A «La bacante», obra del escultor valenciano Andrés Pérez Mujica, le mutilaron su brazo y pie izquierdos. Hoy, con su plaza en ruinas y bajo el acecho del hampa, está “asilada” en el acuario de Valencia. Allí se encuentra arrumada junto con otras esculturas patrimoniales de la capital de Carabobo, centro norte de Venezuela.
Lizett Álvarez. 27/1/2018.
Valencia, como otras ciudades de Venezuela, no escapó de los traficantes de bronce que arremeten contra el patrimonio cultural del país. La bacante, estatua ubicada en la plaza de la urbanización El Trigal de la capital carabobeña, fue seriamente dañada por esta mafia, que le quitó de cuajo su brazo y pie izquierdos.
La escultura, de un poderoso simbolismo (las bacantes representan “la embriaguez de amar, el deseo de ser penetradas por el dios del amor, así como la ‘irresistible posesión de esta locura, que es como el arma mágica del dios’” Diccionario de los símbolos, p. 168.), tuvo un mal día el 5 de octubre de 2017, cuando ladrones de bronce perpetran el despojo.
Sería este el primer episodio de su infortunio. La bacante de Valencia también simboliza hoy, sin pretenderlo, la diáspora venezolana que huye de su tierra, arrasada y asediada por criminales. La obra finalmente halló “asilo” en el Zoo Aquarium de Valencia, institución perteneciente a la alcaldía de esta ciudad del centro de Venezuela. Allí permanece resguardada junto con otras esculturas que han corrido su misma suerte, como el conjunto escultórico de monseñor Montes de Oca y la pieza Pandora, del maestro Julio César Briceño.
Entre tanto, su espacio natural desde los años 90, cuando fue inaugurada la plaza La Bacante para contemplarla como la figura mítica que es y arte además de un maestro valenciano como Andrés Pérez Mujica, se encuentra abandonado, devastado y bajo el asedio de hampones de todo calibre.
Espacios patrimoniales, tierra desolada
Con asombro, pero al mismo tiempo con la sensación premonitoria de que eso podría suceder, los vecinos de la urbanización El Trigal, al norte de la capital carabobeña donde se ubica la plaza La Bacante, señalaron que el asalto a la importante escultura fue solo un acto más de las continuas arremetidas de los delincuentes, que mantienen la zona bajo asedio.

Según testimonios vecinales y reportes de la prensa local, la conocida plaza de La Bacante, inaugurada por el alcalde Argenis Ecarri, aún es blanco frecuente de la delincuencia. La escuela de música, de la Fundación Musical Simón Bolívar, ubicada dentro de la plaza, ha sufrido repetidos asaltos antes y después de que vandalizaran la obra que presidía ese espacio público.
Así, el portal digital del diario El Carabobeño informaba que para 2016 la alcaldía de Valencia había iluminado y remodelado la plaza por completo. Pero para la fecha de aquel reportaje (5 de octubre de 2017, con motivo de la mutilación de la escultura), la escuela de música había sido víctima, en menos de tres meses, de seis robos.
La publicación también daba cuenta de que esa misma delincuencia había despojado la plaza de trece bancos, de todo el cableado eléctrico, de los componentes del mobiliario infantil y del mobiliario de la casa del consejo comunal. Solo dejaron atrás el deterioro definitivo de los postes eléctricos.
Efectivamente, en la visita que hiciéramos al sitio los primeros días de enero de este 2018, notamos el precario estado del lugar y la ausencia de vigilancia. La plaza, al margen de encontrarse en completo estado de abandono, en donde la grama ya es monte alto y la cerca perimetral se encuentra en franco deterioro, corrobora lo expuesto por los vecinos del sector y los periodistas regionales.

El temor de que no vuelva
La bancante es una de las piezas emblemáticas del maestro valenciano Andrés Pérez Mujica (1873 – 1920), y de la cual existen diversas fundiciones. El original de la obra mide unos 39 cm y reposa en el Museo de Arte e Historia Casa de los Celis, junto con una significativa colección de dibujos, pinturas y esculturas donadas por la viuda del escultor, Tatiana Ciedlowky de Pérez, con motivo de la inauguración del museo en 1970.
La obra representa un punto de esplendor del desarrollo técnico y formal de la escultura venezolana de finales del siglo XIX. En ella se puede observar cómo el artista se desprende del hieratismo y la pesadez característica de los monumentos escultóricos, y conquista la liviandad y lo efímero del movimiento natural del cuerpo humano al danzar. La mutilación perpetrada afecta la integridad de la misma y, en consecuencia, su interpretación.
La actual directora del Museo de Arte e Historia Casa de los Celis, Carmen del Valle, lamenta esta situación de robos y consecuente muda y “resguardo” de lo que queda del patrimonio escultórico, puesto que esto “limita el natural desenvolvimiento de la ciudadanía con el mismo, el desarrollo del sentido de pertenencia, su comprensión y posterior preservación”.
En ese sentido, entre muchos otros valores históricos, artísticos y estéticos de monumentos como La bacante, destaca el valor de tener representado en plazas y demás urbanismos de la ciudad a los artistas nacidos en estas tierras, haciendo irremediable daño y sembrando la incertidumbre en cuanto al futuro de estas obras.
El temor a la ausencia “permanente” de la escultura La bacante se funda en el precedente del monumento Vuelvan caras, también de Pérez Mujica. Esta obra fue “retirada para restauración” por las autoridades municipales en el año 2003 y al día de hoy se desconoce su paradero. El monumento estuvo instalado en la plaza Páez del distribuidor La Florida, al sur de la ciudad. Saqueado desde el pedestal de mármol rojizo hasta la imponente escultura ecuestre del prócer llanero, es en la actualidad un espacio ganado para las fechorías y el depósito de basura.
Ajedrez criminal
Como piezas de ajedrez que desaparecen a medida que avanza el juego, otras tantas esculturas del patrimonio público valenciano han ido abandonando sus lugares de encuentro con el ciudadano, dejando atrás el desconcertante vacío de sus volúmenes.

Así, en fecha reciente, fue denunciada en las redes sociales la destrucción de otro de los monumentos emblemáticos de la capital del estado Carabobo, demostrando que ninguno está a salvo. El 11 de agosto de 2017 se reportó que la escultura del maestro Rodríguez del Villar, que representa a Monseñor Salvador Montes de Oca, le fue sustraída la columna que sostenía la Biblia, la cabeza de uno de los ángeles del conjunto escultórico y la cruz que alzaba el santo obispo. Dicha obra se encontraba en la plaza homónima al norte de la ciudad de Valencia, en la urbanización Guaparo.
Pero más asombroso aun es que dos meses después, el 8 de octubre de 2017, los valencianos se percataron de que había sido robada una pieza de bronce del histórico monolito ubicado en la plaza Bolívar de la ciudad, obra del maestro Antonio Malaussena. A escasos metros de la comandancia general de la policía municipal.

El patrimonio pareciera no tener dolientes. Más allá de las denuncias que hacen los vecinos en las redes sociales o en algunas instituciones, los responsables no asumen sus competencias. En consecuencia, los símbolos que otorgan identidad cultural, como exquisitos referentes de la memoria colectiva, siguen desapareciendo, trozo a trozo, ante los ojos de los ciudadanos.
Promesa de restauración a la deriva
Santiago Rodríguez, alcalde de Valencia para el momento en que mutilan La bacante, en octubre de 2017, prometió gestiones para restaurarla. Entonces la municipalidad retiró la obra de su plaza con la intención de protegerla y encaminar el proceso de restauración.
Con similar propósito la alcaldía también retiró de sus espacios el monumento a Montes de Oca y la escultura Pandora, ubicada en la plaza de las Esculturas Andrés Pérez Mujica, del mismo municipio. Sin embargo, para diciembre de 2017, cuando ocurre el cambio de gobierno municipal, cualquier avance en los trámites de restauración podría haber quedado en el tintero.
Una inspección de funcionarios de la Fundación para el Mejoramiento Industrial y Sanitario de la ciudad (Funval), realizada el pasado 8 de enero por órdenes del nuevo alcalde, el oficialista Alejandro Marvez, iniciaría “un programa de recuperación y acondicionamiento de plazas y espacios públicos en distintos puntos de la jurisdicción”, según informa una nota de prensa del diario La Calle.
Según la misma nota, la plaza La Bacante sería uno de los tres espacios del norte de Valencia incluidos en el referido programa de reparaciones del sistema eléctrico, alumbrado, desmalezamiento, ornato, jardinería, poda de árboles y destape de drenajes.
Sin postura oficial
Pese a lo anunciado por el nuevo alcalde, hasta hoy no se tiene una postura clara del gobierno municipal como ente responsable de la salvaguarda y preservación del patrimonio estatuario, según la ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural (1993).
Algunos funcionarios municipales entrevistados para esta nota señalan la falta de una línea de acción institucional ante el ataque sistemático contra la estatuaria pública, incluyendo el estatus o proyectos sobre la restauración de la escultura que le otorga el nombre a la plaza La Bancante.
No conforme con ello, y según una fuente extraoficial consultada el día martes 16 de enero, no pareciera ser nada alentador el destino de las obras retiradas para su “resguardo y posterior restauración”. Esta fuente nos indicó, y lo pudimos verificar gracias a la visita que realizáramos al lugar, que las obras La bacante, el monumento a Montes de Oca y Pandora, se encuentran depositadas en el Acuario de Valencia.
Aunque este espacio goza de vigilancia y pertenece a la jurisdicción de la alcaldía, no es el lugar más idóneo para el resguardo de este tipo de activos patrimoniales. Los muchos visitantes y el mismo personal de la institución desconocen el correcto manejo o manipulación de estos bienes artísticos.
Por esta razón se intentó contactar a un representante del actual gobierno municipal para que nos informara de sus planes en pro de estas piezas, pero hasta la fecha de publicación de esta nota no ha sido posible conseguir declaración oficial alguna.
Si correspondiera hacer una lectura de las imágenes y descifrar a partir de ellas el destino de las obras, concluiríamos que no es nada alentador. Allí están, lejos de sus espacios naturales, arrinconados como escombros. ¿Desaparecerán como desapareció el monumento Vuelvan caras?
Esperemos que no. Frente al desatado vandalismo y la inacción institucional, apostamos a la memoria ciudadana. Solo ella puede salvar lo que queda del patrimonio cultural venezolano, mantenerlo presente, recordarlo siempre. Para lograr que esas estatuas y demás símbolos culturales estén íntegros y de vuelta a sus espacios cuando llegue el momento de reencontrarnos.
Ninguna diáspora es infinita.
Fuentes consultadas
Alcaldía de Valencia recupera plazas en la parroquia San José. En Lacalle.com.ve, 8 de enero de 2018. https://goo.gl/YiMJr2. Consultado el 15 de enero de 2018.
Chevalier, Jean / Gheerbrant, Alain. Bacante. Diccionario de los símbolos. Editorial Herder. Séptima edición 2003. p. 168.
Del Valle, Carmen. Directora del Museo de Arte e Historia Casa de los Celis. Entrevista realiza el día 18 de enero de 2018.
Extrabajador de la alcaldía de Valencia. Entrevista realizada el día 16 de enero de 2018.
Hernández, Hugolino. Andrés Pérez Mujica, la voluntad hacia la gloria. Vida y obra de un artista venezolano. Madrid. IMNAZA, 1971.
Inventario de obras de arte. Patrimonio cultural del Municipio Valencia. Alcaldía de Valencia, Fundación para la Cultura de la Ciudad de Valencia. Valencia, sin fecha.
Juan Calzadilla y Pedro Briceño. Escultura / Escultores. Un libro sobre la escultura en Venezuela. Tecnocolor, Caracas, 1977.
Rojas, Beatriz: “Personas inescrupulosas mutilaron la escultura de la Bacante en el Trigal”. En el-carabobeño.com, 5 de octubre de 2017. https://goo.gl/Bm5fNZ. Consultado el 15 de enero de 2018.
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