
En todo el estado Lara, estado del noroccidente de Venezuela, el tamunangue mantiene vivo desde hace 4 siglos el fervor por San Antonio de Padua con gracia, sensualidad y fe. La pegajosa expresión multicultural se ha extendido a otros estados suroccidentales del país.
Nombre: tamunangue.
Año: siglo XVII. La expresión tomó realce en 1940 en el Tocuyo y Curarigua, poblados del estado Lara.
Tipo de patrimonio cultural: intangible / tradiciones religiosas. Baile.
Administrador custodio o responsable: la comunidad larense.
Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas
Historia


Cada 13 de junio Lara reedita el tamunangue para celebrar el Día de San Antonio de Padua, una tradición que remite a 400 años atrás, cuando los negros esclavos simulaban los bailes de salón y la esgrima de los señoritos europeos. Más que una expresión musical, este es una ceremonia religiosa con raíces indígenas, europeas y africanas que incluye coplas, música y danzas de vibrante teatralidad.
El Tocuyo, Curarigua, Crespo, Morán y muchos otros municipios larenses madrugan del 12 al 13 de junio para venerar melodiosamente al santo franciscano, excelso predicador y doctor de la Iglesia católica que naciera en Lisboa (Portugal) entre los años 1191 y 1195 y muriera en Padua (Italia) en 1231. En la ceremonia hombres y mujeres le agradecen favores, le rezan, le bailan y le cantan hasta la madrugada del día siguiente en un intrincado ceremonial que comienza con una misa muy tempranera el 13 de junio.
Y aunque cada zona tiene las particularidades dadas por la geografía, el tipo de suelo, el ambiente, la comida y las anécdotas y costumbres locales, es una misma fiesta “compuesta de partes muy diferentes entre sí” donde lo sagrado y lo profano comulgan desde hace 4 siglos en una portentosa y compleja musicalidad que retumba en todo el país.
El ritual, de siete piezas de canto y baile (la bella, la juruminga, el yeyevamos, el poco a poco, la perrendenga, el galerón y el seis figureado) se suma la Batalla, que simula una pelea con garrotes que llega desde la imitación y la mofa del pueblo a la respingada esgrima de los amos de la antigüedad: “La Batalla no es un son, es una batalla entre dos hombres con garrote, con garrote porque no se les permitía usar armas. Entonces, ellos con los garrotes simulaban que estaban haciendo esgrima, como lo hacían sus amos, por eso la pisada en la batalla simula los movimientos del esgrima”, relató Ana Díaz, integrante de Danzas Tamunangue Los Negros de Chelena e instructora de esta tradición en un reportaje publicado en el portal oficial de la vicepresidencia.
La cultora explica la génesis de la elaborada coreografía del tamunangue: “En aquel tiempo a los negros esclavos no se les permitía entrar a los bailes de salón, pero ellos los veían y luego los imitaban o se mofaban, y de ahí nacen todas las figuras del tamunangue”, explicó Díaz.
Descripción
Encuentro con… Tamunangue o Sones de Negro Programa de la Fundación Bigott – 1985. Video subido a Youtube por Daniel Villegas el 7 de mayo de 2014.
La fiesta de San Antonio de Padua se inicia el 12 de junio por la noche cuando se celebra el velorio en los distintos poblados o caseríos. Desde el amanecer del siguiente día, trece veloristas y fieles acompañados por el son de tambores, cuatros, quintos o requintos y maracas junto con el choque de los garrotes encabullados de los jugadores de la Batalla, se dirigen a la iglesia para presenciar la misa dedicada al santo.
Durante la celebración hay repiques de campanas, fuegos artificiales y se fabrica un altar con flores y papeles multicolores en torno al que bailan los tamunangueros en una danza que rememora ritos de batalla o combate. Durante el velorio, los músicos se reúnen alrededor del altar para entonar salves, tonos y gozos.
El tamunangue se inicia con el canto de las salves, que son cantos para solicitar permiso al santo y dar comienzo al tamunangue o sones de negros. La salve es un sentimiento de fe que involucra a los creyentes en el inicio del velorio y es la misma que rezan los católicos y se encuentra en el catecismo. Dentro de esta tradición la salve da término a la ceremonia estrictamente religiosa y la imagen es devuelta a la iglesia, previa parada en las casas de los miembros fallecidos o de las familias que pagan promesas y como punto de partida para la fiesta popular. Todas las personas congregadas en la devoción y los dueños de la casa ofrecen promesas rezando diversas oraciones.
Luego se saca en procesión a San Antonio entre la profusión de fuegos artificiales y toques de campana. El IPC describe en el Catálogo del patrimonio cultural venezolano este ritual:
El tamunange, sones de negros

El tamunangue consta de ocho sones distintos tanto en la música como en la coreografía, conocidos como la batalla, la bella, la juruminga, el yeyevamos o yiyivamos o chichivemos, el poco a poco o los calambres, la perrendenga, el galerón y el seis por ocho o seis corrío o seis figurao.
Para realizar estas danzas se utiliza una mesa que funge de altar, en la que se pone la figura del santo acompañado de dos velas y muchas flores.
La batalla. Debajo de la mesa se guardan las varas tamunangueras que usarán los hombres de la batalla, que puede ser la primera o última parte del tamunangue, dependiendo de cada representación. Este son es representado por dos bailadores que se acercan para tomar sus respectivos garrotes (un atributo que se vincula a este santo) y hacen una reverencia; luego llevan a cabo un enfrentamiento mientras bailan simultáneamente; los danzantes simulan un duelo en el que alargan y esquivan sus garrotes. Culmina cuando los cantores dicen “Hasta aquí me trajo el río, la corriente e`la quebrá, atención a los batalleros, voy a parar de cantar”.
La música acompañante de este son es una integración entre el cinco, el cuatro, el medio cinco, el requinto y el tambor. Los cantos entonados son versos alusivos a la batalla y llenos de piedad religiosa.
La bella. Es el primer son que se interpreta después de la batalla, donde se establece una estrecha relación entre los bailadores y el cantante que guía las figuras o pasos de la danza. La pareja es mixta y se alterna sucesivamente para ir al altar a hacerle una reverencia a modo de saludo al santo patrono.
El cantante solista une su voz con los demás en el estribillo que se repite después de cada verso, siendo él quien decide cuando entra o sale otra pareja utilizando como señal el verso Ahí viene otra negra, salite negro, repitiendo la orden hasta que sea acatada. Los versos dedicados al santo son interpretados por las parejas quienes cantan cada dos líneas de verso y responden con el estribillo.
En este son la danza se despliega en un galanteo con movimientos suaves y elegantes, donde las parejas toman una varita adornada antes de iniciar el baile. La mujer debe tener la falda ligeramente levantada con la mano izquierda y debe sostener en la derecha la vara produciendo movimientos circulares.
El hombre la sigue muy de cerca sosteniendo la varita por la empuñadura, imitando en ocasiones un aleteo sin levantar mucho los brazos, coqueteándole a la compañera. Sucesivamente, la mujer gira sobre sí misma y en círculos, bajando la vista y sugiriendo al compañero que la siga.
La Juruminga. En este tercer toque las parejas bailan y se alternan en círculos, siguiendo las instrucciones del cantante. Danzan considerando las actividades cotidianas de la mujer, como las labores domésticas, y del hombre como las labores agrícolas. Se dice que este es un son trancao o frenao. En algunas localidades, al comienzo del baile las parejas se persignan ante el santo para comenzar.
El Yiyivamos o Yeyevamos o Chichivemos es el cuarto son, que se baila entre parejas que deben ejecutar los pasos que el cantor indique con jocosidad y gracia. Este solista canta una estrofa y al terminar la pasa a otro solista, quien canta la siguiente. Al igual que en los otros sones, el hombre debe acosar y galantear a la mujer, y esta debe coquetear y resistirse. La particularidad radica en que el hombre con sus galanteos invita a la mujer a contemplar de cerca la imagen de san Antonio.
El poco a poco o los calambres constituyen el quinto son del tamunangue. Es un poco más teatral y divertido que los demás sones. Este un son de mando por ser el canto quien le indica a los bailadores cuáles pasos deben ejecutar. En él participan tres parejas, cada una de ellas realizan las figuras indicadas por los cantores, además le agregan improvisaciones humorísticas a través de la mímica.
Se divide en dos partes conocidas como los calambres y el caballito. En la parte correspondiente a Los calambres el cantante le dice a quien baila: “Él trae fiebre déle una bebida”, pero el enfermo se va agravando hasta morir y la pareja comienza a llorar. Luego se canta una corrida interpretada por un dúo que interrumpe al solista para entonar una estrofa que actúa como fórmula mágica, que causa el restablecimiento del enfermo.
Entonces la mujer persigue al hombre danzando rápido y blandiendo una vara de vera, golpeando la espalda de él cuando este se pone en cuatro patas y ella lo monta como a un caballo. Durante este son es frecuente que la mujer diga “Tate quieto caballito ya deja de corcovear que te tengo el freno puesto y quiero ponerte el bozal”. El hombre adorna sus figuras con dos varas, una en cada mano, las que golpea entre sí al ritmo de la música mientras la mujer baila sola. Este son representa una difícil interacción entre el baile y la música, donde los danzantes ejecutan pasos como enlazado, girado, zapateado y valseado.
Su ritmo es lento, del tipo de los pasacalles. En este el hombre persigue, con un ritmo lento, a la mujer de aquí los calambres. La mujer lo sostiene por la espalda y trata de reanimarlo según se lo indiquen los cantores.
La comunidad considera que es el son más popular por el empleo de las mímicas de los bailadores que le agrega un carácter gracioso y ameno. Las personas dicen que es el son más fácil para bailar por lo lento de su ejecución y participan personas de diferentes edades, niños, jóvenes y ancianos.
En esta fase los coplistas suelen cantar “Anda vete poco a poco / No te vas a tropezar / Para darle gusto al cuerpo / No es preciso corcovear”.
Las parejas van siguiendo las indicaciones de los cantores y se van turnando, cuando sienten cansancio entregan el garrote a otra pareja.
La perrendenga es un son en el que los bailarines parecen llenarse de alegría y euforia al momento de efectuar todos los pasos sugeridos por los cantores como media vuelta, vuelta entera y llévala pa’ llá.
Uno de los cantos más conocidos de este son dice “Báileme la perrendenga, tumbaito, náilemela bien baila, tumba lai to con tres pasos para lante, tumba laito con tres pasos para ‘tras”. En esta fase del tamunangue se realizan cantos compuestos por tres versos, un estribillo seguido de una estrofa y luego un pequeño estribillo.
El solista inicia el estribillo, el coro responde y continúa la primera copla a cargo del solista. En su baile participan tres parejas y se emplean las varas a fin de dramatizar la galantería del hombre hacia la mujer. Su cantar es más trancado que invita al salto en los bailadores. Comienza con el repique del sexto y es libre en su verso ya que no hay mando hacia las parejas de baile.
Comienza la primera pareja girando la vara y los bailadores hacen círculos con un brinquito, luego chocan las varas entrecruzadas, la mujer baja la suya y el hombre le da vueltas, forman un círculo, se regresan y la mujer inicia el ataque al hombre en forma repetitiva de ataque y defensa. Por su parte, la segunda pareja repite los giros y vueltas pero el ataque y defensa es al tobillo.
La tercera pareja desarrolla todas las figuras con precisión y cierra con un balanceo. Las varas a la altura de los glúteos haciendo el escubillar para adelante y atrás y girando quedan frente a la imagen del santo hasta culminar.
Su dramatización causa admiración entre las personas por la muestra de destrezas y fiereza de la mujer en este baile.
El galerón constituye el sexto son, parecido al joropo llanero. Aquí las parejas valsean uno por uno y su intervención dura el tiempo de la interpretación de la estrofa.
Este son es donde el hombre demuestra la destreza y el conocimiento de figuras que él mismo ha creado y ayudar a su compañera de baile a llevarse entre ambos la mayor cantidad de aplausos. No hay un orden fijo en las figuras y se hacen de acuerdo a la conveniencia de cada pareja. La música es parecida al seis corrido, aunque el baile es diferente. Para iniciar el son se empieza con el siguiente coro: “Ay galerón, galerón / Zapatea galerón / Cubilla galerón / Verso: Yo no canto porque sé /
Ni porque mi voz es buena / Canto porque soy alegre / En mi tierra y en la ajena”. Otra variante del canto, según las localidades que lo interpretan es “Corre galerón zapatea galerón / corre, corre, corre galerón / zapatea galerón / jumilla galerón / galerón en la montaña / galerón al medio día / galerón a toda hora como si fuera comía”.
Luego se repite el coro para que se inicie otro verso, hasta que termina el son. Para muchos de sus ejecutantes este son es parecido al de la bella porque tiene las figuras más alegres del tamunangue.
En cuanto a la coreografía, cada pareja hace una figura libre con el empleo de las varas bajo dos modalidades: en la primera las parejas se van alternado en la participación, y en la segunda todas las parejas danzan al mismo tiempo, compitiendo unas entre otras. Estas figuras se hacen al final de cada verso antes de entregar la vara a la siguiente pareja.
Entre las figuras que se pueden realizar aquí están el enlazado, el virado, el zapateado y el valseado.
En el momento en que las parejas están enlazadas girando y valseando, el hombre puede lucirse con el escobilleo y el zapateado. El galerón amerita buenas condiciones físicas de los danzantes, pues los saltos y vueltas que se dan son complejos. Su música es rápida y el canto es a dos voces.
El seis por ocho o seis corrío o seis figurao constituye generalmente el último son del tamunangue. Por ser el más largo y complejo, merece especial reconocimiento de parte del público pues es el que tiene más figuras y requiere de mayor destreza. Su música se divide en tres periodos con una introducción instrumental, el primero lo canta un dúo o un coro con acompañamiento, el segundo tiene dos cantores que se alternan mientras cantan y el tercero consiste en una copla interpretada por dos voces y un coro.
El baile es ejecutado por tres parejas, quienes realizan un gran número de figuras diferentes, con influencia de danzas europeas de salón en los que se divertía la aristocracia. Una de las parejas actúa como capitán y es la encargada de guiar el son y ordenar el proceso de elaboración de las figuras. Entre las figuras se encuentran el vals, el paseo, el floreo, la cadena, el figurao, el enredo y el desenredo. Una de las figuras más vistas está en el valseo, donde se toman de las manos, y enlazadas estas las colocan en la nuca formando así cuadrillas en las cuatro esquinas de la calle, mientras una de las parejas danza en el cuadrado imaginario partiendo de los extremos de una línea diagonal.
Variantes
Hay leves variantes según la localidad que practica el tamunangue, como el orden de los sones o pasos. Así, en el municipio Andrés Eloy Blanco, de Lara, la perrendenga es el cuarto son del tamunangue, caracterizado porque los músicos se agrupan en coro y las parejas bailan al ritmo que ellos impongan. El baile es elegante, donde él presume de gallardía y ella es cortés. La letra dice: A bailar la perrindinga/ a bailarla bien, baila/ Un pasito pa´lante/ un pasito pa´tras/ que baila de orilla a orilla/ así baila el águila/ que baila de lao a lao/ así baila el pescao/ Escuchá mi negro/ Escucha«¦ escucha/ la pata puede caerse/ a quien le vamos a cantar/ Báilala chiquitico”.
En el municipio Crespo, el tamunangue se presenta en dos formas: por exhibición y por promesas. Cuando es realizado por exhibición, solo se muestran los sones más vistosos como El Yiyivamos, La Bella, El Poco a Poco y el Seis Figureao.
La segunda es realizada para ofrendar a San Antonio por peticiones concedidas, donde los oferentes se preparan invitando a las diferentes agrupaciones. Estos comienzan interpretando la Batalla, seguida por El Yiyivamos, La Bella, La Juruminga, El Poco a poco, La Perrendenga, El Galerón y el Seis Figuriao.
Valores patrimoniales


El tamunangue, que se celebra en todo el estado Lara para venerar a San Antonio de Padua en su onomástico, el 13 de junio, es un ritual pluricultural que ha conquistado los oídos, los pies y el fervor de otros estados del suroccidente del país, como Portuguesa. Por ello el Instituto del Patrimonio Cultural, IPC, organismo rector en materia patrimonial, lo reconoce como la manifestación folclórica más completa de Venezuela.
Actualmente el Estado apoya las gestiones de sus cultores ante la UNESCO para el eventual ingreso de esta manifestación cultural en la lista del patrimonio inmaterial de la humanidad, de acuerdo a las declaraciones que para el portal oficial del Ministerio de Cultura diera Ana Díaz, de Danzas Tamunangue Los Negros de Chelena y una de sus más entusiastas cultoras: “El Tamunangue ha trascendido fronteras, nosotros hace 15 años recibimos una visita de Inglaterra, eran investigadores que vieron la preparación de esta tradición («¦) somos conocidos desde hace tiempo atrás por esto y por eso se busca que sea declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, al igual que los Diablos de Corpus Christi”.
Situación actual

Díaz asegura que el tamunangue larense no solo merece un importante espacio en el acervo cultural del país, sino un reconocimiento internacional por su inmensa mezcla histórica, cultural y religiosa.
Esta ceremonia tradicional goza de buena salud, a juzgar por sus numerosos cultores, que defienden y respetan cada variante, y el esfuerzo que se hace para transmitirlo a las nuevas generaciones: “El Tamunangue de los barquisimetanos es más jocoso que el del Tocuyo, que es más suave, o que el de Sanare, que es brincadito»¦ cada región tiene su estilo. Nosotros impartimos clases diarias, de cuatro a seis horas a nuestros alumnos porque es un baile complejo, con muchos sones, y así practicamos con ellos los pasos básicos”, precisó Díaz.
La cultora apeló a la profunda raigambre religiosa del tamunangue para que se mantenga vivo entre los jóvenes: “Solicito a los jóvenes que promuevan esta manifestación cultural y que no solo se dediquen a bailarlo, sino que busquen conocer qué significado tiene, de dónde viene, porque cada pieza y proceso tiene un significado: todo se resume en la fe”.
Ubicación
La mayoría de los municipios del estado Lara, Venezuela. Aunque esta fiesta sincrética se originó inicialmente en El Tocuyo y Curarigua en 1940.
Fuentes consultadas
Catálogo del patrimonio cultural venezolano 2004-2007. Estado Lara. Instituto del Patrimonio Cultural, 2007.
Rosales Natalie. El Tamunangue Larense manifestación cultural de las más ricas de Venezuela, 13 de junio de 2017. En Prensa de vicepresidencia.gob.ve.
San Antonio de Padua. En Wikipedia
Villegas, Daniel. Encuentro con… Tamunangue o Sones de Negro Programa de la Fundación Bigott – 1985. Video subido a Youtube el 7 de mayo de 2014.
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