La casa de descanso del expresidente Antonio Guzmán Blanco, Monumento Nacional, tiene 138 años de historia, 4 proyectos para su rescate y 2 restauraciones. El informe tras el incendio de 2015 revela que la casa no contaba con el mantenimiento adecuado.

Grisha Vera @GrishaVera. 23/2/2018.
Caracas. “Ayer ya se sabía que aquí iba a haber un acto hoy. Sabían que venían vicepresidentes de gobierno, ministros, que venían trabajadores y consejos presidenciales de gobierno popular. En la madrugada, entre las 4:00 y 4:30, alguien ingresó aquí con un bidón de gasolina, una mecha y prendió en fuego la casa de campo, patrimonial y del pueblo, aquí en Antímano»¦ El principal daño es a un infocentro y a la biblioteca que son parte de los objetivos de la ONU y del plan de la patria: el acceso al conocimiento, a las tecnologías, a la cultura. Bueno, daños importantes»¦ El presidente Maduro y el alcalde de Caracas han instruido una investigación a profundidad de este evento”, denunció Jorge Arreaza, para el momento vicepresidente de la República, el 9 de octubre de 2015, desde los exteriores de la casa de campo de Guzmán Blanco, ubicada en la parroquia Antímano.
Dos años más tarde se desconocen los responsables del incendio y de los resultados de la investigación, asignada el 13 de octubre de 2015 a la fiscal 42 del área metropolitana de Caracas para el momento, Marisela Aznar. Tampoco se han reparado los daños que causó el fuego ni la casa ha recibido el mantenimiento que recomienda el informe técnico elaborado tras el incendio. Incluso, el texto especializado revela que la estructura de la casona presentaba filtraciones y otros daños por su uso antes de ser incendiada.
Además, la casa de campo del expresidente Antonio Guzmán Blanco, monumento de valor histórico nacional desde 1979 (Gaceta Oficial 31 797), se encuentra en completo abandono por parte de las instituciones del Estado, a pesar de que es un espacio de reunión y esparcimiento para los habitantes del sector. El abandono de la casona, bautizada como “La Guzmania”, es un hecho que se ha repetido una y otra vez en los 138 años de su historia.
Cuando Antímano era un solaz
La estructura de La Guzmania fue construida con piedra, ladrillo, tapia y bahareque, según el registro histórico que reposa en el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC). Los techos son de caña amarga, madera y tejas de arcilla. Los pisos fueron construidos utilizando baldosas de cemento, panales de arcilla y madera. Los cerramientos (objetos usados para tapar las aberturas) usados eran de madera y hierro. Y los acabados se hicieron de argamasa de cal (material de construcción en albañilería), arena, cemento y pintura de caucho.
Enrique González, especialista en los servicios administración cultural latinoamericano y doctor en Ciencias Sociales, explica que para el siglo XIX Antímano, el lugar escogido por Guzmán Blanco para la construcción de su casa de descanso, era un sector foráneo, de recreación y descanso. Además, tenía una ubicación importante, pues era la entrada de Los Teques a Caracas y tránsito de la actividad comercial para el momento.

Asimismo, González recuerda que Guzmán Blanco fue uno de los presidentes que más ejerció el poder en el siglo XIX: seis años como general y después 20 años como presidente.
Una investigación de González titulada Para un estudio de la lucha cultural durante la presidencia de Guzmán Blanco, señala que para 1870 Guzmán Blanco decide emprender un plan de modernización de la nación. “Modernización entendida dentro del espíritu positivista de la época, de colocar al país en el sendero del progreso, en el camino del desarrollo industrial capitalista, tal como era asumido por países de su admiración, por ejemplo: Alemania, Inglaterra y los EE. UU.”.
De acuerdo con el texto, Guzmán Blanco, en su primer periodo como presidente de Venezuela (1870 – 1876), remodeló la Universidad Nacional, El Panteón Nacional y el Palacio de Gobierno. Asimismo, construyó el Palacio Legislativo, el Museo Nacional, el Capitolio, el Teatro Municipal, el Templo Masónico, entre otros.
Sin seguridad y con botes de agua

Sin embargo, las condiciones actuales de la casa de campo de aquel propulsor de la modernidad en Caracas son muy distintas. Para el segundo mes del año 2018 la casona se encuentra sin luces exteriores, sin vigilancia oficial, con dos importantes botes de agua limpia (uno en el lado este de la planta baja y otro en el exterior, entre la casa y el campo de beisbol), el área quemada aún no ha sido restaurada, la pintura de las paredes está desgastada, los baños no son aseados, pero cotidianamente usados.
A pesar del deterioro, la casa sigue como centro de reunión y recreación para los residentes de Mamera. Jerry Mujica, habitante del sector, comenta que la comunidad creó la Fundación Augusto César Sandino, integrada por miembros de la UBCH, colectivos, Clap y Consejos Comunales de las zonas aledañas. Ellos se han encargado de custodiar la casa en las noches y coordinar las actividades deportivas se desarrollan dentro de las instalaciones del patrimonio.
Mujica, quien es el responsable de las guardias nocturnas, explica que a diario se realizan actividades deportivas, se desarrolla la Misión Robinson y, en general, los jóvenes y niños de la comunidad van a recrearse en los exteriores de la casa (en el campo, la cancha y el parque infantil) luego de culminar la jornada escolar.
Asimismo, los exteriores de la casa son el centro de reunión de las familias de Mamera los fines de semana. “Un sábado pueden venir hasta 200 personas. Ahí –señala el campo- se hacen juegos de softbol”.
González explica que la tendencia mundial es que los patrimonios y monumentos adquieran funciones actuales. “Tiene que actualizarse, porque eso va asegurar su permanencia en el tiempo. Por ejemplo, si allí se instalan unas oficinas de atención al ciudadano el Estado va a disponer de un presupuesto para que funcione esa oficina. Pero el actualizarlo tiene que ser sin desvirtuarlo. Es decir, cualquier uso que se le dé a esas instalaciones tiene que ser para preservarlas y para que no se destruyan en el tiempo”.

La fundación comunitaria ha intentado restaurar la casa. Pero la iniciativa, que se ejecutó sin supervisión de la Fundación para la Protección y Defensa del Patrimonio Cultural de Caracas (Fundapatrimonio), el ente custodio, no fue aprobada. La diligencia tuvo resultado, los custodios lograron obtener los recursos a través de la compañía Venezolana del Vidrio, aserradores (quienes hacen el mantenimiento a la madera) y el Complejo Siderúrgico Nacional en Caracas.
González explica que la conservación estricta del patrimonio requiere de un trabajo técnico y de una formación muy especializada. “Pero una cosa es la conservación del edificio y otra es la creación de una participación para escuchar las distintas ideas de lo que puede hacerse con ese patrimonio. Y allí puede participar la comunidad”.
IAM Venezuela y El Pitazo, mediante dos oficios solicitó, el 26 de enero y nuevamente el 8 febrero, una entrevista con el funcionario encargado de la casona. Hasta la publicación de este reportaje, las comunicaciones no habían sido contestadas.
Mujica comenta que compraron las lámparas para el exterior e hicieron las instalaciones de los cables. “No las hemos puesto porque son muy costosas y tenemos miedo de que se las roben otra vez”. Los candados de la reja principal también fueron hurtados.
Un hecho que se repite en la historia
El 11 de julio de 1988, de acuerdo al expediente de casa que reposa en el IPC, la casona fue cedida por la Fundación para el Rescate y Conservación de Inmuebles, Locales y Bienes de Valor Histórico, Religioso y Cultural del Distrito Federal y el Estado Miranda (Funreco), ente custodio para el momento, en calidad de comodato a la Biblioteca Nacional para instalar en ella una biblioteca pública llamada El Ilustre Americano, título con el que la historia venezolana ha caracterizado la figura del expresidente Guzmán Blanco.
Sin embargo, seis año más tarde, en 1994, el proyecto de restauración elaborado por Funreco no se había ejecutado por falta de recursos económicos. Bs. 64 850 000 era el presupuesto para la restauración de la casa y la instalación de la biblioteca pública.
En 1997, según el expediente de La Guzmania, la Asociación Civil El Centauro de los Llanos presentó al IPC un proyecto de restauración de la casona e instalación de una escuela para la comunidad.
El proyecto alegaba que la comunidad carecía de una escuela básica y que la casa, patrimonio histórico nacional, se encontraba sin puertas y ventanas (habían sido robadas), la polilla había atacado la madera y las plantas parasitarias habían penetrado muros y piedras.
No fue sino hasta el 7 de octubre de 2002 que fue aprobado por el IPC el “Proyecto de restauración y adaptación al uso de centro sociocultural y deportivo de la casa de campo del presidente Antonio Guzmán Blanco”.


Entre 2003 y 2004, de acuerdo con el registro que reposa en el IPC, La Guzmania se restauró por completo y pasó a ser sede de una casa cultural para el disfrute de los pobladores de la parroquia Antímano.
Sin embargo, en el informe realizado por la arquitecta Adriana Enriquez Starchevich después del incendio en 2015, se recomendó: elaborar un proyecto de reestructuración integral; mejorar la seguridad física de la casona con respecto a su entorno, “el cual en ocasiones se torna hostil”; tomar en cuenta que el uso deportivo de las áreas exteriores actúa como agente agresor y elaborar un plan de mantenimiento, pues la casa evidenciaba serios problemas antes del incendio tales como invasión de insectos xilófagos (que se alimentan de la madera), humedades y filtraciones.
La casona está tomada por la comunidad
La fundación comunitaria hace vida en la casa desde principio de 2016. “Nosotros tomamos la casa porque estaba completamente abandonada y en las noches se metían personas, usaban drogas y hasta tenían relaciones sexuales”, cuenta Mujica.
Para resguardar el monumento los miembros de la fundación hacen guardias nocturnas. Cada noche se quedan cuatro jóvenes y permanecen en el lugar hasta que al día siguiente llega el coordinador oficial del monumento: un funcionario de Fundapatrimonio.
González aclara que la administración de los monumentos es responsabilidad del Estado. “La parte propiamente operativa para que ese patrimonio se conserve necesita un mínimo de personal. Desde quien haga la limpieza hasta un guía turístico. Ese personal para que permanezca allí debe ser evidentemente asalariado. Por eso se requiere que entre en la nómina pública”.
Pero el resguardo de la casa por parte de la fundación comunitaria va mucho más allá de una simple vigilancia cuando cae la noche. Su permanencia allí se parece más a lo que hacemos en un hogar. En la planta baja del lado oeste de la casa tienen dos camas para quienes hacen las guardias; una oficina con carteles de Chávez, el Che Guevara y unas hojas improvisadas en las que se detallan los turnos de la actividad custodia. Además, en otra de las habitaciones del lado oeste tienen una cocina eléctrica. Todo lo necesario para permanecer mucho más que 12 horas en el lugar.

También velan porque las normas se cumplan y por mantener el orden: que nadie entre en la casa de noche; que no se suban por las rejas, sino que entren por la entrada principal; que a las 10 p. m. desocupen la cancha, barren la casa y coordinan las actividades deportivas.
Mujica comenta que ni la Guardia Patrimonial, la Guardia Nacional ni la policía han podido lograr que las normas, como los horarios y el acceso limitado a la casa, se cumplan. “¿Cómo nos van a decir que hasta las 6:00 de la tarde podemos usar el campo si a esa hora es que salen los chamos del liceo?”.
González comenta que esta problemática puede solucionarse con educación y diálogo. Puede crearse, por ejemplo, una asociación con participación del Estado y participación vecinal donde, tomando en cuenta los estándares internacionales, acuerden las normas necesarias para la preservación de la casa.
El 13 de agosto de 1979 la casa fue declarada Monumento de Valor Histórico por la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, de acuerdo a la Gaceta Oficial 31.797.
Sin embargo, González advierte que para la preservación del patrimonio no basta que sea designada como monumento por parte de las instituciones del Estado. Debe existir una apropiación por parte de las comunidades que se logra a través de la resaltar su importancia en la etapa básica de la educación formal ciudadana.
El especialista explica que el reconocimiento y la apropiación del patrimonio son cruciales, porque es parte de la memoria del país. “Una sociedad sin memoria es una sociedad incompleta e incapaz de comprender su presente y mucho menos proyectarse hacia el futuro. El patrimonio (material e inmaterial) es parte de la memoria. Solamente en la medida que las personas hacen suyo ese patrimonio es que recuperan su memoria”.
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