En el poema del Himno del Táchira el autor optó por una composición literaria realista, sencilla, con una orientación y mensaje ideal republicano implícito en un estilo sobrio, preciso y elaborado, pero con una efectividad moral que trasciende a la sociedad tachirense de todos los tiempos. El himno regional se oficializó por decreto ejecutivo de fecha 28 de junio de 1913.
Nombre: Himno oficial del estado Táchira
Autores: Miguel Ángel Espinel (música) y el abogado Ramón E. Vargas (letra).
Año: 1913.
Tipo de patrimonio: intangible / Música
Audio cedido por el abogado, académico y cronista oficial de la ciudad de San Cristóbal, Luis Hernández Contreras. Grabación 2015.
Samir Sánchez Sandoval. 26/2/2019 (*)
Omnes omnium cantate patria-Cantemos todos a la tierra natal
El 5 de julio de 2013 se conmemoró el centenario de la primera interpretación oficial del Himno del Estado Táchira. Emoción poética e instrumentación marcial lo hacen un clásico y una obra maestra de la música universal. Egregia composición que trasciende y perdura en la historia del Estado Táchira como parte de su patrimonio cultural inmaterial y símbolo imperioso de identidad regional.
La estructura musical -la cual comenzó a escribir en abril de 1913 y finalizó en mayo del mismo año el Prof. Miguel Ángel Espinel- fue adaptada a la letra de la poesía lírica que responde al íncipit de «Las glorias de la Patria» (del abogado Ramón E. Vargas, 1913), precediendo al coro con un breve preludio instrumental en acorde inicial ‘marziale’ y compás a cuatro cuartos (4/4), desarrollado gradualmente sobre un matiz dinámico de transición en ‘tempo di marcia’, el cual le confiere un sentido de riqueza y fasto.
En las líneas de composición poética del himno, la acertada distribución de los acentos rítmicos -en la continuidad de los cuartetos asonantes- se da a partir de una estrofa coral en versos de arte menor y cuatro estrofas de arte mayor, creando un adecuado contraste que le imprime al poema matices de romance heroico. La versificación consta de una consonancia tonal secuencial llana y aguda.
Su instrumentación, melodía y armonía -lograda síntesis de finitud e infinitud- responden a un mismo movimiento de solemnidad, en las tres primeras estrofas. La cuarta, se transforma elevándose con acordes de marcha que se enlazan, a su vez, con los del carácter triunfal y apoteósico del coro. Convirtiéndose, a su vez, en una sinfonía dentro de otra sinfonía.
En la última repetición, los unísonos de las voces superiores del coro -en alta tonalidad- se unen en un tutti o todo orquestal al ímpetu de cierre de los instrumentos de viento-metal y percusión los cuales, desde una elaborada combinación entre lo impetuoso y lo sutil, le otorgan un impresionante final épico a la obra.
Así, el Himno del Estado Táchira o el canto patriótico regional, interpretado por banda, banda municipal, banda marcial, banda de conciertos, orquesta sinfónica y/o coros, resulta un elaborado ‘leitmotiv’ de ritmos, tonos mayores y armonías. Verdadera metáfora instrumental que semeja desplegar -en llamarada sonora de poderosa trascendencia- lo telúrico y milenario del Ande tachirense, el ‘volksgeist’ o el espíritu de la tierra natal.
La letra, marcada por las pautas métricas de la poesía realista decimonónica, configura en cada uno de sus versos los más altos ideales del pensamiento creador, valores inmanentes y virtudes del Táchira inmortal. Soñado y sentido, forjado y troquelado, en los hontanares infinitos de la libertad.
Esta es su historia…
Audios históricos. «Himno Oficial del Estado Táchira» (coro y banda de conciertos, versión completa. Sigue las indicaciones del autor de la música quien especificó para su canto coral que los versos del coro se interpretaran en voz superior al unísono y los de las estrofas a dos voces -1era y 2da voz).
Composición musical y poética creada en 1913 por el Prof. Miguel Ángel Espinel (música) y el abogado Ramón E. Vargas (letra) y laureada como oficial por la presidencia del estado Táchira, en julio del referido año.
Versión en audio interpretada por la Banda Oficial de Conciertos del Estado Táchira Profesor Marco Antonio Rivera Useche, dirigida por el maestro Leonardo Montúfar y la Coral del Táchira, por el Prof. Alexander Carrillo. Grabación 2015.
Audio cedido por el abogado, Académico y cronista oficial de la ciudad de San Cristóbal Luis Hernández Contreras. Diseño de presentación: TSU Sigrid Márquez Poleo (2016).
«Himno Oficial del Estado Táchira» (instrumental por banda de conciertos, versión corta, coro, 1era y 4ta estrofa). Si bien el audio presenta fallas de sonido de origen, se reproduce por su valor histórico al ser una edición que conserva su interpretación por la Banda Oficial de Conciertos del Estado Táchira, según la partitura de 1913.
En esta ocasión, la Banda Oficial de Conciertos del Estado fue dirigida por el Prof. Tíbulo Zambrano García, el 31 de marzo de 1968 en homenaje a los 407 años de la fundación de la ciudad de San Cristóbal y al maestro y director oficial de la Banda del Estado, don Marco Antonio Rivera Useche, 1895-1990 (quien en 1913 formaba parte de la Banda del Estado como joven ejecutante de bombardino, al interpretarse por primera vez el Himno Oficial del Estado Táchira).
Audio copiado de un disco en vinilo o gramófono (de duración extendida o E.P), editado por el Concejo Municipal del Distrito San Cristóbal (Marzo de 1968).
El sonido gramofónico de 1968 permite oír -en secuencia con la letra- la introducción marcial, coro, primera y cuarta estrofa. (Reproducción con fines didácticos).
Diseño de presentación de vídeo y sincronización de audio por T.S.U. Sigrid Márquez Poleo, 2015.
Nota: es de acotar que la grabación para difusión regional y nacional más empleada actualmente en instituciones, emisoras de radio y televisión, actos y redes sociales, del Himno Oficial del Estado Táchira, data de 1981, cuando el presidente de la República, Dr. Luis Herrera Campíns, por decreto presidencial No. 1026, ordena la grabación y emisión del himno nacional e himnos de los estados de Venezuela.
La misma fue grabada en Discos León (Caracas) a través de Ediciones Amon c. a./ Edumuven C. A., en dos discos de vinilo o gramófono, de larga duración (L. P.) en estéreo CO47-CO48. No obstante, la premura de editar la referida grabación oficial para la fecha de promulgación del decreto, hizo que -en el caso del Himno del Estado Táchira- la versión grabada instrumental y coral (con coros de la ciudad de Caracas), difiera de la versión original musical y escrita de 1913 en:
(a) introduce bemoles en la entonación de los versos del coro;
(b) reduce la interpretación de las cuatro estrofas originales a dos;
(c) el tipo de instrumentación empleada en la grabación creó una pérdida de la marcialidad instrumental original, al no combinar en forma equilibrada el sonido de los acordes con la entonación de las voces del grupo coral que lo interpreta.
Estas omisiones musicales se han mantenido en sus reproducciones, si bien en su momento músicos tachirenses como don José del Carmen Avendaño (ya fallecido) expusieron estas fallas en la prensa escrita regional. Con la interpretación realizada por la Banda Oficial de Conciertos del Estado y la Coral del Táchira, en 2015, se restituye la versión del Himno del Estado Táchira, según la partitura oficial original de 1913.
Historia y significado de la letra del Himno del estado Táchira
Entre el 19 de diciembre de 1912 y el 1 de abril de 1913, el Gobierno regional convocó a un concurso para la creación del himno del estado Táchira, en su composición poética. Resultaría así el tercero en la historiografía de los himnos regionales, por cuanto sobre los dos anteriores -producto cada uno, al igual que el tercero, de las ideas y circunstancias de su tiempo- se conoce lo siguiente:
«¡Tachirenses, se acerca el momento!» (de 1879)
El primero, de acentuada marcialidad por ser un impetuoso canto de guerra del siglo XIX (motivo por el cual fue conocido en su época como La Marsellesa tachirense), data de 1879 y obtuvo carácter oficial en 1880 por decreto ejecutivo del gobernador del estado, general Rosendo Medina (padre del general Isaías Medina Angarita, presidente de los Estados Unidos de Venezuela entre 1941 y 1945).
Se tituló «¡Tachirenses, se acerca el momento!», siendo autoría del eximio violinista y compositor tachirense Eloy Galaviz Ávila y letra del poeta marabino Arbonio Pérez. Este himno fue relegado y olvidado luego de la creación guzmancista del Gran Estado de Los Andes (unificación de los estados Táchira, Mérida y Trujillo en una única entidad federal, en 1880) y solo se conservó su letra en la memoria colectiva tachirense.
Así, en 1899, sus estrofas eran entonadas en las marchas de avance hacia la ciudad de Caracas por parte de los batallones del ejército Liberal Restaurador del general Cipriano Castro, pero con el ritmo o cadencia de la música de La Bayamesa (composición de 1867 y actual himno nacional de Cuba).
Asimismo, el general Castro finalizó con el lema guerrero de cierre del coro del primer himno regional tachirense (de 1879) la proclama que dio en la población de Independencia/Capacho Nuevo, el 23 de mayo de 1899, al iniciar su acción bélica contra el gobierno del presidente Ignacio Andrade (1898-1899). En encendida prosa de fines del siglo XIX arengó:
«Soldados: vosotros me conocéis bastante y sabéis que siempre vencedor, jamás vencido, al cumplimiento de mis sagrados deberes de patriota y de liberal lo he sacrificado todo; sabéis que soy incapaz de una cobardía y de una infamia. El árbol de la Libertad exige vuestro contingente de sangre una vez más; volad a ofrecerle con ese valor legendario que os es peculiar. Vuestra consigna es ¡Vencer o morir!».

Otra referencia encontrada, si bien interpretada de forma condicionada o sesgada por los intereses propios del novelista -y aislada de todo sentido original del primer himno tachirense- es la del texto del segundo coro, citado con irónica agudez, en 1927, por el escritor carabobeño José Rafael Pocaterra en su novela Memorias de un venezolano de la decadencia: Castro 1899-1908 y Gómez 1909-1919 (cita tomada de la edición de Monte Ávila Editores y Equinoccio Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, Caracas, 1997, p. 33).
El segundo coro, tergiversado en su tercer verso, es el siguiente: «Tachirenses: se acerca el momento/ de empuñar con denuedo el fusil; nuestro Jefe nos dice: ¡Adelante!/ ¡La consigna es vencer o morir!».
«¡Tachirenses!, de pie descubiertos, la canción al Estado, escuchad» (de 1905)
El de 1905, considerado como el segundo, es un himno de paz, un canto laudatorio a la tierra natal. Si bien los especialistas en la materia coinciden que solo se conservó la letra, perdiéndose las partituras, el Prof. Samir A. Sánchez, director-editor de Proyecto Experiencia Arte, plantea una hipótesis sobre el poema titulado «¡Tachirenses!, de pie descubiertos, la canción del Estado, escuchad», atribuido al poeta e instructor Antonio Ramón González Cárdenas.
Sobre este distinguido personaje tachirense, se conoce -a través de las investigaciones genealógicas elaboradas por el Dr. César González, en 1975- que nació en Palmira el 2 de septiembre de 1866 y murió en Pampatar (estado Nueva Esparta), el 4 de septiembre de 1921. Estudió en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús en La Grita y sobresalió como poeta, orador y pedagogo. En 1917 se imprimió un libro con parte de sus poemas, varios de los cuales fueron publicados (junto a su foto) en el Álbum del Táchira, editado por el periodista chileno Humberto Díaz Brantes, en 1930.
Con respecto al considerado segundo himno del estado, este poema, por sus características, resulta en sí en una de las obras que concursaron en 1913 para optar al premio de la letra del Himno del Estado Táchira.
Se puede deducir esto del tema y estilo poético de las estrofas así como del texto del último verso: «La concordia, la paz y el trabajo». Símil literario (utilizado por igual -y entendido su uso en el contexto político vigente en Venezuela para el momento cuando fue creado el himno- en el último texto del verso del poema ganador del Dr. Ramón E. Vargas: «El trabajo, la paz, la igualdad») que se identificaba con el lema adoptado por el Gobierno de la época, el régimen Rehabilitador del general Juan Vicente Gómez (entre 1908 y 1935): «Unión, Paz y Trabajo».
Otro dato que hace atinente la anterior explicación se sustenta en un hecho dado en 1912 y 1913, con motivo de la convocatoria oficial para los concursos de la letra y música de un nuevo himno para el estado Táchira. Parte de la opinión pública se manifestó a través de la prensa regional reivindicando el primer himno estadal de 1880 -primero que tuvo un estado de Venezuela, referían- y descalificando cualquier nueva composición que lo sustituyera. Por igual, los estudiosos de la materia no han encontrado hasta la fecha registros hemerográficos o documentales que citaran o reivindicaran el probable himno de 1905.
En conclusión, el estado Táchira contaría en propiedad con un historial de dos himnos oficiales, el de 1879 y el de 1913.

No obstante, vale destacar que el origen del reconocido lema gomecista de «Unión, paz y trabajo» el cual no era nuevo o improvisado en el ámbito tachirense de la época, probablemente fue sugerido y tomado por la camarilla política que rodeó al general Juan Vicente Gómez, de la letra del himno con el cual había sido inaugurada la Gran Exposición del Táchira, en enero de 1906, realizada con motivo de la visita de la primera dama doña Zoila Martínez de Castro a San Cristóbal.
El himno de la exposición se titulaba Himno al trabajo, a la paz y a la unión, cuyo autor era el violinista y poeta José Consolación Colmenares, quien había sido maestro de música del general Cipriano Castro en la escuela de Capacho (nota hemerográfica sobre la exposición de 1906, del periódico «La Idea Resatauradora», publicada por el académico e historiador Luis Hernández Contreras en Diccionario de la música en el Táchira, San Cristóbal, 1999, p. 72).
«Las glorias de la Patria» (de 1913)

Así, y continuando con la relación histórica del actual himno estadal, el de 1913, se tiene que el 17 de abril del referido año el jurado especializado, luego de evaluar todas las obras presentadas, dictaminó como ganador el trabajo consignado bajo el seudónimo Escarlata, correspondiente al abogado y poeta tachirense Ramón E. Vargas.
Exponía el jurado que: «Tiene el coro la cualidad encomiable de que, a pesar de tratarse de un canto regional, se mantiene en él, por modo altamente patriótico, la idea de la unidad nacional, de la Patria grande y soberana de la cual el Estado Federal es solo un fragmento o porción. Puede, además decirse que el coro es la parte enérgica del himno. Nos atreveríamos a proponer en pro del realce del concepto, el siguiente cambio en el segundo verso de esta parte de la composición ‘sus fueros de Nación’». El autor había colocado en el texto original «la Ley de la Nación». (‘Himno del Táchira’ en Hernández Contreras, Luis, Diccionario de la música en el Táchira, Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999, p. 106).
Significado de la letra del himno del Táchira
Sobre la semántica conceptual ideada por autor de la letra del poema del Himno Oficial del Estado Táchira, no se ha encontrado -hasta la fecha- ningún documento o referencia alguna donde el Dr. Ramón Eugenio Vargas haya expuesto la motivación inicial para desarrollar el texto poético.
Al respecto, y por ser una acción a posteriori, solo se puede teorizar sobre esos motivos a partir de dos contextos o circunstancias que enmarcaron el acontecer o la vida diaria de los tachirenses, en el año de 1913: (1) el contexto político y (2) el histórico.
Contexto político en 1913
Sobre el primero existe una considerable literatura historiográfica que ha tratado sobre el gobierno del general en Jefe Juan Vicente Gómez (desde 1908 hasta su deceso en 1935).
De su autoritaria y férrea imposición política, se conoce desde:
(a) la opción de exilio asumida por muchos venezolanos, en resguardo de sus vidas y libertades;
(b) el silencio e indiferencia de otros;
(c) la opción de la cárcel y de los trabajos forzados en las carreteras y obras públicas para quienes manifestaran, de forma pública, su opinión contraria a ‘la Causa’ (como se definía el mismo gobierno), entendida como la adhesión al pensamiento único del régimen;
(d) la no intervención en política asumida por una mayoría, quienes se dedicaron a sus labores personales;
(e) la adhesión incondicional al régimen por parte de unos, bien en utilidad y provecho de las funciones gubernamentales o desde sus puestos de ‘aduladores de oficio’, personajes infaltables en la picaresca política venezolana, desde 1830 hasta el presente.
O, resumiendo dichos aspectos -en palabras de la narradora venezolana Elisa Lerner- el dogma de la dictadura gomecista se resumía en ser amigo del régimen, o permanecer en el silencio, en la cárcel o en el destierro.
En el desarrollo de este contexto político, el año de 1913 coincide con la consolidación del denominado ‘gomecismo’, término como se conoce este período de la historia política en la historiografía venezolana.
Este período respondió a un proceso que se había iniciado en 1908 con el lanzamiento de la consigna «Gómez Único» por parte del médico tachirense Dr. Ezequiel Vivas Sánchez (Lobatera, 1864 – París, 1919), alcanzando su máxima expresión en la Constitución Nacional de 1914, en la cual quedaba asegurada -de forma legal- la continuidad gubernamental personalista del general Juan Vicente Gómez en la jefatura de Estado y/o de las fuerzas armadas venezolanas.
Todos los anteriores argumentos podrían servir como una probable explicación atingente para entender y comprender la coincidencia de la presencia explícita de las palabras del lema político adoptado por el gobierno de Gómez de: «Unión, paz y trabajo», en las estrofas II, III y IV del himno.
Es de resaltar que aún permanece, entre algunos autores de la bibliografía local, cierta especie de aversión por la letra del himno de 1913 -probablemente por partir de una lectura superficial- por considerarlo un producto del régimen dictatorial «gomecista».
No obstante, se debe tener en cuenta que los valores o principios axiológicos presentes en las palabras del poema actúan del mismo modo que una forma ex opere operato –esto es, obran por el hecho de lo que significan las palabras y no por quien las escribió-, por cuanto el valor de cada uno de los conceptos presentes en el himno tachirense derivan de su propio, trascendente, inmutable y profundo significado y no de la persona que las empleó.
Contexto histórico en 1913
El contexto histórico resulta de mayor importancia por cuanto define el origen y trascendencia de la letra del himno regional tachirense, al ser el año de 1913, por igual, un año de efemérides histórica.
Se conmemoraba en el estado Táchira el primer centenario de la Campaña Admirable. Destacada acción bélica de la Guerra de Independencia, emprendida por El Libertador Simón Bolívar con el objetivo de restaurar la República de Venezuela en un segundo período de existencia, luego de que desapareciera -en un primer momento- con la Capitulación de San Mateo (25 de julio de 1812) y se restaurara la Capitanía General de Venezuela y el antiguo régimen o sistema político colonial español, presidido por el rey Fernando VII.
En la Campaña Admirable el Libertador cruzó el 1 de marzo de 1813 la frontera venezolana de la Capitanía General y Real Audiencia de Santiago de León de Caracas, entrando en la Villa de San Antonio del Táchira y pasando, en una rápida acción, a la Villa de San Cristóbal (16 de abril de 1813); la Villa de Lobatera (17 de abril de 1813) y la ciudad de La Grita (19 de abril de 1813). Todas estas poblaciones estaban en territorio tachirense, y en ellas iba restaurando, con su presencia y el ejército, la república de Venezuela y sus instituciones.
Así, en este contexto bélico-independentista, El Libertador redacta una proclama a los ciudadanos venezolanos de la Villa de San Antonio del Táchira, en los siguientes términos:
«Yo soy uno de vuestros hermanos de Caracas, que arrancado prodigiosamente por el Dios de las misericordias de las manos de los tiranos que agobiaban a Venezuela vuestra patria, he venido a redimiros del duro cautiverio en que yaciais bajo el feroz despotismo […] He venido, digo, a traeros la libertad, la independencia, y el reino de la justicia, protegido generosamente por las gloriosas armas de Cartagena y de la Unión, que han arrojado ya de su seno a los indignos enemigos que pretendían subyugarlas, y han tomado a su cargo el heroico empeño de romper las cadenas que arrastra todavía una gran porción de los pueblos de Venezuela. / Vosotros tenéis la dicha de ser los primeros que levantáis la cerviz, sacudiendo el yugo que os abrumaba con mayor crueldad, porque defendisteis en vuestros propios hogares vuestros sagrados derechos. En este día ha resucitado la República de Venezuela, tomando el primer aliento en la patriótica y valerosa Villa de San Antonio, primera en respirar la libertad, como lo es en el orden local de vuestro sagrado territorio […] / Prosternaos delante del Dios omnipotente, y elevad vuestros cánticos de alabanza hasta su trono, porque os ha restituido el augusto carácter de hombres».
Del requerido análisis del discurso resalta la referencia al yugo o esclavitud, presente en la letra del himno del estado Táchira. La misma definía en ese momento ‘la esclavitud de la República y de su sociedad’ (palabras que repitiera El Libertador en San Cristóbal, el 19 de abril de 1820, al arengar a los soldados con la proclama: ¡Soldados! El género humano gemía por la ruina de su más bella porción: era esclava y ya es libre), entendida así la esclavitud como la ausencia o pérdida de toda libertad ciudadana por obra de los tiranos. Esto es, al obrar en contra de la libertad del pueblo, todo autoritarismo que emerja de esa acción lo hace sobre la destrucción de todo ser humano, de todas sus instituciones y de la misma república.
Ya lo predecía Rousseau:
«Así como la voluntad particular obra sin cesar contra la voluntad general, así también el gobierno hace un continuo esfuerzo contra la soberanía. Cuanto más crece este esfuerzo, tanto más se altera la constitución; y como aquí no hay otra voluntad de corporación que resistiendo a la del príncipe, se equilibre con ella, tarde o temprano debe el príncipe indispensablemente oprimir al soberano y romper el contrato social. Este es el vicio inherente e inevitable, que desde el origen del cuerpo político, tiende sin descanso a su destrucción, a la manera con que la vejez y la muerte destruyen al fin el cuerpo del hombre» (ROUSSEAU, El Contrato Social, capítulo X, Del abuso del gobierno y de su propensión a degenerar).
Por ello, y partiendo de la anterior clave, todas las demás ideas presentadas por El Libertador a los habitantes de San Antonio del Táchira sintetizan el espíritu de la época: tiempos de cambio político donde se abandonaba el antiguo régimen, representado por el Estado monárquico español, de súbditos, y se ingresaba a un nuevo orden de cosas, al Estado republicano de ciudadanos libres, representado en las instituciones de la República de Venezuela, creada por el pacto social de 1811, reflejado en la constitución federal dada en el mismo año.
Ante lo antiguo, una sociedad estamental con privilegios políticos, sociales y económicos por parte de las clases superiores (peninsulares, criollos terratenientes y militares) en detrimento de las clases inferiores (blancos de orilla o canarios, pardos, aborígenes o naturales y esclavos), con una economía centralizada e impositiva y estructuras de gobierno estáticas y anacrónicas entre otras, El Libertador contrapone los ideales de la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, entendida esa ley como la Constitución:
«De cualquier modo que se estudie el principio, se encuentra siempre la misma conclusión: que el pacto social -escrito en una constitución- establece entre los ciudadanos tal igualdad, que todos se obligan bajo unas mismas condiciones y deben disfrutar de unos mismos derechos» (ROUSSEAU, El Contrato Social, capítulo IV, De los límites del poder soberano).
Nota: es necesario recordar que el libro ‘El Contrato Social’ de Rousseau, fue un texto que acompañó a El Libertador, junto a su biblioteca itinerante. Al redactar su testamento, el 10 de diciembre de 1830, en la clásula 7ma, ordenó que el referido libro, que le había regalado el general Robert Wilson en 1824 y que perteneciera originalmente a la biblioteca de Napoleón, se donara a la Universidad de Caracas (actual Universidad Central de Venezuela).
De las anteriores ideas, llevadas a la letra del himno regional tachirense, destaca la del ‘Pacto social’ (Constitución Nacional), quedando representada en la palabra fueros, término con el cual se identificaban las cartas o pactos que dejaban por escrito las libertades ciudadanas y la autonomía de las ciudades y villas de Castilla, frente al poder monárquico centralizador; el reconocimiento y respeto de los derechos del hombre y del ciudadano, y la división de poderes.
Principios teóricos medievales que serían adaptados por los fundadores de la República de 1811, con una formación -por igual- en las teorías políticas de Hobbes (1588-1679); en los escritos de Miguel de Cervantes (1547-1616) quien definió la libertad en los siguientes términos «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos» (El Quijote, II parte, capítulo LVIII); de Locke (1632-1704) y de las teorías liberales políticas de fines del siglo XVIII, enunciadas por Voltaire (la libertad ideológica y el sentimiento universal e innato de la justicia); Montesquieu (la separación de poderes); Rousseau (doctrina de la soberanía nacional y del pacto de la sociedad o pacto social) y en la declaración de los Derechos naturales, inalienables y sagrados del Hombre y del Ciudadano (26 de agosto de 1789).
En cuanto a las ideas de El Libertador plasmadas en la proclama del 1ero de marzo de 1813, las mismas fueron del conocimiento del Dr. Ramón E. Vargas por haber sido leída esta proclama en todos los actos oficiales y escolares de las celebraciones del centenario de la Campaña Admirable.
Es por ello que, a partir de las premisas antes expuestas: (a) las circunstancias históricas que rodeaban la subjetividad y apreciaciones que tenía de su realidad el Dr. Ramón E. Vargas y (b) las coincidencias entre el orden de ideas de la proclama y la letra del himno tachirense, se plantea la hipótesis de haber sido el texto de la proclama la fuente o una de las fuentes primarias de inspiración histórica que dieron origen a la letra del poema lírico del himno, logrando por resultado una obra de alto valor literario-compositivo y un verdadero canto histórico-axiológico a la libertad.
Es de destacar que, en la letra del himno tachirense, nos encontramos por igual ante un distanciamiento de los modelos de cantos patrióticos americanos contemporáneos o del siglo XIX postindependentista. Épicos, propios del romanticismo, los cuales se presentaban sobrecargados de símiles literarios, temas bélicos, defenestración del enemigo ibérico o referencias mitológicas reiterativas.
En el poema del himno regional del Estado Táchira, el autor optó por una composición literaria realista -estilo vigente a partir de la segunda mitad del siglo XIX-, sencilla, de cuartetos asonantes, obviando el duro estilo de las octavillas alejandrinas empleados comúnmente en las composiciones o cantos patrióticos de la época, y con una orientación y mensaje ideal republicano, implícito, en un estilo sobrio, preciso y elaborado, pero con una efectividad moral que trasciende a la sociedad tachirense de todos los tiempos.
Un análisis histórico comparativo refleja cómo el coro y la primera estrofa resultan coincidentes o analógicos con valores o principios de El Libertador, redactados en su proclama a los habitantes de la Villa de San Antonio del Táchira en 1813.
Estos son: patria, libertad, rompimiento de cadenas que mantenía en cautiverio a la República e instituciones (representadas por la ley o la constitución nacional, entendida como fueros) y el hogar tachirense como cuna de la libertad y de sus derechos.
En las estrofas dos, tres y cuatro se trasciende de lo histórico a lo axiológico, al cantar a los más altos valores republicanos o ‘sagrados derechos’ como los denomina el mismo Libertador en la proclama de 1813, establecidos, primero, en la «Declaratoria de los Derechos del Pueblo», dictados por el Supremo Congreso de Venezuela, quien especificó que los mismos eran:
«Derechos inajenables a fin de que todos los ciudadanos puedan comparar continuamente los actos del gobierno con los fines de la institución social: que el magistrado no pierda jamás de vista la norma de su conducta y el legislador no confunda, en ningún caso, el objeto de su misión» («Declaratoria de los Derechos del Pueblo», Supremo Congreso de Venezuela, Caracas, 1 de julio de 1811, Libro de Actas del Supremo Congreso de Venezuela 1811-1812).
Es importante acotar que en la constitución nacional federal venezolana de 1811, los conceptos de libertad, igualdad, propiedad y seguridad quedaron definidos como los derechos del hombre en sociedad. De allí que a la constitución nacional de 1811 se le reconozca la precedencia de ser el texto del primer pacto o contrato social originario del pueblo de Venezuela.
Por igual estos valores encuentran una inspiración, un contexto y una explicación en el espíritu del pensamiento de El Libertador como ciudadano y estadista. Espíritu y enseñanza permanente legada a las generaciones futuras desde sus cartas, proclamas, bandos, decretos y discursos, hasta su última proclama.
En todos ellos reiteró con apasionada insistencia que la República -cuya soberanía reside en la voluntad del pueblo, expresada por medio de un sistema político democrático- debía sustentarse en los valores de la fraternidad, el trabajo, la unión, la paz, la igualdad y el honor. Eso era para Bolívar la mejor forma de gobierno para Venezuela.
En consecuencia, para el Libertador es la democracia la que sostiene todo proyecto político de Estado, más que de gobierno -como lo expresara originalmente Rousseau [«porque el Estado existe por sí mismo y un gobierno no es nada más que una comisión, una función que cumplen como simples oficiales del soberano, y ejercen en su nombre el poder, del que se les ha hecho depositarios, y que este puede limitar, modificar, y retirarles cuando le plazca (Contrato Social, Libro III, capítulo 1)]»- y es el principio que da legitimidad a los Estados, siempre y cuando esta democracia encarne los valores de libertad e igualdad natural a través del respeto absoluto, y no a la conveniencia del gobernante de turno, de la soberanía del pueblo.
De allí, que en los tiempos pasados y presentes, toda legitimidad del Estado se pierde o es vulnerada cuando, de las democracias decadentes, surgen y se imponen en la conducción del mismo grupúsculos militares, camarillescos, caudillistas, oligárquicos o partidistas.
Estos inician una transformación del Estado para fusionarlo con el gobierno -hasta convertir su esencia en una ficción deformada y caricaturesca- para así detentar el poder a través de una prolongada y silenciosa dictadura, policial y pavloviana, coaccionando al pueblo -al soberano- en un estricto sentido del lenguaje metafórico a «amar y rendir culto» a su servidumbre.
Un himno a la Libertad que trasciende en el tiempo

Todos los imperativos éticos absolutos o valores y virtudes presentes en las estrofas del himno tachirense trascienden a la fecha de creación del mismo, y por ello han sido y son reconocidos en todos los tiempos como parte de la esencia originaria de la nación venezolana y de la región tachirense, e inseparables del principio republicano de soberanía, definida por Rousseau como:
«No siendo la soberanía más que el ejercicio de la voluntad general, no se puede enajenar; y que el soberano, que es un ente colectivo, solo puede estar representado por sí mismo: el poder bien puede transmitirse pero la voluntad no. [«¦] Por la misma razón que la soberanía no se puede enajenar, tampoco se puede dividir; pues la voluntad es general o no lo es, o es la voluntad de todo el pueblo, o tan solo la de una parte. En el primer caso la declaración de la voluntad es un acto de soberanía, y hace ley; en el segundo caso, no es más que una voluntad particular, o un acto de magistratura y cuando más, un decreto» (ROUSSEAU, El Contrato Social, Libro II, capítulo I y II, La soberanía es inajenable e indivisible).
Asimismo, los principios de libertad y soberanía estaban asociados indisolublemente con el ejercicio de la representatividad y alternabilidad [Artículo 188 de la Constitución Nacional Federal venezolana de 1811: Una dilatada continuación en los principales funcionarios del Poder Ejecutivo es peligrosa a la libertad; y esta circunstancia reclama poderosamente una rotación periódica entre los miembros del referido Departamento para asegurarla»].
Es por ello que las palabras -con una semántica de plena vigencia- del himno del estado Táchira tienen la facultad de poder ubicarnos, por igual, tanto en los orígenes de la misma República de Venezuela, en 1811, como en su tiempo presente, lacerado -como nunca lo había sido en sus doscientos años de historia republicana- por el látigo de un oscurantismo retrógrado, obcecado y decandente que desgarra los hogares de Venezuela y conculca las libertades republicanas y las garantías individuales y sociales.
Así, solo resta que cada ciudadano tachirense, motivado en hacer un ejercicio de análisis crítico de todos los anteriores argumentos, para compartir su veracidad o descartarla, puede iniciar dicho análisis comparando los argumentos presentados con el significado axiológico de cada una de las palabras clave del himno, las cuales se exponen a continuación:
Patria identificada en palabras textuales de la proclama de El Libertador de 1813 como «Venezuela vuestra patria».
Ley o constitución (fueros) como expresión de la voluntad general, manifestada en un Estado de derecho y certeza jurídica, que debe ser defendida por todos, por cuanto solo el gobierno de las leyes se contrapone al despótico gobierno de los tiranos, quienes solo se sostienen sobre el fraude, la rapiña y la promoción de sus propios intereses y el de las camarillas que los rodean.
Hogar expresión de la integridad, de la subsistencia de la persona individual y de su dignidad como fundamento de la libertad, donde se forma como ciudadano a partir de la familia, institución humana simultáneamente natural y cultural.
Libertad como la capacidad originaria que tiene el ciudadano de tomar en sus manos su propio obrar para elegir y decidir su destino, desde el principio que sustenta que todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derecho y libres para desarrollar sus propias cualidades, en contraposición a la opresión, la cual era entendida como: «Hay opresión individual cuando un solo miembro de la sociedad está oprimido y hay opresión contra cada miembro cuando el cuerpo social está oprimido. En estos casos las leyes son vulneradas y los ciudadanos tienen derecho a pedir su observancia» (artículo 23º de la «Declaratoria de los Derechos del Pueblo», Supremo Congreso de Venezuela, Caracas, 1 de julio de 1811, Libro de Actas del Supremo Congreso de Venezuela 1811-1812).
Unión como máxima expresión de la vida en sociedad o en común que exige una convención, contrato o pacto social para preservar el interés de cada ciudadano, lo cual conlleva a respetar y promover ese pacto por una convivencia social productiva y creadora.
Honor como la cualidad moral más necesaria en una república por cuanto obliga, a cada ciudadano, al cumplimiento de sus propios deberes así como a reparar las faltas que cometa contra sus conciudadanos.
Trabajo como la actividad total del hombre, su hacerse haciendo su vida, siendo agente, autor y actor de ella, pasando de la sujeción a la naturaleza a la libertad, y de donde deriva, como producto, el derecho de propiedad y disfrute de sus bienes, que pertenece a todo ciudadano.
Valor siendo entendido desde su etimología latina medieval primigenia de ‘valere‘ o el sentido de impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo –de cada ciudadano tachirense- por defender lo que es sublime, correcto, justo y razonable Símbolo de coraje, de fuerza en la guerra y en la paz.
Igualdad en cuanto todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos, pudiendo hacer cada miembro de la sociedad lo que no perjudique a otros y teniendo la oportunidad favorable de concurrir, como individuo y ciudadano, a la satisfacción mutua de sus necesidades, sin ninguna clase de discriminación con respecto a los otros integrantes de la sociedad. Para disfrutar de esa igualdad, es necesario que todo gobierno de la sociedad se constituya de tal forma que un hombre no deba temer a los otros.
Fraternidad (hermandad o solidaridad), como principio y virtud cívica republicana de rechazo a una sociedad fracturada o dividida, o ante quienes quieren dividirla, por ‘odios añejos’ según la letra del himno, y partiendo dicho principio del reconocimiento absoluto de la dignidad humana de todo ciudadano.
Paz entendida como una tarea siempre abierta a futuro, y siempre inacabada, por alcanzar para la sociedad un estado de bienestar, felicidad, salud, solidaridad, bien y justicia, tarea sustentada en la libertad y no en la tiranía.
Y como epítome, el insoslayable deber de la defensa de dichos valores por parte del pueblo tachirense, en todo momento y ante toda circunstancia de imposición de una servidumbre o esclavitud, opresión, autoritarismo, totalitarismo y tiranía, coartación de su voluntad, de sus derechos, de sus libertades o de una suplantación, fraudulenta, de su soberanía.
Himno oficial del estado Táchira, Las glorias de la Patria
Las glorias de la Patria,/ sus fueros de Nación/ unidos defendamos / con ínclito valor. (coro)
I. Somos libres: las férreas cadenas/ del esclavo rompiéronse ya;/ el hogar tachirense sonríe/ bajo un sol todo luz: la Igualdad./
II. Extinguidos los odios añejos/ perseguimos un solo ideal:/ que prospere la tierra nativa/ bajo el cielo de amor de la paz.
III. El trabajo es la fuerza suprema/ que nos lleva cual nuevo Titán,/ a la meta sublime y gloriosa/ de los pueblos que saben triunfar.
IV. Que en el Táchira ondule por siempre/ como enseña de honor regional,/ con la unión y altivez de sus hijos,/ el Trabajo, la Paz, la Igualdad.
Letra: Abog. Ramón E. Vargas (1876 – 1949). Música: Prof. Miguel Ángel Espinel (1895 – 1968).
Historia de la música del Himno del Estado Táchira
Una vez obtenida la letra, entre el 24 de abril y el 22 de junio de 1913, el Gobierno del estado Táchira convocaba nuevamente a un concurso con la siguiente finalidad: “Se abre un concurso musical para la pieza que ha de concordar con la letra y el espíritu de la composición poética, Himno del Táchira, premiada en el certamen promovido por el Gobierno del Estado” (‘Himno del Táchira’ en HERNÁNDEZ CONTRERAS, Luis, «Diccionario de la música en el Táchira». Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999, p. 106).

El ganador del certamen, luego del veredicto del jurado examinador de fecha 27 de junio de 1913, fue un joven de 18 años y violinista tachirense. Miguel Ángel Espinel R., quien había participado en el concurso con el seudónimo de Rojo y Gualda.
Asimismo, el jurado -en una especie de arrebato poético- consideró en el veredicto: «que esta melodía como que tiene algo del perfume de nuestras montañas, algo como el rumor de nuestras fuentes impetuosas, y cierta conformidad con la graciosa sencillez de nuestras vírgenes comarcas» (Himno del Táchira en Hernández Contreras Luis, «Diccionario de la música en el Táchira». Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999, p. 106).
El nuevo himno regional se decretó el 28 de junio de 1913 y fue interpretado por primera vez, y con carácter oficial, el 5 de julio de 1913, fiesta nacional de la Independencia de Venezuela. La interpretación estuvo a cargo de la Banda Oficial del Estado Táchira, dirigida por don Nicolás Costantino Chicaroni (Vitonto, Italia, c. 1857 – San Cristóbal, 1927). En la misma fecha, se hizo oficial la reforma al Escudo de Armas del Estado Táchira, que modificaba a la versión aprobada por el Ejecutivo del Estado, en 1905.

El acto tuvo lugar en el salón de sesiones de la Asamblea Legislativa del Estado, en la ya desaparecida edificación neoclásica del Palacio de Gobierno, que se ubicaba en la calle 4 con carrera 5, de la ciudad de San Cristóbal. Lugar donde se encontraba –en la época colonial española y desde 1593 hasta 1795- la capilla, claustro, enfermería y cementerio del convento de San Agustín, de los frailes agustinos ermitaños.

Las primeras notas del himno del Táchira nacieron en los jardines de la plaza Bolívar de San Cristóbal

Sobre el origen de la música del himno del estado Táchira y sobre la personalidad de Miguel Ángel Espinel, sus historias quedan resumidas en la síntesis biográfica que refiere su hermano, Luis Espinel-González:
«En Caracas, en Berlín, en París, en Madrid, en todas partes y en todo momento, en la alegría o en la tristeza, en la adversidad o en el éxito, no tenía un más grande recuerdo, ni un más grande amor que el de su hermosa tierra nativa. Y amó al Táchira a través de todas sus manifestaciones, desde las más simples y prosaicas, hasta las más elevadas: no había para él más suculentos manjares que los de su tierra, de los que se hacía enviar buenas porciones como presentes de Navidad, cuando vivía en Europa. Y así amaba también a todos sus más altos valores representativos, como amaba absolutamente a todas las producciones del espíritu. Su fino oído musical, que era ‘absoluto’, aplicado al aprendizaje de los idiomas, le permitió hablar algunos sin acento extranjero. ¿Por qué, -le pregunté durante una clase de francés- tú sigues hablando con acento tachirense, después de tantos años de ausencia?
-‘Siempre he tratado de no perder ese acento, me respondió, y me sería doloroso que si yo llegase de hablar diferente, pudiesen olvidar que soy tachirense’. Así amó con pureza y plenitud a su provincia nativa.
La música del Himno del Táchira fue el primer homenaje de Miguel Ángel Espinel a su pueblo.
Dejó escrito en sus recuerdos que se paseaba por la plaza Bolívar de San Cristóbal, recitando mentalmente las bellas estrofas escritas por Ramón E. Vargas, cuando repentinamente irrumpieron en su espíritu las notas de la primera estrofa: ‘Las glorias de la Patria, sus fueros de Nación’ y allí mismo, apoyado en un árbol, las escribió. Lograda luego la melodía, quedaba una dificultad: según las pautas del concurso, el Himno debía ser presentado instrumentado para banda.
Frente a la duda que en el primer instante tuvo para entregarse a la tarea de instrumentar la obra, un íntimo amigo suyo, Federico William Hollingsworth, ejecutante de la Banda del Estado, un día, sorpresivamente, encerró a mi hermano en la sala de nuestra casa y lo amonestó: ‘De aquí no sales hasta que hayas instrumentado el himno para la banda’. Y por la ventana le daba informaciones acerca del tono de cada instrumento y de la clave en que se debía leer.
Quizá esta grave dificultad de sus años mozos fue la que un día lo impulsó en París a realizar estudios sólidos sobre banda bajo la dirección del profesor Guillaume Balay, director de la Garde Republicaine de París y una de las mejores bandas del mundo.
Años después, cuando ya había realizado profundos estudios musicales en Europa, revisaría la partitura del himno para imprimir una edición, la única que existe de su obra, hecha en Berlín, editada por la Casa Druck v. Herrm. Kuhlmey y encontró para su sorpresa, que solo una pequeña corrección tenía que hacerle.
En los papeles encontrados en su mesa de trabajo pudimos darnos cuenta de que su Himno del Táchira era lo más amado para él, lo que siempre consideró más honroso en su vida de artista y dejó anotaciones que comprueban que había estudiado para establecer comparaciones con los himnos de los demás estados de Venezuela, así como los himnos de los países hispanoamericanos. Por sus anotaciones se ve que quedó satisfecho de la comparación.
El Táchira ha recordado siempre con gratitud y cariño en nombre de su gran artista [«¦]. Caracas, 1968». Gente del Táchira (1900-1935), recopilación y selección de Anselmo Amado, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 61, tomo II, 1974, pp. 430-431.



Asimismo, en 1930, en una síntesis biográfica para la publicación del Álbum del estado Táchira, en la cual se fotograbó la partitura del Himno del Estado Táchira, probablemente la versión comentada por el hermano del profesor Espinel como impresa en Berlín*, se hacía referencia a los estudios de Miguel Ángel Espinel:
«Sus estudios los hizo en Europa en donde permaneció varios años, radicándose especialmente en Francia y Alemania, países en donde fue discípulo de eminencias como Bruno Schrader y Robert Kahn, de la Holschute für Musik, en composición, y Alexandre Friedeman, en violín/ Otros profesores del señor Miguel Ángel Espinel fueron los también notables señores Henri Büsser, George Caussade y Albero Quesnot, del Conservatorio de París./ Estudios sobre Bandas Marciales hizo con el Maestro Guillaume Balay, director de La Garde Republicaine de París, de quien recibió honrosa calificación que lo coloca a la altura de los más competentes profesores nacionales» ‘Ramón E. Vargas y Miguel Ángel Espinel’ en DÍAZ BRANTES, Humberto, El estado Táchira, Álbum gráfico 1930, Impresión en tipografía Americana, Caracas, 1930, s/p. Edición facsimilar de la Lotería del Táchira, San Cristóbal, 1997.
*En la partitura fotograbada en 1930, el mismo Espinel colocó la siguiente llamada en el coro: «Para las escuelas basta cantar solamente la voz superior del coro al unísono. En las estrofas siempre dos voces a solo o una nada más como consta».
In Memoriam
A mi tío-abuelo y padrino, Esteban Marino Noguera Morales (1918-2012), quien hizo de la música típica tachirense una pasión, sentida y vivida con el más alto orgullo por haber nacido sobre esta tierra, al cobijo de los coloniales aleros de Río Arriba de San Pedro del Río y junto al melodioso rumor del encuentro de las aguas del río Lobaterita y la quebrada La Chirirí.
Salve, cara parens dulcis Táchira, salve, magna terra fons et origo.
Samir Sánchez, San Cristóbal Urbs Quadrata, 2003
(*) Este tratado fue originalmente publicado el 13 de mayo de 2013 en el blog académico Proyecto ExpArt, dirigido y administrado por el autor.
Agradecimientos
Profesor Horacio Moreno, quien -en sus investigaciones documentales-encontró el texto con la letra del Himno de 1879, en el Archivo General de Estado Táchira, San Cristóbal.
Dr. Luis Hernández Contreras, académico e investigador del pasado musical del Estado Táchira, con especial énfasis en la hemerografía de época.
T. S. U. Sigrid Márquez Poleo
Lcdo. José Antonio Pulido Zambrano
Familia Noguera Sandoval, San Cristóbal
Fuentes consultadas
Díaz Brantes, Humberto. El estado Táchira, álbum gráfico 1930. Impresión en tipografía Americana, Caracas, 1930, s/p. Edición facsimilar de la Lotería del Táchira, San Cristóbal, 1997.
Gente del Táchira (1900-1935). Recopilación y selección de Anselmo Amado, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 61, tomo II, 1974.
González, César. Vieja gente del Táchira (crónica genealógica de los apellidos González, Cárdenas, Ramirez, Araque y otras familias fundadoras. Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Nº 134, Caracas, 1997 (edición facsímil de la de 1975), p. 122.
González Escorihuela, Ramón. Gómez Único, Ezequiel Vivas y la consolidación del gomecismo. Universidad de Los Andes, San Cristóbal, 2006.
Hernández Contreras, Luis. Diccionario de la música en el Táchira. Editorial Proculta, San Cristóbal, 1999.
Lecuna, Vicente. Proclamas y discursos del Libertador. Litografía y Tipografía del Comercio, Caracas, 1939, pp. 27-28.
Villamizar Molina, J. J. Instantes del camino. Ediciones del Concejo Municipal del Distrito San Cristóbal, San Cristóbal, 1980.
Investigación: Samir A. Sánchez Sandoval, @xamir2001. Profesor de Historia del Arte y Métodos de Investigación en la Universidad Católica del Táchira (San Cristóbal – Venezuela). Es autor, entre otras publicaciones, de “San Cristóbal Urbs quadrata” (2003), “Mors Memoriæ o la Extinción de la memoria” (2011) y “Diccionario de topónimos históricos del estado Táchira: siglos XVI a XIX” (2018). Mantiene el blog académico Proyecto ExpArt.
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