
Nombre: Laguna de los Muertos.
Año: indeterminado (periodo Colonial hasta la actualidad).
Tipo de patrimonio cultural: Tangible / inmueble. Sitio histórico a campo abierto. Categoría de campo de batalla y zona protectora [ABRAE].
Administrador custodio o responsable: Concejo Municipal de Araure del estado Portuguesa / Ministerio del Poder Popular para Ecosocialismo y Aguas / Instituto del Patrimonio Cultural (IPC).
La Laguna de los Muertos guarda los huesos de los soldados de la histórica batalla de Araure, en 1813. Es a un tiempo unidad paisajística y arqueológica, por ello está protegida a perpetuidad para la conservación ambiental (Ministerio del Ambiente) y la memoria histórica nacional (IPC).
Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas
Historia
1772 – 1811: abrevadero del ganado
1813: Laguna de aguasangre
Sitio histórico: nace la leyenda
1913: batalla centenaria
1933: monumento frente a la laguna
Testimonios coterráneos
1937: primera visita presidencial
1940 – 1950: de foco malárico a reserva acuífera
1970: declaración como Zona Protectora
1994: atentado patrimonial
1996: declaratoria de bien cultural
Durante el periodo colonial, este viejo espejo de agua de la antigua villa de Araure, actual estado Portuguesa, no era sino un apacible lugar donde apacentaban los rebaños de ganado comerciados por los españoles. En 1813, convertido en escenario de la Batalla de Araure, cambió su nombre para siempre dándose a conocer en la historia nacional como “Laguna de los Muertos”.

Símbolo de nuestra historia republicana, en la actualidad dos regímenes legales la preservan para la posteridad. En 1970 se declaró su entorno como Zona Protectora de la Nación, y en 1996 el Instituto del Patrimonio Cultural la integró como unidad espacial del declarado Campo Batalla de Araure.
La historia de este sitio histórico refleja una ruta de país: desde nuestra economía ganadera, pasando por el paludismo y la malaria, hasta el despertar en tiempos modernos de una conciencia ambiental positiva que retrotrae signos de nuestra gloriosa memoria republicana.
1772 – 1811: abrevadero del ganado
La laguna que en la actualidad se conoce como ‘de los muertos’, desde tiempos inmemoriales está ubicada en la meseta oeste de la antigua villa de Araure, fundada en 1694 a una legua del lugar. La terraza forma parte de la microcuenca Quebrada de Araure que dio origen al villorrio, zona caracterizada por una serie de lagunas estacionarias, favorecidas por el régimen de lluvias. Durante la Colonia en esta área, de norte a sur, los principales espejos de agua eran la referida laguna, la del Veladero y el Guásimo.
En 1778, el único nombre conocido de estas lagunas correspondía al Guásimo, según mención documental del obispo Mariano Martí. En los libros de su visita pastoral, señala esta laguna como límite geográfico de la villa de Araure: “por el poniente con el pueblo de la Aparición distante ocho leguas; su lindero por esta parte es la Laguna del Guásimo distante una legua” (Mariano Martí, Caracas: 1969, Visita pastoral, Vol. 6, p. 343). La laguna que entonces aún no se llamaba ‘de los muertos’ era el límite oeste con el vecino pueblo indio de Acarigua. Según documentación, el lindero colindante entre el pueblo de La Aparición y Acarigua comenzaba en la laguna del Guásimo, al poniente de la villa, a distancia de una legua. Por el sur, hacia el naciente, Acarigua conectaba con la misión de San Antonio de Turén, a cuatro leguas, teniendo por lindero la laguna de El Cambural, a una legua de Acarigua.
En 1793, en ocasión de definir los límites de la nueva parroquia de Acarigua, administrada por el padre Juan José Gamarra, se alude a estos parajes de modo preciso: “Al naciente, el sitio de Bucaral; al poniente, la laguna del Guásimo; al sur, la laguna del Cambural; al norte, la mitad de distancia que se encuentra entre dicha villa y el expresado Acarigua” (Ambrosio Perera, Organización de Pueblos Antiguos de Venezuela, Caracas: 1964, p. 45).
Estos vasos de agua se nutrían de la estación lluviosa. Las lagunas del Guásimo y Los Muertos constituían los mayores vasos de agua de la microcuenca. Desde la Colonia, se usaron como recurso de agua para la ganadería de extensión española en Araure y eran el principal abrevadero de semovientes de los viandantes ganaderos que atravesaban la villa para comerciar rebaños hacia centro y occidente de la antigua Capitanía General. En estas lagunas acampaban las manadas de bovinos, caballos y mulares, trasladados desde Apure, Barinas y Guanare, por caminos que conducían a Barquisimeto, villa de San Carlos, Valencia y Caracas.

La referencia documental más antigua que hemos obtenido de estas lagunas data de 1811. Tratase de un pequeño plano manuscrito (30 x 20,5 cm) realizado por el Pbro. Ramón Manuel Tirado, párroco de Araure, trazado de manera rudimentaria para un informe eclesiástico. Dibujado a lápiz y tinta china, ubica el prelado a un lado de la villa una sencilla inscripción: ‘laguna’. Sin adicionar nombre del referido espejo de agua, por su ubicación al noroeste de la villa, señala que se trata de la Laguna del Veladero (Archivo Arquidiocesano de Caracas, Sección Parroquias, “Año 1811 – Erección de Viceparroquia de la villa de Araure en el sitio de Píritu, N° 25”).

En 1772, la futura laguna ‘de los muertos’ y parte de la microcuenca araureña, según el hermano Nectario María, se conocían como “Lomas de Chaquea”, en alusión a su propietario el canario don Juan Crisóstomo Millán de Chaquea y Rodríguez, abuelo materno del prócer Juan Guillermo Iribarren. Chaquea era dueño igualmente del cerro La Galera, la eminencia más alta de la meseta, emplazada en la inmensa sabana que alcanzaba hasta el Río Acarigua, escenario que en 1813 se convertirá en principal teatro de la Batalla de Araure.
1813: Laguna de aguasangre
En plena Guerra de Independencia, la antigua laguna cenagosa del ganado cobrará su nombre para siempre. Concentrados desde el 3 de diciembre de 1813 los ejércitos combinados de los realistas José Ceballos y José Yáñez, después de saquear la villa de Araure, situaron sus poderosos batallones en la histórica meseta, dejando por frente la laguna que tomará su nombre a raíz del sangriento encuentro de armas.
Leanderfilmvideo. Proyecto Araure inmortal. En Youtube, 3 de junio de 2013.
El 5 de diciembre de 1813, ocupado Araure por el Libertador Simón Bolívar, enfrentó sobre la inmensa sabana a los ejércitos de Yáñez y Ceballos. Plantó sus tropas frente al cerro La Galera, teniendo por frente la extensa laguna como epicentro del combate que involucró unos 12 000 soldados de bando y bando. Las referencias escritas de los protagonistas sobre la batalla, en medio de la laguna, son elocuentes. Extraídos de sus memorias, cópiense a la letra algunos de sus dramáticos testimonios:
Gral. Rafael Urdaneta: “El 4 [de diciembre] no ocurriendo novedad en el día anterior siguieron la marcha y por la tarde acamparon frente al pueblo de Araure en campo raso. Este pueblo está situado en la suave pendiente que arranca desde la sabana de su nombre hasta donde se llama La Galera, que es el término de esta pendiente, y desde allí se forma otra sabana más elevada que termina en las vegas del río Acarigua. El enemigo ocupaba La Galera, quedando por consiguiente a sus pies el pueblo de Araure y divisando el campamento de Bolívar”.
Gral. Pedro Briceño Méndez: “Así en el silencio de la noche se retiró [el ejército realista] y evacuando a Araure fue a situarse en una laguna cenagosa que cubría el frente de su infantería y un bosque que le cubría la espalda y que servía además para ocultar su caballería contra nuestros fuegos”.
Cnel. José de Austria: “Al rayar la aurora del 5 de diciembre de 1813, los españoles habían abandonado la altura de Las Galeras de Araure en donde estuvieron situados; y descendiendo a la llanura de su retaguardia, hicieron su formación de batalla que componía más de 5000 combatientes con 10 piezas de artillería sobre los espesos bosques que anteceden al río Acarigua, dejando a su frente la sabana que en su centro tenía un lago de bastante circunferencia, que sin duda, impedía la regularidad de los movimientos que bajo los mismos fuegos enemigos debían ejecutar los republicanos”.
En el Boletín N° 25 del Ejército Libertador, redactado por Tomás Montilla, se lee igualmente: “[«¦] supimos que el enemigo en número de más de tres mil y quinientos hombres con diez piezas de artillería, se hallaba situado en las inmediaciones; su posición era en la entrada de la montaña del río Acarigua; apoyadas sus alas en dos bosques, y cubierto el frente por un lago que impedía el ataque de nuestra infantería por aquella parte”.
Concluida la batalla con victoria a favor de los republicanos, el glorioso campo se convirtió en el único lugar en Venezuela donde el Libertador Simón Bolívar peleó cuerpo a cuerpo en medio de un combate durante la Guerra de Independencia. En la sabana quedaron tendidos más de 2000 muertos de bando y bando. Señalan los partes militares que, solo en el perímetro de la laguna, perecieron más de 1000 soldados patriotas, inmortalizándose especialmente el acreditado Batallón Sin Nombre, bautizado por el propio Bolívar al término de la jornada como “Vencedor de Araure”. El pueblo se encargó de llamar desde entonces a la que le pareció a algunos patriotas un ‘inmenso lago’, con el glorioso mote de “Laguna de los Muertos”.
Sitio histórico: nace la leyenda
La antigua tradición oral señala que, después de la Batalla de Araure de 1813, los españoles dieron sepultura a algunos oficiales en el viejo cementerio de Araure. Pero la inmensa soldadesca quedó tendida en los alrededores de la laguna, que desde entonces fue considerada ‘camposanto’.
Cuarenta y seis años después, el 4 de abril de 1859 durante la Guerra Federal, cuando ocurra en el mismo escenario el Combate de Araure, que enfrentó las tropas de Ezequiel Zamora contra Manuel Herrera, aún se veían en el lugar los huesos de los caídos. Así lo escribió Lisandro Alvarado en Historia de la Revolución Federal, al narrar el episodio zamorano: “Con aquellos pobrísimos elementos estaba Herrera el 5 de abril en la ‘galera’ de Araure, cerca de la laguna donde había sido destruido Manrique por Ceballos, no lejos de la cual blanqueaban todavía cuarenta años después de aquel desastre los huesos de los guerreros allí inmolados” (Ob. Cit. 1956, ps. 110 – 111).
El nombre ‘laguna de los muertos’ debió terminarse de acuñar posterior a 1860. Llama la atención que, siendo tan preciso, el sabio Lisandro Alvarado al referirse al combate de Araure librado por Zamora, no llame a la laguna con el macabro topónimo. El registro más antiguo que hemos conseguido del nombre y una celebración patriótica en la laguna data de finales del siglo XIX.
La información la trae Virgilio Tosta en su enjundiosa Historia de Barinas. Refiere el académico que, el 5 de diciembre de 1869, Araure celebró un aniversario más de la batalla ‘en la Laguna de los Muertos’. El programa del Concejo Municipal acordó repiques de campanas, fuegos artificiales, misa solemne donde cantarían “las señoritas Escalona”, tedeum, discurso patriótico del padre Justo Almario, recepción oficial con discurso del Dr. Faustino Yanes “y visita al lugar histórico donde se dio la inmortal jornada, con uso de la tribuna por el señor Ramón Padilla C.” (Ob. Cit., Vol. IV, p. 74).
En 1875, el nombre aparece por vez primera en una publicación oficial del gobierno nacional. En la monografía estadal impresa por el presidente Antonio Guzmán Blanco, Apuntes estadísticos del estado Portuguesa, se reseña: “En la sabana donde tuvo lugar la célebre batalla, hai una pequeña laguna que jamás se seca, y es conocida con el nombre Laguna de los Muertos, porque se llenó de españoles muertos en la pelea, pues ellos tenían sus filas cerca de ella” (Apuntes estadísticos, Caracas: 1876, p. 27)
En 1898 encontramos una nota curiosa sobre el histórico espejo de agua. En unos manuscritos que, a modo de diario particular, lleva en el pueblo de Araure don Luis Tomás Escalona, se lee: “En los días 8 y 10 de noviembre 1898 se sembraron las matas de javilla, ceibas, &, & en la ‘La Laguna de los Muertos’. Las arrancaron los acarigüeños” (Semanario El Imparcial, Acarigua 6 de julio de 1974, p. 17).
1913: batalla centenaria
Convertida la Laguna de los Muertos en escenario referencial de la victoria de Bolívar en Araure, desde 1813 el lugar adquirió categoría de sitio histórico. Desde mediados del siglo diecinueve se comenzó a considerar al espacio con veneración de ‘camposanto’, en recuerdo a los más de dos mil caídos en la circunferencia de la laguna.
En 1907, en su paso por la rural población, el viajero norteamericano Hiram Bingham (1875 – 1956) asciende hasta la planicie, y en su famoso libro The Journal of an expedition across Venezuela escribirá: “Al oeste de la ciudad está una terraza cuya altitud aproximada es de unos ciento quince metros por encima del nivel de la llanura. Aquí ocurrió un encuentro bastante sangriento en 1813, durante la Guerra de Independencia” (ib., p. 51). Durante la corta visita, el científico fotografía el campo y se hace acompañar como guía de un anciano residente en una cabaña cercana al espejo de agua.
Cinco años después, en 1912, bajo el gobierno del Gral. Juan Vicente Gómez, como antesala del primer centenario de la batalla, el presidente de Portuguesa, Gral. José Rafael Gabaldón (1882 – 1975), el 19 de agosto de 1912 dicta el decreto N° 205, aprobando la construcción de una columna alegórica en el lugar. Según la providencia administrativa, frente a la laguna se “ordenó erigir un monumento a la excelsa memoria del Libertador Simón Bolívar y así mismo la Plaza Bolívar, con avenidas y cerca de baranda de hierro” (Semanario Campo Abierto, Araure, julio 1974, [p. 2]).

El monumento lo construirá el mismo régimen veintiún años después. Deterioradas las relaciones políticas Gómez-Gabaldón, al ser sustituido por el Gral. Ovidio María Abreu como presidente del estado, el centenario pasa de manera sombría. El 7 de diciembre de 1913, en Caracas, El Nuevo Diario recogió: “Monumento a los Libertadores – Acarigua, diciembre 5.- En este momento llegan a caballo el general [Antonio María] Orta, Presidente de la Junta Directiva; Escalona P., Presidente de la Municipalidad; Padre [Manuel Jacinto] Caballero, bachiller Hilarión López, general [Cirilo] Arias y otras importantes personalidades, de elegir sitio frente a la Laguna de los Muertos, donde la gratitud de Araure erigirá un monumento a los Libertadores en memoria de la acción de Araure”.
En 1915 la laguna constituye el único escenario para recordar la épica batalla. En su manejo truculento por vincular la vida de Gómez a la de Bolívar, el lugar se usa para celebrar la gomecista efeméride del “19 de diciembre”. Matizados con las melindrosas loas a los héroes, el gobernador José Antonio Baldó celebra en la laguna cacareados actos. En 1916, el libro El general Gómez y el XIX de diciembre reseñará sobre los mismos: “Qué hermosa romería la de la tarde! La ciudad entera se dirigía a aquel sitio histórico de la ‘Laguna de los Muertos’ donde en elocuentes frases se evocaban los nombres de Bolívar y de Gómez, héroes portentosos, aquél de la libertad de la Patria y éste, de su rehabilitación. Ahí el pueblo araureño agradecido como siempre de sus benefactores recordó con entusiasmo patriótico el nombre de nuestro pulcro Magistrado regional General J. A. Baldó, quien con tino y eficacia dirige la nave del Estado” (El general Gómez y el XIX de diciembre, 1916, p. 205).
1933: monumento frente a la laguna

En 1921, al inaugurarse la Casa Natal del Libertador en Caracas, el pintor Tito Salas (1887 – 1974) devela un óleo sobre la Batalla de Araure. Como fondo del imponente lienzo, el artista estampa la legendaria laguna abrumada por el feroz combate. La obra constituye el primer homenaje de la pintura venezolana al homérico follaje. Para entonces, en fecha indeterminada, ha debido levantarse en el lugar el monumento decretado ocho años antes.

En 1924, consta la existencia de este primer monumento a la Batalla de Araure frente a la laguna. Fotografiado por el hermano Nectario María, la imagen aparece ese año en el libro La Maravillosa historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare (1924). Según la gráfica, se trata de un monolito encofrado en concreto, a modo de pilar cuadrado, de unos tres metros de alto. Como veneración al lugar, en 1981, en su Historia de Portuguesa, el historiador escribirá sobre el sol de la pampa: “sus rayos doraban el campo de Araure y reflejaban sus luces en las aguas de la laguna, testigo silencioso e impávido de tanta abnegación y bravura, y cuya superficie enrojeció la sangre de tantos invictos mártires del Honor” (Ob. Cit., p. 70).


En 1933, a escasos metros de la laguna, el Gral. Juan Vicente Gómez erige por fin un monumento formal. La develación ocurre el 19 de diciembre de 1933. Las palabras alusivas al acto, pronunciadas por el secretario general de gobierno Hermógenes Rivero Saldivia, son elocuentes: —“De hoy más el transeúnte ignaro no cruzará esta vía desapercibidamente o con indiferencia [«¦] de la margen de aquella laguna emerge una vibrante voz, que dice, y repercute el eco de la selva: Pasajero! ve y dí ante el glorioso mausoleo del Padre de la Patria, que aun yacemos aquí por obedecer sus órdenes”.


La elevación de la columna coincide con la apertura de la Carretera Occidental de los Llanos, iniciada en Valencia en 1916, cuyo diseño atraviesa la laguna en ruta hacia Guanare. De modo previo, el 24 de julio se inaugura un puente colgante sobre el río Acarigua, que empalma con el trascendental corredor vial que cruza el histórico espejo de agua. El acceso al monumento desde la ciudad se resuelve con la apertura de una nueva avenida. En una Memoria y Cuenta del Ministerio de Obras Públicas de 1934 se anuncia: “En Araure: reparación de la calle Bolívar y de la Avenida Centenario y reparación completa del trozo de carretera que conduce al histórico sitio de la Laguna de Los Muertos” (Ob. Cit. 1934, p. 439).
Con todo y las obras frente la lacustre leyenda, la laguna concentra con otro sentido a las rurales Araure y Acarigua tras la muerte del dictador. Recoge la tradición oral que, en 1935, fenecido el hombre fuerte de Maracay, en acto público, acarigüeños y araureños acudieron en romería hasta la laguna a depositar en el fondo de sus aguas los grillos de los presos políticos locales.
Testimonios coterráneos
Los días del sopor gomecista dejan su recuerdo en la generación de los años treinta. En su discurso del 350° aniversario de Acarigua, el futuro presidente de la república Luis Herrera Campins, en 1970, traza así sus recuerdos: “De ese pueblo venimos, con sus paseos elementales hacia Cambural, Laguna de los Muertos, para buscar guayabitas y ciruelas de hueso” (1971, p. 18).

Veinte años después, como expresidente, vuelve a referirse a la laguna en un artículo de prensa. “El 5 de diciembre de 1813 —escribe Luis Herrera— se libró la Batalla de Araure, en las cercanías de la después llamada Laguna de los Muertos hasta su extinción por obra de la depredación de los recursos naturales de orden vegetal en ese pedazo de los Llanos Occidentales. Este sitio, ahora señalado solamente por un monumento alegórico, está vinculado a muchas vivencias de mi infancia, a bulliciosas y alegres excursiones en busca de guayabitas en época de cosecha y, por diciembre, en busca del aromoso y blanco estoraque para adorno del tradicional y decembrino pesebre llanero” (Diario El Globo, Caracas, 5 de diciembre de 1993, p. 18).

En similar tono mustio, el celebrado poeta César Lizardo, nacido en Acarigua el 7 de septiembre de 1925, en su libro Por la piel de Europa (1980), al dibujar sus recuerdos sobre el pueblo natal, evoca al histórico espejo de agua. Escribe el connotado escritor: “Frente a la plaza, en una vieja casa, funcionaba la Escuela Raimundo Andueza Palacios. Allí aprendí mis primeras letras. Recuerdo los paseos que nos daban a los estudiantes de entonces; nos llevaban a la laguna de los Muertos, sitio donde se desarrolló la Batalla de Araure” (Ob. Cit., p. 65).

Veinte años mayor que los anteriores, el ambientalista Ricardo Montilla, nacido en El Sombrero el 27 de marzo de 1904, recordando su infancia en Acarigua, en un discurso de 1965 retrotrae: “Recordamos desde niños ese paño de sabana con su gran extensión de agua empozada, los torcidos troncos del chaparro y el decembrino blanco aroma pascual del estoraque. La Laguna de los Muertos, llamada seguramente así después del épico encuentro, en la que algún grueso árbol ahuecado remedaba una canoa y por la que se desesperaba nuestra infantil curiosidad porque la veíamos inmensa y, sin embargo, no se hablaba de ella en ninguna Geografía” (José Antonio Páez: el de la asombrosa valentía, Caracas: 1965, p. 29).
1937: primera visita presidencial
El 20 de marzo de 1937 ocurre la primera visita de un presidente de la república a la Laguna de los Muertos. Procedente de San Carlos, en viaje por tierra, arribó el Gral. Eleazar López Contreras siendo Acarigua capital de estado (1927 – 1937). Recibido por los altos poderes locales en la casa de gobierno, el mandatario recorre algunos sitios de la ciudad. Visita el nuevo hospital, el templo parroquial, la cárcel pública, el pequeño monumento al Gral. José Antonio Páez en Curpa y asciende hasta la laguna.
Algunos detalles de la visita los trae Nerio Duin Anzola (Mano Nerio), cronista popular de Acarigua. En su libro Memorias y curiosidades (1951), recoge el singular acarigüeño que el presidente López Contreras llegó con la comitiva hasta su casa, interesado en conocer una vieja espuela que poseía con las iniciales S. B. [¿Simón Bolívar?], conseguida por el viejo Nerio, precisamente en la laguna donde solía ir de cacería. Acompañado el presidente por el Dr. Tulio Chiossone, diputado del Táchira y presidente de la Cámara Baja, cuenta Duin Anzola que el mandatario arribó a su casa escoltado por “diez camionetas cargadas de fusiles y oficiales que venían de la laguna de los Muertos, a hacer la parada [militar] de la Batalla” (Op. Cit. p. 41).
La versión oficial de la visita quedó contenida en la obra Por los caminos de la patria (1941), escrita por Rafael Brunicardi, periodista de la comitiva presidencial que concurrió a la laguna. Recordando el mismo suceso, en su libro Gobierno y administración 1936 – 1941, el Gral. López Contreras señala que el recorrido formó parte de la primera gira a occidente, que lo llevó por San Carlos, Acarigua, Valera, Mérida y San Cristóbal. Sobre la laguna apenas escribe haber ido a “aquellos terrenos donde dio el Libertador la célebre Batalla de Araure en 1814 (sic.)” [p. 33].
1940 – 1950: de foco malárico a reserva acuífera
Con excepción del monumento, del ostracismo gomecista lo único que le quedó a la laguna fue el anófeles encharcado en la vieja ciénaga. Hasta bien entrados los años cincuenta, los alrededores del espejo de agua aún se usaban como potreros comunales de ganado y la laguna se había transformado en foco de incubación del paludismo o malaria.
Un recuerdo particular del espejo de agua en este periodo lo trae el araureño Pablo López, en un inédito escrito de 2015: “Siendo niño mi padre me llevó allí con el afán de enseñarme algo de ese suceso histórico. Con la mirada enfilada hacia el horizonte de la sabana araureña divisaba el verdor de la vegetación y en la parte central se podía observar una mancha verdosa a lo que comúnmente llamamos un charco pantanoso [«¦] Por esas cosas del destino ésta fue perdiendo paulatinamente su nivel de agua hasta quedar reducida a un simple charco o pantano que sirvió para ser un criadero de insectos transmisores de enfermedades. No fue sino hacia los años cuarenta que la recién fundada División de Malariología y su director, el insigne venezolano Dr. Arnoldo Gabaldón Carrillo, se vieron en la obligación de desaparecer lo que quedaba de ese pantano”.
Aunque la laguna no fue ‘aniquilada’, los trabajos antimaláricos ocurrieron de la siguiente manera. En 1939, gobernando López Contreras, llega a Acarigua el Dr. Estus Hubert Magoon, ingeniero de la Fundación Rockefeller adscrita al Consejo Internacional de Salud Pública, dedicada a la erradicación anofelina. Tras tomar gráficas en el monumento y realizar ciertos estudios entomológicos, recomendó la desecación de algunas lagunas y la canalización de la Quebrada de Araure que, al este de Araure y norte de Acarigua, formaba durante las lluvias una laguna conocida como Los Tanques. En actas del concejo de Acarigua, desde 1909 se la llamaba “Laguna de los Estanques”.


Considerada por el Ministerio de Sanidad “principal criadero del Anopheles darlingi, el más agudo vector del paludismo, la Laguna de Los Tanques fue extinguida. Los trabajos estuvieron dirigidos por el Dr. Luis Wannoni Lander, jefe local de Malariología, quien sugirió rescatar la Laguna de los Muertos. En 1994, el Ing. Arturo Luis Berti, testigo de las labores, en un ensayo como presidente de la Academia de Ciencias, recordó el impecable trabajo de Wannoni Lander. Se erradicó la laguna de ‘los tanques’, pero se conservó la de ‘los muertos’. Al referirse a los trabajos de 1939, reconoce en su texto que uno de los logros fue: “Salvar para la historia, en su escena natural, la llamada laguna de los Muertos, teatro de la célebre batalla de Araure y preservar para el disfrute de sus moradores y para el turismo en general la pintoresca laguna del Veladero” (Boletín de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, Caracas: 1994, Vols. 175-190, p. 25).
En 1952, iniciado el gobierno del Gral. Marcos Pérez Jiménez, se modificará sustancialmente el paisaje de la histórica sabana. Al oeste de la laguna se construye el aeropuerto de Acarigua-Araure; y hacia el este, se traza la nueva carretera Panamericana. La laguna queda encerrada entre ambas obras y los movimientos de tierra contribuyen a disminuir los niveles de agua de la Quebrada de Araure, único sustento del modesto acueducto local.
De 300 litros por segundo en 1949, el agua de la quebrada descendió en 1952 a 47 litros. Como medida, el municipio proyectó la reforestación integral de la meseta donde se encontraba la laguna. El mentor de esta cruzada ambiental fue el yugoslavo Mitar Nakichenovich (1904 – 1969), quien arribó a Acarigua en 1947 para fundar el vivero forestal del Ministerio de Agricultura y Cría (MAC). Le secundan en el proyecto el araureño Pedro Alcides Barrios y Ricardo Ulises Román, gerente de la empresa local de agua y luz. El primer grupo de trabajo lo integraron el Ing. Anselmo Escalona Salas, jefe de zona N° 3 del MAC; Ramón Lara, jefe de Conservación de Suelos; Cap. Alí Carrillo, comandante de las Fuerzas Armadas de Cooperación; Dr. César Sambrano Roa, presidente municipal de Acarigua; Saúl Socorro, administrador del Instituto de Obras Sanitarias (INOS) y Mitar Nakichenovich, jefe del vivero.

En 1953, Mitar y Pedro Alcides Barrios proponen adjudicar al MAC unas 360 hectáreas en la meseta, para iniciar el proyecto. El 16 de julio, el presidente municipal Julián Colmenares Reyes y el prefecto Julio Gustavo Romano dictan un primer decreto prohibiendo botar basura “en el sitio histórico Laguna de los Muertos y en las inmediaciones del aeropuerto [«¦] por haber nacido allí el triunfo de Ayacucho y Carabobo” (Aviso Oficial, Araure 16-7-1953). El 29 de abril de 1954 se aprueba extender la repoblación arbórea hasta la propia laguna. La decisión fue aprobada por los concejales Ramón Rivas, Nicolás Mujica, Luis Enrique Bustillos, Serapio Montes y Anulfo Aponte (WB, Apuntes para la historia del agua, Guanare: 1999, p. 49).
El mismo año, 1954, visita la laguna el geógrafo Marco-Aurelio Vila. En su libro Aspectos geográficos del estado Portuguesa, editado por la Corporación Venezolana de Fomento (CVF), escribirá: “En las cercanías de Araure se halla la histórica Laguna de Los Muertos. Se trata de un espejo de aguas que cubre la porción más baja de una ligera depresión. Esta laguna, cuya profundidad máxima no pasa mucho de un metro, tiene una longitud aproximada de 500 a 600 metros y una anchura máxima de unos 150 m. La batalla que se dio en sus márgenes en la Guerra de la Independencia le dio el nombre y luego la colmaron de leyenda. Esta laguna no tiene drenaje” (Ob. Cit. p. 72).
El 17 de febrero de 1954, según propuesta del presidente municipal Julián Colmenares Reyes, se aprueba oficiar al gobierno central convertir en Parque Nacional “el sitio de la llamada Laguna de los Muertos”. El 29 de abril se resuelve reforestar sus alrededores. El 17 de mayo de 1955, por decisión municipal se aprueba cercar todo el perímetro de la laguna para proteger las labores de reforestación. El 21 de noviembre, el concejo anuncia con éxito el avance de la arborización (Rafael José Mujica Tovar, 50 años de historia araureña, Araure: 2013, ps. 169, 212 y 263).

En 1955, en uno de los Cuadernos de información económica de la referida CVF, se ofrece la laguna como potencial turístico. Precisa la publicación: “Acarigua-Araure presenta verdaderos centros de interés para el turista. En Araure existe la iglesia colonial [«¦] donde oró el Libertador antes de empezar el combate del que salió victorioso, a orillas de la Laguna de los Muertos. Esta laguna puede visitarse en las cercanías de la localidad y un sencillo monumento recuerda las viejas glorias” (Ob. Cit., N° 7, p. 24).
El 21 de mayo de 1958 la cámara edilicia del concejo municipal del distrito Araure aprueba crear, en el emplazamiento de la laguna, una ‘zona de reserva’ ambiental. La medida es sancionada por medio de un acuerdo municipal en la fecha indicada (Mujica Tovar, Ob. Cit., p. 263).
1970: declaración como Zona Protectora


Cuando inicie la década de 1960, la reforestación en la Laguna de los Muertos habrá sumado a su valor histórico el mérito ambiental. Como adición, a objeto de salvaguardar los terrenos adyacentes al monumento de la batalla, el 12 de julio de 1961, el concejo de Araure explora convertir en “reserva forestal” el área noreste de la laguna, inmediata a la carretera nacional, en una extensión aproximada de 25 hectáreas, que abarcarían desde la columna conmemorativa hasta el actual hospital central de la ciudad.
El 11 de diciembre de 1961, ejecutada una remodelación del monumento, conocido como El Túmulo, el gobernador Pablo Herrera Campins lo reinaugura con un concurrido acto. Dos meses después, el 12 de febrero de 1962, el municipio paraliza una extracción ilegal de granzón que venía ocurriendo en las inmediaciones laguna (Mujica, Ibid., ps. 253, 263 y 278).
Entre 1953 y 1968 la reforestación había sido completada. Convertido el antiguo campo de batalla por Mitar Nakihenovich en una suerte de ‘laboratorio forestal’, se plantaron en los alrededores de la laguna medio millón de árboles de 44 especies autóctonas y exóticas, entre otras, mijaos, jabillos, caobas, apamates, eucaliptus, tecas de la India, terminalias de Ceilán y sombreros inmaculatos del Brasil. Todos los árboles fueron producidos por el yugoslavo en los viveros del MAC y sembrados por su persona, ayudado apenas por dos obreros, Rafael Alvarado y Aquilino Yépez. Con un presupuesto mensual de 3200 bolívares, durante quince años, esta inversión alcanzó un monto total de Bs. 147 250,oo.

La colosal arborización le mereció a Mitar Nakichenovich el Premio Nacional de Conservación, otorgado por el presidente Rómulo Betancourt el 12 de octubre de 1959. Aunque en 1968 Pedro Alcides Barrios, como presidente municipal, concedió por vez primera la máxima condecoración de la ciudad al recordado Mitar —nacido en 1904 en Kotor (Yugoslavia) y fallecido en Araure el 16 de diciembre de 1969—, se debe a ambos prominentes ciudadanos haber salvado la milenaria quebrada y la histórica laguna.
Como colofón de la vasta obra, el 4 de febrero de 1970 el presidente Rafael Caldera declaró el área como Zona Protectora de la Nación. Sancionado el decreto presidencial N° 235, que afectó 615 hectáreas del entorno de la laguna, en reconocimiento al recordado silvicultor, la reserva fue bautizada como Mitar Nakichenovich. Con ello, buena parte del campo de batalla fue convertido en Área Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE). La ciudad comenzó a llamarla Parque Mitar, a pesar de que la expresa regulación prohíbe desde entonces, adentro del polígono, la recreación activa. La acertada providencia superó de este modo la errática propuesta de 1954 en convertir el área en Parque Nacional (WB, Ob. Cit., p. 50).
1994: atentado patrimonial
La declaración del área como ABRAE de 1970 no solo preservó las nacientes de la Quebrada de Araure, sino que salvó de la voracidad urbana la histórica Laguna de los Muertos. De haberla trasformado en parque nacional, se hubiese permitido la construcción de viviendas en el lugar. Convertido el pretérito campo de batalla en un bosque inducido, la laguna quedó aislada de la ciudad. En 1977, la construcción de un moderno acueducto al oeste de Araure terminará de minimizar el impacto ambiental sobre la microcuenca, aumentando los acuíferos y la biodiversidad de la legendaria laguna.
Como contraste, entre 1953, fecha de inicio de la reforestación, y 1970, año de la declaratoria como zona protectora, la desconexión de la laguna con el entorno urbano contribuyó en modo negativo a olvidar el valor histórico del campo de batalla. Para toda una generación, la laguna permaneció escondida en un bosque cercado y prohibido para el común. Trasmutada la histórica sabana en área protegida, la ciudad pronto olvidó su antiguo valor como campo de batalla. La ciudad se conformó solo con el monumento, levantado enfrente de la carretera que hace de lindero con la zona protectora.
En 1993, el olvido de más de cuatro décadas sobre la Laguna de los Muertos, le hizo una mala jugada a su valor patrimonial. En octubre de ese año, durante el gobierno en Portuguesa del Dr. Elías D’Onghia el ejecutivo del estado, a través de su dirección de obras públicas y la dirección de turismo, proyectó una intervención (no permisada) en la laguna. La ilegal decisión venía amañada a una obra nacional que decidió ampliar la antigua carretera Panamericana contigua a la laguna, para convertirla en un par vial.
Para ejecutar el proyecto, se tomó la ilícita medida de usar la Laguna de los Muertos como “saque de arcilla”, a fin de utilizarla como relleno del par vial en construcción. El 12 de enero de 1994, el director regional del Ministerio del Ambiente, Ing. Luis Eduardo Ibirma, emitió un acto administrativo autorizando la extracción de material granular en la Zona Protectora, con el subterfugio de un “Mejoramiento de la Laguna de los Muertos”. Un día después, el 13 de enero penetraron la laguna doce mototraillas y cuatro retroexcavadoras para extraer más de 60 000 metros cúbicos de arcilla tipo caolín, para compactar la referida vialidad.
Aunado al penado ecocidio, contravenido en el decreto presidencial de 1970 que declaró el lugar como ABRAE, se infringió un daño inconmensurable a los valores patrimoniales de la laguna. La penetración de las máquinas al histórico camposanto destruyó el paisaje natural del espejo de agua y removió huesos y armas de los caídos en 1813 en la épica laguna cenagosa.
El escándalo acaparó por meses la prensa local. Denunciada la ilegítima intervención de la gobernación ante la Dirección de Acervo Histórico de la Nación, su presidente José Gregorio Mora remitió el caso al recién creado Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), bajo la presidencia del Arq. Juan Pedro Posani y el Arq. Leopoldo Provenzali, gerente del organismo. Al frente de las denuncias locales se colocó un calificado grupo de ambientalistas, secundado por quien esto escribe como cronista oficial de la ciudad, entre quienes destacan los abogados María Magdalena Agüero, Asdrúbal León y los conservacionistas Alfredo Torrez Quirós, Cesar González “Gonzalito”, Raúl Lugo y Gonzalo Martínez, entre otros ciudadanos.
Para iniciar un rescate del área, el 28 de febrero de 1994, se constituyó la Fundación Campo Batalla de Araure-Parque Mitar (CAMBAMITAR), integrada por el grupo de ambientalistas denunciantes, con la intención de ejecutar acciones destinadas a la protección patrimonial del campo, bajo lineamientos del Instituto del Patrimonio Cultural (IPC). En forma paralela, la denuncia del atentado se interpuso ante los tribunales competentes, quienes dictaron privativa de libertad a funcionarios públicos involucrados y al propietario de la contratista que ejecutó ilegalmente los trabajos de extracción de arcilla. En la oficina del cronista se resguardaron parte de los huesos, rescatados en el lugar con ayuda del antropólogo Pedro Pablo Linares, lo mismo que alguna arma de guerra, aflorada durante los vedados movimientos de tierra.
1996: declaratoria de bien cultural

La profanación del camposanto, —ocurrida para mala fortuna en el año tricentenario de la fundación de Araure—, despertó la atención nacional sobre la Laguna de los Muertos. Conjugado el decreto presidencial que en 1970 declaró el área como Zona Protectora, en 1994 a instancias del cronista, ambientalistas y el alcalde de Araure Wiston Ortiz Monsalve, inició el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC) un expediente para su declaratoria oficial como sitio histórico y patrimonial de la nación.
El 3 de julio de 1995 el concejo municipal sanciona por unanimidad un acuerdo considerando los valores históricos y la significación para la memoria urbana del Monumento Batalla de Araure y el “área de influencia de la Laguna de los Muertos”. La providencia solicitó al IPC “la urgente adopción de medidas tendentes a la integración de esos bienes inmuebles al Patrimonio Cultural de la República” (Gaceta Municipal Extraordinaria del Municipio Araure – Año VI, N° 20-10, 4 de Julio de 1995).
Después de un año de gestiones, con apoyo del nuevo alcalde Armando Rodríguez, finalmente el 15 de noviembre de 1996, dictó el Ministerio de la Secretaria de la Presidencia de la República, por órgano del Consejo Nacional de la Cultura y el IPC, la Resolución N° 010 – 96, declarando 200 hectáreas en el área de la laguna como ‘bien cultural de la nación’. Coincidencialmente, la decisión fue tomada en su segundo mandato por el presidente Rafael Caldera, creador de la ‘zona protectora’ ventaseis años antes.
Entre las motivaciones de la trascendental resolución del IPC se lee: “Considerando que el Parque Mitar Nakichenovich, y en especial las inmediaciones de la Laguna de los Muertos, son una importante zona de interés arqueológico, en donde se ha detectado la presencia de restos óseos humanos y piezas de armamento, probablemente depositadas en el lugar en 1813, durante el desarrollo de la Batalla de Araure”.
Con ambas medidas, dictadas por el presidente Caldera, se blindó a perpetuidad la protección integral de la Laguna de los Muertos. Amparada por dos ABRAE —una ambiental y otra patrimonial—, que se solapan una sobre otra en una misma área, quedó integrada la laguna a una sola unidad denominada por el IPC como “Campo de la Batalla de Araure” (Gaceta Oficial Nº 36151, del 21-2-1997).
Descripción
Extendida sobre la terraza oeste de la ciudad de Araure, esta laguna ubicada a 198 m s. n. m, considerada por el Instituto del Patrimonio Cultural como ‘sitio arqueológico’ por sus valores de yacimiento cerámico, camposanto o sitio funerario republicano, posee una extensión de 7067 m².
Se caracteriza por su vegetación de bosque seco tropical de los Llanos Occidentales y hábitat de aves zancudas, canoras y de rapiña, peces, reptiles, roedores y mamíferos pequeños. Después de una intervención antrópica en 1994, su profundidad oscila entre uno y tres metros.
La laguna es la de mayor extensión en un sistema de vasos de aguas estacionarios que forman parte de la microcuenca quebrada de Araure. La batalla, librada por el Libertador Simón Bolívar el 5 de diciembre de 1813, le dio su nombre y luego la colmaron de leyendas.
Actualmente goza de dos declaratorias: una natural como Zona Protectora de la República (MARNR) y otra patrimonial como Bien de Interés Cultural de la Nación (IPC).
La Laguna de Los Muertos está circundada y protegida por los siguientes límites físicos y geográficos: norte nacientes de la Quebrada de Araure, declarados como zona protectora [ABRAE]; sur avenida Los Pioneros y avenida John Delp del aeropuerto local; este avenida Rafael Caldera y oeste aeropuerto metropolitano Acarigua-Araure “Gral. Oswaldo Guevara Mujica”.
El acceso a este santuario de la memoria histórico-ambiental de la nación está restringido por previsiones legales de orden patrimonial y ecológico que resguardan su preservación y conservación.
Valores patrimoniales

Desde la incorporación de la Laguna de los Muertos a una misma unidad paisajística y patrimonial, este bien cultural de la nación adquirió doble protección: una bajo tutela del desaparecido Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales Renovables (MARNR), y otra bajo la administración del Instituto del Patrimonio Cultural (IPC). La primera preserva el área como zona protectora y la segunda salvaguarda sus valores arqueológicos.
Por su condición de espejo de agua, la providencia administrativa ampara los acuíferos de la Quebrada de Araure y protege la laguna como paisaje de biodiversidad ecológica. Según Gerardo Gómez, vecino del área y exmiembro de la Sociedad Conservacionista Audubon de Venezuela (SCAV), coexisten en el ABRAE unas 92 especies de aves, salvaguardadas por el guardabosque del área, Sr. Freddy Meléndez, miembro de la Fundación Cambamitar.
La esencia patrimonial, amparada por afectación del IPC, resguarda los valores arqueológicos del área. Esta disposición posee carácter constitucional en base al artículo 99 de la Carta Magna. Bajo el concepto de ‘camposanto’, esta providencia mira a la laguna como yacimiento arqueológico, por guardar en sus entrañas osamenta de los caídos en la Batalla de Araure, lo mismo que armas de guerra sepultadas en el área, algunas de las cuales reposan en custodia en la Dirección del Cronista Municipal en el edificio del concejo.
Sumados los efectos legales de ambas disposiciones presidenciales, la Laguna de los Muertos está protegida a perpetuidad para la conservación ambiental y la memoria histórica nacional. Ingentes méritos en esta protección y conservación posee la ONG Fundación Campo Batalla de Araure – Parque Mitar (Cambamitar) conducida por el cronista y los ambientalistas Magdalena Agüero, Alfredo Torrez Quirós, el guardabosques Freddy Meléndez y el perito Juan Díaz, sucesor de Mitar Nakichenovich, quien a la hora de la muerte del yugoslavo continuó en el vivero forestal la obra del desaparecido silvicultor.
En 2004, para conocimiento de la comunidad ambiental latinoamericana, la fundación mostró sus experiencias en una publicación auspiciada en Bogotá por el Convenio Andrés Bello. Con el nombre de Un aula abierta para la educación histórica ambiental, la muestra exhibe las actividades en el área de la laguna a través de programas educativos ecoturísticos, para la creación de una conciencia histórica y ambiental, con programas y actividades dedicadas a jóvenes estudiantes y público en general (Convenio Andrés Bello, Premio Somos Patrimonio 4: 391 experiencias de apropiación social del Patrimonio Cultural y Natural, Bogotá: 2004).
Situación actual

El aislamiento de la Laguna de los Muertos de la trama urbana ha contribuido a su preservación en el tiempo. Flanqueada por los linderos físicos del par vial que la protege por el este y el aeropuerto al oeste, que impiden su acceso, la antigua ciénaga subsiste al amparo de un área protegida por un doble régimen legal. Salvaguardada por la prohibición expresa de recreación activa, la laguna aún se recupera de la extracción ilegal de arcilla perpetrada en 1994, que afectó sus valores paisajísticos primarios.
A pesar de que tal profanación patrimonial alteró la estratigrafía del suelo, por medio de un lento proceso el longevo vaso de agua recobra sus espacios originaros, reavivando nuevamente especies endémicas de la laguna. Tal es el caso de un centenario arbusto, mencionado en una de las memorias de los protagonistas de la Batalla de Araure, conocido por su áurea inflorescencia como espinito, espino amarillo, flor amarilla o flor de Barinas (Senna aculeata – Benth), pequeña planta de punzantes aguijones en sus ramas de tres metros, que plena la periferia de la histórica laguna.
El emplazamiento de la laguna con las nacientes de la Quebrada de Araure contribuye al equilibrio de un rico reservorio de fauna silvestre, en una extensión que sobrepasa las más de 600 hectáreas. Sin embargo, pese a las protecciones de orden legal —ambiental y patrimonial—, el espejo de agua es víctima de eventuales agresiones de carácter antrópico. La vecindad de la laguna con la conurbación Acarigua-Araure incide en las penadas incursiones de casería furtiva, bien por vandalismo o carencias de índole social.
A estas agresiones se unen en el verano los incendios forestales que consumen la vegetación exótica y endémica de la microcuenca, los cuales aniquilan su biodiversidad. La proximidad del espacio con modestas comunidades de bajos recursos aledañas a la laguna, repercute en las extracciones ocasionales de madera para su aprovechamiento como leña. Para suerte de la laguna, su cercanía con el Destacamento N° 41 de la Guardia Nacional de Venezuela auxilia la vigilancia del lugar para disminución de las actividades ecocidas que degradan el medio ambiente y el histórico paisaje de un santuario que recuerda la memoria de los libertadores.
La ABRAE histórico-ambiental cuenta con un guardabosque, gestionado desde 1996 por el cronista y la Fundación Cambamitar. Sufragado por el concejo de Araure, bajo tutela del recientemente denominado Ministerio del Poder Popular para Ecosocialismo y Aguas, este custodio forestal ejerce funciones de guía y vigilancia en actividades supervisadas que implican un controlado ecoturismo y constantes repoblaciones forestales del legendario patrimonio lacustre.
Ubicación
La Laguna de los Muertos en el estado Portuguesa está ubicada en jurisdicción del municipio Araure, al suroeste de la homónima ciudad capital y oeste de Acarigua, metrópoli del municipio Páez.
Fuentes consultadas
Alvarado, Lisandro, Historia de la Revolución Federal en Venezuela, Caracas: 1956, Obras Completas, Ministerio de Educación, Dirección de Cultura y Bellas Artes, Vol. 5.
Apuntes estadísticos del estado Portuguesa: formados de orden del ilustre Americano, General Guzmán Blanco, Presidente de la República, Caracas: 1876, Imprenta Federal, 131 pp.
Berti, Arturo Luis, Conferencista del tema en las jornadas conmemorativas del IXXX Aniversario de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Palacio de las Academias en Caracas, el 5 de marzo de 1997. En: Boletín de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, Caracas: 1994, Vols. 175 – 190, p. 25.
Bingham, Hiram, The Journal of an expedition across Venezuela and Colombia, 1906 – 1907: An Exploration of the Route of Bolivar’s Celebrated March of 1819 and of the Battle-fields of Boyacá and Carabobo (New Haven: 1909, (Connecticut), Yale Publishing Association, 287 pp.
Boletín de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, (Caracas: 1997, Vol. 57, N° 188).
Bolívar, Wilfredo, Apuntes para la historia del agua en Araure, Acarigua y Guanare (Guanare: 1999, Litorama Talleres Gráficos, 294 pp.).
Corporación Venezolana de Fomento (CVF), Cuadernos de información económica, Caracas: 1955, N° 7.
Duin Anzola, Nerio, Memorias y curiosidades, Caracas: 1951, Editorial Ávila Gráfica, 155 pp.
El Nuevo Diario [periódico]. Monumento a los Libertadores. Sección: Noticias de la República – Caracas, domingo 7 de diciembre de 1913.
Herrera Campins, Luis. Acarigua 350 años, Caracas: 1971, Ediciones de la Presidencia de la República, 31 pp.
______________, Hacia adelante y en paz [Artículo] Diario El Globo, Caracas domingo, 5 de diciembre de 1993, p. 18
Convenio Andrés Bello, Premio Somos Patrimonio 4: 391 experiencias de apropiación social del Patrimonio Cultural y Natural, Bogotá: 2004. Cfr: https://goo.gl/sMWhKG. Consultado el 5 de marzo de 2018.
El general Gómez y el XIX de diciembre, Caracas: 1916, Tip. del Comercio, 600 pp.
Lizardo, César. Por la piel de Europa, Caracas: 1980, Universidad Central de Venezuela – Dirección de Cultura, 93 pp.
López Contreras, Eleazar. Gobierno y Administración 1936 – 1941, Caracas: 1966, Editorial Elite, 158 pp.
Martí, (Obispo) Mariano. Documentos relativos a su visita pastoral de la Diócesis de Caracas, 1771 – 1784, Caracas: 1969, ANH, Volumen VI.
Ministerio de Obras Públicas (MOP), Memoria y Cuenta, Caracas: 1934.
Montilla, Ricardo, José Antonio Páez: el de la asombrosa valentía, Caracas: 1965.
Mujica Tovar, Rafael José, 50 años de historia araureña (Araure: 2013, [s.n.] 348 pp.
Perera, Ambrosio, Historia de la organización de pueblos antiguos de Venezuela, Caracas: 1964, 287 pp.
Pralongt, Nectario María Hno. La maravillosa historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare (Venezuela) y Orígenes Portugueseños (Barcelona, España: 1924, Instituto La Salle, Tip. Cat. Casáis Cappe, 344 pp.).
___________________. Historia del Estado Portuguesa, Caracas: 1981, Cromotip, 142 pp.
Semanario Campo Abierto, Suplemento Especial 280 años de Araure – Araure, julio de 1974 (Tipografía Nieves, Barquisimeto).
Tosta, Virgilio, Historia de Barinas: 1893-1910, Caracas: 1991, ANH, 733 pp.
Vila, Marco-Aurelio, Aspectos Geográficos del Estado Portuguesa, Caracas: 1954, Editorial Bellas Artes, 217 pp.
Investigación: Wilfredo Bolívar. Cronista de Araure.
Be the first to comment