Una magnífica estatua de El Libertador preside la plaza Bolívar de San Cristóbal, capital del Táchira, en los Andes venezolanos. Fundida en 1928, es una réplica de la que está en el Monumento a los Héroes, en Bogotá, Colombia. Mide 3,70 m de alto y pesa 1200 kg, pero su mayor valor es el que le adeudan los tachirenses.
Nombre: estatua ecuestre de El Libertador de la plaza Bolívar de San Cristóbal.
Año: fundida en Italia en 1928 / Inaugurada en 1929.
Autor: estatua-réplica de la obra del artista francés Emmanuel Frémiet (1824-1910), quien realizó en 1910 la estatua ecuestre original, de 3.70 m de altura, fundida en la Casa F. Barbedienne.
Fundición: Casa Fonderia G. Vignali & Co, en Florencia, Italia por encargo de la marmolería “La Nueva Industria” de Francisco Pigna y Sucesores, de Caracas, trabajo gestionado a través de su casa sucursal en Pietrasanta (Lucca – Italia).
Dimensión y técnica: escultura heroica / cera perdida.
Tipo de patrimonio cultural: tangible / inmueble.
Administrador custodio o responsable: alcaldía de San Cristóbal.
Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas
Historia
«Solo cuando la memoria deje de ser memoria y se haga presente, y se haga futuro, el antiguo bronce resurgirá como signo y símbolo, y la ciudad volverá a existir». Samir A. Sánchez, «Meditaciones sobre la ciudad perdida», 2017.

Tiempos, bronce e identidad urbana
Al contemplar la luz atrapada en la anterior imagen en blanco y negro, sus contrastes revelan los fantasmas de siluetas, figuras, formas y personas inmóviles en el tiempo. Viene con ella la evocación de la identificación simbólica y ordenada que tuvieron nuestros abuelos (nonos, en el lenguaje coloquial tachirense) para con la estatua ecuestre de El Libertador, que presidía la vieja plaza Bolívar de la ciudad de San Cristóbal.

Se conoce que el bronce ecuestre que se instaló en el centro de aquel amplio espacio público fue adquirido por suscripción popular de los habitantes de la ciudad de San Cristóbal, con el apoyo del gobierno del estado, como un homenaje ciudadano y republicano a la conmemoración del centenario de la muerte de El Libertador Simón Bolívar (1783 – 1830). El monumento de tamaño heroico (3,15 m de altura y un peso aproximado a los 1200 kilos, partiendo del peso real de estatuas ecuestres con similares formas), fue el primero de estas características que se erigió en el Táchira.

Para esta magna ocasión y efemérides, se remodeló el antiguo Parque Bolívar de 1912, en un estilo clásico y composición geométrica, y se preparó por igual -como pedestal para el bronce- una peana de formas y trazados neoclásicos. La misma poseía una silueta geométrica trapezoidal, levantándose sobre una planta encuadrada por las formas de un rectángulo y elipse. Su base era escalonada de mayor a menor, rematando en una moldurada cornisa ática.

Como anécdota urbana, se tiene que el general Juan Alberto Ramírez (1861-1937), presidente del estado Táchira para la fecha, al tener conocimiento de que sería trasladado a otro alto cargo de gobierno fuera del estado y sustituido en la Gobernación por el general Pedro María Cárdenas, resuelve motu proprio adelantar la inauguración de la estatua para el 19 de diciembre de 1928, aun cuando no estaban concluidos los espacios públicos en su ornamentación.
Ramírez ordenó la remodelación del Parque Bolívar, transformándolo en plaza, y realizó todos los trámites para la adquisición de la estatua ecuestre de El Libertador, planificando su instalación en la plaza Bolívar de San Cristóbal, en diciembre de 1928.
Retrasos en el embarque y traslado de la escultura desde Florencia a Caracas, obligaron a reprogramar el acto hasta el domingo 19 de mayo de 1929, cuando en solemne ceremonia es desvelada, faltando solo colocar el enlosado con mosaicos italianos de las caminerías y espacio central.

La estatua ecuestre de El Libertador (de la imagen de arriba) colocada en la plaza en 1929 permite comparar la obra terminada con el pedestal presentado por la empresa «La Nueva Industria» de Pigna y Sucesores, en su boceto y proyecto de 1928 (en la imagen de abajo de estas líneas). La disminución de la altura o verticalidad semicóncava del pedestal original, así como la creación de una verticalidad lineal -sin el leve efecto de forma, cóncavo, presente en el modelo- afectó la correcta visual monumental de la estatua hasta 1960, cuando se le cambia de sitio y de pedestal.
Dos fechas, dos pedestales

En la imagen de la derecha a la que se hace alusión en las líneas precedentes es el boceto o modelo previo en arcilla pulida de la estatua ecuestre de El Libertador elaborado por la Marmolería “La Nueva Industria” de Francisco Pigna y sucesores (Caracas). Esta iba a ser colocada en la plaza Bolívar de San Cristóbal el 19 de diciembre de 1928, pero no fue así. Al comparar el pedestal de este modelo aprobado por el Gobierno del estado Táchira y el de la obra final que fue entregada e instalada en 1929, quedaron evidentes las siguientes diferencias:
- No se reprodujo o esculpió, en relieve, en el frontal del pedestal, el escudo del estado Táchira.
- El ancho de la base, la leve concavidad en verticalidad o altura del pedestal -presente en el modelo- se correspondía con la forma y altura necesaria para una correcta perspectiva visual y matemática, requerida por las proporciones de la estatua para su apreciación desde cualquier ángulo, efecto que no se transmitió a la obra final. Como ejemplos de la correcta verticalidad del pedestal en monumentos realizados en la misma época, que permanecen aún, se tiene los pedestales de la estatua de El Libertador, en Mérida, 1930, y la estatua del Gran Mariscal de Ayacucho, en el parque Ayacucho, de Barquisimeto, en 1933, obra del general tachirense Eustoquio Gómez, para la época presidente del estado Lara).
- En la obra final que se construyó para la estatua de El Libertador, en la Plaza Bolívar de San Cristóbal, de 1929, la verticalidad del pedestal se redujo drásticamente, creando así un efecto de incertidumbre en la visión, al carecer de una continuidad perspectiva entre el plano de sustentación (de una estatua de corte clásico) y el sustentante (pedestal). La falta o pérdida de altura y ligera concavidad del pedestal, hace que la proporción de la estatua -en lo visual- presente una dimensión o proporción mayor que la del pedestal que la sostiene.

En horas del mediodía del 11 de enero de 1929 un camión de carga, marca «Federal», transporta la estatua ecuestre de El Libertador -en embalaje de madera y flejes- al centro de la plaza Bolívar de San Cristóbal, luego de recorrer los 1185 Km de distancia entre Caracas y San Cristóbal. Recorrido que realizó siguiendo la ruta de la carretera de Los Andes o carretera Trasandina, inaugurada en 1925. La estatua se colocó sobre el pedestal el sábado 16 de marzo de 1929.
Este pedestal se emplazaba a su vez sobre el punto central de la plaza, el cual había sido marcado por la Comisión Científica Exploradora de la región occidental de Venezuela, designada por el Ministerio de Obras Públicas y dirigida por el Dr. Alfredo Jahn en 1911, como punto oficial para determinar la altura de la ciudad de San Cristóbal, la cual se precisó en 829 metros sobre el nivel del mar. Asimismo precisó una altura de 825 metros para el pie o zócalo de la iglesia Catedral, frente a la plaza Bolívar de la época (antigua Plaza Mayor y actual plaza Juan Maldonado).

Este bronce, como obra de arte de la escultura y fundición en bronce, resulta casi irrepetible en nuestros tiempos por la alta pureza y calidad de los materiales empleados, así como por el detalle de sus acabados. Es una estatua-réplica, trabajada bajo la técnica de la cera perdida, siendo fundida, vaciada, cincelada y pulida en 1928, en la Casa Fonderia G. Vignali & Co, en Florencia, Italia, por encargo de la marmolería “La Nueva Industria” de Francisco Pigna y Sucesores, de Caracas, trabajo especializado gestionado a través de su casa sucursal en Pietrasanta (Lucca – Italia).
Asimismo, la marmolería de Pigna y Sucesores, realizó todo el trabajo material del pedestal y de las placas conmemorativas, en bronce sobredorado -agregadas posteriormente-, teniendo grabada la frontal o principal la siguiente inscripción -con el título más elevado que en el orden ciudadano universal consagrara a la persona y obra de Simón Bolívar: «El Gobierno y los hijos/ del /Táchira al Libertador /SIMÓN BOLÍVAR/24 de julio de 1783 «¢ 17 de diciembre de 1830».
En la placa izquierda del pedestal se transcribió la siguiente proclama:
Simón Bolívar, Libertador Presidente de Colombia, General en Jefe de sus Ejércitos, &, &.
A los Soldados del Ejército Libertador
Diez años de libertad se solemnizan en este día. Diez años consagrados a los combates, a los sacrificios heroicos, a una muerte gloriosa. Pero diez años que han liberado del oprobio, del infortunio, de las cadenas, a la mitad del universo.
¡Soldados! El género humano gemía por la ruina de su más bella porción: era esclava y ya es libre. El mundo desconocía al pueblo americano, vosotros lo habéis sacado del silencio, del olvido, de la muerte, de la nada. Cuando antes era el ludibrio de los tiranos; lo habéis hecho admirar por vuestras virtudes; lo habéis hecho respetar por vuestras hazañas; y lo habéis consagrado a la inmortalidad por vuestra gloria.
¡Soldados! El diez y nueve de abril nació Colombia: desde entonces contáis diez años de vida.
Cuartel General Libertador de San Cristóbal, 19 de abril de 1820. 10º de la Independencia.
BOLÍVAR
Una réplica de la placa grabada, que se encontraba en el antiguo pedestal de la estatua de El Libertador de 1929 -pero en marco rectangular horizontal- fue colocada, en acto especial, en uno de los muros exteriores del Edificio Nacional (sede de los Tribunales de Justicia del estado Táchira). Específicamente en la fachada que da a la Plaza Mayor o plaza Capitán Fundador Juan Maldonado, en la ciudad de San Cristóbal, el 19 de abril de 1970.

Réplica de una obra de Emmanuel Frémiet, de 1910
En cuanto al modelo de la escultura seleccionado para la plaza Bolívar de San Cristóbal, se optó por una estatua-réplica de la obra del artista francés Emmanuel Frémiet (1824-1910), quien realizó en 1910 la estatua ecuestre original, de 3.70 m de altura. La misma fue fundida en la Casa F. Barbedienne, situada en París y perteneciente al reconocido maestro del trabajo en bronce Ferdinand Barbedienne (1810-1892). El costo de esa obra original fue de 75 000 francos. Esta escultura heroica de El Libertador se ubicó en el Parque de la Independencia (actualmente en el Monumento a los Héroes, dedicado a los ejércitos de los diversos países que participaron en las batallas independentistas neogranadinas), en la ciudad de Bogotá, Colombia.
El rostro de El Libertador, imponente y adusto, se copió de un original del perfil que le realizó el ilustrador François Désiré Roulin (1796 – 1874), en el Palacio de San Carlos, Bogotá, el 15 de febrero de 1828. La obra la hizo sobre papel florete español, 0,12 x 0,10 cm con la identificación «Gal. Bolívar, dessiné d’après nature à Bogotá. 15 février 1828. Roulin».
Así, al seleccionarse este modelo, la junta y el Gobierno del estado Táchira optaron para la ciudad de San Cristóbal, capital del estado, por una escultura de carácter marcial y heroica, realizada desde el enfoque artístico de la escuela francesa decimonónica de escultura, que resultó en la representación, erguida y de semblante altivo, como conductor de tropas, de El Libertador Simón Bolívar.

Antes de la estatua ecuestre hubo un busto precursor

Antes de la regia estatua ecuestre que preside la plaza Bolívar de la ciudad de San Cristóbal estuvo el busto en bronce de Bolívar cívico, de 2 m de altura. Esta obra también tuvo por modelo el perfil realizado por François Désiré Roulin, el 15 de febrero de 1828. En aquel momento El Libertador vestía levita del alto cuello vuelto, de grandes solapas y chaleco que permite ver las puntas caídas de la corbata, de allí procede la denominación de cívico.
Fue la primera escultura en bronce de El Libertador que llegó al estado Táchira en 1912, donada por el presidente de los Estados Unidos de Venezuela, general Juan Vicente Gómez. Se instaló sobre una columna ática, en el centro del Parque Bolívar de San Cristóbal y permaneció allí hasta 1929, cuando es sustituida por la estatua ecuestre encargada a Pigna y Sucesores, desde entonces el sitio pasó a llamarse plaza Bolívar.
Trasladado el busto a la ciudad de San Antonio del Táchira, estuvo en el Paseo de la Confraternidad, junto al río Táchira, en plena frontera internacional colombo-venezolana. Y en 1983, en el marco de las celebraciones del bicentenario del natalicio de El Libertador, es devuelto a la ciudad de San Cristóbal, instalándose en la plaza del Rectorado de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET).
Descripción

En mayo de 1928, José Pigna, representante de la empresa «La Nueva Industria», de Pigna y Sucesores, llegaba de Caracas a San Cristóbal a firmar el contrato de trabajo para la elaboración del pedestal y precisar las características de la estatua ecuestre. Luego de reunirse con las autoridades regionales y acordarse el modelo, la empresa hizo la siguiente observación en el contrato:
«Se seguirá el modelo del monumento erigido en el Parque del Centenario en Bogotá, con algunas modificaciones que lo mejoran»¦» (Luis Hernández Contreras, Plazas y Parques de San Cristóbal, ediciones Heladería Ummm, San Cristóbal, 2016, p. 68).

Bajo estas premisas contractuales, la escultura en bronce para la principal ágora de la ciudad de San Cristóbal quedó conformada por una imagen ecuestre de El Libertador, en bulto redondo, revestido con el uniforme de General en Jefe. Este uniforme está conformado a su vez por casaca y pechera con entorchados de palma de laurel, charreteras con tres estrellas, pantalón, chupa, faja ceñida y botas de montar. Asimismo, le cubre sus hombros y espaldas una capa larga de campaña (en la versión de la estatua de San Cristóbal, el modelador y/o fundidor modificó -entre otros detalles- la capa, al realizarla de mayor tamaño y más armónica con la posición fija de la figura de El Libertador. En la escultura de 1910 dicha capa es de reducidas proporciones y de escasa volumetría.
Lo antes descrito se puede evaluar al comparar la sección derecha de ambas estatuas. Asimismo, esta prenda, en el argot militar de la época, recibía el nombre específico de «capote de montar». En ese mismo contexto de modificaciones, la versión de Pigna para la plaza Bolívar de San Cristóbal perfeccionó el original de Frémiet al optar para la realización del rostro y perfil de El Libertador por la imagen captada por Roulin en 1828 y por darle a la figura del héroe una proporción y pose más acorde y natural con el tamaño o proporciones del caballo.
En cuanto a la posición o dirección que tendría la estatua en la renovada plaza, la misma se colocó mirando hacia el oriente, hacia el sol naciente. El busto de 1912 miraba hacia el occidente o el poniente, y en la remodelación de la plaza, en 1960, se colocó mirando hacia el sur.
Estos giros que, al profundizarse en conocimiento de las menudencias de la historia social urbana, parecían hacerse con criterios de una rosa de los vientos y no de una brújula, definían, de forma subrepticia la orientación del monumento según una interpretación o criterio político imperante en cada época. No obstante, de todas, la única posición que sincronizaría o haría concordar al bronce con la historia de la ciudad de San Cristóbal, es aquella que resultaría del último giro realizado en 2017, al colocarla con vista al norte y señalando con su espada al noreste.
El argumento es el siguiente: el Libertador Simón Bolívar, al frente de su ejército, proveniente de los valles de Cúcuta y la Villa de San Antonio del Táchira, estuvo y pernoctó en la Villa de San Cristóbal durante la Campaña Admirable (1813) y la Campaña de Los Andes venezolanos (1820) la cual concluyó con la victoria en la batalla de Carabobo en 1821. En estas dos ocasiones y desde la vieja plaza mayor (actual plaza Capitán Juan Maldonado), El Libertador asumió al abandonar la villa la posición representada en la estatua ecuestre. Se le muestra así en señal de inicio de la marcha, pero también para indicar a su ejército, al toque de corneta de marcha y con sable en mano, la siguiente ruta a seguir, el camino de La Grita, hacia el noreste.

En cuanto a la figura del Héroe, monta un caballo de largas crines, detenido o en reposo y con la cabeza vuelta hacia la izquierda. Dos fundas de pistolera, penden del lado izquierdo y derecho del arzón delantero de una silla de montar, con armazón de dos bastos. El sable (espada con hoja curva, diseño especial para quien combate montado a caballo o para la caballería), con gavilanes y amplio guardanudillos ajustado a la empuñadura, está desenvainado y en posición recta con el brazo y mano derecha de El Libertador señalando la línea del horizonte en actitud de dirigir -desde lo alto del combate- a las tropas en el campo de batalla.
Con la mano izquierda, tensa hacia atrás, sostiene firme las riendas del caballo. La hoja del sable actual resulta en una reconstrucción adaptada al bronce antiguo, luego del robo de la hoja original en abril de 2008. Por igual, en fecha no precisada, le fue robada la funda o vaina ajustada para el sable, que pendía del lado izquierdo de cinto, no siendo restituida.
Sobre el modelo copiado, la crítica de arte de la época de realización de la estatua original (1910), acotó que Emmanuel Frémiet, quien por igual era el autor de la dorada estatua ecuestre de la Doncella de Orléans, Juana de Arco (Place des Pyramides, París, 1874), era un excelente escultor naturalista especializado en el modelado de animales, pero no de personas, y por ello se le reprochó que, en sus monumentos ecuestres, le haya dado más importancia al caballo que a los héroes.
Esta crítica pudo tener cierto sustento por cuanto Emmanuel Frémiet pertenecía a una primera tendencia escultórica que fue conocida como de los Animaliers (animalistas), formada por pintores o escultores cuyo único tema era el trabajo artístico de figuras de animales en bronce. Por ello, sobresalió en este arte junto a Antoine-Louis Barye, Christophe Fratin y Pierre Jules Mène. Sus impresionantes creaciones de animales capturaban la esencia salvaje con una expresividad, espontaneidad y vitalidad únicas.
Valores patrimoniales

A ochenta y nueve años de la llegada de El Libertador en bronce ecuestre a la ciudad de San Cristóbal, al valorarse la permanencia del mismo en nuestra ciudad, una similar paradoja se repite.

El valor simbólico y respeto por lo que representa este bronce solo reside atado a la memoria colectiva de las personas más ancianas de la ciudad y quienes añoran los bucólicos espacios del patrimonio edificado urbano que conocieron.
Por ello, en 1960, la estatua fue violentamente desplazada de su rígida centralidad vitruviana y romanticista por un proyecto de renovación arquitectónico y paisajístico de carácter esnobista, imbuido en el paradigma constructivo urbano funcional del momento.

Con el mismo se quiso innovar sobre el antiguo paradigma constructivo urbano humanista, de construcciones lógicas, cálidas y culturales, sustituyéndolo por otro de descampados o espacios abiertos propio de países templados y no tropicales-, sin una centralidad definida y sin un simbolismo asociado.
Este proyecto arrasó árboles y sepultó jardines y caminerías bajo losas de concreto armado y granito, colocando a El Libertador fuera del centro de la plaza, «dejándolo encaramado sobre una caja» –según el lenguaje de la tierra, empleado en la opinión de los ancianos.
En 1960, como una innovación urbana para la ciudad y en homenaje a los 400 años de su fundación (1561-1961), el bronce fue reubicado hacia el extremo norte de la plaza, quedando montado sobre un ortoedro solo funcional, de factura simple, y sin ningún mérito artístico.
Con ello, la estatua –degradada de su otrora centralidad visual y sin escorzo con el entorno que la rodeaba- quedó desarticulada totalmente de la vieja función integral pública y urbana de la plaza que le permitía, por igual, ser un espacio para la recreación y esparcimiento sobre caminerías y bajo la sombra de los vetustos árboles, para todos los ciudadanos que se acercaban allí o transitaban por sus espacios. Con ello, se perdía también la formación educativa –visual- de una conciencia de reconocimiento y gratitud al héroe y a la gesta que representaba a través de la contemplación -admirada y respetuosa- de quienes pasaban frente a ella.
El diseño implantado en 1960 le dio más importancia al espectador y al espectáculo de carácter público, comercial, militar o político -incluyendo a los soapbox orators del trópico– que a la memoria y trascendencia de la vida y obra de El Libertador.
Este hecho -probablemente valorado como superfluo para los innovadores del momento, inició el lento desasociar de la imagen del bronce de la identidad cultural del ciudadano, diluyendo y desapareciendo con ello el símbolo, función y centralidad única e indiscutible que tuvo en sus orígenes la estatua en la otrora principal plaza de la ciudad, la plaza Bolívar de San Cristóbal.
Situación actual

En 2017, siguiendo una propuesta presentada por la arquitecta conservacionista Sonia Becerra Van der Linden y con la asesoría histórica y artística del profesor Samir A. Sánchez, el Gobierno del estado Táchira aprobó la modificación de la posición de la estatua, para hacerla coincidir con el norte y el noreste geográfico. También se decidió reconstruir el pedestal clásico, siguiendo el modelo original aprobado en 1928; labor encargada al restaurador Héctor Alfonso Rojas Contreras.
La modificación y trabajos de reorientación, construcción de pedestal y arreglo de zonas adyacentes de la plaza se realizaron entre abril y octubre de 2017. No obstante, y como anécdota urbana que ya la define como una ‘imprecación egipcia’ del pedestal, un desacierto involuntario hizo que, por 15 cm, este no alcanzara la altura original del boceto del pedestal de 1928.
Si bien, en este último y más reciente giro, la estatua ecuestre no recobró su centralidad funcional paradigmática, sí contribuyó a devolverle al ciudadano parte de su memoria histórica para que, de esta forma, él siga aguardando que su ciudad cordial sea entendida como un objeto del arte y de la memoria agradecida.

De aquella memoria que aún perdura en el recuerdo de los ancianos de esta tierra –aquella cuando los símbolos de la patria eran pertenencia e identificación común de todos los ciudadanos de la nación como símbolo de su soberanía y no como una propiedad sujeta a modificación, por voluntades no gobernadas por la razón, sino por el apetito de poder o capricho.
De aquella memoria en la cual aún se perciben débil y confusamente los ecos de las lapidarias palabras de José Domingo Choquehuanca a El Libertador: ‘Sicut umbra cum declinat sol»¦ crecerá vuestra gloria como crecen las sombras cuando el sol declina’.

Ubicación
Calle 9, centro histórico de San Cristóbal, estado Táchira.
Fuentes consultadas
Díaz Brantes, Humberto. Álbum gráfico del estado Táchira 1930, Caracas, 1930.
Hernández Contreras, Luis. Plazas y parques de San Cristóbal, ediciones Heladería Ummm, San Cristóbal, 2016, p. 68.
Sánchez, Samir A. Arte e historia de antiguas estatuas conmemorativas del estado Táchira, Venezuela. En Procesos Históricos, Revista de Ciencias Sociales y Arte, Universidad de Los Andes, Mérida, 2012.
Investigación: Samir A. Sánchez Sandoval. Profesor de Historia del Arte y Métodos de Investigación en la Universidad Católica del Táchira (San Cristóbal – Venezuela). Es autor, entre otras publicaciones, de «San Cristóbal Urbs quadrata» (2003), «Mors Memoriæ o la Extinción de la memoria» (2011) y «Diccionario de topónimos históricos del estado Táchira: siglos XVI a XIX» (2018).
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