Desde que UNESCO incluyera a Coro-La Vela en la Lista del Patrimonio Mundial, en 1993, han caído decenas de casas de las calles Manaure, Bolívar y Comercio, en el casco histórico de Coro. Entre deslaves y desatención gubernativa, una sucumbió recientemente y otra está por desplomarse. Las familias, hoy damnificadas, claman por apoyo oficial.
Eva Riera / @evariera. 18/4/2018.
Coro, Falcón. El 8 de noviembre de 2017, Elvia Hernández salvó su vida milagrosamente. Eran aproximadamente las 2:30 de la madrugada cuando la despertó un ruido inusual proveniente del techo. En ese momento no pensó que este se iba a caer, pero el instinto la hizo salir de la casa. Esa noche estaba sola. Su mamá y la pareja de esta se encontraban fuera de la ciudad.

Apenas salió, el techo de su casa de toda la vida, en la que nació y vinieron al mundo sus hermanos, se desplomó. Desde entonces está damnificada, “del timbo al tambo”, a veces duerme en casa de una vecina o en la de una hermana.
A la familia Hernández la conoce “todo el mundo” en Coro. Ha vivido por más de 45 años allí en la calle Comercio, una zona que desde 1993 pasó a formar parte del Área de Valor Histórico y Artístico que rodea a la poligonal Unesco, zona de la capital falconiana incluida en la Lista del Patrimonio Mundial por sus características arquitectónicas, únicas en el área del Caribe.
La casa la compró el papá de Elvia, ya fallecido. Apenas tenía dos cuartos, pero allí vivieron por años con las ventajas que da el tener todo a la mano: escuelas, liceos, comercios, iglesia, amigos.
Hasta hace unos años, en el tramo de la calle Comercio, entre Garcés y Buchivacoa, se palpaba la presencia humana gracias a quienes acudían a una posada, la Casa de la Poesía, un taller de reparación de máquinas de coser, una costurera profesional y unas diez familias. Hoy en día no quedan comercios, la posada cerró, cuatro casas de familia están vacías, la de allá está desplomada, la de aquí a punto de caer y la Casa de la Poesía abandonada por el Estado. La calle ya no le hace honor a su nombre, excepto por una zapatería que está en la esquina con la calle Buchivacoa.

Patrimonio derruido
Lamentablemente esta realidad no solo se vive en la calle Comercio. En la calle Bolívar, la Democracia, la calle Falcón, en la Zamora y muchas otras, el patrimonio de barro sucumbe ante la indiferencia de las autoridades.
En 1990, tres años antes de que Coro fuera incluida en la Lista del Patrimonio Mundial, según el historiador Carlos González Batista había censadas 1945 viviendas de bahareque frisadas y 686 sin frisar. Veinticuatro años después, más de 600 casas han desaparecido en las calles Manaure, Bolívar y Comercio. Entre las causas están los deslaves acaecidos en Falcón en 2005 y 2010, desatención de sus dueños, derrumbe de terceros con anuencia de las autoridades y malas reparaciones, según aseguró Alida de Navarro, vecina de Pantano Abajo. Nada más en 2010, por efecto de las lluvias, cayeron parcial o totalmente unas 450 casonas, según informaron las autoridades del Instituto del Patrimonio Cultural, IPC, en su momento.
Debido a esta desatención por parte del Estado venezolano, en 2005 Coro fue incluida por la Unesco en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro. Se supone que al estar incluido el sitio Coro-La Vela en la Lista del Patrimonio Mundial, el Estado venezolano se comprometía a conservarlo.
Elvia Hernández nunca pensó que iba a formar parte de la estadística de damnificados del centro histórico de Coro. No es la única. Pero los resultados del inventario realizado hace dos años por la Oficina Técnica del Patrimonio son un secreto bien guardado por su exdirectora, Merlin Rodríguez.
Pertenecer a la zona protegida por la Unesco era uno de los orgullos de los Hernández. Ahora es un problema que espera por la respuesta gubernamental. Aunque, lamentablemente, su casa cayó en una época de transición y las autoridades entrantes no tienen idea de las tareas atinentes a los cargos que ocupan.
“Nadie nos alertó de no usar cemento”

La noche en que los Hernández perdieron su casa, fueron precisamente los pocos vecinos que allí quedan quienes auxiliaron a Elvia en el momento en que el techo de bahareque se vino abajo. Luego vino la mudanza. No podían dejar la casa sola pues podían ser otros quienes hicieran el mandado.
Hasta las 6:00 de la tarde estuvieron sacando muebles, ropa, enseres. Solo quedó la nevera y una cocinita eléctrica. Mucha gente ayudó. Pero nadie del gobierno se apersonó para saber qué había pasado. Al menos no durante las primeras quince horas.
Todo lo contrario a lo ocurrido en noviembre, cuando intentaban reparar la cornisa de la fachada que se había caído. María Teresa Hernández, hermana de Elvia, aseguró que “en seguida”, en aquella oportunidad, llegó la alcaldía exigiendo el permiso y cobrando una multa por haber usado cemento en lugar de materiales tradicionales.
“No te dejan construir con bloque y cemento, y cuando intentas remozar te ponen trabas, no te dan solución. Cuando las elecciones, en la alcaldía y la gobernación le prometieron a mi mamá que nos ayudarían. Y nada. Quedamos sin hogar de la noche a la mañana”, expresó.
El día en que la cornisa cayó se asustaron mucho y optaron por llamar a los bomberos y Protección Civil, PC. Funcionarios de ambos organismos coincidieron en decir que no había peligro y que la casa estaba habitable. “Nos quedamos allí porque vimos que no había peligro. Estábamos reparando el techo y allí es cuando se cae en la madrugada. Creo que fue una mala praxis usar cemento, pero nadie nos orientó acerca de lo que debíamos hacer”, afirmó Elvia.
“Ni lavan, ni prestan la batea”
Elvia cree que las lluvias también influyeron en el desplome, justo un mes después de aquel diagnóstico de los bomberos y PC. Contaban con el permiso de la alcaldía para construir un cuarto más y frisar la fachada. Sin embargo, ahora que la casa se vino abajo nadie da respuesta.
-¿Por qué le piden ayuda a la alcaldía?
– Porque estas casas son patrimonio y por la Unesco ellos nos tienen que ayudar a nosotros. La alcaldía tiene que recoger los escombros y en vez de botarlos, los metieron y ahora es una guarida de malandros y baño público. Nos robaron la nevera y una cocina eléctrica. Al caerse la casa de madrugada sacamos los enseres, pero eso quedó allí porque era muy pesado y lo dejamos para el día siguiente porque nos daba miedo que nos cayera encima lo que quedaba de la casa”, refirió Elvia.
Por si fuera poco, Elvia está desempleada y clama ayuda al gobernador y el alcalde. “Si uno está con el proceso deberían ayudarlo. Estoy sin trabajo, mi mamá tiene una pensión de sobreviviente y eso es muy poquito. Queremos que nos digan qué hacer con la casa. No quieren que uno ponga cemento porque tienen que ser los materiales originales, pero no lavan ni prestan la batea. Queremos que hagan algo porque es el patrimonio familiar de toda la vida”, indicó Elvia.
“Todas las casas están deterioradas en el sector centro, son patrimonio de la humanidad y los gobernantes se hacen los ciegos y sordos, sentimos molestia e impotencia”, expresó María Teresa.
Solicita reubicación
A pocos metros de los Hernández, viven Josmarnic Rojas y sus tres hijos de 17, 15 y 13 años de edad. Duermen en uno de los cuartos de una casa cuya fachada se derrumbó parcialmente durante las lluvias de 2010. En el piso, dos colchones desvencijados, sucios y sin sábanas, les sirven de lecho en una habitación lúgubre.
Una mujer que intenta superar el abandono de su pareja comenta: “Tenemos 17 años viviendo aquí. Quien era mi esposo alquiló la sala que se cayó. Allí tenía su negocio llamado Taller Durán, donde reparaba máquinas de coser. Tenemos tres hijos. Vivimos aquí porque la señora que cuidaba la casa nos lo permitió para que la mantuviéramos limpia y no se fuera a caer. Pero cuando mi esposo y yo decidimos separarnos, él se fue del país y quedé aquí a la deriva con mis tres muchachos. Soy ingeniera agrónoma, pero estoy desempleada. Vivimos de lo que envía el papá de ellos. Antes vendía tortas y pan que yo misma hacía, pero ya no puedo por la situación del país”.
Temor al derrumbe inminente

Adentrarse a la casa, que pertenece a la familia Mármol-Chapman, es de valientes. En el zaguán el piso de granito está abultado en el medio y cruje al ser pisado. Las paredes están seriamente agrietadas y el techo pareciera que no resistirá una nueva vaguada.
“Sí tenemos miedo, pero ¿para dónde me voy? A la gente le da miedo alquilarle a uno, no hay sitios y con niños menos. Estamos aquí porque no encontramos dónde mudarnos. Se enviaron cartas a la antigua gobernadora, todas las diligencias para que nos dieran una casa y nada. Solo se acuerdan cuando hay campaña política. Nos prometieron que nos reubicarían, tengo una pila de hojas escritas esperando respuesta de la gobernación. Fuimos con el nuevo censo de vivienda hecho por el gobernador Clark y no hay respuesta. El día que se le cayó la casa a las Hernández, otros vecinos propusieron que le pasaran la máquina a esta casa con nosotros adentro porque para ellos esto es una guarida. Nosotros no somos malandros y si esto estuviera solo fuera peor para ellos”, argumenta Rojas.
La pared del baño se desmoronó el 7 de enero de este año debido a filtraciones que empeoraron con las lluvias de diciembre. La casa, aunque tiene varias habitaciones construidas en barro, fue ampliada con técnicas constructivas modernas. Un gran patio central sigue siendo, como en la usanza colonial, el eje en torno al cual están las habitaciones. En una de ellas están tiradas decenas de caparazones de máquinas de coser y otros repuestos inservibles.
Al fondo, un gran arco de piedra da entrada a un salón de estilo moderno que es usado por los adolescentes para hurgar una computadora y hacer sus deberes escolares.
Sin presupuesto
En el Instituto Municipal del Patrimonio, la vicepresidenta Lesbia Rivero asegura desconocer el caso de los Durán Rojas. “Tengo dos, tres meses apenas aquí”, aseguró. No obstante, ha seguido de cerca la situación de los Hernández, con quienes se comprometió a cancelar el pago del camión que recogerá los escombros de la casa.
Respecto a los planes de restauración y conservación del centro histórico de Coro informó que “estamos esperando reunirnos con el alcalde, el gobernador y la Corporación Falconiana de Turismo (Corfaltur) porque son responsables todos esos entes. Nosotros ahorita no tenemos recursos económicos, pero se están haciendo las gestiones para saber cuál va a ser la responsabilidad de ahora en adelante, quién va a tomar esa batuta y cómo se va a responsabilizar el instituto”.
Sin embargo, Micaela Riera, quien trabaja desde hace varios años como ingeniera de la Sala Técnica del IMP, indicó que los Durán Rojas ha sido abordados por ellos, pero respecto a la casa no se pueden tomar acciones legales porque es propiedad privada. Dijo que, aun así, se han hecho proyectos para repararla y el CEDMNA ha visitado a la familia, pero la respuesta la desconocen.
Fuentes consultadas
17ª Reunión de la Asamblea General de los Estados Partes en la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural París, Sede de la Unesco 23 – 28 de octubre de 2009 https://goo.gl/FiY7fn. Consultado en marzo de 2018.
Estado de Conservación de las Propiedades Inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial en Peligro América Latina y el Caribe. En whc.unesco.org. https://goo.gl/9cP2Sp. Consultado en marzo de 2018.
Hernández, Elvia. Damnificada de la calle Comercio, Coro. Entrevista realizada el 13 de febrero de 2018.
Navarro, Álida. Entrevista realizada en Coro el 20 de febrero de 2018.
Plan Integral de Conservación y Desarrollo de Coro, La Vela y sus áreas de influencia (Plincode). Ediciones Ministerio de la Cultura Instituto del Patrimonio Cultural. Colección Teoría e Investigación, serie Manuales, Comisión presidencial para la protección de Coro y La Vela, diciembre 2006.
Rivera, Lesbia. Vicepresidenta del Instituto Municipal del Patrimonio en Coro. Entrevista realizada en Coro el 9 de marzo de 2018.
Rojas, Jormarnic. Entrevista realizada en Coro el 13 de febrero de 2018.
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