidad de Los Andes había autorizado al ayuntamiento merideño levantar el monumento del doctor Eloy Paredes en una plazoleta homónima, ubicada al final de la avenida Urdaneta, cruce con viaducto Sucre, al lado del Colegio La Salle, en donde desde 1981 permanece hasta hoy día. De esta forma, como para completar un ciclo, Eloy Paredes volvía a salir de los claustros universitarios para no volver jamás.

“Nido de indigentes y botadero de basura”
Desde su salida de la universidad, los improperios han asechado el mármol eterno del notable jurisconsulto merideño, especialmente a partir de los primeros años del siglo XXI. Ya para junio de 2005, la plazoleta y el monumento se encontraban en total abandono. Sus espacios eran utilizados por vendedores de la economía informal, quienes como “dueños del lugar”, ofrecían en venta las camisas de los equipos de futbol de moda para el momento o bien, un “delicioso helado” para el refrescar a los transeúntes. Por su parte, el busto exhibía las huellas que demostraban los más viles agravios: la nariz había sido cercenada con un objeto contundente, parte de la indumentaria estaba desmantelada y grafitis en color rojo y negro en la cara posterior “adornaban” la obra.


Además, el ennegrecimiento del mármol, ocasionado por factores físico-ambientales y la presencia de basura evidenciaban la dejadez de los organismos responsables de su mantenimiento y conservación. Un relleno de cemento en la parte posterior del busto reflejaba una errónea intervención al monumento. Solo se había “salvado” milagrosamente la placa de mármol, en la cual se podía leer en letras grabadas en bajorrelieve: “AL / DOCTOR ELOY PAREDES / NACIÓ EN 1814 / MURIÓ EN 1880 / NOTABLE JURISCONSULTO, / ELOCUENTÍSIMO ORADOR, / DISTINGUIDO HOMBRE DE ESTADO”

De nada ha servido esa “carta de presentación”. La situación de abandono empeoró con los años. El 13 de mayo de 2011 el periodista Omer Molina reseñaba en su blog Mérida al día»¦ solo fotografía que la plazoleta Eloy Paredes se había “convertido en un recinto para indigentes y en un botadero de basura”. De acuerdo a Molina, un frondoso árbol que brindaba sombra a los peatones y visitantes había sido talado parcialmente por la alcaldía del municipio Libertador, pero no retiraron las ramas cortadas. Además, según testimonio de un taxista aledaño al lugar, el murito perimetral se había desplomado en su mayor parte, las áreas verdes se habían transformado en pantano y estaban llenas de desechos sólidos, malezas y hojas secas. “Solo los borrachos e indigentes –afirmaba el entrevistado– son los que caminan entre el basurero en que se convirtió esta plazoleta que algún día fue un bonito espacio de encuentro familiar”.
Aunque las ramas del árbol cortado fueron recogidas posteriormente, la plazoleta ha continuado en la más completa desidia. En la actualidad se aprecian aguas estancadas en una de las aceras colindantes con el Colegio La Salle, el jardín se encuentra descuidado, envases de plásticos y papeles se observan esparcidos por todo el lugar. El busto de mármol exhibe manchas de color amarillo y verde, el rostro de Eloy Paredes, presenta ennegrecimiento y fragmentaciones progresivas. Los bordes del pedestal se hallan fragmentados y en el lateral derecho y cara posterior, un enamorado quiso perennizar su sentimiento hacia su amada.

Hoy nadie se acuerda del monumento, la universidad que una vez lo solicitó a su familia, ni por “compromiso moral” ha velado por su conservación, y el cabildo merideño que lo levantó en la plazoleta poco o nada ha hecho sobre el particular. ¡Trágico destino ha tenido el mármol del doctor Eloy Paredes. La suerte no ha estado de su lado!

Fuentes consultadas
Carta del doctor Diego Carbonell, rector de la Universidad de Los Andes, al doctor Roberto Picón Lares (Mérida, 13 de enero de 1920), en Gaceta Universitaria (Órgano de la Universidad de Los Andes). N° 65, pp. 1.001-1.002. Mérida, 15 de mayo de 1920.
Carta del doctor Roberto Picón Lares al doctor Diego Carbonell, rector de la Universidad de Los Andes, (Mérida, 14 de enero de 1920), en Gaceta Universitaria (Órgano de la Universidad de Los Andes). N° 65, pp. 1.002-1.004. Mérida, 15 de mayo de 1920.
Discurso de Mario Briceño Iragorry en la inauguración del monumento al doctor Eloy Paredes, en Gaceta Universitaria (Órgano de la Universidad de Los Andes). N° 65, pp. 986-1.000, Mérida, 15 de mayo de 1920.
El busto del Dr. Eloy Paredes, en El Vigilante, p. 1, Mérida, 4 de octubre de 1955.
El busto de Páez y del Canónigo Uzcátegui], en Estampas Serranas, s/p, Mérida, diciembre de 1948.
Hurtado Camargo, Samuel Leonardo. La estatuaria pública conmemorativa de la ciudad de Mérida (1842-2006): análisis histórico. Universidad de Los Andes, Escuela de Historia (Memoria de Grado), junio 2007, 500 pp.
Molina, Pedro María. Las huellas en el muro: historia del edificio central de la Universidad de Los Andes. (Colección La ULA y su historia, n° 4), Secretaría de la Universidad de Los Andes, Mérida, 2008; 191 pp.
Molina, Pedro María. Dr. Eloy Paredes. En web.ula.ve, 2 de marzo de 2017. https://goo.gl/zzuy7h. Consultado el 7 de octubre de 2017.
Molina, Omer. Plazoleta Eloy Paredes: nido de indigentes y botadero de basura. En Meridaaldiasolofotografia.blogspot.com, 13 de mayo de 2011. https://goo.gl/AGjZC1. Consultado el 7 de octubre de 2017.
P., Leonardo. Construirán monumento al Rector Magnífico, en Frontera, p. 1, Mérida, 1 de junio de 1980, p. 1.
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