La indolencia arruina las obras de arte del bulevar de Sabana Grande

Obras de arte del Sabana Grande, Caracas. Patrimonio cultural en peligro.
Vista de los daños en la obra Armando Reverón (2012), de Johan González. Colección Pdvsa La Estancia, bulevar de Sabana Grande, Caracas. Foto Luis Chacín, marzo 2018.

Entre 2010 y 2012 PDVSA-La Estancia hizo del más icónico paseo peatonal de Caracas un museo a cielo abierto de 90 000 m2. Sin embargo, la indolencia y el abandono condenan las obras de arte del bulevar de Sabana Grande a un imparable deterioro.

Mabel Sarmiento Garmendia / @mabelsarmiento. 12/4/2018.

Caracas. Aún no se ha cumplido una década desde que el bulevar de Sabana Grande se convirtiera en un museo de calle de 90 000 m2 de superficie. Sin embargo, lo que se inauguró en julio de 2011 como una cita con el arte, hoy luce abandonado, descuidado y ajeno al movimiento peatonal.

Obras de arte del Sabana Grande, Caracas. Patrimonio cultural en peligro.
Entre 2010 y 2012 Pdvsa La Estancia convirtió el bulevar de Sabana Grande en un museo abierto. Hoy está en franco deterioro. Foto Luis Chacín, agosto 2015.

Pdvsa-La Estancia, el órgano ejecutor del magnífico cambio, dejó huérfano el espacio y a merced del vandalismo. Voces autorizadas en el ámbito patrimonial lamentan que no se hiciera una campaña para promover la apropiación cultural por parte de la ciudadanía, así como la «inexplicable» falta de mantenimiento de una iniciativa de tal envergadura.

Hace un par de años la gente se detenía a tomarse selfis con las obras de arte de Sabana Grande. Interactuaba con ellas y se interesaba en conocerlas. Ahora es común ver a los transeúntes apoyados sobre los pedestales, reposar los pies, colocar bolsos, orinar sobre ellas y dejar las marcas de sus nombres.

“No sé lo que es, es un montón de hierro”, llegó a decir un hombre que estaba recostado en la escultura Tres rebanadas en cubo, de Vicente Atonorsi. La escultura en sí es un “montón de hierro”, pues está hecha en hierro oxidado sobre una base de concreto armado. No obstante, más allá del material, sugiere la expresión del arte en forma geométrica.

Obras de arte del Sabana Grande, Caracas. Patrimonio cultural en peligro.
2018. Detalle del deterioro de la obra Tres rebanadas en cubo (2011), de Vicente Antonorsi. Colección Pdvsa La Estancia, bulevar de Sabana Grande, Caracas. Foto Luis Chacín, marzo 2018.

Se trata de una pieza sencilla que mide más de dos metros de alto y que solo por su forma invita a observar. Sin embargo, aunque el hierro es forjado, los cubos lucen opacos por el polvo, el agua y el sol, y eso le resta atractivo a la obra y hasta la invisibiliza para los transeúntes, aunque no para los vándalos que les hacen pintas en aerosol.

“Lucho por mantenerte a mi lado, pero fracaso”

Una obra de arte al aire libre se convierte en un referente urbano, genera interacción y le da valor al espacio. Para el arquitecto Gustavo Izaguirre, decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, UCV, los daños en las obras de arte causados por factores ambientales no superan el 6 % del deterioro actual. “La mayoría son perpetrados por quienes les ponen las manos llenas de sudor, los zapatos sucios, las grafitean, las marcan con esprays, les tiran líquidos y comida. Esos elementos causan la mayor degradación de las obras, a lo que se suma la falta de mantenimiento”.

La estatua de Armando Reverón, realizada en resina, del novel escultor venezolano Johan González, es otra de las muestras artísticas caídas en manos del vandalismo. Dispuesto hacia el cerro el Ávila, en posición de estar admirando la montaña, así llegó Reverón al bulevar. Su color, una combinación de hierro forjado con bronce y marrón ya no es tal. Le vaciaron pintura morada en la cara, casi hasta nublarle la mirada. También le dañaron el traje, el sombrero y los zapatos con tinta amarilla, le mutilaron dos dedos y le fue arrebatada la mitad de lo que figuraba ser una tablilla de dibujo.

La estatua, para la fecha, se muestra como aguantando, incluso con un toque de dignidad humana, toda esa agresión que ocurre incluso a pocos pasos de una de las sedes del Ministerio de las Comunas.

“Lucho por mantenerte a mi lado, pero fracaso” se lee en la obra Volumen, una pieza de dos metros de altura del escultor Francisco Narváez, que tampoco escapó de la agresión de vándalos. La frase parece profética a juzgar por el desdén ciudadano hacia esta y las 11 restantes esculturas que se instalaron en el bulevar con el afán de lograr una conversación de la ciudad con el arte.

Con una postura un tanto indígena, las piedras han aguantado los golpes ambientales, no así el pegoste que deja el contacto con la vida cotidiana. El color marfil que la reviste se tornó sucio, restregado y tiene los signos de que ha sido bañada con materiales aceitosos. También tiene manchas de orina en el pedestal laminado, y aunque los adoquines donde descansa no están despegados, evidencian faltan de mantenimiento.

Al respecto el profesor Izaguirre comentó que hasta los adoquines están sufriendo deterioro por la acción del comercio informal. “Hemos visto mercados a cielo abierto. Meten camiones no aptos al bulevar. Esos adoquines no soportan un peso superior a los 120 kilos y por eso se despegan, desnivelan y rompen.

Sin apropiación cultural se pierden los esfuerzos

Eso pasa, según Izaguirre, porque no hubo una campaña de preservación y cuido del bulevar, como se hizo durante 16 años en el Metro de Caracas. “Quizás una campaña publicitaria no lo es todo, pero contribuye en 42 % a preservar los lugares. Lo mismo que pasa ahora en el subterráneo ocurre en la superficie: que la gente no respeta y no cuida, no le da valor a las cosas, a las obras de arte”.

Ahora, agrega, nos hace falta conciencia, que el ciudadano común entienda la riqueza que tenemos. “El trabajo de rescate que se hizo en el bulevar fue producto de un concurso de ideas, ganaron arquitectos jóvenes y, por tanto, vale la pena cuidarlo. Nadie sabe lo valioso que hay ahí en materia de urbanismo, hay baldosas que tienen relieves para las personas con discapacidad visual, por ejemplo. Ahí se hizo un estupendo trabajo de visual urbana y ahora lo estamos maltratando, se están robando los cables de cobre del alumbrado público. Le corresponde al gobierno local y nacional ahora hacer que el usuario aprenda a conservar esos bienes culturales”.

Una obra que quedó para pegar carteles

Un caso ilustrativo de la falta de conservación institucional y apropiación ciudadana lo constituye la pieza Territorio mineral, de la artista Nidia del Moral. Se trata de un obelisco de hierro pintado de amarillo con base y punta de granito. La pieza quedó para pegar carteles y es frecuente blanco de los grafiteros. No se quedan atrás los apoyan los pies, los que recuestan bultos y vacían líquidos en ella.

Los dos metros más bajos de la escultura de seis metros de alto tienen daños notorios y la mayoría son, tal y como dijo el arquitecto Izaguirre, por la acción de las personas y no del todo por causas ambientales. La pintura amarilla luce opaca y sin brillo.

Al respecto, los transeúntes y comerciantes cercanos a la pieza aseguraron que desde que la instalaron, hace más de seis años, no se le hace mantenimiento. De hecho, tiene afiches de viejas campañas políticas y varias marcas del pegamento usado.

Obras de arte del Sabana Grande, Caracas. Patrimonio cultural en peligro.
Los Petroleros, de Beatriz Blanco, pieza vandalizada. Obras de arte de Sabana Grande, Caracas. Foto Luis Chacín, agosto 2015.

Otras obras agredidas por el vandalismo y la indiferencia ciudadana son Los Petroleros, de Beatriz Blanco; y Tajatí, de Lía Bermúdez. Lo más visible en ellas son los grafitis, la pérdida de sus colores originales, la oxidación e incluso la perforación con un objeto contundente en el caso de la escultura de Bermúdez.

Obras de arte del Sabana Grande, Caracas. Patrimonio cultural en peligro.
Tajatí (1990), de Lía Bermúdez, parte de la colección PDVSA La Estancia en el bulevar de Sabana Grande, Caracas. Foto Luis Chacín, agosto 2015.

Necesario el reforzamiento de valores

El bulevar Sabana Grande fue convertido en un corredor artístico por Pdvsa-La Estancia, que lo ideó como parte de la propuesta estética del mobiliario urbano entre 2010 y 2012. Entonces instaló en su poco menos de kilómetro y medio 12 esculturas de reconocidos artistas venezolanos y 6 murales en las transversales. Y lo que se pensó como un referente cultural de nuevo quedó huérfano.

María Isabel Peña, arquitecta y quien fue durante ocho años directora del Instituto de Urbanismo de la UCV, consideró que el problema es que estamos acostumbrados a que otros se ocupen de la ciudad y, además, tenemos muy mala cultura de mantenimiento.

“Si la población fuera sensible a las obras valiosas, no permitiría que se llenaran de basura, que las marcaran con pintura, que las agredieran. Más bien debería privilegiarse la conservación en cuerpo y alma. Esas esculturas, por el tipo de material, deben lavarse con materiales específicos, usar hidroyec para arrancar el sucio ambiental, se les debe retocar la pintura. Pero lo que vemos es que lo artístico es lo último que importa”.

Peña sugiere, por tanto, “que toda campaña de preservación esté a tono con el reforzamiento de los valores y con la implementación de acciones a largo plazo de mantenimiento de todos los espacios públicos de la ciudad. Eso se debe hacer incluso por el bien emocional de la gente. Muchos de nosotros fuimos testigos, en las décadas pasadas, de la curva de prosperidad; tuvimos acceso a lo mejor de la cultura y no debemos dejar que eso se pierda de esta manera. Esas obras son parte de la memoria colectiva”.

Y como son un referente urbano, más allá de lo que significó el cambio de un bulevar hecho añicos por la desidia de años y la economía informal a un moderno corredor, son los mismos vecinos quienes alertan su deterioro.

“Quisiéramos que las autoridades nos ayuden a preservar estos espacios. Ganamos mucho con la rehabilitación. Nos podíamos sentar a contemplar, a comernos unos helados. Pero desde hace tres años para acá la gente camina de nuevo con miedo; ya nadie se atreve a sacar el celular para tomarse una foto con las estatuas. Aquí al bulevar han llegado muchos menesterosos que registran la basura y hay pandillas de muchachos que andan haciendo desastres”, comentó Eliseo Vargas, vecino de la zona.

Foto Luis Chacín.
Pacheco, de autor no identificado, parece pensar con previsor gesto de derrota que la indolencia ciudadana y la falta de mantenimiento darían al traste con el museo peatonal que creara PDVSA-La Estancia en el bulevar de Sabana Grande, Caracas. Foto Luis Chacín, agosto 2015.

Fuentes consultadas

Izaguirre, Gustavo. Arquitecto, decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, UCV.

Peña, María Isabel. Arquitecta y exdirectora del Instituto de Urbanismo de la UCV.

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2 Comments

  1. Hola, Vicente, gracias por indicarnos tu información. Otros dicen que son 1,6 km. De modo que tomamos un dato más preciso: los 90 000 m2 que, según la alcaldía, tiene ese icónico espacio caraqueño.

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