Desde hace cinco años el Instituto de Cultura regional dejó de asignarle recursos a la Casa de la Poesía de Coro, por lo que el deterioro se instaló tanto en la fachada como en su interior. Y avanza en esa casona que integra el casco histórico de Coro, patrimonio cultural de la humanidad.
Eva Riera / @evariera. 16/2/2018.
Coro, Falcón. La sede de la Casa de la Poesía, de Coro, se encuentra en estado deplorable. Sucio y maloliente, quien desee entrar tendrá que llamar a varias veces hasta que alguien salga al encuentro. Está abierta y sola. Sus paredes y pisos lucen mugrientos, tiene algunas celosías rotas y orines de gato. Pero nada de poesía. Esa partió hace rato.


En la calle Comercio de Coro el inmueble es una de las pocas casas de dos pisos de alto que todavía se conservan en el centro histórico de la ciudad que, desde 1993, forma parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco.
Su restauración se inspiró en la Casa de la Poesía de Bogotá, Colombia. Fue Roberto Grand, presidente de la Corporación Mariano de Talavera, ente que regía la conservación del área hasta el año 2000, el encargado de presentar el proyecto que le devolvería su majestuosidad arquitectónica.
Sin embargo, con la asunción al poder del presidente Hugo Chávez, la Corporación Mariano de Talavera fue disuelta y los trabajos paralizados hasta la llegada del nuevo gobernador. De manera que correspondió a Jesús Montilla, como primer mandatario regional, inaugurarla en 2003. Su primera junta directiva estuvo presidida por el poeta y ensayista César Seco, quien se mantuvo al frente hasta el año 2010. En 2004 fue constituida como Fundación con el nombre del poeta falconiano Rafael José Álvarez.
Restauración de la casona
La vieja casona de barro, que perteneció a la familia López Agüero antes de ser adquirida por el Estado venezolano para convertirla en la Casa de la Poesía de Coro, recobró su belleza colonial gracias a la restauración hecha con materiales tradicionales. Las seis habitaciones que posee fueron convertidas en salas de exposición, biblioteca, sala taller y sala de conferencias, pero conservando casi intacta su arquitectura original. El patio central rodeado de columnas siguió formando parte de los atractivos del inmueble de dos plantas construida con adobe, piso de ladrillo y techos de teja. El segundo piso posee piso de madera.

Aunque no muy prolífica ni permanente, hubo una programación de tertulias, recitales, charlas, talleres y exposiciones, que reunía un público más bien reducido. Sin embargo, la casa tenía vida.
En ella se mantenía un personal que habitualmente iba a trabajar. Entre ellos estaba Seco, quien llegó a vivir en sus espacios por un tiempo, la secretaria Doris Martínez, un profesor que dicta cursos de inglés, el cronista municipal y sus dos secretarias, así como cinco obreros que hacían mantenimiento.
Además de la Fundación Casa de la Poesía Rafael José Álvarez, en el inmueble funcionaba el departamento de Literatura y Publicaciones del Instituto de Cultura del Estado Falcón, INCUDEF, que también dirigía César Seco.
“No ha terminado de caer porque tiene vida”

Doris Martinez, quien quedó encargada de la casona a la salida de Seco en 2010, asegura que “la casa no se ha terminado de caer porque permanece abierta”. En su opinión ha sido el calor humano el que ha permitido que permanezca en pie “porque por más que sea la casa tiene vida”. Extrañamente accede a la entrevista, aunque sus decaraciones pudieran ocasionarle problemas con sus superiores. Dice que, cuando llegó a trabajar como secretaria y asistente de Seco, la casa estaba en buen estado. Muchos decían que “espantaban”, un término usado en Falcón para referirse a muertos que asustan a las personas. Pero ella asegura que es falso y que la casa es hermosa y acogedora, aun en el abandono en el que está sumida.

“El friso de la fachada se cayó hace como cinco años. Mucho antes de que ocurriera, notificamos a través de cartas a los organismos competentes, entre ellos al Instituto Municipal de Patrimonio (IMP), pero como esto pertenece a la reserva patrimonial de Coro, no nos dejan intervenir, hay especificaciones técnicas que se deben usar. Queríamos repararla, buscar artesanos, pero tenemos esa tranca allí que todavía existe”, afirmó Martínez.
A la salida de Seco, la Fundación quedó acéfala y a la deriva. Aun así, hasta hace dos años, Martínez organizaba, sin ayuda de otras personas, las tertulias y recitales. Todavía el INCUDEF le paga su sueldo como secretaria y eso al menos la obliga a justificar las idas a la casa cuando el desánimo por el abandono en que se siente imbuida, la tienta a quedarse en casa.
“No pudimos hacer nada más porque solo quedé yo y, sin ayuda económica ni humana, no se puede. Entré como secretaria y ya no soy secretaria de nadie, pero la fidelidad a esa querencia y sentido de pertenencia es lo que me hace seguir aquí, si no me hubiera ido hace rato”, asegura.
Sequía presupuestaria desde 2008
En estos años Martínez ha visto dos intentos por conformar una nueva junta directiva que pusiera a funcionar la fundación, pero la ausencia de presupuesto y el hecho de que los estatutos establecen que el director debe trabajar ad honorem, han impulsado la desbandada.
Martínez desconoce las razones por las cuales la primera junta directiva abandonó a Seco. Sin embargo, en la casa siguió operando el Departamento de Literatura y Publicaciones con un corrector y ella como transcriptora, hasta que el presupuesto dejó de llegar y, tanto la revista Okios como los libros blancos que allí se producían, quedaron en proyecto. Desde 2008 la casa no recibe ninguna asignación.

“Puedo decir que la casa tiene dolientes aún. Varios poetas me dicen que no desmaye, he permanecido aquí. Hacemos tertulias improvisadas, la gente me busca para cualquier cosa, abro la biblioteca, vienen personas a leer, tengo una venta de libros usados de gente que se ha ido del país y me piden que los venda”, indicó.
Y allí permanece con dos “inquilinos”: el cronista municipal, Arcadio González, y el instructor de inglés, Joel Rodríguez, quienes se han quedado en resiliencia, pero no pertenecen a la fundación.
Un cronista bajo cobijo
Fue el presidente del Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), José Manuel Rodríguez, quien autorizó al cronista municipal a ocupar la sala de exposiciones de la Casa de la Poesía en 2001.

Arcadio González, quien investiga y narra la historia del municipio Miranda desde hace 26 años, asegura que Concemiranda, ente al cual está adscrito, nunca se ha ocupado de buscar un espacio para que ejecute las labores atinentes a su cargo. En una oportunidad le fue asignada una oficina en el edificio municipal, pero se trata de un área que nadie quiere ocupar porque la infraestrutura está sucumbiendo por filtraciones, al extremo de que fue ordenada su demolición.
Aparte de publicar más de 15 libros con el resultado de sus investigaciones sobre Coro, su historia, sus calles, sus personajes, González ha tenido que batallar un espacio y, mas recientemente, un presupuesto que por ley le corresponde. Entonces le presentó su caso al presidente del IPC quien, apenado por la ausencia de respuesta para el cronista, lo autorizó a ocupar el espacio en la recién inaugurada Casa de la Poesía.
“Era muy bonita la casa, hubo una pareja que vivió allí y hacían parrilladas, bebían, celebraban cumpleaños y tenía personal de mantenimiento y hasta un subsidio por Incudef. El último obrero falleció de un infarto y no mandaron más porque el que era jefe de todos no quería hacer el trabajo. Hubo un momento en que había cinco obreros: dos de Incudef y tres de la alcaldía, pero comenzaron a pelear entre sí y la encargada dispuso que el personal de Incudef fuera pasado a la Imprenta Municipal. Los de la alcaldía querían venir los sábados y les decíamos que no porque allí no se trabaja ese día. De manera que optaron por despedirlos porque, lejos de cumplir su función, generaban un conflicto.

González fue objeto de robo de sus computadoras y posteriormente le quitaron la asignación para las dos secretarias que tenía. De manera que a su oficina, situada en el segundo piso de la Casa de la Poesía, va con intermitencia.
El cronista municipal tiene una asignación, un presupuesto, que nunca llega. “Hace tres años reclamé y la respuesta fue que se trata de dinero del que dispone el presidente del concejo para otro destino”, aseguró González quien, ahora, está esperando su jubilación.
Esperanza en el nuevo gobierno
Doris Martínez ha luchado contra viento y marea para no cerrar la Casa de la Poesía, pero ve en la presente denuncia una esperanza. Y aferrada a ella exhorta a las nuevas autoridades que la recuperen.
“Me gustaría que la rescataran y que lo hicieran antes de irme. Me dijeron que entró por enésima vez en un programa de rescate. Busqué mucho apoyo y hasta hoy me cansé de buscarlo. No tenemos personal de limpieza. Planteé que mandaran un obrero de una escuela dos veces a la semana. A veces me da pena que la gente entre y vea cómo está esto. Antes la barría yo, pero me he enfermado, creo que he dado bastante. Quiero que la Casa de la Poesía se enrumbe a su esencia”, puntualizó.
Transitar frente a la Casa de la Poesía, en la calle Comercio de Coro, es pasar frente a la indolencia que se mezcla con los prejuicios y termina por derrumbar todo pasado por creerlo fuente de atraso.
Hasta hace doce años era una de las calles que mantenía las casas más conservadas de la ciudad. Unas de la época colonial, otras de la era republicana. Todas en pie. Algunas más que otras, pero en pie. Hoy, sin embargo, en su mayoría se trata de inmuebles deshabitados que han sucumbido a los embates del tiempo.
En medio de ellas, en el tramo comprendido entre las calles Garcés y Buchivacoa, se mantiene erguida la Casa de la Poesía a la espera de mantenimiento. Todavía hay tiempo de evitar que la desidia gubernamental termine por derribarla.
Fuentes consultadas
Martínez, Doris. Encargada de la Casa de la Poesía de Coro. Entrevista realizada en Coro en enero de 2018.
González, Arcadio. Cronista oficial del municipio Miranda, Falcón. Entrevista realizada en Coro en enero de 2018.
Contenido relacionado
En su 490 aniversario, Coro y La Vela permanecen en la lista “negra” de la UNESCO
Así es, muy bella. Tenemos entendido que el IPC solicitó unos informes técnicos a raíz de nuestro alerta. Esta información también la publicamos en nuestro portal. Gracias por escribirnos.
Nilda Silva, coordinadora editorial de IAM Venezuela.
Así es, muy bella. Tenemos entendido que el IPC solicitó unos informes técnicos a raíz de nuestro alerta. Esta información también la publicamos en nuestro portal. Gracias por escribirnos.
Nilda Silva, coordinadora editorial de IAM Venezuela.
no tiene asignación desde que estaba la gobernadora…para otras actividades si había asignaciones, pero nada que ver con la cultura. Que este gobernador tome en cuenta la situacion, es una bella casa.
Y el Museo Diocesano cuando lo abren, tiene ya mas de
seis años cerrado