A Juan Pedro López (1724 – 1787) se le considera uno de los artistas más relevantes del periodo colonial de Venezuela. Como pintor, escultor y dorador iluminó el lúgubre arte de su época con la luz y la gracia del rococó hispanoamericano. Fue el abuelo materno de Andrés Bello y autor de la estatua «La fe», que corona la torre de la Catedral de Caracas.

Nombre: Juan Pedro López (Caracas, 23 de junio de 1724 / ibidem 15 de agosto de 1787)
Especialidad: pintor, escultor y dorador.
Estilo: rococó hispanoamericano.
Período productivo: segunda mitad del siglo XVIII. Su primera obra: bautismo de Cristo, de 1751.
Obras destacadas: estatua La fe, retratos de los retablos de la sacristía mayor de la Catedral de Caracas.
Carrera artística
Gran parte de la obra efectuada por Juan Pedro López fue de índole religiosa, según los gustos y la moda de la época. Desde el punto de vista del estilo, el maestro se caracterizó por su orientación hacia el rococó hispanoamericano, dentro del cual trabajó una iconografía alejada de los aspectos dramáticos y trágicos acostumbrados hasta entonces. Antes bien, se enfocó en la realización de imágenes graciosas y alegres que resultaban más atrayentes para la feligresía.
En su mayoría, la creación de sus piezas fue el producto de encargos provenientes de iglesias, cofradías, conventos y particulares y no de una inspiración personal.
Óleo de Santa Apolonia, atribuido a Juan Pédro López (Colección Museo de Arte Colonial). Modelo 3D por IAM Venezuela y The Arc/k Project.
Niño Jesús de una Virgen de La Candelaria (c. 1777). (Talla del Museo de Arte Colonial). Modelo 3D por IAM Venezuela y The Arc/k Project.
De esta manera, el primer trabajo de López del que se tiene noticia es un cuadro sobre el bautismo de Cristo, de 1751, para la capilla de bautisterio de la iglesia de Nuestra Señora de La Candelaria.
No obstante, uno de los primeros trabajos importantes con los cuales este maestro incursiona en el arte pictórico, es con el encargo, en 1752, de la realización de dieciséis pinturas agrupadas bajo el título Historia de la vida de la Virgen por solicitud de la cofradía de Nuestra Señora de Guía de la iglesia de San Mauricio para ser exhibidas en el altar mayor. La relevancia de este conjunto de pinturas se debió a que en ellas se reúnen “todas las fórmulas, escenas y tipología de los personajes que se encontrarán a lo largo de toda su obra” (Duarte, 1996: 71).
Sin embargo, el trabajo más relevante que efectuó pocos años después, en 1756, fue la ejecución de “los cuadros que habrían de adornar el retablo de la Sacristía Mayor de la Catedral” (33).

En cuanto al trabajo escultórico, una de las piezas más representativas de López es la estatua modelada en barro La fe, de 1770, vaciada en bronce por el maestro fundidor Luis Antonio Toledo y realizada para coronar la torre de la Catedral de Caracas.

De acuerdo con Duarte:
Es significativo que desde que [Juan Pedro López] comenzó su carrera su talento fuera reconocido por todas aquellas personas que dirigían las organizaciones religiosas más prestigiosas de la época. Indudablemente este reconocimiento a su talento hizo que instituciones de tanto prestigio en la ciudad («¦) le hicieran importantes encargos (35-36).
Este hecho quizás se deba, según Duarte, no solo a que en nuestro ámbito local de herencia hispánica no era usual que las piezas se firmaran, sino también por las creencias religiosas y a la concepción de las obras de López que estaban rodeadas “con un halo de misticismo y humildad” (55). No obstante, el investigador supone que aquellas piezas que sí fueron firmadas responden a la satisfacción del pintor por el buen resultado obtenido.
Además de pinturas, Juan Pedro López también realizó piezas escultóricas, y a la par de ambas prácticas, recibió solicitudes de restauración de pinturas y esculturas, retoques, modificaciones, añadiduras, entre otros, así como labores artesanales vinculadas con la pintura. De tal manera que en ocasiones hubo de pintar zócalos, paredes, puertas, ventanas y dorar marcos, retablos, sillas, camas y mobiliario religioso en general.
Como dato curioso, otra actividad realizada por López fue la pintura de velas que se utilizaban en rituales eclesiásticos, muy acostumbrada en esa época.
Adicionalmente, era común que a los pintores, escultores y artesanos en general se les contratara para efectuar tasaciones de bienes, según la especialidad requerida. Esto con el fin de dividir las herencias dejadas por quienes en vida poseyeran pinturas y esculturas. Por tal razón, a Juan Pedro López le eran bastante solicitados estos servicios particulares. Se le conocen al menos unos cincuenta avalúos realizados.
La obra de Juan Pedro López
Como bien se dijo al principio, la mayor parte de la obra de López, de temática religiosa, fue realizada por encargo. Por esa razón, la representación e iconografía de los santos, de Cristo y de la Virgen “estaban regidos por las estrictas reglas del Concilio de Trento («¦) según las narraciones del Nuevo y Viejo Testamento así como las de los evangelios apócrifos. Las autoridades religiosas sometían y aprobaban la representación de los temas encargados” (56).
Así pues, Juan Pedro López tomaba como referencia para las diferentes representaciones imágenes de grabados de libros, misales, breviarios, libros de estampas. De allí se desprende el carácter conservador y didáctico que se observa en las pinturas y la poca creatividad (con sus excepciones) o desarrollo de un estilo personal debido al riguroso contexto religioso en el que se desenvolvió. No obstante, la maestría e impecabilidad en la ejecutoria de su trabajo queda demostrada en todo el conjunto de su obra.
En palabras de Carlos Duarte:
Se puede decir que la pintura y la escultura de López traducen un sentimiento de transitoriedad, placer, belleza, felicidad, espíritu de alegría y bienestar. Expresan asimismo una delicadeza en la comprensión de las relaciones entre el hombre y las esferas celestes de la religión («¦) En sentido amplio el resultado de sus obras posee una gran dignidad y elegancia (63).
Con su obra, que dominó en la segunda mitad del siglo XVIII, Juan Pedro López realizó un valioso aporte a nuestro patrimonio y a la historia del Período Hispánico de Venezuela, a la vez que dejó un valioso legado en la formación que le aportó a sus continuadores.
Vida familiar
Juan Pedro López, “maestro de pintor, escultor y dorador” que ejerció una intensa actividad artística durante treinta y cinco años, nació en Caracas el 23 de junio de 1724. Fue el hijo primogénito de José Antonio López González y de María Gutiérrez Domínguez, ambos originarios de la isla de Tenerife en España.
De acuerdo con las clasificaciones sociales de la época, los miembros de la familia López Gutiérrez eran considerados “blancos de orilla”.
Cuando apenas tenía siete años, en 1731, el pequeño Juan Pedro queda huérfano de padre. Por esa razón, se muda con su madre y hermanas a la casa del abuelo materno.
En 1736, a la edad de doce años, Juan Pedro demostraba tener habilidades artísticas. Por tal razón, la familia le designó como tutor a un maestro pintor y dorador para que lo formara en esas labores. Se presume que, entre otros, los posibles tutores pudieron ser el pintor y dorador Domingo Baupte Arvelo y Castro o el maestro de pintor, escultor y dorador Nicolás González de Abreu, ambos procedentes de Tenerife. Sin embargo, la formación artística recibida por López fue limitada y circunscrita al ámbito local, lo que no le impidió desarrollar las destrezas técnicas que aprendió en esa etapa de enseñanza.
Abuelo de Andrés Bello

En 1750, a la edad de 26 años, Juan Pedro López contrae matrimonio con Juana Antonia de la Cruz Delgado, natural de la isla de Tenerife. La pareja tendrá doce hijos (seis hembras y seis varones), uno de los cuales muere al poco de nacer. Al momento de fallecer el pintor solo sobrevivían siete de sus hijos y su esposa.
Un dato interesante es que una de las hijas de López, llamada Ana Petrona, sería la madre del insigne venezolano don Andrés Bello, nacido en 1781.
Al parecer, el pintor gozó de buena salud y se mantuvo activo hasta el momento de su muerte. Así fue hasta que luego de sufrir un ataque repentino, Juan Pedro López finalmente fallece el 15 de agosto de 1787 en su casa, en compañía de su esposa y de algunos de sus hijos. Fue sepultado en la iglesia del convento de la Merced en Caracas.
Fuentes consultadas
Duarte, Carlos. Juan Pedro López, Maestro de pintor, escultor y dorador (1724-1787). Galería de Arte Nacional, Caracas, 1996.
Duarte, Carlos F. López, Juan Pedro. En Diccionario de historia de Venezuela, Fundación Empresas Polar.
Investigación: Evelyn Castro, @evecastro710. Lic. En Letras, con especialización en gestión sociocultural. Actualmente coordina el trabajo editorial en la Universidad Simón Bolívar, Caracas.
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