
El Cementerio General del Sur fue el primer camposanto único de Caracas (1876). En él reposan los restos de personajes ilustres y contiene exquisitas obras de arte escultórico, con potencial de erigirse en museo abierto. Goza de la jerarquía jurídica de monumento histórico nacional desde 1982.
Nombre: Cementerio General del Sur
Año: 1876.
Tipo de patrimonio: Tangible / Inmueble / Monumento en espacio público.
Administrador custodio o responsable: Alcaldía del municipio Libertador
Historia
Descripción
Valores patrimoniales
Situación actual
Ubicación
Fuentes consultadas
Historia
El Cementerio General del Sur fue inaugurado el 5 de julio de 1876 en el caserío del Rincón del Valle, donde se hallaba la antigua hacienda caraqueña Tierra de Jugo, durante el primer mandato de Gobierno del general Antonio Guzmán Blanco (1870 – 1877) , y entró en servicio el 10 de julio del mismo año.

Bonifacio Flores (músico de la banda marcial de Caracas), Guillermo Goitioca y José Conrado Olivares fueron los primeros en ser enterrados en este camposanto. Al año siguiente, por disposición del gobernador del Distrito Federal, fueron reabiertos los antiguos cementerios, tanto los administrados por una empresa de nombre Fraternidad, como el Cementerio de los Franceses y el de los Alemanes, y clausuró el Cementerio General del Sur.
El Instituto del Patrimonio Cultural, IPC, registra en el Catálogo del patrimonio cultural venezolano 2004 – 2007 que a partir de ese momento se prohibió enterrar en los otros cementerios de la ciudad, que para ese momento eran 27 los más importantes, entre los que se encontraban el cementerio de los alemanes, de los ingleses, el de Los Hijos de Dios, Las Mercedes, San Simón y las inhumaciones que se hacían en iglesias y conventos.
Al respecto, la educadora Yuleima Rodríguez, especializada en enseñanza de Historia, refiere lo siguiente en un ensayo sobre el Cementerio General del Sur (2011):
«Pocos textos se encuentran acerca de la historia de los primeros
cementerios de la ciudad de Caracas, sin embargo, la información
obtenida hasta el momento permite poner en evidencia la presencia
de numerosos camposantos desde el momento de la fundación de la
ciudad hasta la creación del Cementerio General del Sur en 1876.
Muchos de ellos se encontraban anexos a los templos y conventos
presentes en las primeras parroquias caraqueñas (San Pablo,
Catedral, Altagracia, Santa Rosalía, Candelaria) por disposición,
según Landaeta (1994) de las ‘…constituciones sinodales del
Obispado de Caracas, aprobadas por el soberano español en 1698,
se ordenó que los cementerios estuvieran al lado de las Iglesias
parroquiales…’ (p.16). Previo a esto se realizaban los entierros en
las cercanías de los templos y conventos que se comenzaban a erigir
en la ciudad».
Así, los muchos cementerios tomaban los nombres de las iglesias o conventos contiguos, o de los hospitales y hasta de las epidemias que menguaban la población.
Entre los más importantes antecedentes del Cementerio del General del Sur estuvo el cementerio Los Hijos de Dios, que se creara en principio para las víctimas del cólera pero que luego fue abierto al servicio de todos los habitantes. Estaba ubicado al norte de la ciudad en una Caracas que para 1874 limitaba con el río Guaire por el sur y con el Anauco por el este, mientras que por el norte y oeste estaba rodeada de haciendas de café, cacao y caña de azúcar (Rodríguez, 2011).
Cierre y reapertura
Nuevamente, durante la segunda administración del general Guzmán Blanco, se clausuraron todos los cementerios por razones sanitarias y se reabrió el 4 de marzo de 1879 el Cementerio General del Sur, convirtiéndolo en el único camposanto autorizado de la ciudad.
Guzmán Blanco acabó así con los cementerios particulares, especialmente en los lugares céntricos de la ciudad por razones de higiene y estética. Este cementerio, que en julio de 2019 cumple 143 años de servicio, aloja los restos de personajes notables, próceres y sus familiares además de inmuebles monumentos, mausoleos, panteones y un número muy grande de reliquias renombradas por su arte y estilo, lo cual lo convierte en un verdadero museo escultórico.

La necrópolis como galería de arte
El nuevo camposanto cambió las costumbres y cotidianidad del caraqueño, pues «ya no tendría que acudir al cementerio del norte de la ciudad (los hijos de Dios) y el acto de enterrar al difunto variará sobre todo en aquellas familias que además de llevar a su ser querido trasladado en carretas fúnebres, podían dar a la tumba de su deudo un sello personal que permitiera identificar a este o a su grupo familiar».

Explica Rodríguez que en la imagen superior el trazo fino de la línea negra por el borde de la montaña ilustra el límite natural establecido por el camposanto en Tierra de Jugo:
«La forma en la que se encuentra bordeado el cementerio fue considerada beneficiosa, por cuanto contribuía a atrapar de agua manera las emanaciones de los cadáveres. Esta característica geográfica fue una de los motivos que influyó en la selección de este lugar para la construcción de un nuevo espacio de la muerte a finales del XIX. Por otra parte, la línea gruesa negra a la entrada hace referencia a la existencia del único límite creado para ese momento en el cementerio».
El sello personal de los deudos para las tumbas de sus muertos inició la erección de imágenes sacras; unas más monumentales que otras, según la capacidad y el gusto de las familias adineradas del momento, así como activó el rubro del arte escultórico: «La elaboración de esculturas funerarias favoreció el comercio de las marmolerías presentes en las adyacencias del cementerio, lo que contribuyó en conjunto con otras actividades vinculadas a la necrópolis al crecimiento poblacional del Rincón del Valle. Escultores famosos de la talla de Pietro Ceccarelli, Chellini, Francisco Pigna, Ventura, Morini, Julio Roversi y Emilio Gariboldi, quien tenía una marmolería artística en el en el centro de la ciudad, entre Mercaderes y Municipal».
Refiere el profesor e investigador Rafael Cartay, citado por Rodríguez, que “El monumento funerario capturaba el espíritu del fallecido y lo dejaba expuesto en piedra permanente a las generaciones futuras (…) algo de eso tenían nuestros monumentos funerarios, que, eran en realidad, casi siempre copias de monumentos existentes en los cementerios de Milán, Génova y de otros del norte de Italia, ordenados a firmas establecidas en Caracas”.

Uno de sus principales monumentos de esta necrópolis, como se visualiza en el diagrama, es el mausoleo de la familia Crespo, donde reposaban los restos del general Joaquín Crespo, presidente de Venezuela, de su esposa Jacinta de Crespo (la tumba fue profanada en marzo de 2013 y robados los restos de ambos) y de algunos de sus hijos y de sus descendientes directos. Sus dimensiones y calidad constructiva y estética lo convierten en el elemento escultórico más relevante.
La presencia de esculturas de arte firmadas por reconocidos escultores fue admirada desde el principio de este camposanto, incluso reseñándose en el Cojo Ilustrado a finales del siglo XIX.

A través de los años la necrópolis fue extendiéndose para servir a la creciente población capitalina. La expansión es ilustrada en un cartograma sobre los panteones que albergaba entre 1876 y 1940.

Este cementerio centenario, aún en uso, es la morada definitiva de los restos mortales de personajes famosos e ilustres, mucho de los cuales fueron llevados posteriormente al Panteón Nacional, como el tío de El Libertador Anacleto Clemente Bolívar, Teresa de la Parra (1989), Mario Briceño Iragorry (1991) y Andrés Eloy Blanco (1981), entre otros.
En el ala sur del cementerio permanecieron hasta 2016, cuando fue profanado el mausoleo, los restos del expresidente y escritor Rómulo Gallegos, por su voluntad expresa de descansar junto a la tumba de su esposa Teotiste Arocha Egui.
Descripción
En la actualidad el Cementerio General del Sur posee más de 240 hectáreas, suscribe el IPC en el catálogo patrimonial. Dentro de sus edificaciones se encuentra la capilla, ubicada de manera aislada, al final del bulevar de acceso del cementerio marcando la transición hacia el resto del campo santo.
Esta edificación destinada para actividades religiosas y administrativas, corresponde a una edificación de tipología civil, su fachada principal ubicada hacia el este, está construida por un corredor externo delimitado por una columnata que abarca toda la altura de la edificación. Estas columnas presentan un basamento liso corrido, con fuste estriado y capitel de orden dórico. Sobre estas columnas se levanta una fachada con molduras horizontales que lo separan de la cornisa.
Igualmente posee áreas separadas para diversos grupos étnicos o credos –judíos, ortodoxos, cristianos, diversas congregaciones religiosas, vascos y suizos, entre otros.
Valores patrimoniales
El Cementerio General del Sur permitió la existencia de un espacio único en la capital para la inhumación de cadáveres, que se hizo como medida de sanidad frente a las decenas de cementerios repartidos en la creciente ciudad de finales del siglo XIX.
Aparte de la relevancia social, económica y cultural de algunos de los personajes enterrados en este camposanto, sus mausoleos o panteones constituyen verdaderas obras de arte escultórico en mármol, lo que lo convierte en un museo a cielo abierto que aún puede ser aprovechado con políticas de restauración y preservación institucionales, así como con la participación de las familias y las organizaciones de la sociedad civil.
El área de mayor valor patrimonial goza de la jerarquía jurídica de monumento histórico nacional según declaratoria publicada en la Gaceta Oficial nº 32 492 del 9 de junio de 1982. Esto lo convierte automáticamente en objeto de preservación y cuidado especial como patrimonio cultural, según la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural (1993).
Situación actual

En mal estado de conservación. El IPC señala que «con los años su cuidado y mantenimiento ha mermado, con altos niveles de inseguridad que han ocasionado un nivel de deterioro tanto en sus esculturas como en espacios físicos».
Abandono que ha arreciado en los últimos años, donde se suceden constantemente hechos de vandalización de las esculturas de mármol, los mausoleos y la profanación de tumbas por parte de personas ligadas a la santería y otras supersticiones para robar los restos mortales de los inhumados allí.

El capellán del Cementerio General del Sur, Germán Machado, denunciaba en 2018 desde el portal informativo Efecto Cocuyo que «la profanación de tumbas se ha convertido en una práctica común. A esta situación se suma la extracción de materiales de las tumbas, la venta clandestina de fosas previamente violentadas y la prostitución».
Ubicación
Final avenida principal de El Cementerio, parroquia Santa Rosalía, municipio Libertador, distrito capital. Caracas, Venezuela.
Fuentes consultadas
Avendaño, Shari. Desde profanación hasta prostitución se vive en el Cementerio General del Sur de Caracas. En Efecto Cocuyo, 2 de noviembre de 2018. Consultado el 18 de junio de 2019.
Catálogo del patrimonio cultural venezolano 2004 – 2007. Municipio Libertador. Instituto del Patrimonio Cultural, 2007. Consultado el 9 de septiembre de 2015.
Marcano, Enrique David. El improbable turismo en los cementerios de Caracas. En blog 11 en el Exterior. Consultado el 17 de junio de 2019.
Rodríguez, Yuleima. Aproximación Histórica y Costumbres de los Caraqueños vistas a través de la Necrópolis. Revista Mañongo
Nº 36, Vol. XIX, enero-junio 2011. PP 173-198. Consultado el 17 de junio de 2019.
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