Otilio Galindez. Foto Venezuela Sinfónica.
Uno de los cantautores más entrañables de Venezuela nació en Yaritagua el 13 diciembre de 1935. Se llama Otilio Galindez y se le quiere por entre los versos de «Luna decembrina», «Pueblos tristes», «Cruz de Mayo», «Ahora», «Mi tripón, «Son chispitas», entre otras piezas cumbres del cancionero venezolano.
Diversión decembrina. Los frenazos marcaban el ritmo del autobús una cuadra antes de llegar al hospital. El sol de aquel diciembre de finales de 1967 dejaba en evidencia el esmero en el vástago del furruco. Cada enfermera entonaba eufórica una estrofa que cambiaba de ritmo a medida que el chofer hundía el pedal del freno. Casi se abalanzaban sobre la escalerilla de salida, la emoción contenida en la música soplaba cual vendaval atenuado por unas campanillas al fondo de la canción. Sobre la acera los transeúntes aclaraban su voz en busca de acoplarse con la locomotora rítmica del autobús. Cada inflexión resultaba en un frenazo más silencioso hasta que las voces del autobús coincidieron con las de la calle: “Perdona amigo que se rompió la atarraya y para hacer el sancocho pescaremos en la playa, no me vengas por las buenas…pescador embustero que sales en navidad…oye sirena porque ayer tu no viste porque ayer no apareciste para ser mi pesca buena”.
Esa letra, ese tropel de sentimientos espontáneos y genuinos, esa calidez de imágenes empezaron con la composición de esa gaita emblemática que Galindez tituló La Restinga, en honor a la laguna salobre resguardada de manglares en la zona nortedel istmo entre la península de Macanao y el territorio mayor de la isla de Margarita. El autor maneja con tal propiedad la naturaleza, el ambiente, la atmósfera neoespartana que se mimetiza perfectamente en la piel de cualquier nativo de la isla. Maneja con maestría la metáfora y burila con intensidad cada boceto, cada esguince, cada sobresalto, hasta tallar con magnífica precisión la esencia del gentilicio margariteño. Todo tan bien acabado, tan bien ajustado, tan magistralmente diseñado que cualquiera pudo haberlo tomado como un consumado compositor musical al escuchar esta hermosa pieza musical. De pronto en medio de la parranda se siente el follaje de los mangles, se percibe el bamboleo del bote, se extravía la mirada a en el cielo añil y se viaja al propio centro del istmo margariteño.
Lector insigne
Es probable que la agudeza social y la sensibilidad por la naturaleza que Galindez dibuja en “Pueblos tristes” y “Ahora” provengan de su estadía en el Orfeón de la UCV. Entonces desarrolló una gran afición por la lectura de autores tan disimiles como Marcial Lafuente Estefanía, Franz Kafka y Miguel de Cervantes Saavedra.
Eso le permitió ganarse un trabajo como corrector de textos para reconocidos economistas y otros profesionales. Por otro lado, haberse codeado con músicos tan prominentes como Antonio Estévez, Inocente Carreño y Modesta Bor, de seguro le permitió encontrar el ritmo y la armonía apropiados para ambas melodías, lo cual se puede notar en la precisión de la cadencia y la amplitud de la sinfonía.
Ese amplio abanico literario y musical también le abrió el horizonte para dirigir su creatividad hacia las composiciones navideñas como parrandas, aguinaldos y gaitas, las cuales dio a conocer mediante un grupo de parrandas que creó con sus amigos y llamó “Los Piratas”.
De limpiabotas a compositor
Otilio Galindez nació en Yaritagua, estado Yaracuy, el 13 de diciembre de 1935. Desde muy niño demostró su vocación por la música, la cual con el transcurrir del tiempo quedaría plasmada en su habilidad para el canto y la interpretación del cuatro. De pequeño se mudó hacia Caracas y allí la situación familiar lo llevó a trabajar como limpiabotas y vendedor de billetes de lotería. Desde niño mostró su afición por la música, ayudado por su madre Rosa Felicita Gutiérrez de Galíndez en la canción y la poesía. En una entrevista que le hicieron, sobre el origen de su canto, el maestro respondió:
“»¦las canciones que mi mamá cantaba y que aún canta, tienen una gran categoría, un buen gusto, son exquisitas… yo no sabía que en realidad mi mamá me estaba dando una clase de estética, además del placer de la música diaria. Vino otra mujer hermosa, tan hermosa como ella, fue la madre naturaleza: los ríos, los montes, los campos, la gente, los árboles, las matas, las flores, todo eso que ayudó a mi mamá cuando estaba pequeña también me ayudó a mí… eso es lo primero que a uno lo asombra y que uno ama, la madre y la naturaleza.”
Otilio Galindez I. Video publicado en Youtube por Edgar León, 18 de mayo de 2018
Transcurrida su adolescencia le corresponde cumplir con el servicio militar, tiempo durante el cual compone sus primeras obras, que luego descarta, por considerar que no tenían fuerza poética ni melódica. A sus 20 años empezó a poner en práctica su capacidad de invención, y comenzó a escribir temas con letra y música de su propia cosecha. En 1957 ingresa como empleado de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
El Parrandón Universitario
Una etapa importante de su trabajo transcurrió en el núcleo universitario de la UCV en Maracay. Allí conformó un grupo coral para interpretar sus canciones navideñas. Lo llamó «El Parrandón Universitario» y fue integrado por personal docente y administrativo de las facultades de Agronomía y Ciencias Veterinarias, realizando incluso presentaciones en varios lugares del país.
Tal vez fue en ese momento cuando su inspiración ensambló la lírica y la música de Luna decembrina una de sus canciones navideñas con más arraigo en el gentilicio venezolano por la fuerza tradicionalista de las imágenes y de las notas musicales enhebradas desde el cuatro, al tambor, desde la maraca al furruco, desde la alegría hasta la intensidad vocal. “Señorita póngase una bata, búsqueme una lata para yo tocar. Cualquier palo sirve de charrasca, pues nada se escapa con la navidad. Mi lunita navideña, brilla por tu redondez, porque en diciembre te ves, como reina caraqueña”.
Canción de cuna
Otra arista de la personalidad de Otilio Galíndez resulta su amplitud de criterios, de visiones, de panoramas, seguramente armada tras su gran afición lectora. Esta característica le permitió escribir canciones en distinto géneros como valses (Candelaria, Ahora, Allá en la tierra, Son chispitas, Sin tu mirada, En Silencio), tonadas (Flor de mayo), aguinaldo (El niño es el mismo, El poncho andino), merengue (Y ni ná, ni ná), danza (Pueblos tristes, Caramba), gaita (La Restinga), parranda (Luna decembrina), canción (O tal vez).
Tal vez uno de sus mayores filones creativos, el que más lo inspiraba, el que más le hacía explorar la profundidad de su fibra musical era el género de la canción infantil, entre las muchas obras de este género destaca la canción de cuna Mi tripón. “Duerme mi tripón, vamos a engañar la lechuza, y engañar al coco, que ya no asusta. Duerme mi tripón, que mañana el sol brillara en tu cuna y te contará como fue que un día perdió la luna.
Duerme mi tripón, ya se fue la tarde cansada y llegó la noche fresquita y muda”.
En un homenaje efectuado en su memoria por la Fundación Compañía Nacional de Música a mediados de diciembre de 2011 se escenificó un espectáculo musical basado en su vals Candelaria. La Fundación destacó que el montaje reúne una veintena de piezas infantiles inéditas de Galindez, así como los temas más populares y recordados del compositor, entre ellos Caramba, Ahora, Sin tu mirada, En silencio, Pueblos tristes, Son chispitas, Mi bella dama y, por supuesto, Candelaria, con arreglos musicales del maestro Luis Ochoa.
Homenaje

Como antesala al estreno de la obra, se bautizó el libro Canciones de Otilio Galíndez, (arreglos para voz y piano de Luis Ochoa), editado por la Fundación Vicente Emilio Sojo (Funves). Un muy merecido homenaje para quien tanto aportara a la música venezolana y quien además hubiese disfrutado mucho leer sus canciones en un libro.
Nunca cobró por la autoría de ninguna de sus obras, que llegaron a ser plagiadas y hasta vendidas por grandes comerciantes de la cultura nacional y extranjera. Supo de la felicidad que está en la sencillez, de la vida en armonía con la naturaleza, en el placer de darse a los demás.
Toda esa versatilidad y disposición para cultivar varios géneros musicales entre sus creaciones se vio recompensada con el Premio Nacional de Cultura, Categoría Música, que recibiera en 2001. Pero sobre todo en la diversidad de intérpretes importantes que grabaron sus canciones, lo cual repercutió en su consagración como referencia obligada entre los más destacados cultores de la música típica venezolana.
Entre estos intérpretes destacan: Simón Díaz, Lilia Vera, Soledad Bravo, Morella Muñoz, Jesús Sevillano, El Cuarteto, Ensamble Gurrufío, Mercedes Sosa, Pablo Milanés, Esperanza Márquez, Cecilia Todd, Ilan Chester, así como todas las corales del país.
Hasta luego

Otilio Galíndez, fallece a sus 73 años. Este ilustre autor, quien por mucho tiempo sufrió de diabetes e hipertensión arterial, abandonó este mundo durante la noche del sábado 13 de junio de 2009, mientras dormía en su residencia, ubicada en la ciudad de Maracay.
Fuentes consultadas
Biografía de Otilio Galindez. En cancioneros. com. Consultado el 30 de noviembre de 2018.
Legado musical de Otilio Galindez continúa vigente por la sencillez de su poética. En mippci.gob.ve. Consultado el 30-11-2018
Otilio Galindez, alumbrando pueblos tristes. En lajiribilla.cu. Consultado el 5 de diciembre de 2018.
Otilio Galindez. En micuatro.com. Consultado el 5 de diciembre de 2018.
Otilio Galindez I. Video publicado en Youtube por Edgar León, 18 de mayo de 2018.
Otilio Galindez. En Wikipedia.org. Consultado el 30 de noviembre de 2018.
Rinden homenaje al compositor Otilio Galindez. En radiodelsur.com. Consultado el 5 de diciembre de 2018.
Investigación: Alfonso Tusa, @natural30.
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